Canción
para la esposa ajena/ José Angel Buesa..
Tal
vez guardes mi libro en alguna gaveta,
sin
que nadie descubra cuál relata su historia,
pues
será simplemente, los versos de un poeta,
tras
de arrancar la página de la dedicatoria...
Y
pasarán los años... Pero acaso algún día,
o
acaso alguna noche que estés sola en tu lecho,
abrirás
la gaveta - como una rebeldía,
y
leerás mi libro- tal vez como un despecho.
Y
brotará un perfume de una ilusión suprema
sobre
tu desencanto de esposa abandonada.
Y
entonces con orgullo, marcarás la página...
y
guardarás mi libro debajo de la almohada.“
##
Carta sin fecha
Amigo:
sé que existes, pero ignoro tu nombre.
No
lo he sabido nunca ni lo quiero saber.
Pero
te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que
es el único modo de hablar de una mujer.
Si
es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.
Sólo
sé que hoy me quiere como ayer te quería,
aunque
quizá mañana nos olvide a los dos.
yo,
que aprendí a estar solo para quererla más;
y
ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y
tú, que no lo sabes, no la despertarás.
Yo
seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y
ella irá de tu brazo para toda la vida,
y
abrirá las ventanas en el atardecer.
Ya
es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y
nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni
siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.
y
nacerán las rosas que nacen porque sí;
y
acaso tú, algún día, leerás estos versos,
sin
saber que los hice por ella y para ti…..
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“Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala
Señor, porque la culpa es mía.
Después
de haber besado sus cabellos de trigo,
nada
importa la culpa, pues no importa el castigo.
Fue
un pecado quererla, Señor, y sin embargo
mis
labios están dulces por ese amor amargo.
Ella
fue como un agua callada que corría ...
Si
es culpa tener sed, toda la culpa es mía.
Perdónala
Señor, tu que le diste a ella
su
frescura de lluvia y su esplendor de estrella.
Su
alma era transparente como un vaso vacío:
Yo
lo llené de amor. Todo el pecado es mío.
Pero,
¿cómo no amarla, si tu hiciste que fuera
turbadora
y fragante como la primavera?
¿Cómo
no haberla amado, si era como el rocío
sobre
la yerba seca y ávida del estío?
Traté
de rechazarla, Señor, inútilmente,
como
un surco que intenta rechazar la simiente.
Era
de otro. Era de otro que no la merecía,
y
por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.
Era
de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
Las
rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y
ella me dio su amor como se da una rosa
como
quien lo da todo, dando tan poca cosa...
Una
embriaguez extraña nos venció poco a poco:
Ella
no fue culpable, Señor ... ni yo tampoco!
La
culpa es toda tuya, porque la hiciste bella
y
me diste los ojos para mirarla a ella.
Sí,
nuestra culpa es tuya; sí, es una culpa amar,
sí,
es culpa de un río cuando corre hacia el mar.
Es
tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
que
sería pecado mayor si no la amara.
Y
por eso, perdóname Señor, porque es tan bella,
que
Tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,
Tú,
que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
Tú
también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!..“..José Angel Buesa.., Poeta cubano nacido en Cienfuegos en 1910, difunto en el exilio, en Santo Domingo en 1982
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