23 mar 2014

La maraña que hundió a Mondragón/ Anabel Hernández


“Y el presidente me dijo que no”, se quejó Mondragón abiertamente. “Entonces… ya presenté mi renuncia”, concluyó.

La maraña que hundió a Mondragón/ANABEL HERNÁNDEZ
Revista Proceso # 1951, 22 de marzo de 2014
Manuel Mondragón y Kalb renunció a su cargo de comisionado nacional de Seguridad el viernes 14, luego de haber convocado a personas de su confianza para unirse a su equipo: planeaba hacer cambios sustanciales en esa institución y en la Policía Federal. Pero el permiso para ello le fue negado por su jefe, el presidente de la República, según revelan a Proceso fuentes cercanas a los acontecimientos. Aparentemente el médico y militar tiene enemigos en altas esferas del gobierno, quienes le pusieron todos los obstáculos posibles a su labor. Hay fuertes indicios de que Genaro García Luna, el superpolicía consentido del sexenio calderonista, sigue moviendo muchos de los hilos de la seguridad nacional.
La mañana del viernes 14 la sala de espera del despacho de Manuel Mondragón y Kalb, entonces titular de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), estaba llena. Siete hombres y dos mujeres hacían antesala. Todos tenían dos cosas en común: eran de toda la confianza del comisionado y fueron testigos de cómo se descompuso la relación entre éste y el presidente Enrique Peña Nieto.
 “Si no puedo estar con mi gente, esto no tiene sentido”, se quejó Mondragón horas después ante ellos en un discurso de apenas cinco minutos. Quien estaba llamado a ser uno de los ejes rectores de la política de seguridad pública fue frenado en el transcurso de los primeros meses de gobierno de Peña Nieto.
Según uno de los convocados por Mondragón, quien habló con Proceso a condición del anonimato, muchas áreas sensibles de la CNS –que sustituyó a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal– y de la Policía Federal (PF) permanecían bajo control de personas ajenas al equipo de Mondragón, dejándole escaso margen para efectuar cambios sustantivos, incluso para limpiar la institución de gente poco confiable, con historiales negros o comprometida con intereses del sexenio anterior.
Cuando asumió el cargo, Mondragón les dijo a sus allegados que el compromiso con Peña Nieto era que se quedaría los tres primeros años de gobierno: 36 meses. Sólo duró 15. Renunció cuando el presidente le impidió concretar los cambios en la CNS y la PF.
Su dimisión el viernes 14 y la llegada de su relevo, Monte Alejandro Rubido, dejan ver los primeros signos de división y desgaste dentro del gabinete presidencial en materia de seguridad y justicia.
Veinte días antes de su renuncia Mondragón había comenzado a invitar a gente de su confianza a integrarse a la CNS en puestos clave; si aceptaban la invitación, debían estar disponibles el 19 de marzo, pues el anuncio de los cambios se haría el lunes 24.
 A los invitados a formar parte del nuevo equipo se les informó el jueves 13 que los cambios iban a adelantarse y se anunciarían el martes 18. Quienes formarían el nuevo equipo fueron citados el viernes 14 a las 10:00 horas en las oficinas de Mondragón, en el antiguo búnker de la SSP federal en avenida Constituyentes.
 Los fueron llamando uno a uno para hablar con Mondragón; luego volvieron a la sala de espera. Así fue toda la mañana hasta que al filo del mediodía la pasarela se suspendió y pasadas las tres de la tarde fueron llevados a una sala de juntas donde el comisionado entró con rostro adusto.
 “Gracias por dejar sus trabajos por este proyecto. Me da pena, pero esto no va a poder ser”, señaló molesto.
 Explicó brevemente que había consultado los cambios con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y éste había aceptado, pero le pidió que “tocara base” directamente con el mandatario.
 “Y el presidente me dijo que no”, se quejó Mondragón abiertamente. “Entonces… ya presenté mi renuncia”, concluyó.
Aunque según su propio dicho Osorio Chong le había dado su apoyo, Mondragón lidiaba, como otros miembros del gabinete, con el subsecretario de Gobernación Luis Enrique Miranda Nava.
Pese a que en el organigrama Miranda es subordinado del titular de la Secretaría de Gobernación, en los hechos actúa sobre éste y otros integrantes del equipo de gobierno, dada su cercanía con Peña Nieto, según revelan a este semanario fuentes del gabinete presidencial.
Apartado de los reflectores y lejos de la toma pública de decisiones, en 15 meses de gobierno Miranda adquirió gran poder, añaden esas fuentes. A él se suman Humberto Castillejos, consejero jurídico de la Presidencia, y el comisionado especial para Michoacán, Alfredo Castillo, primo de Castillejos. Fuentes de la CNS sostienen que fueron Miranda y Castillejos quienes minaron el proyecto de la Gendarmería Nacional hasta convertirlo en una “caricatura”, en comparación con lo que Peña Nieto había prometido en su campaña presidencial.
Manos atadas
La molestia de Mondragón no era nueva. Más de una vez se dijo traicionado por el personal de la PF porque no le informaba o no acataba las repetidas instrucciones de sacar a los indeseables e incorporar al personal propuesto por el comisionado.
En corto –refieren testigos–, se llegó a quejar de que aunque quería emprender acciones penales contra el extitular de la SSP federal Genaro García Luna y los exjefes de la PF Luis Cárdenas Palomino, de la División de Seguridad Regional; Facundo Rosas Rosas, comisionado general, y Armando Espinosa de Benito, de la Unidad de Inteligencia, entre otros, había recibido instrucciones de no “iniciar una cacería de brujas”.
 Además la presencia de Federico Flores Campbell, responsable de Asuntos Internos de la PF, hace casi imposible pensar en sanciones por irregularidades del pasado. De 2007 a 2009 éste fue nombrado por García Luna jefe del Órgano Interno de Control de la SSP y el 1 de enero de 2013 fue designado encargado de Asuntos Internos de la PF.
En julio de 2013 encabezó un operativo ilegal en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México: con el pretexto de una supuesta búsqueda de drogas, agentes a su cargo tuvieron acceso directo al equipaje de los pasajeros de un vuelo procedente de Venezuela; revisaron todas las maletas violando los protocolos de seguridad y custodia de la terminal aérea sin que haya quedado claro el verdadero propósito de esa acción.
Por ese operativo el jefe de la División de Seguridad Regional de la PF, Manelich Castilla Cravioto –gente de confianza de García Luna y de Cárdenas Palomino–, fue destituido y se suponía que Flores Campbell sería sujeto a investigación. Los resultados de la misma no se conocen, pero el policía sigue en su puesto.
Lista de enquistados
Mondragón intentó sacar de la PF a los allegados a García Luna y a familiares de Cárdenas Palomino y de Espinosa de Benito, pero lo más que logró fue cambiarlos de puesto. Casi todos siguen en la institución, algunos en cargos clave.
Logró mover a Roberto Reyna Delgado, exsecretario particular y hombre de confianza de García Luna, a quien éste había mandado de avanzada a Miami antes de mudarse él mismo a esa ciudad.
 En mayo de 2012 le creó el puesto de primer secretario adjunto de la PF en el consulado en Miami y en octubre de ese año lo hizo consejero agregado de la corporación.
Cuando Mondragón lo detectó, lo regresó a México, pero no pudo expulsarlo de la PF, donde sigue cobrando con el cargo de comisario pese a que apenas tiene ocho años de antigüedad en la institución.
El ahora excomisionado intentó procesar en Asuntos Internos a Espinosa de Benito y a su subalterno Sergio Quiroz, quienes se hicieron millonarios a costa de sus cargos en la desaparecida Agencia Federal de Investigación (AFI) y en la PF, e incluso falsificaron certificados de bachillerato para seguir trabajando en la dependencia (Proceso 1910 y 1917). El área a cargo de Flores Campbell no hizo nada.
 En este grupo figura también Gustavo Cortés Valdez, cuñado de Sergio Quiroz. Él era director en la Coordinación de Servicios Generales de la PF, cargo del que fue removido a finales de junio de 2013. Según sus declaraciones ante la Secretaría de la Función Pública en septiembre del mismo año, fue reincorporado a la institución como director general adjunto de la Dirección General de Recursos Humanos.
 Edith y Victoria Quiroz Padilla, hermanas de Sergio, siguen trabajando en las áreas de Investigación de Delitos, la primera, y Coordinación de Servicios Generales, la segunda, de la PF.
 José Luis y Juan Luis Balboa Palomino, familiares de Cárdenas Palomino, siguen en la PF. José Luis estuvo en la División de Seguridad Regional desde 2011; ahora está asignado a la Coordinación Estatal en Querétaro. En marzo de 2013 Juan Luis entró a la corporación como director de área en la Administración de Recursos Materiales.
Comisionado reprobado
Desde el inicio de la administración de Peña Nieto corría el rumor de que el comisionado general de la PF, Francisco Galindo Ceballos, uno de los funcionarios responsables de reestablecer el orden en Michoacán, se iba a quedar con el puesto de Mondragón y Kalb.
De acuerdo con un examen de confianza al que lo sometieron en 2010 cuando era titular de Seguridad Pública en San Luis Potosí, Galindo no cubre las condiciones para ocupar el cargo actual. No pasó la prueba aplicada por la SSP federal: según los resultados de la evaluación –a los cuales se tuvo acceso– apareció con nivel de riesgo “alto” en el rubro de “cohecho y uso indebido de atribuciones y facultades”.
 En el apartado “síntesis de la evaluación” se afirma que aunque en el polígrafo no hubo reacciones significativas de falta de veracidad, al final de la evaluación el propio Galindo dijo que había desviado recursos durante su gestión en San Luis Potosí y que cuando fue director general de Seguridad Pública de la capital potosina recibió un soborno de un proveedor. Se le declaró “no recomendable” para el cargo y en 2010 fue despedido del gobierno estatal y reubicado en el Sistema Nacional de Seguridad Pública, de donde pasó a comisionado general de la PF.
 A principios de 2013, cuando algunos medios publicaron esa información, Galindo Ceballos afirmó que se trataba de un examen falso, pero Proceso pudo verificar la autenticidad de la prueba.
 Galindo Ceballos mantuvo en puestos clave a personal de probada ineficacia, con resultados desastrosos. Uno de ellos es Sergio Licona Gómez, quien en abril de 2011 fue hecho coordinador estatal de la PF en Morelos. Había sido escolta de Cárdenas Palomino y trabajó con él desde 2002, en tiempos de la AFI.
 En agosto de 2012 ocurrió en Morelos que dos agentes de la CIA que viajaban junto con un capitán de la Marina mexicana en una camioneta con placas diplomáticas fueron atacados por policías federales, subordinados de Licona y vestidos de civil, aunque viajaban en vehículos oficiales.
 Pese al escándalo, Licona no fue removido. Hoy Morelos vive una ola de violencia generalizada: homicidios, asaltos, secuestros y extorsiones.
 Apenas el martes 11 Licona fue retirado de la coordinación estatal y en su lugar quedó José Francisco Gutiérrez Zúñiga, hombre con estudios de primaria y pésimos resultados como coordinador de la PF en Michoacán, de donde fue removido hace dos meses.
 En el Estado de México el coordinador de la PF es Israel Zaragoza Rico, quien además de venir también del equipo de Cárdenas Palomino participó en el montaje fabricado por la AFI contra Florence Cassez en diciembre de 2005. En marzo de 2013 la Comisión Nacional de los Derechos Humanos presentó ante la Procuraduría General de la República una denuncia penal en su contra.
 En diciembre de 2005, cuando ocurrió la aprehensión de Cassez, Zaragoza era supervisor de área de la AFI. En enero de 2006 fue ascendido a director de área. En octubre de 2007 ingresó a la PF. Desde el 16 de julio de 2011 es coordinador de la PF en el Estado de México. Durante su gestión en esa entidad ha aumentado la presencia de la delincuencia organizada y se vive ahí una etapa de violencia extrema en las zonas norte y oriente.
El relevo
En el lugar de Mondragón el presidente Peña Nieto colocó a Monte Alejandro Rubido, quien ha trabajado desde 1983 en el sistema policiaco y de inteligencia. Durante los sexenios de Vicente Fox y de Felipe Calderón entró y salió varias veces del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), la SSP federal y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En algunos puestos sólo duró cinco meses. Ni siquiera sus mentores en el Cisen –consultados por este semanario– le reconocen aptitudes policiacas. No se le conoce mérito alguno y su papel más destacado se remonta a 2001, cuando se le detectó operando en un centro de espionaje en el Estado de México al servicio del gobernador Arturo Montiel, exjefe y pariente de Peña Nieto.

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