Turquía:
¡No al golpe!/FELIPE GONZÁLEZ MÁRQUEZ
A estas alturas del siglo XXI, es inconcebible que se pretenda atribuir a las Fuerzas Armadas un supuesto papel de garante de las libertades democráticas
El País, 16
JUL 2016
Las
crisis políticas se resuelven con respeto a la Constitución y a las reglas
democráticas, no con intervenciones militares. A las crisis políticas hay que
dar respuestas de la misma naturaleza.
Los
militares tienen el privilegio del uso exclusivo de las armas para defender la
soberanía. Ese privilegio supone también una renuncia: su neutralidad en el
libre juego de la política y la aceptación de su papel como Institución
sometida al poder civil que emana de las urnas.
No
se pueden tener al mismo tiempo las armas y la palabra. El que quiera
intervenir en política tiene derecho a hacerlo, pero tiene que dejar las armas.
Vivimos
una crisis de gobernanza de la democracia representativa. Con frecuencia vemos
claros excesos del poder ejecutivo, invadiendo otros poderes del Estado como el
Parlamento, o sometiendo al Poder Judicial, o limitando la libertad de prensa o
persiguiendo la opinión de los adversarios políticos.
Pero
la Institución armada tiene que quedar al margen de estos desafíos. Su
neutralidad ante las diferentes opciones es la mejor garantía de su papel.
Siempre
es condenable la interrupción de los procesos políticos por el uso de la
fuerza.
A
estas alturas del siglo XXI, es inconcebible que se pretenda atribuir a las
Fuerzas Armadas un supuesto papel de garante de las
libertades democráticas.
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