El
legado interminable de Ariel Sharon/Max Boot, investigador decano del Council on Foreign Relations y ex editor de
la página editorial del Wall Street Journal
(GEES, 16/01/06):
Cuando
Ariel Sharon se convirtió en Primer Ministro de Israel en 2001, la mayor parte
del mundo se lamentaba de que un golpe fatal había sacudido al proceso de paz
de Oriente Medio. Fue denunciado ampliamente en estados europeos y árabes como
un carnicero y un criminal de guerra cuya meta era la limpieza étnica y
posiblemente la masacre de los palestinos.
Ahora
que Sharon está incapacitado, muchas de esas mismas voces lo lloran – ironía de
las ironías – por ser el pacificador cuya pérdida hará que la resolución del
conflicto palestino-israelí sea más difícil de lograr. La angustia actual sobre
la salida de Sharon del poder es probablemente comparable a la pasada por su
ascensión al gobierno.
Al
igual que otros grandes líderes, “Arik” Sharon alteró la realidad de tal forma
que lo impensable se convertía en lo inevitable. Su influencia continuada será
comparable a la de Franklin Roosevelt o Ronald Reagan. Aún después de la muerte
de Roosevelt, se ganó la Segunda Guerra Mundial, un orden progresista posguerra
se estableció y el New Deal permaneció intacto. Aún después de que Reagan se
retiró, el fin de la era del gobierno grande había llegado a su fin, la economía
se mantuvo fuerte y el “Imperio del Mal” se fue al basurero de la Historia.
Los
legados de estos presidentes fueron ratificados no sólo por sus herederos
designados (Harry Truman, George H.W. Bush) sino, aún más importante, por
presidentes de los partidos de la oposición (Dwight Eisenhower, Bill Clinton).
Así es que, con toda probabilidad, el sucesor de Sharon – sea Ehud Olmert del
Kadima, Benjamín Netanyahu del Likud o el laborista Amir Peretz – seguirá
adelante con su trabajo.
La
hazaña fundamental de Sharon fue arrasar con las fantasías de la izquierda y de
la derecha. La izquierda israelí había soñado por años llegar a un acuerdo para
vivir en paz con los palestinos. Yasser Arafat con su cínico recurso de usar la
violencia en el año 2000 – a pesar de que se le había ofrecido la soberanía
sobre casi toda Cisjordania y la franja de Gaza – demostró que no era posible
ninguna negociación significativa cuando había tantos palestinos sin poder
aceptar sinceramente la legitimidad de un estado judío. La derecha, por su
parte, había soñado con asentar judíos en Cisjordania y la franja de Gaza para
que esas áreas fueran para siempre parte de un Israel más grande. Pero el
índice palestino de natalidad era mayor y significaba que en poco tiempo ellos
serían mayoría, forzando a Israel a abandonar su identidad judía o su
democracia.
Con
negociaciones y asentamientos desenmascarados como estrategias imposibles,
Sharon encontró con éxito una tercera forma: la separación. Esto implicaba un
cambio radical espectacular de las políticas que había defendido durante su
carrera. Habiendo sido abanderado de los asentamientos, ahora decidía a
sacarlos de la franja de Gaza. Y habiéndose opuesto a una valla a lo largo de
Cisjordania, ahora decidía hacer justamente eso.
Estas
medidas defensivas fueron acompañadas de una vigorosa ofensiva que incluía
incursiones armadas para acabar con feudos terroristas y asesinatos selectivos
para eliminar a líderes terroristas. Ayudado por el inquebrantable apoyo del
Presidente Bush, su política tuvo su recompensa y dio como resultado una caída
del 90% de ataques dentro de Israel.
Quizá
nadie más que Sharon podría haber logrado esa proeza – especialmente la marcha
de los colonos – sin causar una convulsión masiva. Pero Sharon se pasó la vida
luchando por el estado judío y eso tranquilizó a la mayoría de israelíes ya que
él no haría nada para poner en peligro su seguridad. La mofa de la ultraderecha
afirmando que era un vendido sonaba hueca.
Ahora
su obra está casi lista. El último gran paso que queda es la retirada de los
asentamientos periféricos de Cisjordania. Esto no sucederá tan rápida o
fácilmente sin el liderazgo de Sharon, pero sucederá. Ésa es la lógica de la
valla de separación de Cisjordania, que recorre muy cercanamente la línea de
alto al fuego (la Línea Verde) establecida al final de la Guerra de
Independencia de Israel en 1949. Menos del 10% de Cisjordania quedará en el
lado israelí de la valla. El resto acabará como parte de un estado palestino,
aún si las próximas elecciones las ganase un opositor de concesiones
unilaterales como Netanyahu. (Recuerde cómo se opuso Netanyahu al Proceso de
Oslo como líder de la oposición pero no lo abandonó cuando llegó a primer
ministro desde 1996 hasta 1999).
El
verdadero desafío para el sucesor de Sharon no será tener que vérselas con los
palestinos sino con los iraníes. Las negociaciones europeas con Teherán están
mostrando que es inútil buscar otro proceso más de paz en Oriente Medio. Irán
avanza a todo vapor con sus planes de construir una bomba atómica al mismo
tiempo que su presidente jura que “Israel tiene que ser borrado del mapa”. Con
los judíos nuevamente enfrentándose a la amenaza del genocidio, el próximo
primer ministro tendrá que decidir cómo detener el programa nuclear de Irán antes
que sea demasiado tarde.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario