1 oct 2012

El testigo Rafael Cárdenas Vela

Testigo letal/Juan Alberto Cedillo
Revista Proceso # 1874, a 30 de septiembre de 2012
 
El juicio que se lleva a cabo en Texas contra un exjefe de plaza del Cártel del Golfo en Río Bravo, Tamaulipas, derivó en una pormenorizada exposición del testigo principal del caso en torno al modus operandi de esa organización, sus traiciones internas y fracturas, su confrontación con Los Zetas… La fuente de estas letales revelaciones es Rafael Cárdenas Vela, sobrino del extraditado capo Osiel Cárdenas Guillén. Proceso pudo conocer de primera mano esta información al asistir a una de las sesiones del juicio.

Brownsville, Texas.- A las 6:30 horas del martes 25 de septiembre, Rafael Cárdenas Vela, El Junior, subió al camión blindado, que partió con una escolta de varias patrullas. Minutos antes de las 7:00 llegó a la Corte del Distrito Sur de Texas, atravesando el fuerte dispositivo policiaco.
La cuarta sesión del caso 1:11-mj-011 45, que desde el 19 del mismo mes las autoridades de Estados Unidos siguen contra Juan Roberto Rincón Rincón, El X-5 o El Primo, exjefe del Cártel del Golfo en Río Bravo, se inició en el salón tres, ubicado en el tercer piso del edificio que ocupa la corte en esta ciudad fronteriza.
Para entrar fue necesario presentar una identificación oficial, quitarse los zapatos y colocarlos junto con otras pertenencias en las bandas de rayos X; luego, cruzar por los arcos detectores de metales y, finalmente, tolerar una minuciosa revisión.
Los seis alguaciles que vigilaban al testigo principal se distribuyeron en la amplia sala. Cárdenas Vela, vestido con una camisa café claro a cuadros y un pantalón de color semejante, se acomodó en el banquillo ubicado a la derecha de la juez Hilda G. Tagle y se ajustó a los oídos el audífono de la traducción simultánea para continuar con el testimonio que rinde ante un jurado de 10 mujeres y seis hombres.
Como ha mantenido entrevistas con los agentes del gobierno durante los últimos meses, enfatiza: “Tengo la esperanza de que me ayuden. Desde que me agarraron, cooperé con el gobierno, les he estado contando información sobre todo lo que sé”.
Espoleado por los cuestionamientos del abogado Ricardo Zayas, defensor del acusado Rincón, el testigo captó enseguida la atención de los presentes en la sala con sus revelaciones.
Dijo que empezó a trabajar desde los 16 años en una fábrica de juguetes y después entró a la Policía Federal. En 2001 su tío Osiel Cárdenas Guillén lo envió a San Fernando para “sentar plaza”, ya que en ese tiempo nadie controlaba esa región, hoy estratégica para el trasiego de narcóticos.
“Osiel me dijo que hablara con el comandante de la Policía Ministerial Noé Hinojosa, ya que él me iba a ayudar. Cuando llegué, empecé paso a paso.”
El Junior afirma que llegó a San Fernando con 10 mil dólares para ofrecer pagos a policías, militares y oficiales de Marina, así como a gente de la prensa, la radio y la televisión. Ahí reclutó como informantes a bailarinas y desnudistas de centros nocturnos. “Al alcalde no necesitaba pagarle, ya que habíamos financiado su campaña”.
San Fernando, una población de aproximadamente 70 mil habitantes, era un lugar propicio para el tráfico de droga porque por ahí pasa la carretera que viene de Centroamérica, de donde se importa buena parte de los estupefacientes; otra parte se traía desde Colombia en aviones y embarcaciones que la dejaban en la Laguna Madre. Posteriormente la llevaban por brechas clandestinas a las principales ciudades fronterizas de Tamaulipas.
En esa época las operaciones del Cártel del Golfo en San Fernando costaban 95 mil dólares semanales, precisó. Y para consolidar la plaza, dijo, el cártel entregó 20 mil dólares a los jefes de la Policía Federal Preventiva en la región.
A esos montos debe añadírsele el pago al Comandante Dientes de la Marina, así como a efectivos del Ejército (“sólo a los que trabajaban conmigo”)y a empleados de empresas telefónicas. En fin, “ya sabía cómo hacerle. Aprendí mirando cómo mi tío Osiel manejaba las demás plazas, así que ya sabía a quién tenía que arreglar para tener bien controlado todo”.
El abogado Zayas le preguntó cuánto tiempo se tardó en “arreglar” la plaza: “¿Unos seis meses?”.
“¡N’ombre, menos de 10 días”, respondió Cárdenas Vela.
El siguiente paso, continúa, es nombrar a los comandantes que se harán cargo de los diversos “departamentos”, como el de “pasadores” (que trasladan la droga a través de la frontera), el de los sicarios y otro para controlar a los halcones e informantes. Además, cada sección tiene un “contador”, que supervisa la nómina y revisa que los cargamentos de droga tengan el peso indicado. “El comandante y el contador le rinden cuentas al jefe de plaza”, explicó El Junior.
Zayas preguntó cuánto se tardan los jefes de departamento en tomar posesión: “¿Semanas?”
“¡N’ombre!”, volvió a responder Cárdenas Vela. “En 24 horas. Se debe agarrar el control de voladita, lo más pronto posible, o de lo contrario se nos meten Los Zetas”.
Según la descripción del testigo, el Cártel del Golfo funciona como cualquier empresa moderna, incluso con el sistema de outsourcing. Puso como ejemplo el caso de El Rojo, quien tiene un grupo de 100 pasadores que llevan droga a Estados Unidos a 50 dólares por kilo. El Rojo es contratado por todos los jefes de plaza distribuidos en la “frontera chica” tamaulipeca.
Asimismo expuso que la mariguana mexicana cruza la frontera en dos ocasiones al año. Para la “temporada de riego” empieza a sembrarse en marzo y abril, a finales de mayo se cosecha y desde junio llega a la frontera para surtir a los consumidores estadunidenses.
Para la “temporada de lluvia”, se siembra a partir de septiembre, se cosecha en octubre y a finales de noviembre el producto cruza la frontera, porque los envíos de las entregas anteriores ya se están agotando.
Igualmente habló de la construcción de pistas clandestinas en apartados ejidos de la región para las aeronaves que traían cocaína de Colombia, y dijo que cobraban el derecho de piso (“el piso”) que deben pagar otras organizaciones por pasar droga a través de su territorio: “Les cobrábamos 10%”del valor de la carga.
Contó que él no tuvo que comprar un auto blindado, ya que Heriberto Lazcano (El Z 14) y Osiel Cárdenas le regalaron varios.
La ruptura
El Junior se mantuvo como jefe de su primera plaza hasta 2009 y después se hizo cargo de Río Bravo. A principios de 2010 comenzó la ruptura de Los Zetas con el Cártel del Golfo y en marzo comenzó la guerra. Durante meses se disputaron San Fernando, y al final la controlaron Los Zetas.
Durante el conflicto, los dos bandos cometieron asesinatos masivos: Los Zetas ejecutaron a 72 migrantes porque creían que podían ser reclutados por sus rivales, así como a más de 230 jóvenes que llegaron en autobuses al pueblo, al sospechar que trabajaban para los cárteles de Sinaloa o del Golfo; a ellos los enterraron en varias narcofosas a las afueras de San Fernando. Y durante ese año ambas organizaciones “levantaron” y asesinaron a cientos de pobladores al creer que trabajaban para sus rivales.
En la Corte del Distrito Sur de Texas, El Junior también dio pormenores de las pugnas internas del Cártel del Golfo. Entre otras cosas, enfatizó que Eduardo Costilla, El Coss, quedó al mando después de que efectivos de la Marina abatieran a su tío Ezequiel Cárdenas, Tony Tormenta. En su opinión, El Coss filtró la ubicación del Tony.
Frente a grandes pizarrones con mapas, Cárdenas Vela expuso cómo se dividen las plazas en la frontera tamaulipeca, marcándolas con líneas de colores. En una sesión previa, frente a un pizarrón de al menos dos metros con las fotos de varios capos, Cárdenas Vela mostró la estructura de la organización criminal.
Esta vez relató que en marzo de 2011 se hizo cargo de la importante plaza de Matamoros, cuna del cártel, con el respaldo de El Coss. Sin embargo, éste tenía entre sus lugartenientes favoritos a José Luis Zúñiga Hernández, El Güicho, a Juan Roberto Rincón, El X-5, y a otro que identificó únicamente como El Guerra.
Cuando El Junior tomó Matamoros le dio al Güicho 24 horas para abandonar la plaza, lo que agudizó la división interna del cártel. Zúñiga huyó a Estados Unidos en octubre de 2011 con Juan Roberto Rincón y dos hombres más, después de escapar de un intento de ejecución. Tras cruzar la frontera fueron detenidos por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas en una camioneta cerca del puente internacional de Los Indios. Les decomisaron cuatro bolsas con cocaína, 20 mil dólares en efectivo y una pistola Colt calibre .38, chapada de oro y con incrustaciones de rubíes y diamantes que formaban el apelativo Güicho.
Posteriormente, Cárdenas Vela se reunió con el Metro 4 y Mario Pelón para investigar el asesinato del Metro 3, ocurrido a principios de septiembre de 2011 y que también atribuyó a El Coss: “Fue su culpa que lo mataran”.
Las pugnas en el Cártel del Golfo acabaron por obligar a El Junior a huir también de Matamoros y refugiarse en la vecina ciudad de Brownsville, Texas, ya que las Fuerzas Armadas constantemente encontraban sus refugios. Cree que El Coss les filtraba su ubicación.
Entregados a la Marina
El 19 de octubre de 2011, Cárdenas Vela fue detenido con “tres amigos”por una multa de tránsito en la isla del Padre. Se declaró culpable de poseer y distribuir narcóticos a cambio de que se le retiraran los delitos de lavado de dinero e inmigración ilegal. Los registros judiciales de Estados Unidos lo identificaron como El Comandante 900 y Rólex, que dirigía a más de 500 pistoleros para controlar el tráfico de drogas y proteger cargamentos de hasta cinco toneladas de cocaína y mariguana hacia ese país.
Ha admitido que le dio al gobierno estadunidense información para detener a El Coss, a cambio de una reducción de condena (que podría ser de entre 10 años de prisión y cadena perpetua), además de que se permita a su familia radicar en Estados Unidos.
En la sala también estuvieron presentes miembros de la DEA, uno de los cuales le filtró a un periodista estadunidense que ahora la única institución mexicana en la que confían es la Marina, a la que entregaron la estratégica información obtenida de Cárdenas Vela.
Lo cierto es que con ese testimonio se acomodaron las piezas para entender la racha de detenciones de septiembre, que debilitaron la estructura del Cártel del Golfo a un grado nunca antes visto.
Los primeros días de septiembre fue detenido David Rosales Guzmán, El Comandante Diablo, jefe de plaza de la organización en Nuevo León. Mario Cárdenas Guillén, el segundo al mando, fue capturado el 4 de septiembre por la Marina en Altamira. Para el 11, la Marina detuvo en Jalisco a Juan Gabriel Montes Zermeño, El Sierra, jefe para la zona sur de Tamaulipas. Dos días después, la Marina presentó a Eduardo Costilla, El Coss, a quien capturó con el jefe de la plaza de Tampico.
Finalmente, el 26, efectivos de la Marina detuvieron en San Luis Potosí a Iván Velázquez Caballero, El Talibán o El Z 50, quien ya había roto con el capo de Los Zetas Miguel Ángel Morales Treviño, El Z 40, y había anunciado su alianza con lo que quedaba del Cártel del Golfo.
En Washington, la DEA presumió de su contribución en la captura:“Definitivamente fuimos parte de esto. Por supuesto, no hacemos operaciones en México, pero ayudamos a juntar las piezas del rompecabezas”, señaló Lawrence Payne, vocero de la agencia antinarcóticos.
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Trato de privilegio/Jorge Carrasco Araizaga
Revista Proceso # 1874, a 30 de septiembre de 2012
Pasar de una posible cadena perpetua a unos pocos años en prisión, protegido y con algunas ventajas para su familia. Eso fue lo que consiguió a cambio de información Rafael Cárdenas Vela, el sobrino de Osiel Cárdenas y exintegrante del Cártel del Golfo, quien será juzgado en una corte federal texana. Todo lo que ha revelado consta en un amplio expediente del Departamento de Justicia de Estados Unidos –enriquecido por esta instancia con datos de la DEA y el ICE– al que este semanario tuvo acceso.
En una copia de la experiencia colombiana, el narcotraficante mexicano Rafael Cárdenas Vela pactó con la justicia de Estados Unidos a cambio de una pronta liberación. El sobrino de Osiel Cárdenas Guillén se declaró culpable de traficar cocaína y mariguana a Estados Unidos, optó por un juicio rápido, se comprometió a pagar una millonaria multa y a estar durante un tiempo bajo vigilancia.
En lugar de una sentencia de cadena perpetua o de varios lustros, en algunos años podría estar en la calle. En contrapartida, ha comenzado a dar santo y seña de la manera en que operó el ahora diezmado Cártel del Golfo (CDG) la última década, durante los gobiernos de Fox y Calderón, con la protección de autoridades civiles, militares, estatales y locales.
Su disposición como colaborador la demostró el pasado martes 25 durante el juicio que se sigue en la corte del Distrito Sur de Texas, en Brownsville, contra Juan Roberto Rincón Rincón, El X-5 o El Primo, por posesión y conspirar para traficar droga a Estados Unidos cuando fue jefe del CDG en Río Bravo, Tamaulipas.
