Juan
José Esparragoza, “El Azul”: vivo o muerto, en el misterio/JORGE
CARRASCO ARAIZAGA
Revista # 1963, 14 de junio de 2014
Si
se confirman las versiones periodísticas, envueltas en la bruma, de que Juan
José Esparragoza murió de un infarto, el capo apodado El Azul habría muerto como vivió y operó en su
calidad de uno de los líderes del Cártel de Sinaloa: ajeno a los reflectores,
entre las sombras, en el misterio. Al respecto, el gobierno mexicano admite que
está desinformado, mientras que las agencias estadunidenses afirman estar
obligadas al silencio. Una fuente policiaca mexicana revela que antes de 2012,
cuando emitió medidas contra la familia del Azul, el gobierno de Estados Unidos
trató de negociar su entrega en algún punto de la frontera, para evitar que las
autoridades de México lo asesinaran…
La
supuesta muerte de Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, por un paro cardiaco
abona a la leyenda del considerado “padrino de padrinos” del narcotráfico en
México ante el declarado desconocimiento del gobierno de Enrique Peña Nieto.
La
tarde del pasado domingo 8, el semanario Ríodoce, de Culiacán, Sinaloa, informó
del presunto deceso del narcotraficante cuando convalecía de un accidente
automovilístico. El medio citó “fuentes policiacas extraoficiales y personas
cercanas a la familia del narcotraficante”.
Horas
después, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, dijo no
saber nada de nada. “No tenemos confirmado nada, yo no tengo información”,
declaró escueto a la prensa cuando fue interrogado en Madrid, donde se
encontraba como parte de la visita de Estado del presidente Enrique Peña Nieto
a España.
Poco
más tarde, en Ciudad Victoria, Tamaulipas, el secretario de Gobernación, Miguel
Ángel Osorio Chong, reiteró la posición oficial durante una conferencia de
prensa: “El día de ayer corrió esta versión de este delincuente y lo que puedo
decirles es que, como lo hemos hecho en el gobierno de la República, y en el
gabinete de seguridad en lo particular, es que no damos ninguna información
hasta que no estemos completamente seguros de que ésta sea cierta, hasta que no
tengamos los elementos.
“Entonces
hoy no tenemos mayor información. Hoy solamente ha sido a partir de las redes
sociales, a partir de algunos medios que han dicho, han hecho comentarios al
respecto, pero no tenemos información que dé sustento a este supuesto
fallecimiento de este presunto delincuente. En cuanto se tenga alguna
información correcta y que tenga el sustento correspondiente lo daremos a
conocer.”
Pero
en Culiacán se mantuvo la versión del fallecimiento. El martes, el miércoles y
el jueves se realizaron misas en memoria del señor “José Moreno” en la
parroquia Espíritu Santo, en la colonia Las Quintas. Se trata del mismo barrio
donde abundan casas atribuidas a narcotraficantes.
Según
reportó Ríodoce, los tres servicios religiosos tuvieron lugar a las 19:15 horas
y en todos ellos se mencionó el nombre de José Moreno. “A las misas asistieron
familiares y amigos de Esparragoza Moreno”, quienes confirmaron que sus restos
fueron cremados. El semanario corroboró que en el libro de registro de la
parroquia aparece el nombre de José Moreno.
El
gobierno de Estados Unidos también guardó silencio. A pesar de ser uno de sus
principales objetivos entre “los más buscados” y que ofrece una recompensa de 5
millones de dólares para quien proporcione datos útiles en su captura, ninguna
agencia encargada de su persecución declaró nada oficialmente.
En
una clara presión contra el histórico jefe del narcotráfico mexicano, Estados
Unidos incluyó en 2012 y 2013 a sus hijas y yernos en la lista de personas con
las que prohíbe hacer negocios y a las que congela sus activos en ese país.
Con
base en la Ley de Designación de Cabecillas Extranjeros del Narcotráfico, la
Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del
Departamento del Tesoro sumó en esa lista a Brenda Guadalupe Esparragoza
Gastélum y Nadia Patricia Esparragoza Gastélum, así como a sus esposos Luis
Francisco Vallarta Escalante y Álvaro Padró Pastor, éste ciudadano español de
origen catalán.
