La hemandad en la PFP/reportaje de Alvaro Delgado
En
la PF, puerta abierta a delincuentes/ÁLVARO
DELGADO
Revista Proceso # 1909, 2 de junio de 2013;
De
acuerdo con documentos hechos llegar a las máximas instancias de la Secretaría
de Gobernación, el comisionado nacional de Seguridad, Manuel Mondragón y Kalb,
hizo nombramientos que abrieron las puertas de la Policía Federal a integrantes
de la legendaria Hermandad, no sólo intocada, sino caracterizada desde hace
décadas por abusos, extorsiones, secuestros, corrupción y complicidad. Al menos
130 militares, incluyendo varios generales, han sido desplazados por viejos
funcionarios y policías del Distrito Federal, célebres por vender plazas y
exámenes, por desaparecer expedientes incriminatorios y colocar en puestos
clave a familiares, amigos, compadres…
Si
en el gobierno de Felipe Calderón la Policía Federal estuvo marcada por los
excesos de Genaro García Luna, su creador, en el de Enrique Peña Nieto las
cosas no están mejor. La razón: El comisionado nacional de Seguridad, Manuel
Mondragón y Kalb, se rodeó de La Hermandad, un grupo de mandos policiacos de la
Ciudad de México que han permanecido unidos por la corrupción y las
complicidades.
La
Hermandad es encabezada por Darío Chacón Montejo, quien fue subsecretario de
Operación Policial de Seguridad Pública en el Distrito Federal con Mondragón y
Kalb como secretario, quien lo nombró coordinador de Restablecimiento del Orden
Público (CROP) de la Policía Federal, que concentra a la mayoría de los 38 mil
agentes de esta corporación.
Chacón,
quien apenas terminó la secundaria y ambiciona asumir la jefatura de la
División de Fuerzas Federales que ahora encabeza el general Salvador Camacho
Aguirre, tiene como sus brazos operativos a otros dos miembros de La Hermandad.
Uno
es el jefe de Operaciones de la CROP, Tereso Beltrán Pineda, teniente desertor
del Ejército que ha sido sancionado seis veces como servidor público –con
multas e inhabilitaciones– y quien reprobó el examen de control de confianza,
uno de los mil 600 agentes que no fueron capaces de aprobarlo.
El
otro es José Luis Sánchez Cortés, director general de Traslados y Apoyo
Penitenciario, un exfuncionario de reclusorios del Distrito Federal que tiene
acusaciones por corrupción, arbitrariedad y nepotismo.
A
partir de esta tríada de viejos policías ha habido un masivo advenimiento de
miembros de La Hermandad a la estructura de la Policía Federal, lo que ha
implicado no sólo el alza de la corrupción y de las arbitrariedades contra el
personal y la ciudadanía, sino también el desplazamiento de mandos militares
que construyeron la corporación.
Por
lo menos 130 militares han sido dados de baja como mandos de la Policía
Federal, entre ellos generales, coroneles, mayores, capitanes y tenientes de
las diferentes armas –incluidos de la Fuerza Aérea–, quienes han sido
sustituidos por policías de La Hermandad, con menor preparación académica,
experiencia y adiestramiento.
Conforme
a documentos de quejas que se han hecho llegar a la Secretaría de Gobernación,
de los que Proceso tiene copia, el nombramiento de mandos de La Hermandad ha
implicado también el fin de la carrera policial, si bien con García Luna
tampoco se materializó, porque predomina la discrecionalidad para asignar
mandos a familiares, amigos, compadres y a cambio inclusive de favores
sexuales.
Además
del lucro con la gasolina y el mantenimiento de los vehículos, en la Policía
Federal todo se vende: cargos, ascensos, uniformes, el examen para aprobar el
control de confianza, la desaparición de expedientes de corrupción e
indisciplina.
Igualmente,
de acuerdo con los documentos aludidos, se ha institucionalizado ya el “entre”,
como se denomina a la cuota que deben entregar los subordinados a sus jefes y
que explica el auge de las extorsiones a ciudadanos y transportistas, como ha
documentado inclusive el responsable de Asuntos Internos, Edgardo Flores
Campbell.
El
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, presuntamente tiene
conocimiento de lo que ocurre en la Policía Federal, porque el responsable de
la División de Investigación de la corporación, Damián Canales Mena, dirigió la
Policía de Hidalgo y conoce La Hermandad, porque fue jefe de la Policía
Judicial del Distrito Federal en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Los
amigos de Chacón
A
pesar de que asumió el control de la estructura de la extinta Secretaría de
Seguridad Pública el 1 de diciembre del año pasado, Mondragón y Kalb fue
ratificado por el Senado como comisionado nacional de Seguridad Pública el 25
de febrero, y entonces hizo públicamente un compromiso:
“Tolerancia
cero a la corrupción: hasta donde llegue, como llegue, cuando llegue. Me vale
lo que se diga al respecto cuando yo combata la corrupción. No voy a tolerarla
ni a permitirla. ¿Cuánto voy a lograr? Lo más posible. ¿A partir de qué? De hoy
o de hace un mes y medio. Ya me conocen y no me hago guaje.”
Sin
embargo, lo primero que hizo fue depositar en Darío Chacón la responsabilidad
del manejo del grueso de los policías federales como titular de la CROP, y
éste, a su vez, ha colocado a personal de su confianza en los principales
mandos.
La
División de Fuerzas Federales está integrada por tres coordinaciones: La de
Restablecimiento del Orden Público (CROP), la de Reacción y Alerta Inmediata
(CRAI) y el Grupo de Operaciones Especiales (Gopes).
Es
la CROP la que concentra más elementos federales en sus tres direcciones y,
según varias “tarjetas informativas” dirigidas “a la superioridad”, elaboradas
por oficiales de la Policía Federal –cuya identidad constató el reportero–,
Chacón ha articulado una estructura con miembros de La Hermandad, que a su vez
han colocado a sus incondicionales, incluyendo parientes.
Dos
ejemplos: El jefe de Operaciones de la CROP, Tereso Beltrán Pineda, acomodó
como director de área administrativa a su sobrino, el policía tercero Luis
Alberto Cruz Beltrán, y José Luis Sánchez Cortés, director general de Traslados
y Apoyo Penitenciario, hizo comandante de compañía a su hija, Ivonne Sánchez
López.
“Es
urgente y necesaria una reestructuración de mandos de la Coordinación de
Reacción y Alerta Inmediata de Fuerzas Federales, ya que de seguir así se
permitiría que la corrupción, indisciplina y prepotencia permearan por completo
a la Policía Federal”, denuncia una “tarjeta informativa”, fechada el 20 de
marzo, dirigida “a la superioridad”.
En
otra “tarjeta informativa”, con fecha de 1 de mayo, se describen las
irregularidades que se observan en la CROP:
“Los
mandos trabajan y eligen a su plantilla orgánica en base a familiares, amigos,
conocidos, además de que las plazas, cargos o comisiones tienen costo y hay un
gran interés en eliminar o congelar de los mandos o plantilla orgánica a
militares retirados, con profesionalismo y experiencia, para darle preferencia
a la Policía del Distrito Federal o del Estado de México, o sea, a los pertenecientes
a La Hermandad.”
Además
del manejo discrecional del escalafón, que aparte del sueldo puede traducirse
en compensaciones de entre 25 mil y 90 mil pesos, los mandos leales a Chacón
incurren “en el desvío constante de fondos en el manejo de combustible,
mantenimiento vehicular, renta de autobuses, venta de uniformes, venta de
permisos y desaparición de expedientes de indisciplina, etcétera, al personal
de escala básica por los propios comandantes”.
De
Chacón, describe: “Se dio a la tarea de quitar o cambiar a todos los militares
que le estorbaban, guiado por sus mandos inseparables: el inspector José Luis y
el oficial Tereso Beltrán (…)”.
Añade:
“Conserva entre su plantilla al suboficial Trujillo, quien es el encargado de
la gasolina y mantenimiento vehicular (pues deja mucho dinero el sistema de
control que está llevando a cabo). Los cambios de mandos son con asesoría de La
Hermandad y sin hablar con el mando correspondiente (es más, los cambios son
sin motivo alguno que dé origen a ello). Se sabe que el comisario no pasó los
exámenes de control de confianza; sólo se la pasa encerrado en su oficina y los
operativos los monitorea por su celular o radio, apareciéndose sólo en los
lugares de operativos para la foto y de entrada por salida, además de ya comenzar
a recibir regalitos y continuamente tener entrevistas con La Hermandad para que
causen alta como mandos en la Policía Federal”.
Al
oficial Tereso Beltrán Pineda, quien fue segundo inspector en la policía
capitalina en 1993, se le atribuye, en la “tarjeta informativa”, tener “varias
demandas por corrupto, ya que vendía uniformes, permisos, altas en la Policía
Federal”, y de proteger a sus amigos Bonfil Portillo Tenorio y Filiberto
Arellano Cerero, directores generales de brigadas.