Su testimonio contra uno de los miembros de la organización delictiva en la que participó siguió a la serie de detenciones que se han hecho en México de varios miembros del cártel, incluidos Mario Cárdenas Guillén y Jorge Eduardo Costilla Sánchez, El Coss, quienes se disputaban el control del CDG.
En sus primeras declaraciones públicas Cárdenas Vela, conocido como Junior, Comandante 900 o Rólex, contó la manera en que operaba para comprar a las autoridades municipales, estatales y federales, así como las divisiones y traiciones en el CDG tras la detención de Osiel en 2003 y la ejecución de su hermano Ezequiel, Tony Tormenta, por parte de infantes de marina en 2010 (Proceso 1840).
Declaraciones más detalladas, con nombres y apellidos se esperan cuando hable en defensa propia en el caso penal 1:11-cr-01022 que se instruye en su contra en esa misma Corte, a la que ya le pidió que apresure el juicio.
Después de esa petición, hecha el 15 de febrero de 2012, llegó a un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos para declararse culpable. De su puño y letra estampó su nombre el 12 de marzo de este año para formalizar el arreglo con el Departamento de Justicia.
Rafael Cárdenas Vela se declaró culpable de uno de los cuatro cargos que se le imputan, el de conspirar para poseer y distribuir por lo menos cinco kilos de cocaína y una tonelada de mariguana.
En la misma causa de Cárdenas Vela están implicados Francisco Javier Escalante Jiménez y Germán Alejandro Huízar Marroquín, quien también ya acordó con el gobierno estadunidense declararse culpable.
A cambio de la declaración de culpabilidad y testimonio verdadero ante la Corte por parte de Cárdenas Vela, el gobierno estadunidense recomendará al juez del caso que le otorgue total crédito a su aceptación de responsabilidad para el retiro de los otros cargos y sea sentenciado con la pena menor prevista por ese tribunal.
El cargo por el que se le acusa tiene una pena máxima de cadena perpetua y una mínima de 10 años de prisión, una multa de 10 millones de dólares y una supervisión de su liberación durante cinco años. Además deberá pagar al gobierno de Estados Unidos el costo del juicio. En el acuerdo, sin embargo, el gobierno de ese país no se hace responsable si el juez decide darle una pena más alta a la sugerida por el Departamento de Justicia.
En el acuerdo, Cárdenas Vela reconoce haber obtenido al menos 5 millones de dólares en el tráfico de drogas, cantidad que está dispuesto a pagar como parte de la sentencia en su contra. También está de acuerdo en que se le confisque una propiedad que compró en Brownsville, en el número 1312 de Bluewing Circle, pero que puso a nombre de otra persona. Pero si la Corte lo decide, también podría perder otras propiedades.
Jefe de plaza
En realidad, de acuerdo con el Departamento de Justicia, el sobrino de Osiel traficó más de 150 kilos de cocaína, más de una tonelada de mariguana, tiene unos 20 millones de dólares y dos casas en Texas, una a nombre de Rosa Icela Moreno, en Río Hondo, y la de Bluewing Circle, que está a nombre de Emilio R. Villarreal y Laura Capistrán.
En la “total aceptación de responsabilidad” por parte de Cárdenas Vela, el Departamento de Justicia, del que depende la DEA, le entregó a la Corte los antecedentes delictivos del sobrino de Osiel y Tony Tormenta.
Cárdenas Vela era el “jefe de plaza” en Matamoros, donde se asienta el CDG. Entre el verano y otoño pasados el Departamento de Justicia lo detectó en Estados Unidos, donde había llegado para escapar de la confrontación que tenía con El Coss y otros por el control del CDG.
Según el Departamento de Justicia, Cárdenas Vela estuvo al frente de las plazas de San Fernando, Río Bravo y Matamoros. Como tal, era el encargado del paso de la droga en la región, el “cobro de piso” a quienes querían traficar droga y no pertenecían al cártel y el responsable de comprar a funcionarios de procuración de justicia estatales y federales, además de reclutar, conjuntar y mantener el mando y control de los empleados del CDG en esa región.
Apoyado en “testigos cooperadores” dice que Cárdenas Vela fue durante varios años el responsable del CDG en San Fernando. En junio de 2010 asumió el control de la plaza de Río Bravo, al este de Reynosa, de donde traficaba droga a Brownsville.
