2 jun 2013

Pérez Gay: El intelectual y el político


 Pérez Gay: El intelectual y el político/JENARO VILLAMIL
"Toda muerte es odiosa"/RAFAEL VARGAS


Proceso # 1909, 2 de junio de 2012
Traductor de filósofos y novelistas alemanes, cofundador del diario La Jornada, la revista Nexos y la editorial Cal y Arena, José María Pérez Gay dio un giro a su actividad intelectual y se metió en política al lado de Andrés Manuel López Obrador, con quien entabló una sólida amistad y a quien apoyó incondicionalmente. Alejado de la grilla luego de una frustrante aventura como precandidato a la jefatura delegacional en Coyoacán, Pérez Gay pasó los últimos meses luchando contra una enfermedad neurodegenerativa que lo confinó a una silla de ruedas.
 La mañana del 1 de julio de 2012 Andrés Manuel López Obrador, candidato a la Presidencia por la coalición Movimiento Progresista, informó que en la casilla de Insurgentes Sur 2416 había emitido su voto a favor de José María Pérez Gay, su exasesor y amigo.
“Es un hombre que se ha dedicado a las letras, un intelectual que estimo mucho”, afirmó López Obrador.

 En su casa de Centenario 50, en Coyoacán, la alegría de Pérez Gay fue infinita. Olvidó ese día las molestias y el encierro al que lo orilló una enfermedad neurodegenerativa. La deferencia de López Obrador confirmó la cercanía entre ambos y el aprecio de éste por el diplomático, intelectual y periodista que la última década se convirtió en personaje central de las batallas del lopezobradorismo.
 Director fundador de Canal 22 en el gobierno salinista, cofundador del periódico La Jornada, de la revista Nexos y de la editorial Cal y Arena, amigo de Carlos Fuentes y Silvia Lemus y de Gabriel García Márquez y su esposa Mercedes Barcha, Pérez Gay prácticamente “cambió de piel” cuando estuvo más involucrado en el gobierno del Distrito Federal, en la campaña presidencial de 2006 y en la lucha posterior de López Obrador.
 Él mismo, acostumbrado a la soledad de la escritura y a la traducción de las obras de filósofos y novelistas alemanes –su auténtica pasión– les confesó a sus amigos que nunca imaginó estar “en el ojo del huracán” de una contienda política que polarizó al país en 2006, junto al exjefe de Gobierno capitalino que lo incorporó a su equipo en 2003, recién llegado aquél de la embajada de México en Portugal, para que fuera su asesor en asuntos internacionales.
 Desde esa fecha hasta los últimos encuentros con López Obrador, Pérez Gay fue mucho más que un asesor o el interlocutor con un grupo de intelectuales y escritores que habían estado al margen del lopezobradorismo.
 Quienes fueron testigos de esta cercanía recuerdan que Pérez Gay y su esposa Lilia Rosbach fueron amigos y testigos del romance y matrimonio entre López Obrador y Beatriz Gutiérrez, su segunda esposa. Apoyaron al tabasqueño en los momentos más duros del desafuero tendiendo puentes con grupos empresariales, civiles y militares a fin de frenar aquella escalada del gobierno de Vicente Fox contra el entonces jefe de Gobierno capitalino.
 En la casa del matrimonio Pérez Gay-Rosbach se hicieron encuentros para formar el Comité de Intelectuales en Defensa del Petróleo y reuniones privadas con enviados del alto mando militar en el momento más candente de la campaña de 2006.
 Discreto, eficaz, Pérez Gay también frenó el ataque de un grupo de escritores e intelectuales –amigos suyos, muchos de ellos– que condenaron a López Obrador por no haber aceptado la derrota en 2006.
 El propio López Obrador recordó así en su libro La mafia nos robó la Presidencia su encuentro con Gabriel García Márquez en la casa de su amigo:
 Cuando nos encontramos en casa de Chema Pérez Gay y de Lilita, yo prefiero aprovechar el tiempo para preguntarle sobre su experiencia con relación a políticos notables de América Latina, El Caribe y el mundo. Una vez le pregunté sobre Omar Torrijos y me platicó cosas interesantes de ese dirigente popular, nacionalista, tropical, fruto de Panamá. Me contó una fascinante historia, una breve novela.”
 En 2009 Pérez Gay y Carlos Monsiváis, otro amigo e interlocutor cercano a López Obrador, impulsaron la creación de un comité de intelectuales que desde entonces comenzó a trabajar de cerca en las estrategias del entonces excandidato presidencial.
