Erradicar
el trabajo infantil/ | Luiz Alberto Figueiredo, Manoel Dias, Tereza Campello; Figueiredo es ministro de Relaciones Exteriores. Manoel Dias es ministro de Trabajo y Empleo y Campello es ministra de Desarrollo Social y Combate contra el Hambre. Todos ellos son miembros del Gobierno brasileño.
El
País, 6 de octubre de 2013
A
pesar de la existencia de un fuerte marco jurídico internacional destinado a la
erradicación del trabajo infantil y el amplio consenso logrado entre los países
sobre el tema, más de 168 millones de niños siguen siendo víctimas del trabajo
infantil en todo el mundo. Entre ellos, 85 millones sufren de sus peores
formas, las que son perjudiciales a su salud, seguridad y moralidad.
La
comunidad internacional ha logrado avances importantes en la lucha contra el
trabajo infantil. Los datos publicados por la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) el pasado 23 de septiembre muestran un marcado descenso en el
número de niños que trabajan, en todas las regiones del mundo: había 246
millones de niños trabajando en el año 2000, 215 millones en el 2008 y,
finalmente, 168 millones en el 2013, con una reducción total de tasas de
trabajo infantil superiores al 30% en los últimos 13 años. Sin embargo, para
los niños que siguen trabajando estas cifras están lejos de ser suficientes.
Brasil
será la sede de la Tercera Conferencia Mundial sobre el Trabajo Infantil entre
el 8 y el 10 de octubre. Nos sentimos honrados de contribuir con el avance de
los esfuerzos para la erradicación sostenida del trabajo infantil, que es el
tema central de la conferencia.
Esta
es la primera vez que la conferencia se llevará a cabo en un país en
desarrollo. Se ha invitado a participar a los representantes de todos los
países miembros de la Organización de las Naciones Unidas y observadores,
incluyendo trabajadores, empleadores, Gobiernos y sociedad civil. Esta
iniciativa es única, en el sentido de que universaliza la lucha contra el
trabajo infantil mediante la participación de la totalidad de los países del
mundo y de los diferentes sectores sociales involucrados en el esfuerzo. A
pocos días del evento, el número de países representados en la misma ya ha
superado los 150, más del doble de la II Conferencia Mundial, en 2010. Esto es
un logro en sí mismo, y ya es motivo de celebración.
La
erradicación del trabajo infantil en el menor tiempo posible es el objetivo
final, y el ideal que Brasil defiende. En 12 años, las iniciativas de Brasil en
este área han reducido en más de 1,7 millones el número de niños de 5 a 14 años
de edad que trabajan, el 66,5%.
La
eliminación de las peores formas de trabajo infantil es primordial, y la meta
de lograrlo para el año 2016 es impostergable, pero la lucha no terminará allí.
Tenemos que ir más allá, y eso es exactamente lo que Brasil continuará
haciendo, tanto a nivel interno, a través de la profundización de su extensa red
de políticas públicas para la protección social y de los niños, como a escala
internacional, a través de la promoción de la cooperación creativa entre los
países con el fin de involucrar a todos en el esfuerzo por universalizar e
institucionalizar la lucha contra el trabajo infantil.
Erradicar
el trabajo infantil es un imperativo moral, ya que los niños constituyen el
segmento más indefenso y vulnerable de nuestras sociedades. Cada hora trabajada
por nuestros hijos les roba a ellos más que la oportunidad de ser niños: les
roba años de su vida adulta. Erradicar el trabajo infantil es también un
desafío mundial. No hay una sola región del mundo, rica o pobre, que esté
completamente libre de esta plaga. Sin determinación política el trabajo
infantil no desaparecerá, ni en períodos de crecimiento ni en los de crisis.
Debemos asegurarnos que el trabajo infantil no sea visto nunca más como algo
natural, y que comience a ser percibido como el flagelo que es.
La
erradicación del trabajo infantil cuenta con el consenso entre las naciones.
Ninguna nación defiende el trabajo infantil. Los marcos conceptuales y legales
ya existen, pero todavía persisten los desafíos en la práctica. Es allí
entonces donde radica la importancia de la Tercera Conferencia Mundial sobre el
Trabajo Infantil, y la principal oportunidad que representa: ser una plataforma
para la participación y la movilización en torno a las experiencias prácticas
de éxito que nos pueden llevar, de manera progresiva, a un mundo libre de
trabajo infantil.
Mientras
vemos al mundo moverse hacia ese objetivo, la universalización de la lucha
contra el trabajo infantil resulta cada vez más esencial. Los Gobiernos debemos
adoptar y hacer cumplir las medidas y legislaciones relevantes para la lucha
contra este flagelo, directa e indirectamente; las organizaciones de
empleadores y de trabajadores deben cumplir estrictamente con las reglas; y la
sociedad civil debe trabajar para concienciar a los individuos hasta el punto
de que la sola idea de trabajo infantil, en cualquiera de sus formas, se vuelva
intolerable.
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