La
venganza de los jesuitas/RODRIGO VERA
Revista
Proceso
No. 1900, 30 de marzo de 2013;
A
diferencia de Juan Pablo II, que defendió a ultranza a los Legionarios de
Cristo y en especial a su fundador, Marcial Maciel, el nuevo pontífice ha
empezado a emitir señales de que busca una Iglesia más cercana a los postulados
de la Compañía de Jesús. Esta congregación históricamente ha sido relegada,
hostigada y vilipendiada. Ahora parece que los papeles se invertirán y en el
Vaticano ya se investigan a fondo las irregularidades y los escándalos de La
Legión.
Con
la llegada al trono pontificio del jesuita Jorge Bergoglio, la Compañía de
Jesús puede convertirse en la congregación religiosa más influyente dentro de
la Iglesia católica, al grado de que su línea pastoral de la opción
preferencial por los pobres también puede verse fortalecida, como lo perfilan
los primeros mensajes del nuevo Papa que ponen énfasis en los “pobres” y en la
vocación de “servicio” de la institución.
Así,
el primer Papa jesuita puede poner fin al hostigamiento que ha sufrido esta
línea pastoral en los últimos años, sobre todo durante el pontificado de Juan
Pablo II, quien relegó a la Compañía de Jesús para darle impulso a los
Legionarios de Cristo, hoy caídos en desgracia por los escándalos de pederastia
de su fundador, Marcial Maciel.
Incluso
algunos analistas consideran muy probable que el Papa Francisco “suprima
definitivamente” o por lo menos ordene una “refundación” de los Legionarios de
Cristo, luego de que Benedicto XVI los sometió a un proceso de reestructuración
y castigó a Maciel.
El
sacerdote Manuel Olimón Nolasco, especialista en historia de la Iglesia, dice
con asombro: “Es completamente novedoso el hecho de que un jesuita sea Papa.
Fue una de las grandes sorpresas que nos dejó el pasado cónclave. La Compañía
de Jesús se fundó en 1534. De manera que tuvieron que pasar casi 500 años para
que uno de sus miembros fuera Papa”.
–¿Los
jesuitas siempre han asumido institucionalmente la opción por los pobres?
–Sí,
siempre ha sido así. Aunque, claro, en diferentes contextos. Y en algunos casos
esa opción la aplican de manera indirecta; formando a los dirigentes para que
sean ellos quienes desde el poder apliquen la justicia social. Esto ha ocurrido
a lo largo de la historia.
–¿Podría
esperarse lo mismo del Papa Francisco?
–Sí,
creo que se va a notar mucho esa línea durante su pontificado. De hecho él ya
empieza a hablar sobre los pobres y el servicio a los demás. Lo está haciendo
con sencillez y hablando directamente a la conciencia de los fieles. No dice
impositivamente: ‘Tú tienes que hacer esto y tú lo otro’. No. Más bien deja que
cada quien decida. Es muy común en los jesuitas recurrir al libre albedrío.
“Y
el hecho de que se haya puesto el nombre de ‘Francisco’ también es muy
significativo; se inspira en la figura de San Francisco de Asís que encarna la
pobreza voluntaria, el cuidado de la naturaleza y la paz. Hay un adagio latino
que dice nomen oneri est (el nombre es una carga). Para los papas el nombre es
muy importante porque con él marcan el camino que planean seguir.”
Opción
por los pobres
Desde
que llegó al papado, el pasado miércoles 13, el jesuita ha venido recalcando la
importancia de atender a “los pobres y los olvidados” y ha condenado la “sed de
poder y de dinero”. En su homilía del Domingo de Ramos señaló que “el sudario
no tiene bolsillos”, en alusión a la mortaja de Cristo.
Y
el Jueves Santo pidió a los sacerdotes que salgan a “las periferias” y se
acerquen al “sufrimiento” y a la “sangre derramada”. Por la tarde celebró una
misa en la cárcel juvenil Casal del Marmo, en las afueras de Roma, donde le
lavó los pies a un grupo de jóvenes detenidos. “Esto es lo que Jesús nos enseña
y esto es lo que yo hago, es mi deber que me viene del corazón… Quien está en
lo más alto debe servir a los otros”, dijo.
Bergoglio
ha empezado a vestir una sencilla sotana blanca y a marcar distancia de las
pomposas liturgias del Vaticano, concelebradas con cardenales de vestimentas
carnavalescas, entre mármoles y ceremonieros.
Algunos
teólogos de la liberación aprueban esas primeras señales, como el brasileño
Leonardo Boff, quien dijo: “Francisco tiene en mente una Iglesia fuera de los
palacios y de los símbolos del poder. Lo mostró al aparecer en público.
Normalmente los Papas –y Ratzinger principalmente– ponían sobre los hombros la
muceta, esa capita corta bordada en oro que sólo los emperadores podían usar.
El Papa Francisco llegó sólo vestido de blanco”.
Agregó
Boff –para el semanario alemán Der Spiegel– que el Papa Francisco “viene del
Gran Sur, donde están los más pobres de la humanidad y donde vive 60% de los
católicos. Con su experiencia como pastor, con una nueva visión de las cosas,
desde abajo, podrá reformar la curia, descentralizar la administración y dar un
rostro nuevo y creíble a la Iglesia”.
Por
su parte Pedro Casaldáliga, obispo de los pobres en la selva amazónica, en una
entrevista con el periódico brasileño O Globo, también elogió la simplicidad
del nuevo pontífice y el simbolismo del primer gesto al inclinarse delante de
la gente que lo aguardaba en la Plaza de San Pedro.
En
El Salvador, el jesuita Jon Sobrino, cuyas obras teológicas fueron condenadas
por el Vaticano, destacó que ha visto “signos pequeños pero claros” de la
“sencillez y la humildad” del nuevo Papa, deseando que “crezcan como signos
grandes”.
Y
el actual superior general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás, le envió al
nuevo Papa una misiva –fechada el jueves 14– en la que le dice: “El nombre de
‘Francisco’ con que desde ahora le conocemos, nos evoca su espíritu evangélico
de cercanía con los pobres, su identificación con el pueblo sencillo y su compromiso
con la renovación de la Iglesia. Desde el primer momento en que se ha
presentado ante el pueblo de Dios ha dado testimonio de modo visible de su
sencillez, su humildad, su experiencia pastoral y su profundidad espiritual”.
Estas
muestras de apoyo al nuevo Papa contrastan con el hostigamiento que, hasta hace
poco, todavía emprendía el Vaticano contra la Compañía y algunos jesuitas.
Por
ejemplo cuando el sacerdote español Pedro Arrupe era superior general de la
Compañía (1965-1983), le dio mucho empuje a los temas de justicia social e
inculturación del evangelio, lo que le provocó críticas de los sectores
tradicionales de la Iglesia que lo acusaban de ser muy permisivo. Ante esto
Juan Pablo II le puso un interventor a la Compañía para que la vigilara.
En
2007 la Congregación para la Doctrina de la Fe condenó la obra de Jon Sobrino,
uno de los principales impulsores de la teología de la liberación, porque “sus
proposiciones no están en conformidad con la doctrina de la Iglesia”.
Entre
otros jesuitas cuestionados o censurados por el Vaticano se encuentran Jacques
Dupuis, Pierre Teilhard de Chardin, John Courtney Murray y Anthony de Mello.
Algunos
jesuitas han sido asesinados por sus posturas revolucionarias y su defensa de
los derechos humanos: En 1980 fue acribillado en Bolivia Luis Espinal Camps por
el Servicio de Inteligencia del Ejército; en 1983, James F. Carney fue
asesinado en Honduras por las fuerzas militares; en 1989, Ignacio Ellacuría y
otros cinco jesuitas corrieron igual suerte a manos de la Fuerza Armada de El
Salvador.
En
México destaca el mártir jesuita Miguel Agustín Pro, fusilado durante la guerra
cristera por el gobierno callista. Su proceso de canonización está en marcha y
un influyente centro de derechos humanos mexicano lleva su nombre. Años
después, durante el levantamiento zapatista chiapaneco en los noventa, se acusó
a los jesuitas de estar instigando a los indígenas a levantarse en armas.
Olimón
Nolasco comenta: “La Compañía de Jesús se fundó después de haberse descubierto
el Nuevo Mundo, cuando se supo que la tierra era esférica. El Renacimiento
marcó mucho a esta congregación religiosa fundada por San Ignacio de Loyola, de
ahí que la formación de sus miembros ponga énfasis en su desarrollo individual.
Cada jesuita se desarrolla de manera distinta a los otros. Por eso entre ellos
encontramos grandes científicos y pensadores en distintas ramas.
“Pongo
por caso al padre Kino ¿Era antropólogo, geógrafo, etnólogo o misionero? Pues
era todo a la vez. La Compañía produce grandes individualidades. En sus centros
de enseñanza hay físicos, economistas y sociólogos de primer nivel. El Papa
Francisco es químico.
“Además
la Compañía es realmente una orden universal, ya que sus miembros se encuentran
en lugares que no son muy comunes. Hay jesuitas en Alaska, Siberia y aquí en
México siempre han estado con los presos en las Islas Marías. Su labor
misionera llega a lugares muy difíciles. A diferencia de los Legionarios de
Cristo, que son pura fachada y sólo trabajan en sitios donde encuentran simpatías
ideológicas.”
–La
Compañía ha tenido en ocasiones gran influencia pero también ha sido perseguida
o expulsada de algunos países. Algunos la alaban y otros la detestan. ¿Por qué
siempre desata polémica?
–Por
la formación en la libertad que la caracteriza. Su énfasis en el libre albedrío
provoca resultados muy distintos y con fuertes repercusiones sociales; Fidel
Castro y Augusto Pinochet tuvieron formación jesuita y sin embargo resultaron
ser muy diferentes uno y otro.
“Los
mismos jesuitas son distintos entre sí. Se dice que algunos se colocan a la
izquierda de Marx y otros a la derecha del Opus Dei. La Compañía no es un
bloque homogéneo como podría pensarse.”
La
hora de la revancha
Olimón
Nolasco recalca que durante el pontificado de Juan Pablo II se relegó a la
Compañía de Jesús y se impulsó a los Legionarios de Cristo, que vivieron
entonces su auge, principalmente en materia educativa.
“En
ese tiempo se hizo a un lado al padre Arrupe, que había sido como el gran
promotor de la justicia social, y a la Compañía se le puso un interventor. Juan
Pablo II y su secretario de Estado, Angelo Sodano, apoyaron muchísimo a los
Legionarios, que empezaron a prestar servicios a la Santa Sede y a dar una cara
que no era la verdadera”, dice.
–¿Hubo
entonces fricciones entre legionarios y jesuitas?
–Aquí
en México los legionarios lanzaban críticas a los jesuitas, pero no
abiertamente, sino a través de unos folletos que hacían circular, promovidos
incluso por la Universidad Anáhuac, que pertenece a la Legión. Eran los tiempos
del levantamiento zapatista. Inclusive se llegó a propagar el rumor de que el
subcomandante Marcos era en realidad un peligroso jesuita encapuchado. El
objetivo era atacar a la Compañía con falsas acusaciones.
“Recuerdo
que el cardenal Adolfo Suárez, entonces arzobispo de Monterrey, llegó a tener
una diálogo muy fuerte con Lorenzo Zambrano, presidente de Cemex, y con otros
empresarios regiomontanos, que le reclamaban por la presencia de los jesuitas
en su arquidiócesis. Ahí estaba Bruno Ferrari, que entonces era una especie de
vocero de Marcial Maciel y ya después se le nombraría secretario de Economía.
En aquel tiempo los Legionarios atacaban a la Compañía.”
–Pero
hoy los papeles se invirtieron. Un jesuita es Papa y los legionarios son
investigados y se quedaron sin líder moral, desprotegidos…
–Así
es. Benedicto XVI castigó a Maciel por sus actos de pederastia y su figura cayó
en el desprestigio. Fue un durísimo golpe para los legionarios. Es como si a
los franciscanos les dijeran: ‘Fíjate que San Francisco no sirvió’. O a los
agustinos: ‘Tu fundador, San Agustín, no valió la pena’. Eso le mueve el piso a
cualquiera. Y aparte está el proceso de cambios dentro de la Legión ordenado
por Benedicto XVI y que aún sigue. El Papa Francisco tendrá que continuarlo.
–¿Existe
el riesgo de que Bergoglio suprima a los Legionarios de Cristo?
–Sólo
si ve que ya no tienen ningún futuro. Pero considero más probable que haga una
refundación: Consistiría en cambiar los estatutos, poner al frente de la orden
a personas con un espíritu religioso más profundo y definir qué obras se
quieren conservar, pues no todo en la Legión es malo, hay también personas muy
valiosas.
Sobre
este punto, el sacerdote José Herrera Alcalá, presidente de la Sociedad
Mexicana de Historia Eclesiástica, no descarta que el Papa jesuita suprima
definitivamente a los legionarios.
“Es
probable que el nuevo pontífice ordene la supresión total y completa de los
Legionarios de Cristo. Sus actuales miembros podrían seguir trabajando, pero ya
integrados a las diferentes diócesis.
“Se
dice que los legionarios están deshaciéndose de sus escuelas. Pues bien, esto
sólo lo pueden hacer por instrucciones papales. De manera que estos son
indicios de una supresión y de que la Legión está dando sus últimos
estertores.”
–Si
Bergoglio los suprime, ¿podría hablarse de una venganza jesuita?
–Pudiera
ser… Pudiera ser. La venganza se da en todo ser humano. Mucha gente desde el
poder eclesial destruye y aniquila sin ningún miramiento… Te destruye y punto.
–¿Y
ese poder hoy lo tienen los jesuitas?
–Sí,
conquistaron el papado. Lo cual además resulta extraño, ya que uno de los
postulados de la espiritualidad de San Ignacio de Loyola es rechazar el poder.
Por eso la Compañía ha tenido como norma nunca aceptar altos cargos
eclesiásticos. Pero Bergoglio primero aceptó el cardenalato y ahora el trono
pontificio. Un Papa jesuita es un contrasentido.
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