Las
relaciones desmedidas
Todo
empezó con 29 agentes que llegaron en 1997 a ayudar a Hugo Chávez
Ahora
miles de cubanos trabajan y controlan la Administración pública venezolana
Prohibido
tener amigos venezolanos
CRISTINA
MARCANO/es periodista venezolana, autora junto a Alberto Barrera de la biografía Hugo Chávez sin uniforme: una historia personal.
El País, 30 MAR 2014
Cuando
el doctor Janoi González aterrizó en el aeropuerto internacional Simón Bolívar,
de Venezuela se sintió como si no hubiera salido de Cuba. "No había un
solo venezolano, la estructura estaba dirigida por cubanos", afirma
refiriéndose a una parte de la zona bajo control militar conocida como Rampa 4,
de exclusivo uso oficial. El experto en radiodiagnóstico, natural de Pinar del
Río, entró al país un mediodía de diciembre de 2012 sin que sus documentos
fueran revisados por autoridad venezolana alguna. "No hay chequeo de
migración. Unos funcionarios cubanos te dan unas palabras de bienvenida, vivas
a Chávez y a la revolución, y te ponen un cuño [sello] en el pasaporte".
Ese sello dice: "Válido solo Cuba Venezuela".
Janoi
González es uno de los miles de cooperantes enviados por La Habana a Venezuela
y, como muchos de ellos, se vio sometido a unas pésimas condiciones de trabajo
y a una vigilancia aún más estrecha que la que normalmente sufre en su país
natal. "Se cobraba una basura: 1.200 bolívares [entonces 200 euros según
el cambio oficial y 50 en el mercado negro]". Carecía de libertad de
movimientos y vivía hacinado. Al principio tuvo que compartir con seis personas
una habitación de 20 metros cuadrados en un motel de Guanare, la capital
agrícola de Venezuela. Luego, en la cercana Acarigua, eran “17 en cinco
habitaciones, con un solo baño”, detalla por teléfono desde Estados Unidos,
adonde escapó en 2013.
Los
cubanos manejan los registros. Conocen qué propiedades tienen los venezolanos y
sus transacciones
Si
se observa detenidamente el mapa de América, Cuba luce como una pequeña lengua,
un jirón de tierra que pareciera flotar a la deriva. Nada más lejos de la
realidad. Anclada en una vieja dictadura comunista, la isla ha tenido claro
dónde encontrar dólares para mantenerse a flote. En los últimos 15 años, esa
lengua de 108.000 kilómetros cuadrados, con una de las economías más atrasadas,
ha logrado saciar su apetito en Venezuela, un país nueve veces más grande, tres
veces más poblado y con enormes recursos; entre ellos, las mayores reservas de
crudo del mundo.
La
Habana recibe diariamente de Caracas más de 100.000 barriles de petróleo en
condiciones preferentes, que paga con trabajadores de la salud. Además, obtiene
inversiones directas, créditos blandos, subsidios y millonarios contratos como
intermediario de importaciones venezolanas de alimentos, bienes y equipos a
terceros países.
No
es todo. En este caso, la lógica de la historia según la cual los países más
poderosos suelen influenciar políticamente a sus vecinos más pobres se ha
ahogado en el Caribe. Aparte de una ayuda estimada en 8.700 millones de euros
anuales, Cuba tiene un poder sin precedentes sobre el Gobierno de la mayor
potencia petrolera de Sudamérica. Y otra excepción. No ha sido impuesto. Los
cubanos no han tenido que disparar un tiro. Desde finales de los noventa
comenzaron a cruzar los 1.450 kilómetros que los separan de Venezuela por
invitación del presidente Hugo Chávez, quien puso su seguridad, su salud y
mucho más en manos de sus camaradas antillanos.
Miles
de cubanos trabajan hoy en la Administración pública venezolana. En la
presidencia, ministerios y empresas estatales. Como burócratas, médicos,
enfermeras, odontólogos, científicos, maestros, informáticos, analistas,
técnicos agrícolas, de electricidad, obreros y cooperantes culturales. También
en seguridad, inteligencia e, incluso, en las Fuerzas Armadas.
La
mayoría son además milicianos. "Tenemos en Venezuela más de 30.000
cederristas cubanos de los 8,6 millones de miembros que tiene nuestra
organización", reveló en 2007 Juan José Rabilero, entonces jefe de los
Comités de Defensa de la Revolución (CDR) cubanos, en un acto público en el
Estado de Táchira, al oeste de Venezuela. Nada hace pensar que esa cifra haya
disminuido. Aproximadamente el 70% de la población cubana forma parte de ese
sistema de vigilancia y delación.
