Pérez
Gay: El intelectual y el político/JENARO
VILLAMIL
"Toda muerte es odiosa"/RAFAEL VARGAS
Proceso # 1909, 2 de junio de 2012
Traductor
de filósofos y novelistas alemanes, cofundador del diario La Jornada, la
revista Nexos y la editorial Cal y Arena, José María Pérez Gay dio un giro a su
actividad intelectual y se metió en política al lado de Andrés Manuel López
Obrador, con quien entabló una sólida amistad y a quien apoyó
incondicionalmente. Alejado de la grilla luego de una frustrante aventura como
precandidato a la jefatura delegacional en Coyoacán, Pérez Gay pasó los últimos
meses luchando contra una enfermedad neurodegenerativa que lo confinó a una
silla de ruedas.
La
mañana del 1 de julio de 2012 Andrés Manuel López Obrador, candidato a la
Presidencia por la coalición Movimiento Progresista, informó que en la casilla
de Insurgentes Sur 2416 había emitido su voto a favor de José María Pérez Gay,
su exasesor y amigo.
“Es
un hombre que se ha dedicado a las letras, un intelectual que estimo mucho”,
afirmó López Obrador.
En
su casa de Centenario 50, en Coyoacán, la alegría de Pérez Gay fue infinita.
Olvidó ese día las molestias y el encierro al que lo orilló una enfermedad
neurodegenerativa. La deferencia de López Obrador confirmó la cercanía entre
ambos y el aprecio de éste por el diplomático, intelectual y periodista que la
última década se convirtió en personaje central de las batallas del
lopezobradorismo.
Director
fundador de Canal 22 en el gobierno salinista, cofundador del periódico La
Jornada, de la revista Nexos y de la editorial Cal y Arena, amigo de Carlos
Fuentes y Silvia Lemus y de Gabriel García Márquez y su esposa Mercedes Barcha,
Pérez Gay prácticamente “cambió de piel” cuando estuvo más involucrado en el
gobierno del Distrito Federal, en la campaña presidencial de 2006 y en la lucha
posterior de López Obrador.
Él
mismo, acostumbrado a la soledad de la escritura y a la traducción de las obras
de filósofos y novelistas alemanes –su auténtica pasión– les confesó a sus
amigos que nunca imaginó estar “en el ojo del huracán” de una contienda
política que polarizó al país en 2006, junto al exjefe de Gobierno capitalino
que lo incorporó a su equipo en 2003, recién llegado aquél de la embajada de
México en Portugal, para que fuera su asesor en asuntos internacionales.
Desde
esa fecha hasta los últimos encuentros con López Obrador, Pérez Gay fue mucho
más que un asesor o el interlocutor con un grupo de intelectuales y escritores
que habían estado al margen del lopezobradorismo.
Quienes
fueron testigos de esta cercanía recuerdan que Pérez Gay y su esposa Lilia
Rosbach fueron amigos y testigos del romance y matrimonio entre López Obrador y
Beatriz Gutiérrez, su segunda esposa. Apoyaron al tabasqueño en los momentos
más duros del desafuero tendiendo puentes con grupos empresariales, civiles y
militares a fin de frenar aquella escalada del gobierno de Vicente Fox contra
el entonces jefe de Gobierno capitalino.
En
la casa del matrimonio Pérez Gay-Rosbach se hicieron encuentros para formar el
Comité de Intelectuales en Defensa del Petróleo y reuniones privadas con
enviados del alto mando militar en el momento más candente de la campaña de
2006.
Discreto,
eficaz, Pérez Gay también frenó el ataque de un grupo de escritores e
intelectuales –amigos suyos, muchos de ellos– que condenaron a López Obrador
por no haber aceptado la derrota en 2006.
El
propio López Obrador recordó así en su libro La mafia nos robó la Presidencia
su encuentro con Gabriel García Márquez en la casa de su amigo:
Cuando
nos encontramos en casa de Chema Pérez Gay y de Lilita, yo prefiero aprovechar
el tiempo para preguntarle sobre su experiencia con relación a políticos
notables de América Latina, El Caribe y el mundo. Una vez le pregunté sobre
Omar Torrijos y me platicó cosas interesantes de ese dirigente popular,
nacionalista, tropical, fruto de Panamá. Me contó una fascinante historia, una
breve novela.”
En
2009 Pérez Gay y Carlos Monsiváis, otro amigo e interlocutor cercano a López
Obrador, impulsaron la creación de un comité de intelectuales que desde
entonces comenzó a trabajar de cerca en las estrategias del entonces
excandidato presidencial.
