'Tiene
que ensuciarse los pies'
Pedro
Pantoja, sacerdote y director del albergue Belén, Posada del Migrante, ve
destrozados los pilares de la Iglesia
Nota de Andro
Aguilar
Enfoque, (24 marzo 2013).- Desde el fin
del mundo, el Papa Francisco deberá reconstruir una institución cubierta por un
torbellino que oscureció la imagen del auténtico evangelio y la Iglesia de
Jesús.
Así,
el sacerdote Pedro Pantoja Arreola parafrasea el pequeño mensaje que dio Jorge
Bergoglio el día de su designación y señala que tiene ante sí la misión de
levantar una Iglesia envuelta por un torbellino que permaneció las tres décadas
que duraron los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
"Ese
torbellino fue algo que destrozó los pilares de la Iglesia e hizo temblar la autenticidad
y la credibilidad ante un mundo que estaba indignado, con hambre, vacío de
justicia, de equidad, con tristeza de los desamparados, los migrantes, los
encarcelados, de muchísimas otras cosas que hablan de miseria y abandono",
afirma.
Pantoja
no se atreve a asegurar que el nombramiento de Francisco como sumo pontífice
represente por sí mismo una modificación en una Iglesia Católica jerárquica,
autoritaria, débil y conservadora.
Para
ello, considera, el Papa deberá romper con varias cadenas del pasado e incluso
con las altas jerarquías católicas.
"Hay
mucha incertidumbre. No dudo que pudiera resurgir, pero tendría que tener otro
rostro. Tiene que romper con cadenas del pasado que lo esclavizan a ciertos
caracteres no muy auténticos, tendrá que levantar muchas ruinas. ¿Será capaz?
"Él
tiene que caminar por las calles, ensuciarse los pies, ensuciarse los zapatos,
oler la mugre de las cloacas que hay y tratar de limpiarlas", explica,
"unos están esperando apropiárselo para que continúe lo mismo; otros
estamos esperando que cambie y que rompa con su pasado", explica.
Que
el Papa Francisco pertenezca a la Compañía de Jesús, una de las órdenes
identificadas con la labor social, no determina su accionar, advierte Pantoja.
"Dice
Santiago que hasta los demonios creen en dios. Con eso le digo todo. No por ser
jesuita. No es una nomenclatura, tiene que vestirse de pueblo. Que deje de ser
jesuita y se vista de pueblo. Una orden religiosa puede ser tal vez en el
conjunto, pero la persona no".
El
duranguense espera, sin embargo, que el nuevo Papa actúe en consecuencia con el
trabajo de algunos jesuitas reconocidos por su labor a favor de las personas,
como el español Pedro Arrupe, identificado como uno de los sacerdotes más
progresistas en el Concilio Vaticano Segundo.
"Ojalá
fuera fiel al padre Arrupe. Ojalá fuera fiel a todos los padres masacrados, a
todos los que murieron en las guerras de Centroamérica si él tiene ese
espíritu, no tanto por ser jesuita, sino por vivir el espíritu de una comunidad
unida que aún cree", afirma.
Las
víctimas migrantes
A
principios de marzo, en la víspera de los preparativos del cónclave que
elegiría al máximo jerarca católico, el jesuita Pedro Pantoja narraba en un
foro organizado en la Universidad Iberoamericana las historias de tres mujeres
centroamericanas abusadas en repetidas ocasiones durante su trayecto a Estados
Unidos y denunciaba la complicidad de las autoridades con el crimen organizado
para abusar de los migrantes.
Son
las historias que conoce de viva voz en el albergue Belén, Posada del Migrante,
que encabeza en Saltillo, Coahuila, desde hace más de una década y cuya labor
fue reconocida en 2011 en Washington con el Premio Internacional de Derechos
Humanos Letelier Moffitt, del Institute for Policy Studies (IPS).
Ese
día, Pantoja habló de los distintos rostros que tiene la Iglesia Católica y las
debilidades que debe combatir.
"Si
yo te dijera que no tengo muchas expectativas a nivel de la Iglesia
institucional, de la Iglesia vaticana, no te quiero decir que no creo en ella,
te digo que a lo mejor nosotros tenemos un sentimiento de Iglesia desde abajo,
desde el pueblo, que no nos sentimos muy ligados ni a las decisiones de esa
Iglesia vaticana, pero que la seguimos respetando, seguimos perteneciendo a
ella", aclara.
Con
estudios de teología en Quito, una maestría en sociología en la UNAM y una
especialización en la Universidad de París X-Nanterre, la expectativa que
Pantoja tiene sobre la Iglesia Católica se traslada a lo señalado en 1965 en el
Concilio Vaticano Segundo: "Los dolores, las tristezas de los hombres, en
especial los de los más pobres y marginados, son los de la Iglesia".
"Para
nosotros es una experiencia nueva el que como Iglesia seamos parte de un rostro
de opción por los pobres, de una encarnación con todas las víctimas y con todo
lo que significa la tragedia humanitaria de los más vulnerables", indica.
Dos
Iglesias, dos Méxicos
Pedro
Pantoja no aisla la crisis de la Iglesia Católica en México con la crisis
social y de inseguridad que padece el país.
Para
él, en los últimos años ha habido dos naciones, una conformada por los sectores
que controlan el poder económico y político del país y otra formada por los
marginados y víctimas de la violencia.
"Un
México ilusorio, un México potentado, un México con los hombres más ricos del
mundo, y un silencio cómplice de una Iglesia que no tuvo ojos para contemplar
la realidad de las víctimas. El otro México es el de las víctimas",
afirma.
La
Iglesia Católica, señala Pantoja, no dio siempre opciones para las miles de
víctimas derivadas de la guerra anticrimen y la delincuencia organizada.
"Las
víctimas fueron un claro llamado de dios para que esta Iglesia viviera una
conversión pastoral muy fuerte. México no tenía otra salida, más que el México
ilusorio de los potentados, de la injusticia del autoritarismo, de los
regímenes, los últimos del PRI y los dos del PAN -que fueron realmente una
docena trágica de violación de los derechos humanos, desaparecidos, secuestros,
victimización de la gente.
"Si
la Iglesia va a seguir existiendo, que brinque de allá y se ponga acá, que
brinque esa frontera porque sencillamente no tiene futuro de aquel lado",
demanda el sacerdote.
Pedro
Pantoja adjudica la disminución de los fieles católicos al comportamiento
elitista de la Iglesia Católica, que se ha aislado de distintos sectores
sociales.
"Cuando
se alejó del evangelio, de la justicia y de los derechos de los pobres la
Iglesia perdió y va a seguir perdiendo si se olvida de ellos", sentencia.
Y
hace un llamado para que la Iglesia Católica deje su intimismo y que se abra a
la sociedad civil, ya que a su parecer las personas se han alejado del
catolicismo por la falta de compromiso social y de autenticidad en los valores
del evangelio, la justicia, la misericordia y los derechos humanos.
"La
gente busca quién la acoja. Me preocupa que podamos darle la cara a toda la
gente que nos pide esperanza: desaparecidos, mujeres de la maquiladoras,
migrantes, etcétera.
"Déjese
de ser ya institución sagrada, déjese de ser institución clerical; la Iglesia
debe de ser ya más humana y mucho más que los convenios internacionales, que
son en cierta manera simuladores, que la Iglesia tenga rostro de pueblo y se
vierta hacia el pueblo, su pacto social sería más importante con la gente
humilde, con la gente pobre, con los marginados, los explotados", demanda.
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