Romance del perdidoso /Renato Leduc (1895-1986)
Dolor
jovial de perder
las
cosas idolatradas.
Dolor
que cuesta la vida
a
veces,
y
a veces no cuesta nada.
Le
dije una vez: te quiero,
como
nunca le había dicho
ni
le volveré a decir.
Le
dije desesperado
porque
sabía que muy pronto
otro
se lo iba a decir.
Le
dije desesperado,
mas
no me he de arrepentir.
La
quise tanto, la quise
porque
llevaba en los ojos
una
brizna de infinito;
por
sus cabellos castaños,
por
su boca
bárbaramente
desnuda
la
quise, la quise tanto...
Mas
la quería la gente
a
la vez,
que
me dije: no es plausible
el
ofrecer
-
si la quiere tanta gente-
cosas
que no ha menester.
Pensé
matarme myself
entonces,
mas
no lo hice, porque
me
pregunté ¿Y para qué?
Abismado
en el dolor
me
dejé crecer las barbas
porque
ese límpido amor
gustaba
reírse de ellas,
que
las barbas fueron siempre
-
dicen - solaz de doncellas
Renato -le pregunté un día-, ¿cómo era la mujer para la que escribiste el Romance del perdidoso?
-Cursi -me contestó-, ¿Vienes a los toros?
Renato -le pregunté un día-, ¿cómo era la mujer para la que escribiste el Romance del perdidoso?
-Cursi -me contestó-, ¿Vienes a los toros?
Angeles Mastretta
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