Nada
cambia/AXEL DIDRIKSSON
Revista
Proceso
No. 1896, 3 de marzo de 2013
El
cambio educativo no pasará por el SNTE, pero tampoco ocurrirá sólo a partir de
la escandalosa detención de Elba Esther Gordillo. No pasará por esa
organización porque ese sindicato multimillonario andará como apestado, a
partir de ahora y durante un buen tiempo, al igual que sus líderes, los familiares
y principales aliados de la ahora exdirigente, quienes deberían dar la cara a
pesar de estar viviendo uno de sus peores momentos políticos.
En
este contexto la detención de Gordillo no significa nada ni debe ser vista así
como para “detonar” la denominada reforma educativa, que fue aprobada e
incluida en una modificación al artículo tercero constitucional apenas hace
unos días.
Dicho
cambio, como puede apreciarse, ha servido más bien para ahondar un conflicto
político, que ya lleva bastante tiempo, entre el PRI, la cúpula del SNTE y
grupos de maestros dependientes de ésta, y apunta a un cambio en el patrón de
control sobre el magisterio, antes en manos de un grupúsculo mafioso enquistado
en un sindicato y auspiciado por distintos gobiernos, federal y estatales, y
ahora concentrado en el aparato político burocrático de la SEP.
Confiar
en que con el encarcelamiento de uno de los personajes más siniestros de la
vida política entraremos a la fase histórica de la gran reforma educativa dista
mucho de apegarse a la verdad. Faltarían muchas cosas por hacer, pero sobre
todo que discutir y precisar, para que esto fuera una realidad en la
deteriorada condición en la que se encuentra la educación nacional.
Esto
pasa, entre otras cosas, porque con la propuesta del actual gobierno que se
orienta a reproducir (ya se ha hecho años antes) un examen de oposición para la
obtención de una plaza de profesor, y otras tantas pruebas de evaluación al
magisterio en ejercicio, la calidad de la enseñanza no podrá mejorarse, ni
tampoco con ello ocurrirá, como en un acto milagroso, la tan ansiada y
necesaria reforma educativa.
Si
no se forma antes a los maestros desde bases y plataformas integrales de nuevos
conocimientos, de sus capacidades para el desarrollo del aprendizaje del
alumno, y no se modifica la actual y burocrática, onerosa y dispendiosa gestión
escolar; si no se altera de forma estructural el actual funcionamiento de la
SEP, tanto a nivel federal como estatal, y no ocurre una verdadera
participación de los actores del proceso educativo, entre otras cuestiones de
verdadera importancia y urgencia, con Elba Esther Gordillo en la cárcel se
tiene un impacto mediático (tan a tono con la práctica de lograr imagen y
apariencia) para el actual gobierno del PRI, pero no más que eso. Vaya, tampoco
es lo de menos.
Si
hasta el momento no se ha podido expresar con claridad el proyecto de educación
que se propone para el sexenio, y no se ha logrado ni incluir ni debatir
propuestas que han desarrollado universidades y rectores (como las de la UNAM y
la ANUIES), de expertos, investigadores y actores prominentes del sector
educativo, no para ser “consultados” sino para incluir de forma inteligente sus
opiniones y pasar en los hechos a construir una estrategia para hacer frente a
los más importantes problemas educativos, y, por si fuera poco, cuando se ha
enviado a la Cámara de Diputados un presupuesto para el ejercicio fiscal de
2013 de carácter regresivo, sin considerar una inversión aumentada y suficiente
para enfrentar las graves deficiencias que tiene el actual sistema escolar, de
conocimientos y de investigación científica, lo de la Gordillo hay que
celebrarlo, pero tampoco debe desviarse la atención de lo importante frente a
lo grotesco
Resultan
bastante flacos y hasta “oficiosos” los argumentos legales y financieros que se
han mostrado para detener y meter a la cárcel a tan siniestro personaje,
desafortunadamente metido en la educación, desde donde hizo de las suyas, como
si estos datos se hubieran descubierto hasta hace poco. ¡Por favor!
No
obstante, va a ser un trance brutal para el SNTE y el Panal enfrentar esta
situación, porque han sido décadas de atraso, de robo, de desastre en este
sector vital para el país. Ciertamente se le debe investigar a Elba Esther
Gordillo, pero también a una gran cantidad de personajes que estuvieron al
mando del sistema educativo (algunos lo siguen estando a sus anchas en estados
de la República y en el Distrito Federal) y a quienes deben fincárseles
responsabilidades muy serias por violación al derecho humano más importante, el
de la educación, por seguir los mandatos del enriquecimiento ilícito, del
manejo político del aparato de la SEP y de otras dependencias, por sus
lealtades a la exlíder y a la cúpula del SNTE, y que ahora deberían estar en la
mira para saber hasta dónde se quiere ir, con el fin de poder superar el
periodo más oprobioso que ha existido en el sistema educativo del país.
Algunos
de estos personajes, de todo tipo, nivel y color, ya están tratando de encubrir
sus relaciones políticas y mutuos intereses con argumentos de “épocas pasadas”,
o de que no se sabía la manera como se desviaban los recursos de los profesores
a sus arcas. ¡Por supuesto! Y es harto evidente que ni estos personajes y
grupos, ni el SNTE, estaban organizándose para paralizar con una movilización
multitudinaria el sistema educativo, lo que se ha mencionado como otro
argumento para la detención de Gordillo; simple y llanamente ya lo tienen
paralizado desde hace décadas, en contubernio con quienes quieren pasar como
los nuevos redentores de la pedagogía, la didáctica y la evaluación por
numeritos.
Habrá
que ver, pues, hasta dónde se jalan los hilos que se fueron tejiendo desde los
tentáculos del SNTE y de los líderes y familiares de quien ahora ocupa una
celda en el penal de Santa Martha Acatitla. Ya se sabrá pronto cómo se moverán
sus huestes y los recursos que acumularon en contra de la educación de millones
de niños y jóvenes. Habrá que reservarse un discreto tono de risa cuando los
aliados históricos de la “maestra” argumenten sus desatinos, y habrá que ver
quién quiera aún creérselos.
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