Encuentros
extraños de Castillo/ Salvador García Soto
Columnas Serpientes y Escaleras..
24
Horas, Febrero 10, 2014;
¿Qué
tienen que dialogar en privado el comisionado federal en Michoacán, Alfredo
Castillo, y un presunto narcotraficante ligado a los cárteles de los Valencia y
de Jalisco Nueva Generación, como Juan José Farías Álvarez? La respuesta a tan
delicada pregunta tendría que darla, ya, el enviado especial del presidente
Enrique Peña Nieto, luego de documentarse el encuentro que sostuvo a puerta
cerrada con el capo señalado por la Secretaría de la Defensa como
narcotraficante en Tepalcatepec el pasado 5 de febrero.
El silencio hasta
ahora del comisionado federal ha desatado toda clase de interpretaciones sobre
este encuentro.
Desde la justificación, casi infantil, del gobernador Fausto Vallejo, para
quien pudo tratarse de un descuido en el que el narcotraficante, apodado El
Abuelo se coló a la reunión con el representante presidencial, hasta las
acusaciones de la oposición michoacana que, en voz de dirigentes del PAN y el
PRD, han sugerido que el gobierno puede tener una “alianza” con un cártel de
drogas, como el de Jalisco Nueva Generación, para golpear a otro grupo
delincuencial como Los Caballeros Templarios.
“Ese sería un regreso al viejo estilo del PRI
de pactar con los narcotraficantes”, dijo el diputado federal Miguel Alonso Raya, vicecoordinador del
PRD en San Lázaro. Y es que las imágenes difundidas, primero en Televisa y
luego identificadas en fotografías por el diario Reforma, no dejan lugar a
dudas sobre la presencia y el diálogo cercano que el comisionado Castillo
sostuvo con el hombre al que en 2009, un comunicado oficial de la Defensa
calificó como “narcotraficante” y “lugarteniente del Cártel de los Valencia”,
tras informar de su detención. La propia PGR lo identificó desde 2006 como
traficante de drogas sintéticas a Estados Unidos y lo vinculó al empresario
chino Zhen Li Ye Gon y a Rubén Oseguera El Mencho, líder del Cártel Jalisco
Nueva Generación.
Lo
grave del asunto es que un policía experimentado como Castillo difícilmente
ignora el pasado y las acusaciones penales contra un personaje que cobró tal
notoriedad en el mundo del narcotráfico y que ahora se reunió con el
funcionario federal en calidad de dirigente y fundador del grupo de autodefensa
de Tepalcatepec, una de las primeras guardias paramilitares creadas en
Michoacán y que desataron el fenómeno de paramilitarismo que motivó la
intervención federal de la que Alfredo Castillo es el coordinador designado
directamente por el presidente Peña Nieto.
Si no se explican los motivos que tuvo Alfredo
Castillo para sostener esa reunión -“él
tendrá sus razones”, dijo ayer el procurador Jesús Murillo Karam- podría
tomarse como una confirmación de que los grupos de autodefensa sí están
vinculados a grupos del narcotráfico como el Cártel Nueva Generación de Jalisco
y que, a sabiendas de eso, el gobierno los alentó y los utiliza como “brazos
armados paramilitares” para golpear a Los Templarios y romper el control de ese
grupo en tierras michoacanas.
El extraño encuentro de Castillo puede
ensuciar toda la estrategia y el discurso oficial sobre un “rescate” de
Michoacán por parte del gobierno central, para ubicar las acciones federales
más bien en el peligroso nivel de una alianza o una negociación para cambiar al
grupo delincuencial que controla el millonario negocio del narcotráfico en el
estado occidental, punto neurálgico en la elaboración, fabricación y
distribución de las drogas sintéticas a los Estados Unidos.
De ese tamaño es la gravedad de tal encuentro
y de ese tamaño la urgencia de una explicación clara y creíble que evite poner
en duda los verdaderos fines del millonario despliegue de fuerza y recursos
económicos que el gobierno mexicano realiza en Michoacán. Va de por medio la
credibilidad de toda la estrategia contra el narcotráfico del gobierno de
Enrique Peña Nieto.
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