31 mar 2013

Francisco "tiene que ensuciarse los pies, dice el padre Pantoja


 'Tiene que ensuciarse los pies'
 Pedro Pantoja, sacerdote y director del albergue Belén, Posada del Migrante, ve destrozados los pilares de la Iglesia
Nota de Andro Aguilar
 Enfoque, (24 marzo 2013).- Desde el fin del mundo, el Papa Francisco deberá reconstruir una institución cubierta por un torbellino que oscureció la imagen del auténtico evangelio y la Iglesia de Jesús.
Así, el sacerdote Pedro Pantoja Arreola parafrasea el pequeño mensaje que dio Jorge Bergoglio el día de su designación y señala que tiene ante sí la misión de levantar una Iglesia envuelta por un torbellino que permaneció las tres décadas que duraron los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
"Ese torbellino fue algo que destrozó los pilares de la Iglesia e hizo temblar la autenticidad y la credibilidad ante un mundo que estaba indignado, con hambre, vacío de justicia, de equidad, con tristeza de los desamparados, los migrantes, los encarcelados, de muchísimas otras cosas que hablan de miseria y abandono", afirma.
Pantoja no se atreve a asegurar que el nombramiento de Francisco como sumo pontífice represente por sí mismo una modificación en una Iglesia Católica jerárquica, autoritaria, débil y conservadora.

 Para ello, considera, el Papa deberá romper con varias cadenas del pasado e incluso con las altas jerarquías católicas.
 "Hay mucha incertidumbre. No dudo que pudiera resurgir, pero tendría que tener otro rostro. Tiene que romper con cadenas del pasado que lo esclavizan a ciertos caracteres no muy auténticos, tendrá que levantar muchas ruinas. ¿Será capaz?
 "Él tiene que caminar por las calles, ensuciarse los pies, ensuciarse los zapatos, oler la mugre de las cloacas que hay y tratar de limpiarlas", explica, "unos están esperando apropiárselo para que continúe lo mismo; otros estamos esperando que cambie y que rompa con su pasado", explica.
 Que el Papa Francisco pertenezca a la Compañía de Jesús, una de las órdenes identificadas con la labor social, no determina su accionar, advierte Pantoja.
 "Dice Santiago que hasta los demonios creen en dios. Con eso le digo todo. No por ser jesuita. No es una nomenclatura, tiene que vestirse de pueblo. Que deje de ser jesuita y se vista de pueblo. Una orden religiosa puede ser tal vez en el conjunto, pero la persona no".
 El duranguense espera, sin embargo, que el nuevo Papa actúe en consecuencia con el trabajo de algunos jesuitas reconocidos por su labor a favor de las personas, como el español Pedro Arrupe, identificado como uno de los sacerdotes más progresistas en el Concilio Vaticano Segundo.
 "Ojalá fuera fiel al padre Arrupe. Ojalá fuera fiel a todos los padres masacrados, a todos los que murieron en las guerras de Centroamérica si él tiene ese espíritu, no tanto por ser jesuita, sino por vivir el espíritu de una comunidad unida que aún cree", afirma.
 Las víctimas migrantes
 A principios de marzo, en la víspera de los preparativos del cónclave que elegiría al máximo jerarca católico, el jesuita Pedro Pantoja narraba en un foro organizado en la Universidad Iberoamericana las historias de tres mujeres centroamericanas abusadas en repetidas ocasiones durante su trayecto a Estados Unidos y denunciaba la complicidad de las autoridades con el crimen organizado para abusar de los migrantes.
 Son las historias que conoce de viva voz en el albergue Belén, Posada del Migrante, que encabeza en Saltillo, Coahuila, desde hace más de una década y cuya labor fue reconocida en 2011 en Washington con el Premio Internacional de Derechos Humanos Letelier Moffitt, del Institute for Policy Studies (IPS).
 Ese día, Pantoja habló de los distintos rostros que tiene la Iglesia Católica y las debilidades que debe combatir.
 "Si yo te dijera que no tengo muchas expectativas a nivel de la Iglesia institucional, de la Iglesia vaticana, no te quiero decir que no creo en ella, te digo que a lo mejor nosotros tenemos un sentimiento de Iglesia desde abajo, desde el pueblo, que no nos sentimos muy ligados ni a las decisiones de esa Iglesia vaticana, pero que la seguimos respetando, seguimos perteneciendo a ella", aclara.
 Con estudios de teología en Quito, una maestría en sociología en la UNAM y una especialización en la Universidad de París X-Nanterre, la expectativa que Pantoja tiene sobre la Iglesia Católica se traslada a lo señalado en 1965 en el Concilio Vaticano Segundo: "Los dolores, las tristezas de los hombres, en especial los de los más pobres y marginados, son los de la Iglesia".
 "Para nosotros es una experiencia nueva el que como Iglesia seamos parte de un rostro de opción por los pobres, de una encarnación con todas las víctimas y con todo lo que significa la tragedia humanitaria de los más vulnerables", indica.
 Dos Iglesias, dos Méxicos
 Pedro Pantoja no aisla la crisis de la Iglesia Católica en México con la crisis social y de inseguridad que padece el país.
 Para él, en los últimos años ha habido dos naciones, una conformada por los sectores que controlan el poder económico y político del país y otra formada por los marginados y víctimas de la violencia.
 "Un México ilusorio, un México potentado, un México con los hombres más ricos del mundo, y un silencio cómplice de una Iglesia que no tuvo ojos para contemplar la realidad de las víctimas. El otro México es el de las víctimas", afirma.
 La Iglesia Católica, señala Pantoja, no dio siempre opciones para las miles de víctimas derivadas de la guerra anticrimen y la delincuencia organizada.
 "Las víctimas fueron un claro llamado de dios para que esta Iglesia viviera una conversión pastoral muy fuerte. México no tenía otra salida, más que el México ilusorio de los potentados, de la injusticia del autoritarismo, de los regímenes, los últimos del PRI y los dos del PAN -que fueron realmente una docena trágica de violación de los derechos humanos, desaparecidos, secuestros, victimización de la gente.
 "Si la Iglesia va a seguir existiendo, que brinque de allá y se ponga acá, que brinque esa frontera porque sencillamente no tiene futuro de aquel lado", demanda el sacerdote.
 Pedro Pantoja adjudica la disminución de los fieles católicos al comportamiento elitista de la Iglesia Católica, que se ha aislado de distintos sectores sociales.
 "Cuando se alejó del evangelio, de la justicia y de los derechos de los pobres la Iglesia perdió y va a seguir perdiendo si se olvida de ellos", sentencia.
 Y hace un llamado para que la Iglesia Católica deje su intimismo y que se abra a la sociedad civil, ya que a su parecer las personas se han alejado del catolicismo por la falta de compromiso social y de autenticidad en los valores del evangelio, la justicia, la misericordia y los derechos humanos.
 "La gente busca quién la acoja. Me preocupa que podamos darle la cara a toda la gente que nos pide esperanza: desaparecidos, mujeres de la maquiladoras, migrantes, etcétera.
 "Déjese de ser ya institución sagrada, déjese de ser institución clerical; la Iglesia debe de ser ya más humana y mucho más que los convenios internacionales, que son en cierta manera simuladores, que la Iglesia tenga rostro de pueblo y se vierta hacia el pueblo, su pacto social sería más importante con la gente humilde, con la gente pobre, con los marginados, los explotados", demanda.


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