Los
cubanos manejan el sistema de identificación de los venezolanos, sus cédulas de
identidad y pasaportes; sus registros mercantiles y notarías públicas. Saben
qué propiedades tienen y qué transacciones hacen. También codirigen sus puertos
y tienen presencia en aeropuertos y puntos de control migratorio, donde actúan
a sus anchas. La firma cubana Albet, SA, de la Universidad de Ciencias
Informáticas (UCI), que maneja los sistemas del Servicio Administrativo de
Identificación, Migración y Extranjería (SAIME), tiene tanto poder que no
permite el acceso de venezolanos al último piso de la sede central del servicio
en Caracas. También son cubanos los sistemas informáticos de la presidencia,
ministerios, programas sociales, servicios policiales y de la petrolera
estatal, PDVSA, mediante la empresa mixta Guardián del Alba.
La
venta de estos servicios, de discutible calidad y cuyas web son de estética
castrista, es obra de Ramiro Valdés, segundo vicepresidente del Consejo de
Estado cubano, considerado el hombre más cercano a Caracas, después de Fidel y
Raúl Castro, y su principal asesor en tácticas de represión política, según
algunas fuentes.
Aunque
los cubanos suelen relacionarse solo lo estrictamente necesario con la
población local debido a que el reglamento disciplinario sanciona las
"relaciones desmedidas con nacionales", su presencia se siente.
"Se produce la paradoja de que los cubanos dependen económicamente de
nosotros y sin embargo tienen una influencia política sobre nosotros muy
fuerte", destaca la historiadora Margarita López Maya, quien simpatizó con
el proyecto chavista en sus primeros años y se apartó criticando su deriva
autoritaria.
Los
cubanos saben casi todo de los venezolanos, pero estos desconocen en realidad
cuántos cubanos trabajan en el país, cuánto cobran por sus servicios y los
términos de los acuerdos de importación de sus servicios, mantenidos por el
Gobierno venezolano en secreto.
Según
las últimas cifras oficiales, de mediados de 2012, en Venezuela había un total
de 44.804 cooperantes en las llamadas misiones sociales: 31.700 en salud
(11.000 médicos, 4.931 enfermeros, 2.713 odontólogos, 1.245 optometristas y
11.544 no especificados), 6.225 en deporte, 1.905 en cultura, 735 en
actividades agrícolas, 486 en educativas y 54 en atención a discapacitados. Sin
embargo, se presume que podrían duplicar esa cantidad. No hay datos oficiales
sobre los que trabajan en el sector eléctrico, de la construcción, en
informática, en asesoría de seguridad al Gobierno y en otras áreas.
Los
médicos cubanos son enviados en carácter de esclavitud moderna”, dice la ONG
Solidaridad Sin Fronteras
El
general retirado Antonio Rivero, excolaborador de Chávez, asegura que
actualmente en el país hay más de 100.000 cubanos, entre ellos 3.700
funcionarios de su servicio de inteligencia, el G2. "Nada más en seguridad
y defensa, estimamos que puede haber unas 5.600 personas". Y afirma que
hay cubanos en las bases militares más importantes del país. "En la Fuerza
Armada hay unos 500 militares activos cubanos que cumplen funciones de asesoría
en áreas estratégicas: inteligencia, armamento, comunicaciones e ingeniería
militar. También en el área operativa y en el despacho del ministro de la
Defensa, que cuenta con un asesor cubano permanente con el grado de
general".
Según
el oficial, que trabajó como jefe de telecomunicaciones de la presidencia y fue
director nacional de Protección Civil, la presencia de La Habana se remonta a
1997, cuando 29 agentes cubanos encubiertos se establecieron en Margarita y en
1998 ayudaron a Chávez en la campaña electoral en tareas de inteligencia,
seguridad e informática.
Rivero
pidió la baja en 2010 y denunció ante la Fiscalía y la Asamblea Nacional la
injerencia de Cuba en las Fuerzas Armadas con documentos, grabaciones y casi un
centenar de fotografías. Fue acusado entonces de ultraje al Ejército y de
"revelar noticia privada o secreta en grado de continuidad”. Actualmente
está en libertad condicional.
"Los
militares cubanos comienzan a llegar después de 2007. Su asesoría incluye un
área educativa, de ingeniería militar en construcción de fortificaciones y en
la doctrina, donde cambia el concepto de guerra planteado por el de la guerra
asimétrica, que implica involucrar a la población civil en un sistema de
defensa", explica el general.
Ante
sus denuncias, Chávez admitió entonces una cooperación menor con el Ejército.
