El periodista argentino Joaquín Morales Solá entrevistó al papa Francisco para el periódico bonaerense LA NACION.
Dice el periodista tucumano que Francisco tiene el mismo rostro lozano de hace nueve años, pero un problema en el ligamento de la rodilla complica sus posibilidades de caminar y lo obligan a renguear. Los médicos le aseguraron que el problema desaparecerá con el tiempo., y Francisco no le gusta que se divulgue el tema.
Algunas de las preguntas y respuestas de la entrevista publicada el viernes 22 de abril, la primera es dura.
-¿Por qué usted no nombra nunca a Putin ni a Rusia?
-Un papa nunca nombra a un jefe de Estado ni mucho menos a un país, que es superior a su jefe de Estado.
-¿Puede suponerse entonces que hay gestiones de mediación?
-Siempre hay gestiones. El Vaticano no descansa nunca. Los detalles no se los puedo contar porque dejarían de ser gestiones diplomáticas. Pero los intentos no cesarán nunca.
(Comenta el reportero que dos cardenales le confesaron que esperan que la guerra termine en unos días más).
-¿Qué significó su visita a la embajada de Rusia en el Vaticano?
-Fui solo. No quise que nadie me acompañara. Fue una responsabilidad personal mía. Fue una decisión que tomé en una noche de vigilia pensando en Ucrania. (y agregó que ) ¡Y estoy dispuesto a hacer todo!
-Rusia dice que Ucrania, país vecino, iba a entrar en la OTAN y que eso ponía en peligro la seguridad rusa. ¿Usted cree que se justifica una guerra por si acaso?
-Toda guerra es anacrónica en este mundo y a esta altura de la civilización. Por eso también besé públicamente la bandera de Ucrania. Era un gesto de solidaridad con sus muertos, con sus familias y con los que sufren la emigración.
-¿Por qué nunca fue a Kiev, donde ciertamente la gente común lo espera?
-No puedo hacer nada que ponga en riesgo objetivos superiores, que son el fin de la guerra, una tregua o, al menos, un corredor humanitario. ¿De qué serviría que el Papa fuera a Kiev si la guerra continuara al día siguiente?
-¿Cómo es su relación con el patriarca Kirill?
-Muy buena. Lamento que el Vaticano haya tenido que levantar una segunda reunión con el patriarca Kirill, que teníamos programada para junio en Jerusalén. Pero nuestra diplomacia entendió que una reunión de los dos en estos momentos podía prestarse a muchas confusiones (...) Como usted me escuchó muchas veces, para mí el acuerdo es superior al conflicto.
-Usted le escribió a un comunicador que a los periodistas nos gusta la “coprofilia” y pareció una acusación a todos los periodistas. Una acusación general es siempre una acusación injusta. ¿Está de acuerdo?
-Por supuesto, pero yo no hice esa acusación. Lo que quise hacer es marcar las tentaciones a las que puede verse expuesto un periodista. De la misma manera, marco las tentaciones a las que pueden verse expuestos los sacerdotes, los obispos y ¡hasta los papas! (se ríe). Siempre hablo del periodismo como una “noble profesión” y así se lo dije a este periodista (por Gustavo Sylvestre). Si pensara que todos los periodistas practican la coprofilia, usted no estaría sentado hoy conmigo.
-Porque nos conocemos hace 30 años me sorprendió esa descripción del periodismo. ( se refiere a una entrevista que le hicieron en noviembre de 2016, abajo).
-Le repito: nunca hice semejante acusación contra todo el periodismo. Solo señalé las tentaciones. En realidad, la primera vez que hablé de la tentación de la “coprofilia” en el periodismo fue hace 20 años en una cena de Adepa. Me parece, de todos modos, que de las cuatro tentaciones que le marco al periodismo (desinformación, calumnia, difamación y coprofilia) la más grave no es la coprofilia, sino la desinformación. El periodismo es una profesión noble cuando cumple con su misión de informar. La desinformación es la cara opuesta a la información.
-¿Usted autorizó la publicación de esa carta?
-De ninguna manera. El periodista me preguntó si la podía hacer pública y yo le contesté que era mejor que no se conociera “para no echar querosene al fuego”. No quiero que queden dudas. Solo señalaba las tentaciones a las que pueden estar expuestos algunos periodistas. Nunca fue una acusación a todo el periodismo.
-¿Cuándo visitará la Argentina?
-No lo sé. Deben coincidir varias circunstancias. Pero quiero volver a ver el país porque nunca lo olvidé-, desliza casi con un susurro, y con cierta nostalgia, poco antes del adiós.
*
En noviembre de 2016 el papa Francisco le dio una entrevista al semanario católico de Bélgica “Tertio” con motivo del fin del Jubileo de la Misericordia, y habló de los medios, mencionó la coprofilía -el hurgar en la basura-, al final..
Textual:
-Una última pregunta, Santo Padre, una opinión sobre los medios de comunicación.
Papa Francisco...- Los medios de comunicación tienen una responsabilidad muy grande. Hoy en día, en sus manos está la posibilidad y la capacidad de formar opinión. Pueden formar una buena o mala opinión. Los medios de comunicación son constructores de una sociedad. Por sí mismos, son para construir. Para intercambiar. Para fraternizar, para hacer pensar, para educar.
En sí mismos son positivos. Por supuesto que, como todos somos pecadores, también los medios pueden caer –los que hacemos medios, yo estoy acá usando un medio de comunicación- en hacer daño.
Y los medios de comunicación tienen sus tentaciones. Pueden ser tentados de calumnia (entonces, usados para calumniar y ensuciar a la gente), sobre todo en el mundo de la política; pueden ser usados como difamación (toda persona tiene derecho a la buena fama, pero por ahí en su vida anterior, o en su vida pasada, o hace diez años tuvo un problema con la justicia, o un problema en su vida familiar… entonces, sacar a la luz hoy eso es grave, hace daño, se anula a una persona).
En la calumnia se dice una mentira de una persona.
En la difamación se saca una carpeta –como decimos en Argentina, se hace un carpetazo-, y te sacan algo que es verdad pero que ya pasó. Y quizás ya pagó con la cárcel, o con la multa, o con lo que sea, ese delito. No hay derecho a eso. Eso es pecado y hace mal.
Y una cosa que puede hacer mucho daño en los medios de comunicación es la desinformación. Es decir, frente a cualquier situación decir una parte de la verdad y no la otra. ¡No! Eso es desinformar.
Porque vos, al televidente, le das la mitad de la verdad. Y por tanto no puede hacer un juicio serio sobre la verdad completa.
La desinformación es probablemente el daño más grande que puede hacer un medio. Porque orienta la opinión en una dirección, quitando la otra parte de la verdad. Y después, los medios yo creo que tienen que ser muy limpios, muy limpios y muy transparentes.
Y no caer –sin ofender, por favor- en la enfermedad de la coprofilia: que es buscar siempre comunicar el escándalo, comunicar las cosas feas, aunque sean verdad. Y como la gente tiene la tendencia a la coprofagia, se puede hacer mucho daño. Así que yo diría esas cuatro tentaciones. Pero son constructores de opinión y pueden edificar, y hacer un bien inmenso, inmenso.
Comparto lo dicho por el papa Francisco. Hace años Jean Daniel, escribió un artículo en 1999 para el periódico El País, llamado Nuestra bella profesión: Ahí dejó en claro que ningún periodista que se precie "ha pensado nunca que todas las verdades, sin excepción, debían ser dichas de todas ni, sobre todo, que fuera moral decirlas. Porque, con toda seguridad, en cada momento seleccionamos, diferenciamos, elegimos y dejamos de lado muchas cosas. Ésa es nuestra profesión. Queda saber qué dejamos de lado y por qué. Cuantos más exigentes somos, más tiempo pasamos diciéndonos que la decencia dicta no hurgar en la basura para ensuciar la vida privada de nadie, por muy ajeno que nos sea..."
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