 Ese grupo se integró con Arnaldo Córdova, Enrique González Pedrero, Luis Javier Garrido, Víctor Flores Olea, Lorenzo Meyer, Rogelio Ramírez de la O, Adolfo Hellmund, Juan José Paullada, Octavio Romero Oropeza, Luis Linares Zapata, Ignacio Marván Laborde, Julio Scherer Ibarra, Jaime Cárdenas, Luciano Concheiro, Héctor Díaz Polanco, Elena Poniatowska, Laura Esquivel, Víctor Manuel Toledo, Cristina Barros, Víctor Suárez, Bolívar Echeverría, Armando Bartra, Jesusa  Rodríguez, José Eduardo Beltrán, Agustín Díaz Lastra, Antonio Gershenson, Claudia Sheinbaum, Asa Cristina Laurell, Raquel Sosa, Martha Pérez Bejarano, Bertha Luján, Eréndira Sandoval y Jesús Ramírez Cuevas.
 Este grupo –en su mayoría ajeno a la militancia perredista– presentó el programa de gobierno que anticiparía la campaña electoral de 2012.
 Antes de que se agudizara el padecimiento neuronal que lo obligó a guardar reposo hasta su fallecimiento a los 70 años, Pérez Gay estuvo a punto de cumplir con una última misión política: Ser candidato a delegado en Coyoacán, bastión de los grupos clientelares del perredismo.
 Antes de que aceptara la candidatura, el ahora delegado Mauricio Toledo y su padre, del mismo nombre, condicionaron su apoyo a Pérez Gay al reparto de posiciones y cargos en la delegación. La disputa de las tribus y los indicios claros de corrupción alarmaron al autor de La supremacía de los abismos.
 El 27 de febrero de 2009 Pérez Gay renunció a su candidatura. De manera elegante le dio la vuelta a la petición del entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, y decidió no involucrarse en los vericuetos de las tribus perredistas.
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Toda muerte es odiosa”/RAFAEL VARGAS
La mañana del pasado 26 de mayo falleció el narrador, ensayista y traductor José María Pérez Gay, probablemente el más distinguido germanista en la historia de nuestro país.
Desde muy joven tuvo el pelo blanco, de manera que no parecía envejecer nunca. Desde muy joven impresionaban su información y su inteligencia, parecía haber sido un maestro desde siempre. Se le veía siempre lleno de entusiasmo, siempre dispuesto a la conversación, siempre gentil, sonriente siempre, cálido.
Hace tres meses cumplió 69 años de edad. Aunque desde hace algún tiempo un mal de orden neurológico había empezado a mermarlo, le había dado batalla con enorme gallardía. Se apoyaba en un bastón, pero se le veía erguido.
Sin embargo, hace tres años, en el homenaje que se le rindió a Carlos Monsiváis al día siguiente de su muerte en el Palacio de Bellas Artes, me dijo:
–Estoy jodido. Me cuesta cada vez más trabajo moverme.
Para un buen número de escritores de mi generación –nacidos 10, 12 años más tarde que él– José María fue un maestro y una suerte de hermano mayor. A través de las páginas de La Cultura en México, suplemento del semanario Siempre!, Chema, como se le llamaba comúnmente, orientaba lecturas, y nos daba a conocer sus versiones de poemas, ensayos, cuentos y obras de teatro de una muy larga nómina de autores de lengua alemana (de Karl Kraus a Paul Celan a Peter Handke) y con el solo ejemplo de su labor daba una notable cátedra de traducción literaria.
¿Cuántas lecturas de autores germánicos le debemos a José María Pérez Gay?
Una semana presentaba fragmentos de los diarios de Thomas Mann, y 15 días más tarde ejemplos de la correspondencia entre Hannah Arendt y Hans Magnus Enzensberger. Fue hacia 1974 que presentó en La Cultura en México, en dos partes, la extensa y brillante conversación entre Theodor W. Adorno y Elías Canetti, y así nos hizo conocer a uno de los más extraordinarios escritores del siglo XX.
 La traducción era parte de su formación como escritor. Poco a poco su pasión por la literatura germánica sedimentó hasta cristalizar en novelas y ensayos profundamente vinculados con esa cultura. En 1965 se marchó a Alemania y vivió allá casi 15 años pero, aun después de haber vuelto a México, siguió en contacto con la lengua alemana. Era su segunda patria. Y, como lo prueban abundantes colaboraciones en la revista Nexos, siguió transmitiendo a sus lectores la enorme riqueza de sus poetas y pensadores.
 Es cierto que José María Pérez Gay fue diplomático, catedrático universitario, director de una emisora pública de televisión (Canal 22) pero, por encima de todo, fue siempre un escritor.
 Hace tres años escribió un hermoso ensayo sobre Canetti titulado “Contra la muerte”. En él cita unas palabras de su admirado autor que inevitablemente resuenan al escribir esto:
 Toda muerte es odiosa; la de cualquier persona tanto como la nuestra. Ningún ser humano debió morir, todo deceso es un duelo. Nada más cruel que la muerte de otro, nada más increíble que la frase ‘ese hombre murió a tiempo’.”
 La muerte de José María Pérez Gay resulta especialmente cruel y odiosa porque uno siente que ocurrió demasiado pronto.

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