"[Los cubanos] nos han dicho cómo almacenar las brújulas, cómo reparar las
radios de los tanques y cómo se debe almacenar la munición".
En
2013, la oposición obtuvo y divulgó una grabación en la que el conductor de un
programa de televisión en el principal canal del Estado, Mario Silva,
confirmaba la presencia de antillanos en los cuarteles. En ella se le oía:
"Ayer tuvimos una reunión de inteligencia con dos camaradas cubanos, dos
oficiales cubanos, en Fuerte Tiuna", decía Silva al agente cubano Aramís
Palacios. Rivero afirma que por el país han pasado y siguen pasando militares
cubanos de alta jerarquía como el general Leonardo Andollo Valdés, segundo jefe
del Estado Mayor de Cuba. “Él es el encargado de todo el trabajo militar que
hacen los cubanos en el país en seguridad y defensa”, señala. Andollo y otros
oficiales del Grupo de Coordinación y Enlace de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Cuba en Venezuela (Gruce) han sido fotografiados en
guarniciones militares del país mientras oficiales venezolanos compartían con ellos
información estratégica.
"Chávez
buscó siempre que nuestra Fuerza Armada Nacional (FAN) se adecuara a la cubana.
Era vital para consolidar su proyecto socialista", sostiene Rivero. Un
funcionario de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), que
no quiso ser identificado, indicó que sus pasos son seguidos de cerca por
agentes de La Habana.
Venezuela
es el principal socio comercial de la isla, muy por encima de China, Canadá y
España. "La economía cubana creció a costa de la venezolana durante la
crisis financiera global. Cuba recibe créditos de Venezuela a tasas del 1%
cuando, en promedio, Venezuela se endeuda con el resto del mundo a una tasa del
12% anual. Estamos hablando de una economía que obtiene en apoyos un total de
unos 8.700 millones de euros al año, 726 millones de euros al mes", señala
el economista venezolano Ángel García Banchs.
Nada
más en materia petrolera, agrega, "el subsidio está por el orden de los
3.600 millones de euros anuales, a razón de más de 100.000 barriles
diarios".
Se
trata de un viejo sueño acariciado por Fidel Castro desde los años sesenta,
cuando dio entrenamiento, dinero y hombres a la guerrilla venezolana. Ahora,
como antes con la Unión Soviética, Cuba encontró en el único petroestado de
Latinoamérica su gallina de los huevos de oro.
A
cambio, se desconocen los beneficios económicos que Venezuela obtiene de su
alianza con la isla, que paga la factura petrolera con servicios profesionales
y técnicos sobrevalorados. Cuba exporta a sus trabajadores a un precio muy
superior de lo que les paga, en una exitosa modalidad de explotación laboral y
penetración ideológica.
En
2010, Venezuela pagó unos 3.950 millones de euros en servicios profesionales,
de acuerdo con un informe del economista cubano Carmelo Mesa-Lago, profesor de
la Universidad de Pittsburgh, "un promedio de casi 100.000 euros anuales
por profesional, 27 veces el salario promedio de un médico venezolano". Es
decir, 8.225 euros mensuales por cooperante.
En
2011, Venezuela pagó aún más: 9.745 euros mensuales por cada cooperante de
salud, según se desprende del Acuerdo de Compensación de Deudas suscrito entre
la petrolera estatal PDVSA y el Banco Nacional de Cuba. El documento precisó
que la factura de la Misión Médica Cubana por los servicios prestados en el
último trimestre de ese año sumó más de 925 millones de euros. Pero solo una
ínfima parte llega a los bolsillos de los trabajadores enviados por el Gobierno
cubano. Según Solidaridad Sin Fronteras, ONG de Miami que en el último año y
medio ha asistido a más de 3.000 cooperantes que han huido de este país
sudamericano, cada médico recibe alrededor de 180 euros mensuales.
Cuba
recibe por cada cooperante que envía más de 8.000 euros al mes. Al trabajador
solo le llegan unos 200
Un
cooperante de una de las misiones en Caracas, que pide anonimato para evitar
represalias, asegura que actualmente el Gobierno venezolano le da un estipendio
de 3.000 bolívares al mes (unos 180 euros en la tasa oficial y unos 26 en el
mercado negro) y el Gobierno cubano le deposita en una cuenta en la isla 225
pesos cubanos convertibles (CUC), equivalentes a 225 dólares (163 euros). El margen
de ganancia para el Gobierno de los Castro en este envío de trabajadores lo
convierte en un negocio redondo y es considerado por Mesa Lago como un
“subsidio encubierto”. En el caso de los técnicos de salud, a quienes Cuba paga
al mes 125 CUC (90 euros), el margen de ganancia es todavía mayor.
"Los
médicos cubanos son enviados por el régimen de La Habana a otros países en
carácter de esclavitud moderna, son sometidos a muchas horas de trabajo y la
paga es prácticamente mísera mientras que la dictadura cubana recibe miles de
dólares por cada profesional”, asegura Julio César Alfonso, de la ONG
Solidaridad sin fronteras.
Los
funcionarios que dirigen a los cooperantes en Venezuela son de alto nivel. El
jefe de la Oficina de las Misiones Sociales Cubanas en Venezuela, Víctor Gaute
López, ocupa el lugar 16º en el Comité Central del Partido Comunista cubano,
integrado por 118 miembros. El embajador cubano en Venezuela, Rogelio Díaz
Polanco, es el último de esa lista.
La
Habana también vende educación. Según datos oficiales, han formado 14.000
médicos venezolanos y actualmente forman a 19.000 más. Aunque se trata de una
relación económicamente desigual, el Gobierno venezolano se comporta como si
estuviera en deuda con Cuba. En palabras de Janoi González, "quien paga
manda, excepto en Venezuela". Pero el chavismo nunca ha tenido
expectativas de obtener beneficios comerciales, sino políticos. Y en ese
terreno, hasta ahora los Castro han servido a sus propósitos de mantener un
poder hegemónico y bloquear a la oposición.
El
propio Chávez admitió en una ocasión que si no hubiera sido por Fidel y su idea
de lanzar las primeras misiones sociales, que reflotaron su popularidad,
hubiera perdido el plebiscito de 2004 que le mantuvo en el poder.
La
historiadora López Maya advierte la insólita situación de dependencia.
"Sin la ayuda de los Gobiernos venezolanos, posiblemente ya hubiera
colapsado la economía cubana, y sin embargo existe una situación de
subordinación a políticas cubanas por la experticia que tienen en el
socialismo, por la admiración que le profesan y por la desconfianza de este
Gobierno a sus profesionales y a sus cuadros preparados para el ejercicio del
poder". Ningún otro país había tenido tanto poder en Venezuela desde la
época de la colonia. Ni siquiera Estados Unidos, en su momento de mayor
injerencia en la región, llegó a tanto a pesar de que tuvo una oficina militar
dentro de Fuerte Tiuna hasta 2002.
López
Maya recuerda la influencia de las transnacionales petroleras en las primeras
décadas del siglo XX y la del sector militar norteamericano en todos los
ejércitos de América Latina, incluyendo el de Venezuela, durante la guerra
fría. Pero entonces, dice, “había una subordinación económica y ahora con Cuba
hay una subordinación en términos del socialismo”.
Por
el momento, la dependencia está garantizada. El presidente Nicolás Maduro, fiel
admirador de los Castro desde su paso por la Escuela de Formación Política de
La Habana a mediados de los ochenta, parece necesitarlos aún más que Chávez
para asegurarse el control político de los suyos y de toda la sociedad
venezolana. A cualquier precio.
Prohibido
tener amigos venezolanos/C.MARCANO
"Te
quieren sancionar por cualquier cosa. No podemos ir al cine, ni a un mall
[centro comercial], ni a la playa. Si una paciente te invita, no puedes
aceptar". Lisandra Santos, médico, de 28 años, trabajó entre 2009 y 2013
como especialista en endoscopia para la Misión Médica Cubana en Venezuela. El
año pasado pidió refugio en Estados Unidos.
Su
elocuencia contrasta con la parquedad de los cubanos en Venezuela, quienes no
hablan de su experiencia o lo hacen como si las paredes oyeran. En sus pupilas
asoma un destello de temor ante cada pregunta, cada palabra, que pudiera
comprometerlos. “No podemos relacionarnos con ustedes [los venezolanos] más que
por trabajo. ¿Tú sabes cómo llaman eso, si vas por ejemplo a casa de alguien,
si haces amistad? Relaciones desmedidas con nacionales”, cuenta un técnico
destacado en un centro de diagnóstico integral (CDI) que pide no revelar su
nombre. El hombre, de 36 años, rechaza una invitación a cenar porque también
tienen prohibido salir después de las seis de la tarde. "Supuestamente es
por la inseguridad, puro control".
El
médico Janoi González, refugiado en Estados Unidos desde 2013, asegura que les
espían constantemente. "En cada misión hay una persona que se llama
jurídico. Todo el mundo sabe que el jurídico es un agente de seguridad del
Estado, que controla todo, que acusa, que tiene derecho a revisar tus
documentos privados, tu teléfono, todo". Las faltas son sancionadas con
penas que van desde amonestaciones y la confiscación de un porcentaje de su
exiguo salario en Cuba hasta la expulsión de la misión y el retorno inmediato a
la isla, según el reglamento disciplinario.
"En
la misión, uno sufre la necesidad. Nos pagaban muy poco. Cuando llegué en 2009
recibía 500 bolívares mensuales (84 euros al cambio oficial) y me fui de la
misión en 2013 ganando 1.500 (172 dólares). Comida, transporte, teléfono...
teníamos que pagarlo nosotros mismos. Yo gastaba 500 bolívares y no compraba
nada", recuerda Lisandra, en entrevista telefónica desde Miami.
Esa
mensualidad en moneda local, como explica un técnico que trabaja en el oriente
del país, "no es un sueldo, sino un estipendio que no alcanza por el alto
coste de la vida, por la inflación" (56% en 2013). Actualmente subió a
3.000 bolívares (menos de 26 euros en el mercado negro, el único en el que
podrían cambiar). La asignación es costeada por Venezuela, aparte de lo que
paga por persona (más de 9.400 euros mensuales).
En
la isla, el Gobierno cubano les deposita un salario mensual —entre 125 y 225
pesos convertibles cubanos (CUC), la misma cantidad en dólares al cambio
actual, dependiendo de la especialidad— que solo pueden cobrar a su regreso, de
vacaciones o definitivo, “con evaluación satisfactoria”.
Con
todo, es más de lo que ganarían en la isla. "La gente vive con mucho miedo
de que le quiten la misión porque como es un dinerito… Yo como médico recién
graduada ganaba en Cuba 16 dólares, y mi mamá, que también es médico, 25
dólares", refiere Lisandra.
El
alojamiento en Venezuela es una verdadera lotería. Muchos viven en lugares de
alta peligrosidad, o apretados en espacios pequeños. Lisandra durmió 15 días en
una cama improvisada con tablas en una estación de bomberos de Aroa (Yaracuy),
hasta que, gracias a una prima, logró un traslado para Caracas, en la principal
guarnición militar del país. “Vivíamos cuatro mujeres en un cuartico con dos
literas, un baño y una salita. También había casas de 16 personas”.
Si
abandonan la misión y piden refugio en EE UU, como han hecho centenares,
pierden el dinero depositado en la isla y no pueden volver a Cuba en ocho años.
"Desde
2006, unos 8.000 muchachos han llegado a Estados Unidos, la gran mayoría vienen
desde Venezuela. Solamente entre finales de 2012 y 2013 salieron de allá unos
3.000 desertores", asegura Julio César Alfonso, director de la ONG
estadounidense Solidaridad Sin Fronteras (SSF).
Ese
año, Washington aprobó el programa Cuban Medical Parole, que permite al
personal cubano “reclutado” por el Gobierno cubano para trabajar o estudiar en
un tercer país solicitar un visado humanitario. Pueden optar médicos,
enfermeros, paramédicos, fisioterapeutas, técnicos de laboratorio y
entrenadores deportivos.
Quedarse
en Venezuela es una opción difícil para los que no obtienen la visa de EE UU o
quienes, pese a las restricciones, han entablado noviazgos clandestinos y
tienen parejas venezolanas. No solo enfrentan la presión de los Gobiernos
cubano y venezolano —hasta hace un mes les era imposible legalizarse—, sino que
les cuesta conseguir empleo.
Un
técnico casado con una venezolana relata las represalias que sufren quienes
abandonan la misión. “El Gobierno cubano, además de robarnos el dinero que tenemos
en el banco, ganado con sacrificio, encima nos prohíbe entrar a territorio
cubano sin importarles si un familiar enferma o se muere”. Además, agrega, “no
podemos ejercer nuestras profesiones porque no hemos revalidado el título”.
Lisandra,
aunque también se enamoró de un venezolano, huyó a EE UU. Como la mayoría, se
fue por la frontera con Colombia, ante el temor de ser detenida en el
aeropuerto. "Si descubren algo, te montan en un avión y te mandan para
Cuba". Ya en Bogotá, las autoridades migratorias la deportaron a EE UU. En
Caracas temía por su vida. “En Venezuela me sentí casi peor que en Cuba, porque
para mí es un régimen muy similar, pero con inseguridad. Me atracaron con
pistola en la calle, en el metro… ¿se imagina? ¿Un sistema represor con inseguridad?”,
pregunta Lisandra.
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