Revista Proceso 1985, 15 de noviembre de 2014
Los análisis en Austria podrían tardar
meses/
YETLANECI ALCARAZ
BERLÍN.- La identificación de una
persona a partir de restos que en realidad son cenizas es imposible, no hay
forma de hacerlo porque simplemente no hay ADN. De los huesos, en cambio,
aunque estén dañados por el fuego, es posible llegar a un resultado, explica el
director del Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Innsbruck,
Austria, Richard Scheithauer.
Hasta este instituto, con
reconocimiento mundial por su trabajo de alto nivel en el reconocimiento de
restos humanos, fueron llevados los fragmentos óseos que según la Procuraduría
General de la República (PGR) podrían pertenecer a alguno de los 43 normalistas
de Ayotzinapa desaparecidos.
En entrevista telefónica con Proceso el
director del Instituto y especialista en medicina forense accede a una breve
charla con la aclaración previa de que sobre el caso específico de Ayotzinapa
no dará información ni confirmará –en acatamiento al secreto profesional– si
llevan el caso o no. “Sobre aspectos técnicos y casos generales, podemos
hablar”, dice.
La PGR, sin embargo, confirmó en
boletín de prensa el martes 11 que los restos localizados en Cocula serían
enviados el miércoles 12 al Instituto.
–¿Es posible el reconocimiento de
restos humanos sumamente dañados?
–Puedo decir que de las cenizas no se
puede analizar ningún ADN. De huesos se puede hacer un análisis, pero depende
de las condiciones de éstos y de si todavía hay ADN en buen estado. Repito, con
cenizas no hay posibilidad de analizar nada. Pero cuando dentro de los restos
de las cenizas todavía hay huesos, se puede intentar analizar el ADN. Y si bajo
esas condiciones se logra extraer, entonces sí se puede alcanzar un resultado
preciso, sin margen de error.
El fuego destruye el ADN de los huesos,
explica Scheithauer, pero también es posible que sólo lo dañe.
Cuando eso sucede, e incluso en casos
en los cuales se habla sólo de trozos de hueso, es posible descifrar
parcialmente el ADN. Y pese a que no se trate de un resultado completo, sí es
preciso.
–¿Cuánto dura un proceso de
identificación de este tipo?
–Muchas semanas.
–¿Cuánto es muchas semanas? ¿Cinco, 10?
–Muchas. No menos de 10. Con seguridad
meses. Y eso es porque técnicamente no es fácil extraer de los huesos ese ADN,
que es muy delicado, sin dañarlo en el proceso. Por eso es que también las
muestras deben tratarse con sumo cuidado.
Según el especialista, el procedimiento
que se sigue en casos que llegan al Instituto desde el extranjero es, en primer
término, la recepción de las pruebas.
“Nuestro personal nunca se traslada a
ningún sitio. Ni siquiera cuando se trata de asuntos criminales dentro de
Austria. Las pruebas son enviadas hasta el laboratorio y todo se realiza acá.”
Mediante la utilización de técnicas
avanzadas se procede entonces a intentar extraer de los restos el ADN y una vez
que se logra esto, se continúa con el análisis correspondiente de la muestra.
El Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Innsbruck es pionero y
líder en el análisis mitocondrial del ADN, mediante el cual es posible el
reconocimiento de restos con cierto nivel de degradación.
Finalmente llega la etapa de la
comparación y para casos de personas desaparecidas, explica el especialista, es
necesaria una prueba, de preferencia de la madre.
“En realidad lo ideal sería contar con
una prueba de ADN de la persona desaparecida cuando ésta aún se encontraba con
vida. Es lo ideal, pero esto no se tiene con frecuencia. Y entonces vamos con
los familiares. Técnicamente, lo mejor es una muestra de la madre porque la
información genética de sus mitocondrias es igual a la de su hijo”, señala.
–¿Qué pasa en los casos en los que no
existe una madre?
–Entonces funcionan muestras de otros
familiares directos: padre, hermanos o hijos de la persona. El asunto es que
tiene que haber un material para comprobar la identidad y, repito, lo ideal
sería una muestra de la propia persona desaparecida.
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