13 dic 2012

José Antonio Meade es un acierto: Castañeda

Imagen de México = SRE/Jorge G. Castañeda
Publicado en Reforma, 13 Dic. 12
Como suponía, a muchos miembros del Servicio Exterior Mexicano no les gustó mi artículo de la semana pasada; otros me dieron la razón de que como principio general es buena idea que el titular de la Cancillería no sea del SEM. Para tratar ahora de equilibrar mi visión crítica de la carrera diplomática mexicana, y de todas las del mundo, quisiera compartir algunas reflexiones para fortalecer seriamente a la Cancillería en un momento crítico de México en el mundo.

 A estas alturas creo que nadie puede contradecir la tesis sobre la deteriorada imagen de México. Puede haber discrepancias sobre los motivos (negligencia de regímenes antepasados, guerra del régimen pasado o mala suerte) pero no sobre el hecho; también se pueden discutir las consecuencias -menos turismo, inversión extranjera directa, exportaciones y remesas- o considerar que todos estos efectos no tienen esa causa. Pero la pregunta es qué hacer y no detenerse en explicaciones. La disyuntiva es relativamente clara.
En México, como en muchos países, la relación con el mundo reviste varios aspectos. Obviamente el diplomático y el financiero, pero en nuestro caso hay aristas que no necesariamente son comunes a todas las naciones. Para México, por ejemplo, el turismo, la cultura, la emigración y las remesas son fundamentales de nuestra relación con el exterior. También, la inversión extranjera, a diferencia del comercio exterior, tiene una trascendencia muy particular y vivimos una contradicción delicada: la economía mexicana es una de las más abiertas del mundo donde el comercio exterior es cerca del 60% del PIB, pero la IED apenas rebasa el 1.5%. Hasta ahora, desde los cambios de los años 80 que dieron al vínculo con el exterior una trascendencia que no tenía en el pasado, se ha mantenido la misma estructura gubernamental: el turismo lo maneja Sectur y el Consejo de Promoción Turística. La promoción comercial se ha manejado en Bancomext o ahora en ProMéxico, pero siempre con una vinculación muy estrecha con la Secretaría de Economía, en donde también se ubica la unidad negociadora de acuerdos comerciales. La SRE ha tenido siempre una dirección de asuntos culturales internacionales, pero desde que existe Conaculta, esta institución ha tenido una dirección de asuntos internacionales. De tal suerte que el conjunto de factores que inciden para bien o para mal en la imagen de México, y/o que traducen en hechos concretos la naturaleza de esa imagen, es una estructura dispersa. Si agregamos a todo ello el que es la SRE a través de sus cerca de 50 consulados en Estados Unidos quien mantiene la relación directa con las comunidades en ese país, pero que es Gobernación a través del INM quien se vincula con los paisanos que regresan o con los centroamericanos en tránsito, se demuestra un ejemplo más de esa dispersión que hoy ya es disfuncional.
Por ello quizás en vista de la importancia que Peña Nieto le dio en su libro al soft power, a la proyección cultural de México en el mundo, así como el compromiso 20 del Pacto a propósito del relanzamiento de los institutos de México en el exterior, más la presencia de un internacionalista en Conaculta, y de un economista en Relaciones, se pueda operar una transformación de esa dispersión. Lo ideal, en mi opinión, sería unificar buena parte de estas funciones en la Cancillería: ProMéxico, CPTM, relaciones culturales internacionales y negociaciones comerciales internacionales. Entiendo que a los titulares de las dependencias despojadas de atribuciones, plazas y presupuesto, esto no les agradaría. También se podría hacer lo mismo con una Secretaría de Economía fortalecida, o con una nueva dependencia dedicada exclusivamente a las relaciones internacionales no políticas o no diplomáticas. Si esto tampoco fuera factible, el nuevo gobierno podría al menos intentar una coordinación intersecretarial permanente y no necesariamente realizada desde Los Pinos, entre pares y de las estructuras que tienen que trabajar juntas para remontar la cuesta.
