Más
sobre Anticipó los riesgos
Carta dee Pedro José Peñaloza
LA
REDACCIÓN
Revista
Proceso
# 1912, 23 de junio de 2013.
PALABRA
DE LECTOR
Señor
director:
Me
permito hacer dos precisiones a la amplia misiva de Jesús Ortega, publicada en
Proceso 1911, en torno a la nota titulada Anticipó los riesgos, que se difundió
en la edición número 1909 de este semanario. Asimismo, deseo hacer un
comentario a lo expresado por Jenaro Villamil en su contrarréplica. Lo hago
como un activo participante en algunos hechos a los que se refiere el dirigente
perredista.
Por
cierto, llama la atención que Jesús Ortega profese rigor histórico y se le
hayan “olvidado” algunos hechos y circunstancias. Veamos:
1.-
En uno de los párrafos escribe textualmente: “… en pleno proceso de división y
yo representaba –junto con otros compañeros– la parte disonante de Aguilar
Talamantes. Disputábamos contra éste, el registro del PST y Jorge Alcocer,
representante del PSUM y Leonardo Valdés Zurita representante del PMT
defendieron el que la disidencia de Aguilar Talamantes mantuviera la representación
legal del partido”. Así, con esa construcción literaria.
En
fin, como Ortega no explica de qué eran “representantes” Alcocer y Valdés,
recordemos que lo eran de la Comisión Federal Electoral (CFE), sí, aquella que
presidía Manuel Bartlett y en la cual yo fungía como representante del Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
La
versión de Ortega en torno a los defensores de la disidencia pesetista es por
lo menos parcial. Un poco de memoria no estorba. A petición expresa de Ortega y
de Graco Ramírez, quienes concurrieron a las oficinas del PRT para
entrevistarse con una comisión del Buró Político, se acordó defender sus
demandas en la CFE.
Y
así fue. En apego a dicho compromiso, expuse en la sesión los puntos sugeridos
por Ortega y Graco. El representante oficial del PST era Pedro Etienne, quien,
a su estilo, defendió a Rafael Aguilar Talamantes, despotricó contra Ortega y
Graco. Polemizamos y punto. No hubo más. Después de este episodio no se dio
ninguna muestra de cortesía de Ortega y Graco por nuestra solidaridad.
2.-
En otro párrafo de su carta, Ortega se pregunta: “¿alguien, a principios del
siglo XXI, pretende encontrar un partido de izquierda con pensamiento
uniformado…?”. ¡Caramba! Otra vez la desmemoria e inconsistencia de Ortega.
Desde la fundación del PRD, Ortega y otros estuvieron sometidos a “un profeta
cuyo evangelio era ley indiscutible” (frase de Jesús Ortega), es decir, el
presidente del partido del sol azteca, Cuauhtémoc Cárdenas.
Ortega
y correligionarios nunca plantearon una sola crítica a la conducción
unipersonal de Cárdenas. Al contrario, eran incondicionales, junto con otros, a
sus dictados. Ahora, Ortega admite que su corriente, autodenominada Nueva
Izquierda, fue constituida “8 años después de la formación del PRD”. Esperaron
un tiempo “razonable” para ser críticos de un partido de origen caudillista.
Quizá porque todavía era el siglo XX.
Qué
bueno que ahora, en esta fase, Jesús Ortega sea crítico ante los partidos
monolíticos. Es normal cambiar de opinión; sólo resta explicar las razones por
las cuales dejó de pensar de la anterior manera. Mínimo.
3.-
Finalmente, en cuanto a lo expresado por el reportero Jenaro Villamil en
respuesta a Ortega, habría que “terrenalizar” la frase que cita Villamil
atribuida a Arnoldo Martínez Verdugo, en el transcurso de la LIII Legislatura
(85-88), cuando era coordinador del grupo parlamentario del PSUM y yo su
homólogo en la fracción del PRT.
La
punzante y pedagógica frase de Martínez Verdugo, “los socialistas del
presidente”, tenía destinatarios concretos. Se refería a las posturas abyectas,
frente al poder presidencial, de los diputados del PPS y del PST; y,
destacadamente, al diputado Graco Ramírez, quien defendía encendidamente al
presidente Miguel de la Madrid. Nunca supe de un deslinde de Jesús Ortega
frente al papel de Graco Ramírez.
Afortunadamente,
la información anterior está documentada en los archivos de la Comisión Federal
Electoral, en el Diario de los Debates de la Cámara de Diputados y en un
nutritivo expediente hemerográfico; y por si algo faltara, todavía viven
testigos protagonistas y testimoniales.
Atentamente
Pedro
José Peñaloza
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