José
Luis Sánchez Cortés, quien el 5 de abril encabezó el operativo para desalojar
la Autopista del Sol que era bloqueada por miembros del magisterio de Guerrero
–por el que Mondragón lo premió con 500 mil pesos–, dio trabajo a quienes son
identificados como sus yernos: Alejandro de la Cruz Juan y Raúl González
Sánchez.
Dice
la “tarjeta informativa”: “Antes de que lo nombraran director de Traslados y
Apoyo Penitenciario hizo varios cambios en los mandos, dejando como encargados
a los que trabajaban con él en La Hermandad en la Policía del Distrito Federal,
en este caso en la Dirección de Reclusorios, por lo que en la tercera brigada
de la CROP hay puros mandos que eran carceleros del Distrito Federal”.
Se
identifica en las “tarjetas informativas” como miembros de La Hermandad a los
siguientes policías:
Luis
Enrique Cobián López, homologado a comisario en la CRAI; suboficial José Galván
Herrera, comandante del primer Agrupamiento; Alejandro García Huexotitla,
comandante del 6° agrupamiento; Jorge Yáñez Castañeda, comandante del 7°
agrupamiento; Carlos Herrera Salgado, segundo comandante del 7° agrupamiento.
También
a Jorge César Trujillo Mejía, encargado de combustibles y mantenimiento
vehicular de la CROP; Alberto Riestra López, encargado administrativo de la
CROP; René Casco Gorostieta, comandante del 7° agrupamiento, y Alejandro de la
Cruz Juan, comandante de compañía del 9° agrupamiento de la CROP.
De
este elenco de La Hermandad forma parte también, según las “tarjetas
informativas”, el comisario Alfredo Álvarez Valenzuela, director general de
Seguridad Penitenciaria, quien antes fue director general de Traslados y Apoyo
Penitenciario, el cargo que ahora tiene Sánchez Cortés.
Álvarez
Valenzuela, quien en 2011 fue el encargado del operativo Guerrero Seguro y
quien participó en el choque con los normalistas de Ayotzinapa –que terminó en
la muerte de dos de éstos–, tiene en su contra denuncias por abuso de
autoridad.
“Lo
anterior es muy preocupante ya que, lejos de depurar a los malos policías, cada
vez éstos se encuentran con más y mejores puestos en la Policía Federal y, lo
peor, asociados y trabajando en conjunto para encubrirse unos a otros entre sí,
principalmente los del grupo que viene de La Hermandad, proveniente de la
Policía del Distrito Federal o del Estado de México.”
Y
acusan: “Si les estorba algún policía de cualquier grado o cargo, llaman a sus
contactos en los exámenes de control de confianza y luego los corren
argumentando que reprobaron el examen. En caso de reprobarlo, el mismo sistema
los cubre, como es el caso irrefutable, entre otros, del oficial Tereso Beltrán
Pineda, quien reprobó el examen con categoría 6 definitiva.
“Para
ayudarse entre sí, les proporciona La Hermandad el examen para que, previo a
éste, lo estudien y lo traten de pasar, pero algunos no lo hacen por su escaso
nivel de estudios y preparación que tienen hasta en ocasiones coordinadores con
secundaria (es vergonzoso que esté tan mal la Policía Federal y aún no tengan
un perfil mínimo para cada puesto).”
Los
militares, desplazados
Mondragón
y Kalb tiene como uno de sus principales colaboradores a quien conoce bien a La
Hermandad, Javier González del Villar, porque trabajó como director de Asuntos
Internos de la SSP del Distrito Federal en el gobierno de López Obrador.
A
él se le atribuye un estudio sobre las siete “cofradías” que controlan la
policía capitalina, entre ellas La Hermandad, encabezada por Luis Rosales
Gamboa, y Los Granalocos, de Darío Chacón, según información de la agencia
Notimex, en agosto de 2011.
Según
ese reportaje, González del Villar le recomendó a Mondragón y Kalb la
renovación de la totalidad de “cargos de estructura” y, de ser necesario,
fincar responsabilidades penales y administrativas a los mandos responsables de
las “irregularidades históricas”.
Advirtió:
“Si no son retirados los mandos involucrados con estos grupos, el trabajo no se
va a poder ver, porque éstos son los que engloban y generan la principal fuente
de corrupción de la secretaría”.
Ahora
González del Villar, sobrino del fallecido Samuel del Villar que fue procurador
del DF, es director general de Inspección y Evaluación para la Operación de la
CNSP, nombrado directamente por Mondragón y Kalb, quien también invitó a Chacón
como el principal mando de la Policía Federal.