Las
acciones pretendían presionar a Esparragoza Moreno por su lado débil: la
familia. Incluso, antes de que los yernos fueran incluidos en la lista, el
gobierno estadunidense pretendió negociar con el capo para que se entregara en
algún punto de la frontera. Lo quería en su territorio antes de que apareciera
muerto a manos del gobierno mexicano, confió a Proceso un investigador policial
que por razones de seguridad pidió no publicar su nombre.
Nadia
Patricia Esparragoza atrajo los reflectores en la década de los noventa.
Este
semanario publicó testimonios sobre la operación del Azul en el estado de
Morelos, donde tenía una casa cerca de la residencia del entonces gobernador,
el panista Sergio Estrada Cajigal (Proceso 1433). Junto con Amado Carrillo, El
Señor de los Cielos, Esparragoza Moreno tejió vínculos con autoridades
estatales como Antonio Salgado, jefe de la Unidad Antisecuestros de la Policía
Judicial del estado.
Una
de las fuentes de esa información fue el exdirector de la Policía Judicial
Federal Adrián Carrera Fuentes –detenido después por sus nexos con Carrillo–,
quien describió la fiesta por las bodas de plata de Esparragoza con María
Guadalupe Gastélum Payán en 1997, en el hotel La Hacienda, en la carretera
Cuernavaca-Tepoztlán.
El
festejo contó con protección policiaca y duró hasta el siguiente día. “Desde
esa fecha ya no se pudo ocultar la referencia, posteriormente acreditada por la
Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, de
que Nadia Patricia Esparragoza Gastélum… tenía vínculos sentimentales con
Estrada Cajigal, el gobernador de Morelos”, se asienta en otro reportaje,
publicado por la agencia Apro el 20 de mayo de 2009.
Peso
histórico
Por
su asociación anterior, apenas se conoció la versión de la muerte de
Esparragoza Moreno, en la garita de San Isidro, California, fue colocado un
espectacular en el cual el gobierno estadunidense ofrece una recompensa de 5
millones de dólares a quien aporte información para detener a Caro Quintero, a
quien pretende juzgar por el asesinato del agente antinarcóticos Enrique
Camarena.
El
exlíder del Cártel de Guadalajara purgó 28 años de prisión en México, pero en
agosto pasado un tribunal federal ordenó su libertad. Ante la presión
estadunidense, la Suprema Corte de Justicia de la Nación revocó su liberación y
lo colocó en condición de prófugo.
El
alegado desconocimiento del gobierno de Peña Nieto sobre la muerte de
Esparragoza Moreno ahonda la especulación sobre el destino del capo, uno de
los vértices que por años sostuvo al Cártel de Sinaloa, junto con el ahora
detenido Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, quien con la
supuesta muerte del Azul quedaría como el principal jefe de la poderosa
organización delictiva.
Por
más de 30 años el nombre de Juan José Esparragoza Moreno ha sido parte de la
historia del narcotráfico en México. Pero a diferencia de otros jefes
históricos, como Rafael Caro Quintero y el propio Chapo Guzmán, ha estado
consistentemente en segundo plano. Y también a diferencia de Guzmán Loera,
quien comenzó en la organización como pistolero, El Azul ingresó al negocio de
las drogas como financiador para el cultivo de mariguana.
En
las investigaciones del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena,
ocurrido en Guadalajara en 1985, El Azul ya era mencionado –junto con Manuel
Salcido Azueta, El Cochiloco; Miguel Ángel Félix Gallardo; Caro Quintero, y
Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto– como uno de los jefes del tráfico
internacional de droga.
Su
papel ha sido clave en el desarrollo de los narcotraficantes sinaloenses y en
especial del fortalecimiento del Cártel de Sinaloa. Además de su liderazgo en
éste, ha sido vinculado al Cártel de Guadalajara, de Caro Quintero, y al Cártel
de Juárez, de Amado Carrillo Fuentes, sus paisanos.
“Su
consejo ha sido buscado no sólo dentro de su organización, sino por otros
cárteles –dice el investigador policial–; lo consideran un caballero que cumple
su palabra y es promotor de acuerdos, convencido de que, contrario a lo que se
piensa, plomo y droga no se llevan”.
Lo
describe como “un barón de la droga” y “el padrino de padrinos”. Cuando había
problemas con las autoridades o con otros cárteles, él intervenía. Ha sido un
negociador permanente, asegura.
De
ahí que se le atribuya el surgimiento de la Federación Sinaloense, la
congregación de grupos del narcotráfico originarios de Sinaloa que fracasó en
2008 con la detención de Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, por una supuesta
delación del Chapo Guzmán.
Desde
entonces, esas facciones se embarcaron en una confrontación que no acaba, pese
al acribillamiento, en 2009, de Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, a manos de
marinos, y la detención, el 22 de febrero pasado, del Chapo Guzmán.
Esparragoza
Moreno quedó en medio de esa guerra, entre sus lealtades a la organización y su
relación familiar con los Beltrán Leyva. Su hijo mayor, Juan José, que habría
sido asesinado, se casó con una hermana de los Beltrán, clan originario de la
comunidad de La Palma, también en el municipio sinaloense de Badiraguato.
Pese
a la cercanía manifiesta del Chapo con El Mayo Zambada, avalada por éste en el
encuentro que tuvo con el periodista Julio Scherer García, fundador de Proceso
(edición 1744), Juan José Esparragoza no fue ajeno a la huida de Guzmán Loera
del penal federal de Puente Grande en enero de 2001, al principio del gobierno
de Vicente Fox. “Le dio 5 millones de dólares para esconderse”, dice la fuente.
Y
afirma que El Azul se desplazaba en varias ciudades del Pacífico, entre
Ensenada, La Paz, Culiacán y Guadalajara. La versión periodística de su muerte
dice que ocurrió en un hospital de Guadalajara o del Distrito Federal.
En
sus perfiles publicados a lo largo de los años por la prensa mexicana el lugar
común lo señala como el encargado de las relaciones con los mandos políticos,
policiales y militares, entre los que se menciona el nombre del general Mario
Arturo Acosta Chaparro, preso durante siete años por narcotráfico –cargo del
que fue absuelto– y asesinado en abril de 2012 en la capital del país.
El
gobierno de Peña Nieto prefiere pasar por desinformado antes que decir
cualquier cosa sobre el capo, a pesar de su largo historial delictivo. Entre la
información oficial que existe sobre él está su ingreso a prisión en 1986, un
año después de que fuera desarticulado el Cártel de Guadalajara tras el
asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena. Esparragoza Moreno fue
detenido y encarcelado por cargos de narcotráfico y portación ilegal de arma.
En
la consignación de entonces, la PGR asentó que el acusado se asoció con Caro
Quintero para sembrar, cultivar, cosechar, elaborar, acondicionar, poseer y
traficar mariguana a gran escala. Según el proceso penal 20/86 del Juzgado
Décimo de Distrito en Materia Penal del Distrito Federal, Esparragoza Moreno le
hizo un millonario préstamo a Caro Quintero para esas actividades.
En
su primera declaración ministerial, el 8 de marzo de 1986, El Azul dijo que
tenía unos 15 años de dedicarse a actividades inherentes al tráfico de
mariguana y que en reiteradas ocasiones las llevó a cabo con Ernesto Rafael
Fonseca Carrillo, Don Neto, y con Rafael Caro Quintero.
Formó
su primera sociedad en 1981 para sembrar mariguana en la ciudad de Fresnillo,
Zacatecas. Dijo que obtuvieron una cosecha de alrededor de 20 toneladas de la
hierba para traficarla a Estados Unidos por la vía aérea. Precisó que Caro
Quintero consiguió los compradores y la semilla fue conseguida por Don Neto,
además de que cada socio aportó 4 millones de los viejos pesos y cada uno
obtuvo una ganancia de medio millón de dólares.
Al
siguiente año cultivaron droga en los ranchos La Ciénega y Los Llanitos, en la
ciudad de Caborca, Sonora. Obtuvieron más de 13 toneladas de mariguana por
temporada durante dos ciclos de siembra. Cada tonelada la vendieron en 300 mil
dólares. Un año después hicieron lo mismo en el estado de Chihuahua.
Pero
el 21 de marzo siguiente, al ampliar su declaración, negó que hubiera hecho
negocios con los capos mencionados, a quienes sólo conocía. Todos los
implicados negaron la asociación. La defensa del Azul presentó un incidente de
desvanecimiento de datos porque en el Registro Público de la Propiedad de
Sonora no se comprobó la existencia de los dos predios en Caborca. El juez dio
por válido el alegato y condenó a Esparragoza Moreno sólo por portación ilegal
de armas. Pasó siete años en prisión.
Purgó
la pena en el Reclusorio Sur, la penitenciaría de Santa Martha y el penal de
máxima seguridad de Almoloya, en el Estado de México, donde las crónicas
periodísticas aseguran que disfrutaba de comodidades. El mismo argumento de
desvanecimiento de datos libró a Caro Quintero de uno de los cargos de
narcotráfico, lo que facilitó su liberación en agosto de 2013.
Las
últimas imágenes
Otro
registro del Azul en manos del gobierno es la credencial que le expidió la
Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía secreta del régimen del PRI que
acabó infiltrada por el narcotráfico y al servicio de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.
Al
parecer, una de las pocas fotos que se conocen de él es la credencial de metal,
conocida como charola, que le dio la DFS. En la imagen tamaño credencial se ve
un hombre joven, con saco y corbata, de cara redonda, bigote abundante y negro
cabello quebrado.
Su
apariencia varió por la edad, pero no por un cambio deliberado de imagen, como
lo hacen muchos narcotraficantes, incluido su exsocio en el Cártel de Juárez,
Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, quien de acuerdo con la versión
oficial murió en 1997, durante una cirugía estética.
En
los registros de la DEA y del FBI sobre Esparragoza Moreno aparece el mismo
hombre con bigote, cejas pobladas y cabello oscuro, sólo que con más edad.
Enfundado en un traje, parece posar para otra fotografía oficial. Tal vez para
su placa de agente de la Policía Judicial Federal, la desaparecida corporación
de la PGR.
Su
ficha policial estadunidense dice que nació el 3 de febrero de 1949, en
Chuliopa (en lugar de Huixipoa), comunidad del municipio de Badiraguato, en
Sinaloa. Lo describe como un hombre de 1.77 metros y 90 kilos, de cabello
negro, ojos cafés y sin marcas o cicatrices conocidas. No hace mención a su
color de piel, que le mereció el mote de El Azul.
Hay
otras imágenes que se conocen públicamente de él, sacadas de los álbumes
familiares. En una aparece saludando a jefes de la Iglesia católica, vestido de
traje claro y botas. En otra foto está cargando a un niño; aparece despeinado,
desenfadado, con el cabello crecido y su permanente bigote.
En
otra foto posa para la cámara, sonriente. Está afuera de una habitación, de
pie, con la mano izquierda en el bolsillo de su pantalón claro. Su camisa
blanca está bien fajada con su cinto de cuero, que junto con las botas
reivindica su origen de la sierra sinaloense. En una tercera foto aparece
sentado, junto a su paisano y entonces campeón mundial de boxeo Julio César
Chávez. De pie está El Señor de los Cielos.
Por
años no se conocieron más imágenes suyas y el gobierno estadunidense mantiene
esas como identificación para su captura. Proceso obtuvo dos imágenes que se
atribuyen al narcotraficante. Son relativamente recientes y datan de una fiesta
familiar de fin de año. Aparece de cuclillas, en un extremo, a la cabeza de una
familia numerosa. Tiene una vela en la mano, y en la otra un refresco de dieta,
por su aparente condición de diabético. Es una fotografía cuidada. Sólo
aparecen mujeres y menores.
En
otra foto hay un hombre joven al fondo, pero apenas se distingue su cara. En la
otra foto no está. En ninguna de las imágenes aparecen ni las hijas ni los
yernos de Esparragoza Moreno, quienes figuran en la lista de los
narcotraficantes con los que está prohibido hacer negocios en Estados Unidos.
Aunque
la discreción ha sido una de las ventajas del Azul en el mundo del
narcotráfico, la tecnología pudo haberlo rebasado y alguno de sus familiares
jóvenes habría subido las imágenes en internet, con lo que dejó ver al jefe del
clan en una casa de Culiacán. Está enfundado en un suéter negro y gris, como su
cabello. Conserva su bigote y tiene el aspecto de quien está entrando en la
tercera edad. Cuando se publicó su supuesta muerte, Esparragoza tenía 65 años.
Según
Ríodoce, murió cuando convalecía de un accidente automovilístico ocurrido hace
unas dos semanas y en el que se lesionó la columna vertebral. “Quiso levantarse
de su cama y fue en ese momento que sufrió un infarto”, publicó el semanario,
que ubica el deceso en el Distrito Federal o en Guadalajara.
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