20 abr 2014

Mensaje Urbi et Orbi de Francisco en Pascua


Mensaje Urbi et Orbi del papa Francisco en Pascua de Resurrección 2014
"Y te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia fraterna..."Francisco
Este domingo 20 de abril, Domingo de Resurrección, Francisco realizó el tradicional Mensaje Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo), en el cual subrayó que la resurrección de Jesús “es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza” y demuestra que “el amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto”.
Antes de la bendición y después del servicio religioso, Francisco quiso convivir con multitud con un rápido recorrido a bordo del papamóvil; Por ello pidió disculpas a los cardenales que estaban esperando el tradicional abrazo de Pascua. 
Con paso veloz el vehículo blanco recorrió la plaza en menos de 10 minutos y después ingresó al Vaticano.
Como en 2013 Francisco prefirió sólo hablar en italiano y obvió las felicitaciones al mundo pronunciadas en más de 60 idiomas, como acostumbraba a hacer Benedicto XVI. 
A las 12.00 de este domigo, 20 de abril, desde la Loggia central de la Basílica Vaticana, Francisco ha dirigido a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro el Mensaje y la felicitación pascual.
La Misa de Pascual, dijo el portavoz de la Santa Sede que como es habitual en esta Solemnidad, el papa celebraría solo y no está prevista homilía, solo el mensaje antes de la bendición "Urbi et Orbi", sin saludos en otras lenguas.
Al respecto, ombardi ha destacado que "este año hay cantos de los Stichi y Stichirà orientales que se hacen cuando la celebración de la Pascua coincide para los latinos y para los orientales. Por tanto, también para recordar este momento de comunión en la celebración de la Pascual está este elemento particular del rito que es una tradición que  -como recordaréis- está cada tres o cuatro años".

Traducción de Radio Vaticano:
 ¡Queridos hermanos y hermanas, Feliz Pascua!
 El anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia esparcida por todo el mundo: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado... Vengan a ver el lugar donde estaba » (Mt 28,5-6). ¡No tengan miedo! ¡El Señor ha resucitado!
 Ésta es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo.
El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte.
Por esto decimos a todos: «Vengan a ver». En toda situación humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido.
«Vengan a ver»: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto.
Con esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor resucitado.
Ayúdanos a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que tenemos un Padre y no nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte.
Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono.
Haz que podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema pobreza.
Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres queridos, por haber sido injustamente arrancados de su afecto, como tantas personas, sacerdotes y laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo.
Conforta a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde poder esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces, profesar libremente su fe.
Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente.
Te suplicamos por la amada Siria: que cuantos sufren las consecuencias del conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto tiempo.
Jesús glorioso te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia fratricida en Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos.
Te invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la República Centroafricana, se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.
Y te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia fraterna.
Que por tu resurrección, que este año celebramos junto con las iglesias que siguen el calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de paz en Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País, que ellos, como hermanos, puedan gritar: «Christus surrexit, venite et videte!»
 ¡Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que has vencido a la muerte, concédenos tu vida, danos tu paz!.
 «Christus surrexit, venite et videte!».
 Queridos hermanos y hermanas ¡Feliz Pascua!

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