Ese
grupo se integró con Arnaldo Córdova, Enrique González Pedrero, Luis Javier Garrido,
Víctor Flores Olea, Lorenzo Meyer, Rogelio Ramírez de la O, Adolfo Hellmund,
Juan José Paullada, Octavio Romero Oropeza, Luis Linares Zapata, Ignacio Marván
Laborde, Julio Scherer Ibarra, Jaime Cárdenas, Luciano Concheiro, Héctor Díaz
Polanco, Elena Poniatowska, Laura Esquivel, Víctor Manuel Toledo, Cristina
Barros, Víctor Suárez, Bolívar Echeverría, Armando Bartra, Jesusa Rodríguez, José Eduardo Beltrán, Agustín Díaz
Lastra, Antonio Gershenson, Claudia Sheinbaum, Asa Cristina Laurell, Raquel
Sosa, Martha Pérez Bejarano, Bertha Luján, Eréndira Sandoval y Jesús Ramírez
Cuevas.
Este
grupo –en su mayoría ajeno a la militancia perredista– presentó el programa de
gobierno que anticiparía la campaña electoral de 2012.
Antes
de que se agudizara el padecimiento neuronal que lo obligó a guardar reposo
hasta su fallecimiento a los 70 años, Pérez Gay estuvo a punto de cumplir con
una última misión política: Ser candidato a delegado en Coyoacán, bastión de
los grupos clientelares del perredismo.
Antes
de que aceptara la candidatura, el ahora delegado Mauricio Toledo y su padre,
del mismo nombre, condicionaron su apoyo a Pérez Gay al reparto de posiciones y
cargos en la delegación. La disputa de las tribus y los indicios claros de
corrupción alarmaron al autor de La supremacía de los abismos.
El
27 de febrero de 2009 Pérez Gay renunció a su candidatura. De manera elegante
le dio la vuelta a la petición del entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, y
decidió no involucrarse en los vericuetos de las tribus perredistas.
**
Toda
muerte es odiosa”/RAFAEL
VARGAS
La
mañana del pasado 26 de mayo falleció el narrador, ensayista y traductor José
María Pérez Gay, probablemente el más distinguido germanista en la historia de
nuestro país.
Desde
muy joven tuvo el pelo blanco, de manera que no parecía envejecer nunca. Desde
muy joven impresionaban su información y su inteligencia, parecía haber sido un
maestro desde siempre. Se le veía siempre lleno de entusiasmo, siempre
dispuesto a la conversación, siempre gentil, sonriente siempre, cálido.
Hace
tres meses cumplió 69 años de edad. Aunque desde hace algún tiempo un mal de
orden neurológico había empezado a mermarlo, le había dado batalla con enorme
gallardía. Se apoyaba en un bastón, pero se le veía erguido.
Sin
embargo, hace tres años, en el homenaje que se le rindió a Carlos Monsiváis al
día siguiente de su muerte en el Palacio de Bellas Artes, me dijo:
–Estoy
jodido. Me cuesta cada vez más trabajo moverme.
Para
un buen número de escritores de mi generación –nacidos 10, 12 años más tarde
que él– José María fue un maestro y una suerte de hermano mayor. A través de
las páginas de La Cultura en México, suplemento del semanario Siempre!, Chema,
como se le llamaba comúnmente, orientaba lecturas, y nos daba a conocer sus
versiones de poemas, ensayos, cuentos y obras de teatro de una muy larga nómina
de autores de lengua alemana (de Karl Kraus a Paul Celan a Peter Handke) y con
el solo ejemplo de su labor daba una notable cátedra de traducción literaria.
¿Cuántas
lecturas de autores germánicos le debemos a José María Pérez Gay?
Una
semana presentaba fragmentos de los diarios de Thomas Mann, y 15 días más tarde
ejemplos de la correspondencia entre Hannah Arendt y Hans Magnus Enzensberger.
Fue hacia 1974 que presentó en La Cultura en México, en dos partes, la extensa
y brillante conversación entre Theodor W. Adorno y Elías Canetti, y así nos
hizo conocer a uno de los más extraordinarios escritores del siglo XX.
La
traducción era parte de su formación como escritor. Poco a poco su pasión por
la literatura germánica sedimentó hasta cristalizar en novelas y ensayos
profundamente vinculados con esa cultura. En 1965 se marchó a Alemania y vivió
allá casi 15 años pero, aun después de haber vuelto a México, siguió en
contacto con la lengua alemana. Era su segunda patria. Y, como lo prueban
abundantes colaboraciones en la revista Nexos, siguió transmitiendo a sus
lectores la enorme riqueza de sus poetas y pensadores.
Es
cierto que José María Pérez Gay fue diplomático, catedrático universitario,
director de una emisora pública de televisión (Canal 22) pero, por encima de
todo, fue siempre un escritor.
Hace
tres años escribió un hermoso ensayo sobre Canetti titulado “Contra la muerte”.
En él cita unas palabras de su admirado autor que inevitablemente resuenan al
escribir esto:
Toda
muerte es odiosa; la de cualquier persona tanto como la nuestra. Ningún ser
humano debió morir, todo deceso es un duelo. Nada más cruel que la muerte de otro,
nada más increíble que la frase ‘ese hombre murió a tiempo’.”
La
muerte de José María Pérez Gay resulta especialmente cruel y odiosa porque uno
siente que ocurrió demasiado pronto.
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