El
otro Trump de Occidente/Guy Verhofstadt, ex primer ministro de Bélgica, preside el grupo Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE) en el Parlamento Europeo.
El
País, 30/Oct/2016
En
el segundo debate presidencial estadounidense, Donald Trump prometió que, de
ser elegido, nombraría a un fiscal especial para investigar a Hillary Clinton.
“Estarías en la cárcel”, le dijo Trump. La amenaza de Trump de politizar el
sistema de justicia ha sido recibida con la reacción violenta que se merece;
pero, lamentablemente, ese cinismo no se limita a los Estados Unidos. El actual
gobierno polaco, liderado por el partido Ley y Justicia (PiS), que llegó al
poder hace poco menos de un año, ha mostrado una línea autoritaria similar,
burlando normas jurídicas con el objetivo de promover sus propios fines.
El
líder del PiS Jarosław Kaczyński ha pedido reiteradamente una investigación del
ex primer ministro polaco y actual presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
Kaczyński sostiene que la anterior gestión gubernamental de Tusk fue
parcialmente responsable del accidente aéreo de abril de 2010 en Smolensk,
Rusia, en el que murieron 96 personas, incluido el hermano gemelo de Kaczyński,
el entonces presidente de Polonia Lech Kaczyński.
La
delegación del gobierno polaco viajaba a una conmemoración de la masacre del
año 1940 en Katyn, lugar en el que Stalin ordenó asesinar a 22.000 personas
entre oficiales del ejército polaco, policías e intelectuales, y atribuyó la
matanza a Hitler. Cuando terminó la Guerra Fría, la verdad salió finalmente a
la luz y fue reconocida oficialmente por el presidente ruso, Boris Yeltsin.
Jarosław
Kaczyński y otros miembros del PiS sostienen que Rusia –con la ayuda de algunos
funcionarios polacos– fue también responsable de la caída del avión. Se basan
en una extraña teoría de la conspiración pese a no tener ninguna evidencia para
apoyarla. De hecho, las transcripciones de la caja negra del avión indican que
se estrelló durante un aterrizaje fallido a causa del mal tiempo.
Armado
con sus teorías de la conspiración, Kaczyński quiere negar a Tusk un segundo
mandato al frente de una de las tres principales instituciones de gobierno de
la Unión Europea, argumenando lo siguiente: “¿Puede una persona con estos
antecedentes estar a la cabeza del Consejo Europeo?” Mientras tanto, los medios
de comunicación de la derecha han avivado las llamas y una revista llegó a
publicar una imagen de Tusk con las manos esposadas.
La
cruzada de Kaczyński contra Tusk es un abuso de poder político, un abuso digno
de Trump, que hace vislumbrar cómo sería la vida para los oponentes políticos
del magnate norteamericano en caso de que llegase a ganar las elecciones
presidenciales. También refleja una más amplia y rabiosa batalla por el alma de
Polonia.
Polonia
fue una vez el ejemplo de la Europa Central posterior a la Guerra Fría. Pero
ahora el PiS está llevando a cabo una amplia toma de poder, que busca el
control del Tribunal Constitucional, los canales de medios de comunicación
públicos y de los servicios de seguridad del país. En lugar de consolidar la
importancia estratégica de Polonia en la OTAN y su legítimo lugar como un
Estado miembro de la UE poderoso y respetado, el PiS se ha obsesionado con la
inversión de la modernidad. Prueba de ello es el asalto del Gobierno al poder
judicial y a sus instituciones democráticas, ataque que ha despertado la
preocupación en EEUU, Bruselas y en toda Europa.
Polonia
está experimentando una crisis constitucional que comenzó cuando Andrzej Duda,
el presidente polaco respaldado por el PiS, se negó a tomar el juramento de
tres jueces del Tribunal Constitucional elegidos por el anterior parlamento. A
continuación, el PiS seleccionó sus propios jueces para sustituir a los
anteriores, mientras aprobaba una nueva legislación que practicamente paralizó
el al tribunal. El Constitucional declaró inconstitucionales las normas
jurídicas cambiadas por PiS, pero el gobierno dirigido por el PiS se negó a
publicar la decisión del Tribunal, evitando de este modo que entrara en vigor.
Ahora es casi imposible para el Tribunal evaluar la constitucionalidad de la
legislación que emite el actual Parlamento, a pesar de que existe una disposición
expresa en la Constitución polaca que autoriza a llevar a cabo una revisión
judicial.
Pese
a la repulsa generalizada que las acciones del PiS han suscitado, el partido se
propone mantener al alto tribunal congelado hasta finales de este año, cuando
expirará el mandato del actual presidente. Después de eso, el PiS designará un
presidente más amigable, quien sin duda bailará al son de cualquier melodía que
se toque. Sin embargo, un presidente recién nombrado probablemente no vaya a
terminar la crisis constitucional de Polonia. A causa de las sentencias
judiciales válidas de este pasado verano que quedaron sin publicar, ahora
existe un agujero negro en el orden constitucional de Polonia.
La
UE ha iniciado procedimientos legales contra Polonia, y está pidiendo al
gobierno polaco que trabaje con los partidos de oposición para reformar el
Tribunal. Si Polonia no cumple, en última instancia, la UE podría despojar a
este país de sus derechos de voto. Pero es poco probable que la UE u otros
organismos internacionales garanticen una solución al problema político polaco.
Sólo los polacos pueden hacer esto.
De
hecho, grandes protestas en contra de un reciente proyecto de ley que habría
prohibido prácticamente todos los abortos (bajo pena de prisión de hasta cinco
años) obligaron al gobierno a dar marcha atrás y retirar la legislación
propuesta. Esto marcó una victoria para las mujeres polacas, y sugiere que
Polonia es más progresista de lo que a Kaczyński le gustaría creer.
Aun
así, mientras que el Gobierno puede haber sufrido una gran derrota pública, se
mantiene intacta la falta de liberalismo ideológico subyacente del PiS. Eso
significa que los defensores de la sociedad civil polaca tendrán que dar muchas
más batallas en los próximos meses para contener y hacer retroceder la
ilegalidad del PiS.
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