La Razón, 10 de junio de 2014
Isabel
Miranda de Wallace es una mujer controvertida. Descubrió a los secuestradores y
asesinos de su hijo Alberto Wallace Miranda y lo hizo, en gran medida, con sus
propios recursos, porque se enfrentó a la negligencia de las autoridades.
En
ese afán estiró la cuerda, se manejó en una línea bastante difusa, peligrosa
para ella misma y nada la detuvo en su búsqueda de justicia.
Colocó
anuncios espectaculares a lo largo de la ciudad de México y con ello obtuvo
información, que con el tiempo resultó determinante.
Se
pueden discutir algunos de sus métodos, pero no su genuina aspiración de
conocer la verdad sobre lo que le ocurrió a su hijo, a quien ya no volvió a ver
desde el 11 de julio de 2005.
Durante
años trabajó siguiendo pistas y buscando datos que permitieran dar con el
paradero de los criminales.
Por
el caso hay varios detenidos y entre ellos Hilda González, César Freyre,
Alberto Castillo, Tony Castillo, Brenda Quevedo y Jacobo Tagle.
La
culpabilidad de quienes privaron de la vida a su hijo se determinó con pruebas
y testimonios. Es falso que el caso se sostenga por una gota de sangre y más
bien hay todo un cúmulo de testimonios.
El
propio Tagle Dobín le dijo al ministerio público que “estaban pidiendo un
millón y medio de pesos”.
También
reveló que el cadáver de Wallace Miranda fue cercenado con una sierra eléctrica
y que los encargados de hacer ese trabajo fueron los hermanos Castillo.
El
propio Tagle, con Freyre, se deshizo de los restos en un canal de Cuemanco, en
la delegación Xochimilco.
Freyre
recibió una sentencia de 131 años, los hermanos Castillo de 93 e Hilda González
otra de 78 años.
El
caso está bastante claro y por ello es una infamia el tratar de descalificar a
la señora Wallace y haciendo alusiones a su vida privada, tergiversando los
hechos y tratando de sembrar la sospecha.
Es
un despropósito porque con ello lo que se pretende es favorecer a una banda de
secuestradores confesos. Eso es lo más grave, lo más inquietante.
En
México se suele descalificar a las investigaciones judiciales con bastante
facilidad. La propia debilidad institucional permite que los fantoches hagan de
las suyas y vendan cuentas de vidrio.
La
señora Wallace, además, logró trascender su propia calidad de víctima para
convertirse en una activista de una de las causas más importantes para la
sociedad y que es la de poder vivir en un país en el que impere la legalidad.
Tuvo
la fortaleza para poner su indignación al servicio de la sociedad y en un momento
por demás delicado.
Miranda
de Wallace creó la organización Alto al Secuestro, que junto con otras
organizaciones como México SOS, logró una nueva ley contra ese delito que fue
votada en 2011.
Por
eso no se vale lo que está ocurriendo y deberíamos de reflexionar, en serio,
sobre el daño que hace el mal periodismo, que se sustenta en chismes,
filtraciones e injurias.
julian.andrade@razon.com.mx
Twitter:
@jandradej
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