Fue
por esta decisión que la CROP se pobló de policías capitalinos y se desplazó a
militares que fueron reubicados en la CRAI, donde son subordinados de policías
terceros, también del Distrito Federal, que tienen mejor nivel salarial.
De
acuerdo con los informes, son unos 150 militares los que han sido desplazados
de sus cargos, entre ellos tres generales (uno diplomado de Estado Mayor, José
Luis Soto Domínguez), así como coroneles, mayores, capitanes y tenientes
coroneles.
Veinte
de estos militares, que tenían nivel de comisarios, inspectores generales e
inspectores jefes, están bajo el mando de Luis Enrique Cobián López, encargado
interino de la CRAI, quien es subinspector y cuya declaración patrimonial
consigna que únicamente estudió secundaria.
Más
aún, Tereso Beltrán Pineda destituyó como director de Recursos Humanos de la
CROP a Francisco David Quirós Hidalgo, capitán del Ejército, y en su lugar
nombró a la suboficial Jésica Selene Martínez Vázquez, supuestamente sólo por
ser su amiga.
Los
militares están indignados y la situación deja ver también una disputa con
civiles por el control de la Policía Federal, que quedó bajo el mando de la
Comisión Nacional de Seguridad que encabeza Mondragón y Kalb, luego de la
desaparición de la Secretaría de Seguridad Pública creada por Calderón para
García Luna.
Una
tarjeta informativa, fechada el 15 de marzo, dirigida “a la superioridad”,
describe la situación de los militares que han sido desplazados por civiles de
La Hermandad, quienes asumen tareas para las que no están preparados, como el
hecho de que un suboficial está a cargo de una brigada, “aproximadamente mil
500 policías, ya que se exigen cuotas para el nombramiento y desempeñar ciertos
cargos”.
Y
agrega: “Inclusive hay desde inspectores hasta suboficiales desempeñando el cargo
de comandantes de agrupamiento (control de 500 policías), los cuales se ponen
insignias de inspector jefe y forman como tal, incluyendo a comandantes de
sección que son policías terceros o segundos. Éstos como suboficiales, ya que
argumentan que están habilitados para ese cargo como comandantes de
agrupamiento o sección o compañía (usurpación de funciones)”.
Apenas
el 4 de marzo, tres pilotos de la Fuerza Aérea le enviaron a Mondragón y Kalb
una carta para exponerle “irregularidades y abusos” que padecieron de Eduardo
Laris McGregor, excoordinador de Operaciones Aéreas de la Policía Federal.
Carlos
Tovía Mazón, con 6 mil 500 horas de vuelo y 13 años de servicio en la Fuerza
Aérea, ingresó a la Coordinación de Operaciones Aéreas en enero de 2009, pero
en octubre de 2010 fue cesado como director de área, sin ninguna motivación o
fundamento.
“Esta
misma situación se presentó con aproximadamente 130 mandos superiores y por
alguna extraña razón la mayoría habíamos pertenecido a las diferentes Fuerzas
Armadas.”
Los
capitanes Moisés Castillo Pérez Vargas, inspector jefe, y Martín Raúl Hernández
Rojas, inspector, están en la misma situación, se le dice a Mondragón en la
carta, en la que describen situaciones anómalas.
Pérez
Vargas, con 25 años de servicio y con 7 mil horas de vuelo en transportes
presidenciales, relata las condiciones de trabajo:
“Los
reportes de anomalías de los aviones no se corregían adecuadamente y las
bitácoras de vuelo eran alteradas. El mantenimiento para el material aéreo se
llevó a cabo por una compañía no muy reconocida, en especial para los aviones
727/200. Excesos de jornada de vuelos sin periodo de descanso por seguridad de
la tripulación, pasajeros y aeronave.”
Añade:
“Fui sujeto de terrorismo verbal. El capitán Eduardo Laris McGregor nos amenazó
en diversas ocasiones diciendo que si no podíamos llevar a cabo alguna
operación de vuelo, ahí estaban los pilotos de Mexicana esperando por nuestras
plazas”.
Raúl
Hernández Rojas, con 22 años de servicio y 2 mil horas de vuelo, describe ahora
su situación: “Estamos bajo el mando de elementos de menor jerarquía, situación
que va en contra de las leyes, reglamentos y demás prerrogativas que nos rigen.
Sin embargo, nos hemos disciplinado y cumplido con cada uno de los
ordenamientos que se nos han dado”…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario