Carlos
Salinas tiene amnesia: Camacho Solis
Jorge
Ramos, reportero
El Universal Pp, Miércoles
12 de febrero de 2014
En una carta de respuesta y en conversación con EL UNIVERSAL, sobre la
entrevista a Salinas que este diario publicó lunes y martes, asegura que en
materia política el ex mandatario olvidó referirse a las dificultades de la
elección de 1988 y al rechazo a pactar la transición con Cuauhtémoc Cárdenas
El
senador Manuel Camacho Solís considera que el ex presidente Carlos Salinas de
Gortari padece amnesia, ya que olvida la situación política y económica que se
vivió en su sexenio, así como los casos de corrupción, en especial, dice, el de
su hermano Raúl
Manuel
Camacho Solís, senador del PRD, respondió al ex presidente Carlos Salinas de
Gortari que padece amnesia y le recordó que en su momento denunció ante él
hechos graves de corrupción que no fueron atendidos, como el caso de su hermano
Raúl.
Tras
la entrevista con EL UNIVERSAL, en la que Salinas de Gortari afirmó que
intentaron derribar su gobierno por las reformas que implantó y considerar como
“invenciones fantasmagóricas” los dichos de Camacho en torno al alzamiento del
EZLN en 1994, el hoy senador arremetió contra Salinas.
“Padece
de amnesia, de pérdida parcial de la memoria. Y no es por razones de salud —que
serían respetables— sino por una soberbia que desafortunadamente no aprendió a
dominar, a pesar de haber sido jefe de Estado y haber vivido situaciones muy
dolorosas cuando dejó de serlo. Su soberbia ha terminado por imperar por encima
de su habilidad política”, dijo.
En
una misiva de respuesta, Camacho enlista los olvidos de Salinas de Gortari o lo
que “su mente borró”.
En
primer lugar, cita las dificultades de la elección de 1988 y los graves hechos
de corrupción que ocurrieron en su gobierno.
Dice
que la crisis de 1994, “por mucho que se puedan criticar los errores de
diciembre, que los hubo, no se puede ocultar que el alza en las tasas de
interés en EU provocó salidas de capital o que el crecimiento desproporcionado
de los Tesobonos (obligaciones de corto plazo en dólares) y el hecho de que el
nuevo gobierno recibió unas reservas que se habían reducido a la mitad, hacían
probable un aterrizaje forzoso. En todo caso, la responsabilidad fue
compartida”.
También
le hace ver que la reforma política de 1994, preludio de la ciudadanización del
IFE, “no fue una decisión por él prevista”.
Le
pregunta a Carlos Salinas: “¿Por qué no la hizo antes? ¿Por qué después de 1988
nunca aceptó pactar la transición con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien
encabezaba la inconformidad?”.
Le
refuta su afirmación sobre la invención de un documento que le entregó en 1994
en torno al alzamiento zapatista, pues incluso fue rubricado por el propio
Salinas.
Manuel
Camacho Solís dice que la imagen de reformador que trata de rehabilitar,
Salinas fue el primero en destruirla.
“Su
lectura del 94, la turbulencia como expresión de la lucha de los viejos
intereses contra las reformas, de los ‘malos’ de entonces contra el
‘reformador’, no es más que un mensaje con el que busca congraciarse con el
presidente Enrique Peña Nieto, a quien advierte: ‘cuidado, a ti —que eres un
gran reformador— los malos te querrán derribar’”.
Da
la razón en cuanto a que en las elecciones del año 2000, como candidato
presidencial del PCD, Camacho Solís obtuvo 1% de los votos, pero le recuerda
que él sí puede caminar tranquilo por las calles y defender lo que piensa.
Corrupción
“Pensará
Carlos Salinas de Gortari que si entonces no le funcionó ser el jefe máximo
(callista) para con los siguientes presidentes, ahora le conviene dar la
impresión de que él es el jefe; que, como lo resalta EL UNIVERSAL, es ‘el
hombre de poder’. ¿Lo es?”.
En
entrevista, recuerda que en su momento le hizo saber al entonces Presidente de
“graves hechos de corrupción” en su gobierno, en particular, de su hermano
Raúl; después “todos conocimos” los hechos.
Camacho
Solís respondió a los dichos de Salinas, quien calificó como “invenciones
fantasmagóricas” a lo que ha dicho en torno al sexenio salinista y,
recientemente, la idea de aniquilación del EZLN, que plasmó en una entrevista
con este diario.
Recuerda
que eso quedó documentado en los papeles que se robaron de su casa en 1994.
—El
ex presidente Carlos Salinas dice que usted ya era un personaje irrelevante en
el conflicto armado en Chiapas...
—Si
fuera irrelevante no me hubiera dedicado la entrevista...
Dijo
que no se ha encontrado nunca cara a cara con Salinas. Tampoco tendría
intención de sentarse con él a hablar del pasado. “Lo conozco demasiado bien”.
—¿Por
qué el rencor?
—No
sé. Habiendo sido parte de su gabinete, pero en estas situaciones de poder no
se puede responder.
Respuesta
al expresidente Carlos Salinas
Al
expresidente Carlos Salinas se le puede aplicar lo dicho por su tocayo, el
canciller francés Charles Marie de Talleyrand cuando, al regreso de los borbones
al poder, declaró: no aprendieron nada, siguen actuando como si no hubiera
ocurrido una revolución (como si la monarquía estuviera intacta).
Así
pasa con él. Padece de amnesia, de pérdida parcial de la memoria. Y no es por
razones de salud -que serían respetables- sino por una soberbia que
desafortunadamente no aprendió a dominar, a pesar de haber sido jefe de Estado
y haber vivido situaciones muy dolorosas cuando dejó de serlo. Su soberbia ha
terminado por imperar por encima de su habilidad política.
¿Qué
se le ha olvidado al expresidente?
De
su mente están borradas:
-Las
dificultades de la elección de 1988.
-Los
graves hechos de corrupción que ocurrieron en su gobierno.
-Que
la crisis de 1994, por mucho que se puedan criticar los errores de diciembre
(que los hubo), no se puede ocultar que el alza en las tasas de interés en EU
provocó salidas de capital, o que el crecimiento desproporcionado de los
tesobonos (obligaciones de corto plazo en dólares) y el hecho de que el nuevo
gobierno recibió unas reservas que se habían reducido a la mitad, hacían
probable un aterrizaje forzoso. En todo caso, la responsabilidad fue
compartida.
-Que
la reforma política de 1994 -que inició la autonomía del IFE con los
consejeros ciudadanos- no fue una decisión por él prevista. ¿Por qué no la
hizo antes? ¿Por qué después de 1988 nunca aceptó pactar la transición con
Cuauhtémoc Cárdenas, quien encabezaba la inconformidad? La apertura electoral
que llevó a hacer una reforma constitucional en medio del proceso electoral
fue el resultado de la presión del EZLN y de un acuerdo entre los candidatos a
la presidencia –LDC, DFC, CCS- para contribuir a la paz en Chiapas (con la cual
Salinas estuvo de acuerdo).
-Que
es falso el informe que le entregué sobre los acontecimientos de Chiapas y que
fue publicado por Reforma, en su revista R, con una entrevista del periodista
Ernesto Núñez. ¿Ni siquiera reconoce su propia letra que aparece en la
carátula (Informe, junio 6 de 1994)?. Por lo demás, en ese texto le reconocí
al presidente el acierto de sus decisiones para frenar la guerra y le advertí
de los riesgos para la Nación de que el gobierno se cerrara ante las demandas
zapatistas y obstruyera las vías de la inclusión social.
-Que
la imagen de reformador que trata de rehabilitar, él fue el primero en
destruirla. No se podía pretender ser un reformador como Lázaro Cárdenas y
al mismo tiempo ser el impulsor de un capitalismo oligárquico.
-Su
lectura del 94, la turbulencia como expresión de la lucha de los viejos
intereses contra las reformas (de los “malos” de entonces contra el
“reformador”), no es más que un mensaje con el que busca congraciarse con el
presidente Enrique Peña Nieto, a quien advierte: “cuidado, a ti -que eres un
gran reformador- los malos te querrán derribar”. No sería más honesto con su
aliado político prevenirlo del verdadero peligro que es concentrar el poder y
perder la capacidad de escuchar.
-Y
respecto a que yo saqué menos del 1% de los votos en las elecciones de 2000;
tiene razón. Sí pero mi mayor victoria es que puedo defender con libertad las
causas en las que creo y caminar solo, libremente, por las calles de nuestra
ciudad y nuestro país, a pesar de los enfrentamientos políticos que he
tenido.
Pensará
Carlos Salinas que si entonces no le funcionó ser el Jefe Máximo (callista)
para con los siguientes presidentes, ahora le conviene dar la impresión de que
él es el Jefe; que, como lo resalta el periodista Rogelio Cárdenas Estandía,
en El Universal, es “el hombre de poder”. ¿Lo es?
No
tiene sentido querer insistir en acontecimientos que la historia ya juzgó,
cuando la situación actual es grave y requerirá de una enorme responsabilidad
para reconstruir en la pluralidad la autoridad política.
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