Revista
Proceso
# 2036, 8 de noviembre de 2015
Caso
Neruda: Aval oficial a la tesis del asesinato/FRANCISCO MARÍN
Pablo
Neruda no murió como consecuencia del cáncer que padecía, sino que muy
probablemente fue asesinado, concluye un informe del Ministerio de Interior de
Chile. Es la primera vez que una instancia gubernamental desecha la versión
oficial de la muerte del Nobel de Literatura y se decanta por una línea de
investigación surgida a raíz de que Manuel Araya, su asistente, dijo en una
entrevista con este semanario que el poeta fue asesinado mediante la
inoculación de una inyección venenosa. “Gracias a Proceso salió la
investigación adelante… sin su participación esto hubiera muerto en el olvido”,
comenta ahora.
En
la nota de El País se destaca que este informe es la principal revelación del
libro –próximo a aparecer– Neruda, el príncipe de los poetas (Ediciones B), del
historiador Mario Amorós, biógrafo del poeta.
Cabe
consignar que el Programa de Derechos Humanos del Ministerio de Interior
determinó hacerse parte querellante en esta causa (rol 1038-2011) el pasado 9
de enero.
En
el informe del Ministerio de Interior se da crédito a lo planteado en el
transcurso de la causa por el asistente de Neruda y testigo clave del caso,
Manuel Araya Osorio: “Sus dichos (…) no difieren en lo esencial en cuanto a
hitos relevantes de la secuencia de eventos que se produjeron en esos días”. Se
agrega que “hay un hecho que ha podido ser corroborado y que refuerza la tesis
de la intervención de terceros en la muerte de D. Pablo Neruda, y es que,
efectivamente, D. Manuel Araya Osorio estuvo detenido en el Estadio Nacional,
según da cuenta en documento que se acompaña en el otrosí de esta
presentación”.
Se
alude al libro La verdad histórica, el ejército guerrillero, del exjefe de la
Dirección de Inteligencia Nacional, Manuel Contreras Sepúlveda. En la página 16
de éste aparece una lista de prisioneros en el santiaguino Estadio Nacional,
donde figura Araya acompañado de la siguiente descripción de su actividad:
chofer de Neruda.
En
la presentación del Ministerio de Interior se destaca que “la aprehensión del
señor Araya y su posterior reclusión en el Estadio Nacional, en la época
convertido en un centro de prisión y torturas, da cuenta de que el aparato de
seguridad sí tenía certeza de su objetivo y de los medios para obtener el
resultado esperado”.
Versión
oficial desacreditada
En
el informe de los abogados Ugás y Lledó destaca como una primera y severa
irregularidad de este caso el hecho de que a Neruda no se le haya practicado
autopsia.
Además
se consigna que el médico tratante, el urólogo Roberto Vargas Salazar, extendió
el certificado médico de defunción “vía telefónica, desde su domicilio, sin
examinar al paciente, anomalía que se ha justificado en la circunstancia de
haber estado vigente el toque de queda”.
Según
consigna un informe del Servicio Médico Legal (SML) mencionado en la
presentación de Ugás y Lledó, la no realización de una necropsia –que fue
justificada en la época por la ausencia de sospechas de ser un hecho violento–
significó “la pérdida de oportunidad de establecer de manera certera tanto
la(s) patología(s) presente(s) en el cuerpo de la víctima como la causa de
muerte específica”.
También
se enfatiza que no se han hallado documentos de gran relevancia que faciliten
la determinación de la causa real de muerte. Entre éstos se cita: la ficha
médica como paciente de la Clínica Santa María, la biopsia de próstata y un
examen histológico.
En
el certificado de defunción de Neruda (número 622 de 1973) se establece como
causa inmediata de muerte una “metástasis cancerosa”; como causa originaria:
“cáncer prostático”.
En
el informe se recalca que en el Caso Neruda se exhiben antecedentes “que,
ponderados conjuntamente, permiten, a juicio de esta parte, presumir una
posible intervención de terceras personas en la muerte de D. Pablo Neruda”.
Entre
éstos destaca “su importancia intelectual y política”. En tal sentido se pone
de manifiesto que Neruda “era la personalidad más relevante de la
intelectualidad chilena en ese momento, con un reconocimiento mundial sin
precedentes”. Se agrega: “No sólo se le concedió el Premio Nobel de Literatura
en 1971; también se le había conferido un doctorado honoris causa en la
Universidad de Oxford”, subrayándose que había sido considerado por el escritor
Gabriel García Márquez como “el más grande poeta del siglo XX en cualquier
idioma”.
Referido
a su relevancia política, se recuerda que había sido senador del Partido
Comunista (PC), precandidato a la Presidencia de Chile y embajador en Francia,
y que al ocurrir del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 y su muerte, 12
días después, Neruda era además miembro del Comité Central de su partido.
El
informe agrega que entonces miles de militantes del PC estaban siendo
encarcelados, torturados, asesinados o hechos desaparecer. Más aún, se hace ver
que Neruda “era el candidato ideal para encabezar un gobierno en el exilio”.
Ugás
y Lledó –quienes contaron con el apoyo del abogado Hugo Pavez en la redacción
de su informe– hicieron, a propósito de lo anterior, la siguiente reflexión:
“Es interesante constatar que, de una forma u otra, la dictadura siempre logró
impedir que se formara un gobierno en el exilio, que desde el extranjero
reclamara el regreso a la democracia y el término a las violaciones a los
derechos humanos”.
Recordaron
los asesinatos del excomandante en jefe del Ejército, general Carlos Prats
González, perpetrado en Buenos Aires el 30 de octubre de 1974; y el homicidio
del excanciller de Salvador Allende, Orlando Letelier, en Washington el 21 de
septiembre de 1976.
En
relación con el estado de salud de Neruda, se pone de manifiesto el hecho de
que diversos testimonios confirman que el poeta no estaba en estado agónico al
momento de morir.
Se
cita el testimonio del entonces embajador Gonzalo Martínez Corbalá quien –a
fojas 372 del expediente de esta causa– se refiere al encuentro que tuvo con
Neruda un día antes de su fallecimiento: “Neruda se encontraba en absoluta
normalidad (…) durante el largo rato que permanecimos juntos no advertí en él
ningún signo que evidenciara que estaba en estado agónico, que no pudiera
hablar ni valerse por sí mismo. Al contrario, hablaba y actuaba normalmente”.
Quizás
el gran error del informe del Ministerio de Interior es que no descarta
definitivamente la caquexia –desnutrición extrema– como causa de muerte de
Neruda, pese a que el fotógrafo brasileño Evandro Teixeira lo fotografió en su
urna fúnebre, en imágenes que aún se conservan y demuestran que no estaba
desnutrido.
La
inyección
El
corresponsal estableció contactó con Manuel Araya para conocer sus impresiones
respecto al informe del Programa de Derechos Humanos.
Aunque
no quiere ahondar hasta conocer en detalle dicho informe, expresa su “gran
alegría porque se haya podido establecer la verdad”. También hace un
reconocimiento a este medio: “Gracias a Proceso salió la investigación
adelante… sin su participación esto hubiera muerto en el olvido”.
La
edición 1801 de este semanario –del 8 de mayo de 2011– contiene el reportaje
“Neruda ‘fue asesinado’”, firmado por el corresponsal.
Allí
salió a la luz la largamente proscrita versión de Araya. Durante años éste
había intentado infructuosamente decir que Neruda había sido asesinado. Tocó
mil puertas sin ser escuchado.
En
lo esencial, Araya reveló entonces que a Neruda se le inyectó una sustancia
venenosa cuando estaba en la Clínica Santa María, de Santiago, a las 16:00
horas del 23 de septiembre de 1973, cuando en el aeropuerto Pudahuel lo
esperaba un avión enviado por el gobierno mexicano, que buscaba rescatar al
poeta. Araya expresó además que ese 23 de septiembre él fue baleado y
secuestrado por agentes desconocidos y luego llevado al Estadio Nacional.
Tanto
la existencia de dicha inyección como del avión mexicano han sido confirmadas
por la investigación llevada por el juez Carroza, tal como destaca el informe
del Programa de Derechos Humanos, que valida plenamente la tesis de Araya.
La
inyección ya aparecía mencionada en una nota del diario El Mercurio, el 24 de
septiembre de 1973, donde además se menciona que ésta le provocó un posterior
infarto. Pero nunca más se habló de eso.
Martínez
Corbalá confirmó –en 2012– a este corresponsal que al momento de morir Neruda,
un avión de gran tamaño enviado por el presidente Luis Echeverría lo esperaba
en el aeropuerto y debía despegar a primera hora del 24 de septiembre.
Un
“elemento extraño”
El
Caso Neruda se encuentra en etapa de sumario, concentrándose las pesquisas en
estudios genómicos y toxicológicos. Uno de los antecedentes que más han
provocado revuelo y reforzado la tesis del asesinato es un informe, de mayo
pasado, del forense de la Universidad de Murcia y miembro de la Comisión
Internacional de Expertos del Caso Neruda, Aurelio Luna, que sostiene que en
los restos del poeta se encontró la bacteria estafilococo dorado
multirresistente, definida como un “elemento extraño” no asociado al cáncer que
presuntamente afectaba al Premio Nobel chileno.
La
segunda semana del pasado octubre se reunieron en la capital chilena 13
expertos de esa comisión internacional. Como dijo a este semanario la abogada
Elisabeth Flores, el objetivo principal de la reunión fue intentar dilucidar el
ADN de esta bacteria “para saber cuál es su procedencia”. Enfatizó que en ese
tiempo “el estafilococo dorado multirresistente no existía en Chile” y “habría
sido criado en un laboratorio”.
Aunque
el señalado informe del Ministerio de Interior constituye un gran avance en el
caso Neruda, deberán ser el SML y Carroza quienes digan la última palabra.
Sin
embargo –como este semanario ha documentado (Proceso 1908 y 1934)– tanto el SML
como Carroza han cometido graves errores y omisiones que hacen dudar de la
calidad de sus investigaciones.
El
traspié más severo ocurrió el 8 de noviembre de 2013. Ese día el director del
SML, Patricio Bustos, acompañado por Carroza y peritos de la comisión
internacional, presentó ante la prensa las que según él eran las conclusiones
definitivas de esta comisión: “No se ha encontrado evidencia forense alguna que
permita establecer una etiología médico-legal por causas no naturales en la
muerte de Pablo Neruda”.
Esa
lectura de los hechos indujo a los medios de todo el mundo a sostener que la
justicia había establecido que Neruda murió de cáncer. Sin embargo, dicha
conclusión no aparecía en ninguna parte del cuerpo del informe de la comisión
internacional de expertos.
En
esa ocasión, el abogado y sobrino de Neruda, Rodolfo Reyes, expresó en voz alta
y fuera de todo protocolo: “Lo único que arroja el informe es que Neruda tenía
cáncer, pero no que murió de cáncer”.
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