Aquellas
pequeñas cosas.
Aquellas
pequeñas cosas… como canta el gran Joan Manuel Serrat, son el motivo de mi
artículo.
Sin
lo poético, estético y artístico del mencionado, dijo San Buenaventura mucho
tiempo atrás, que “el conjunto de muchos actos pequeños, hechos de manera
correcta, formaban la perfección en la persona ante dios”.
Más
de 700 años después, me parece que el filosofo tenía razón. Quizás, su único
error fue, haber reducido su teoría a solo “el hombre ante dios”. Creó que en
cualquier sistema, sociedad o persona, está es la clave de la perfección.
Hoy
pensando en la reciente detención del “Chapo”, me di cuenta de la grandeza del
país.
México
es un sistema que funciona, a pesar de la gran cantidad de subsistemas que
sabotean el producto final.
Pero
el tema principal que busco transmitir, es el de las pequeñas cosas.
Me
refiero a todos esos detalles que vivimos en el día a día, que nos frustran,
cansan inconscientemente y son los principales generadores de ese famoso
“estrés de la gran Ciudad”.
Existen
un sinfín de ejemplos, pero recién pasé ayer mientras manejaba, por dos de ellos.
El primero fue culpa de los semáforos; mientras manejaba caí en uno, espere
como debe de ser y al cambiar a luz verde me aseguré de que ningún otro coche
pasara y avance. No recorrí ni 200 metros hasta que me toco el siguiente, en
luz roja también y todo esto se replico dos veces más hasta que salí de aquella
avenida.
El
segundo fue, que un camión que tenía adelante, se paró 6 veces en un tramo de
300 metros para subir pasaje. Entonces, pensé en como solucionar ese problema y
bastó con recordar como lo hacen en otros países a los que he tenido la
oportunidad de ir.
Después,
entendí el por que de las paradas improvisadas en mi ciudad. En México el
camión pertenece a un propietario privado, este contrata a un conductor que es
el encargado de cobrar “el pasaje” a todos los que se suban, el conductor debe
de cumplir una cuota mensual impuesta por el propietario y de las utilidades
totales solo el resto son para el, esto lleva a los conductores a
desesperadamente buscar todos los pasajeros posibles.
Mientras
tanto, en otros países. La cuota se cobra en maquinas estilo “parquímetros”, en
las paradas designadas para los camiones que realicen ciertas rutas. El
conductor tiene un sueldo fijó y entonces no tiene la recurrente necesidad de
subir a cuanta gente pueda.
Leyendo
estos ejemplos, seguramente se les ocurrieron muchos otros, pero el objetivo
debe ser el irlos erradicando uno por uno, hasta que aquellas pequeñas cosas
desaparezcan y los subsistemas trabajen todos en búsqueda de un bien común y
por la idea de una sociedad como diría San Buenaventura, Perfecta.
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