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Meade sí, SEM no/Jorge G. Castañeda
Reforma, 6 Dic. 12
Prefiero reservar mi opinión sobre el gabinete de Peña Nieto hasta no saber bien para qué lo quiere. Me parece que la clave para evaluar a un equipo no es ni su talento, su inteligencia, su experiencia, su lealtad o su rudeza, sino su adecuación a un programa. Peña Nieto le ha dicho al país qué quiere hacer: con detalle, prioridades, y visión de corto mediano y largo plazos. La idoneidad del gabinete, en mi opinión, dependerá de su consonancia con esa agenda. Comparto una duda: ¿puede realizarse un programa altamente modernizador con un equipo altamente conservador?
Hay un cargo, sin embargo, sobre el cual quisiera compartir algunas reflexiones porque lo conozco: la Cancillería. Lo ocupó mi padre, lo ocupé yo, y mi hermano ocupó el cargo más cercano durante 6 años. Me parece que la designación de José Antonio Meade es un acierto, más por razones profesionales que personales (conozco a Meade pero no somos ni mucho menos amigos cercanos) y esas razones creo que son más poderosas que las dudas que algunos pudieran esgrimir. Para empezar me parece muy sano, ahora y siempre, que el titular de la SRE no pertenezca al Servicio Exterior Mexicano. Parece un contrasentido, sobre todo para la comentocracia ignorante o para la clase política más ignorante aún. Con la excepción de Brasil, ningún país con una política exterior activa y ambiciosa le encarga el puesto a un diplomático de carrera: salvo Eagleburger, durante un año, no ha habido un secretario de Estado en Estados Unidos de carrera desde hace mucho tiempo; lo mismo es cierto en Francia (el canciller actual, Fabius, ha sido todo menos diplomático), Inglaterra, Alemania, Canadá, etcétera. La razón es sencilla: el Servicio Exterior ejecuta las políticas que determinan primero los votantes; segundo el jefe de Estado o de Gobierno; tercero el titular político (sea un político-empresario; un político-académico; un político-profesionista). Pero no sólo es la tradición externa; también ha sido el caso en México, insisto, a pesar de la ignorancia de quienes se expresan al respecto. Desde la renuncia de Gorostiza, en 1964, y hasta el error de Calderón del 2006, es decir, durante 42 años fueron titulares de la SRE sólo 3 miembros del servicio: García Robles por un año; Castañeda y Álvarez de la Rosa durante 3 años y medio, y Tello Macías por 10 meses y medio. Todos los demás cancilleres, presuman hoy lo que presuman, no fueron del servicio. Carrillo Flores, Rabasa, Roel, Sepúlveda, Solana, Camacho Solís, Gurría, Green, el que escribe y Derbez. De los 42 años en juego, el SEM ocupó el cargo durante menos de 6. Algunos objetarán, ¿y Castañeda padre qué? La respuesta, para quienes lo conocieron, es evidente: burocráticamente fue miembro del SEM desde 1950, pero ni mental, ni culturalmente lo fue. Tenía vida académica e intelectual fuera de la SRE (profesor del Colmex y miembro de su junta de gobierno durante años) y fue un activo participante, a título personal, en todos los foros de derecho internacional. No era en el sentido estricto un diplomático de carrera.
Digo todo eso sin menospreciar la importancia de contar con un servicio profesional. Es indispensable. Pero sólo si es dirigido por el Presidente o por el titular. No hay peor error que dejar la política exterior en manos de la burocracia de lo que se llamaba Tlatelolco.
Además de no ser del servicio, Meade tiene la ventaja de no venir del código postal cercano al servicio, por tanto no arrastra el lastre conservador, biológico y político del SEM. No sé qué piense de la doctrina Estrada, pero sí sé que no nació recitando esos textos. No sé qué piense de la participación de México en el Consejo de Seguridad de la ONU o de un activo cabildeo mexicano dentro de los países que más nos importan para defender nuestros intereses, pero sé que no le tiene miedo. Al venir de Hacienda, trae el ADN propio de la dependencia, y las opciones default que todos tenemos. Pero no son las del SEM. Por estas razones me congratulo de su nombramiento.

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