Al comienzo de marzo de 2011 se dio una batalla interna por el poder en el CDG. Cárdenas Vela comenzó a pelear con El Coss. En esa esta lucha, Cárdenas Vela destituyó a José Luis Zúñiga, El Güicho, del liderazgo de Matamoros y asumió el control. Aprovechando esa confrontación Los Zetas intentaron ganar el control de Reynosa y de la localidad de Ramírez, en el municipio de Abasolo, Tamaulipas. El CDG se impuso, explica el Departamento de Justicia de Estados Unidos a la corte federal de Brownsville.
“Al comienzo del verano de 2011 funcionarios estadunidenses encargados del cumplimiento de la ley comenzaron a recibir información de que liderazgos clave del Cártel del Golfo estaban cruzando hacia Estados Unidos por razones de seguridad. Entre ellos, Cárdenas Vela, en mayo de 2011, para escapar de la lucha de poder que estaba ocurriendo en el noreste de México”. Esa información entregada al gobierno estadunidense es atribuida al Coss.
Prosigue el Departamento de Justicia en la comunicación entregada a la corte federal en Texas el mismo día en que Cárdenas Vela se declaraba culpable de traficar cocaína y mariguana a Estados Unidos:
El Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) localizó al sobrino de Osiel en un rancho cerca de Río Hondo, Texas. Durante varios días estuvo vigilado hasta que fue detenido el 20 de octubre de 2011 junto con otras tres personas por pasarse un alto en Puerto Isabel.
Al momento de su aprehensión llevaba un pasaporte falso a nombre de Pedro García González. Se le aseguraron teléfonos celulares y libros de contabilidad tanto en su arresto como cateos a casas de su entorno.
Uno de los libros de registro contenía la estructura de las personas, armadas y no, que trabajaban para los Cárdenas. En el escrito, el gobierno estadunidense evita identificar a esas personas.
Otros libros de registro detallaban la compra de armas, equipo de protección, vehículos y gasolina. Las direcciones y números de los teléfonos celulares que fueron asegurados tuvieron relación con otras investigaciones de narcotráfico, según el Departamento de Justicia.
Sobre la operación de Cárdenas Vela como jefe del CDG en Matamoros dice que mantenía el control a través de correos electrónicos con otros jefes clave del cártel. Así podía comprar entre 70 y 80 kilos de cocaína al mes en el sureste de México. Los transportaba en pequeños vehículos que llevaban entre 16 y 20 kilos en una sola operación para reducir el riesgo de grandes confiscaciones en la frontera.
Las redes de corrupción
De nueva cuenta sin precisar nombres, el gobierno estadunidense asegura que el CDG corrompía para asegurarse el apoyo de políticos y funcionarios mexicanos encargados del cumplimiento de la ley y de políticos en el tráfico de narcóticos a Estados Unidos. En particular, responsabiliza a Cárdenas de hacer directamente el pago o los regalos a “varios individuos” relacionados con el cumplimiento de la ley en México.
Además el CDG gastaba para equipar adecuadamente a sus miembros, incluida la compra de balas, chalecos antibalas, granadas, chalecos tácticos, vehículos blindados, armas, municiones, teléfonos celulares, radios y hasta salarios.
Identifica a los “guardias” como los responsables de hacer una vigilancia estrecha a los militares mexicanos. Incluso dice que el CDG mantuvo vigilancia por video y grabación de áreas clave en Matamoros, no sólo dirigida a las autoridades sino a las bandas rivales. Al momento de su arresto Cárdenas Vela tenía unos 500 hombres equipados listos para responder a su llamada.
En sus acusaciones, formuladas el 18 de noviembre de 2011, el gobierno estadunidense dice que antes de las disputas internas del CDG, Cárdenas Vela, El Coss y otros no identificados no sólo introdujeron cocaína y mariguana a Estados Unidos, sino que las distribuyeron a través de células establecidas en ese país como pequeñas unidades de operación en varias ciudades, incluidas Brownsville, McAllen, Houston y otras del norte de Estados Unidos.
El sobrino de Osiel, además de importar, almacenar, transportar y distribuir droga en Estados Unidos, se encargaba de colectar y transportar millones de dólares en Estados Unidos como resultado de esas actividades y los trasladaba a México para continuar con su actividad delictiva.
Además era responsable de la compra de vehículos blindados, armas automáticas, granadas, cañones caseros utilizados por el CDG contra Los Zetas en su disputa por el control del corredor de la droga entre Estados Unidos y México en la frontera de Tamaulipas.
De acuerdo con la acusación, el CDG utilizaba vehículos con compartimentos secretos para ocultar la droga y el dinero, además de codificar sus comunicaciones escritas y orales.

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