Proceso # 1854, 13 de mayo de 2012;
Jesusa Cervantes y Jenaro Villamil, reporteros.
“¡Es imposible!”, exclamaron en abril último los integrantes del equipo de campaña de Enrique Peña Nieto cuando en una junta analizaron los resultados de las encuestas encargadas a tres despachos: existe el riesgo de que el candidato presidencial del PRI pierda en los estados de Oaxaca, Veracruz, Morelos, Tabasco y Chiapas. El peligro se acentúa debido a la cauda de resentidos que dejó en esas entidades la repartición de candidaturas al Congreso de la Unión.
Al mismo tiempo que el candidato del PRI a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, se encontraba el 11 de abril en la Alameda de León, en Oaxaca, y se esforzaba por acercarse a sus simpatizantes para tomarse la foto con ellos, burlando incluso a su propio equipo de seguridad, su “grupo compacto” de campaña se reunía en la Ciudad de México para detectar los focos rojos donde existe el riesgo de que el partido pierda la elección del 1 de julio.
“¡Imposible!”, exclamaron los asesores peñistas, tras detectar que una de esas entidades era precisamente Oaxaca, seguida de Veracruz, Tabasco, Morelos y Chiapas. No daban crédito a lo que les revelaban los datos duros, menos todavía cuando una semana antes Peña Nieto había estado en Veracruz donde, según observó, todo iba bien.
Pero la empatía entre Peña Nieto y el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, se alteró en las siguientes semanas a causa de la forma poco hábil del mandatario para controlar la creciente violencia, pero sobre todo por el asesinato de Regina Martínez Pérez, corresponsal de Proceso en esa entidad, la madrugada del 28 de abril en la ciudad de Xalapa.
“Lo de Regina le va a pegar fuerte a Peña y están preocupados”, comentó a este semanario un integrante del equipo de campaña del mexiquense. En esos momentos aún no se sabía de la ejecución de tres fotorreporteros veracruzanos y la empleada administrativa de un diario local.
Según él, tres encuestas elaboradas por despachos diferentes indican que en Veracruz los resultados (de la campaña del PRI) son “un desastre”, lo cual tiene alarmados a los integrantes del equipo peñista.
El 4 de abril, durante su visita al puerto jarocho, Peña Nieto tenía programada una comida con integrantes de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y otros empresarios, que se canceló de última hora. En Veracruz son varios los hombres de negocios que de manera velada o abierta han expresado su descontento con la forma de gobernar de Duarte, correligionario del candidato presidencial.
Y aun cuando el equipo compacto de Peña Nieto realizó su evaluación de la campaña del aspirante priista de manera discreta, Proceso obtuvo información de diversas fuentes que pidieron omitir su identidad y corroboró que existe alarma entre los asesores.
Uno de los consultados asegura que los focos rojos en Oaxaca, Veracruz, Tabasco, Morelos y Chiapas “se deben a conflictos de distinta naturaleza”, entre ellos las imposiciones de candidatos desde el centro, la intervención de los gobernadores y la falta de recursos para las campañas de diputados y senadores.
Quienes manejan los recursos de la campaña determinaron que del millón 120 mil pesos que le tocan a cada candidato a diputado federal, sólo se le entreguen 600 mil pesos repartidos en tres ministraciones; el resto, 520 mil pesos, se destinará a la campaña presidencial, asegura el entrevistado. Y en cuanto a los senadores, el primer círculo de Peña Nieto determinó que cedan 30% de su tiempo en medios electrónicos al candidato presidencial.
Deserciones en Tabasco
En Tabasco, uno de los bastiones históricos del PRI, sucede lo mismo que en Veracruz. La designación de Jesús Alí como candidato priista a la gubernatura fracturó la relación con los otros precandidatos y con el mandatario saliente Andrés Granier, quien apoyó a su secretario de Salud, Luis Felipe Graham, para ser el abanderado del PRI.
La rispidez entre la militancia local fue evidente durante la gira de Peña Nieto, el 26 de abril. A diferencia de otros mandatarios, Granier estuvo ausente en los actos públicos del mexiquense, con el que sólo tuvo una reunión privada.
Hasta ahora, dice a Proceso uno de los dirigentes priistas de Tabasco, Granier es de los pocos gobernadores que se resisten a dar la “cuota” de dinero para la campaña nacional. Las diferencias de Peña Nieto con sus correligionarios tabasqueños también incluyen a Roberto Madrazo, gobernador y candidato presidencial en 2006.
Durante el encuentro en el salón Gran Villahermosa, Peña Nieto trató de evadir el saludo de Madrazo y del exgobernador Manuel Andrade y tomarse la foto con ambos.
Horas antes de reunirse Peña Nieto con “empresarios y sociedad civil” en el salón Gran Villahermosa, del parque Tomás Garrido Canabal, el 26 de abril, el exsecretario de Salud Jaime Mier y Terán –quien presidía la fundación que lleva el nombre de la esposa de Madrazo: Isabel de la Parra– se sumó a los dirigentes que renunciaron al PRI para sumarse a la campaña del perredista Arturo Núñez.
Las deserciones en ese partido se han incrementado en los últimos dos meses, entre ellas las de Humberto de los Santos, José Cruz Castellanos, Fernando Valenzuela, Manuel Rodríguez, Ángel Solís, Melvín Izquierdo, Alcides Mena y Miguel Vera, entre otros.
Y aun cuando el dirigente interino del PRI tabasqueño, Francisco Herrera León, y el delegado del CEN del partido, Rafael Oceguera Ramos, intentan minimizar las renuncias, la prensa local ha señalado que el descontento se originó sobre todo por el poder que ha adquirido el auténtico operador de la campaña del mexiquense en Tabasco: Benito Neme Sastre.
Socio y amigo de Peña Nieto, Neme Sastre es hijo del exgobernador Salvador Neme Castillo y el principal impulsor de la carrera de Jesús Alí, cuya gestión como alcalde en Villahermosa fue tan dispendiosa como la gubernatura de Peña Nieto en materia de publicidad. De 2010 a 2011, por ejemplo, el cabildo le autorizó 20 millones de pesos, con lo que invirtió en ese rubro 250 millones de pesos, más de 10% del presupuesto anual destinado al ayuntamiento de Centro.
Descontento en Oaxaca y Morelos
Oaxaca es otra de las entidades donde las fracturas priistas fueron evidentes. Durante su visita, Peña Nieto marginó de todos sus actos públicos al exgobernador Ulises Ruiz; José Murat, quien participa en el equipo presidencial de campaña como operador en determinadas entidades, optó por cumplir un papel discreto en el único evento que organizó para el aspirante presidencial del PRI: su visita a San Pablo Guelatao, la cuna de Benito Juárez.
Peña Nieto advirtió a los dirigentes estatales, candidatos a diputados federales y alcaldes priistas que “nuestras diferencias, por legítimas que sean, no pueden distraernos (de la labor fundamental de la campaña), que es vencer en los comicios presidenciales de 2012”.
E insistió: “Vamos a ganar la presidencia, pero también queremos y seremos mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado; que nadie tenga excusa ni pretexto para estar al margen”.
No obstante el exhorto, los golpes bajos continuaron. Durante el mitin central, realizado en la Alameda de León el 11 de abril, una treintena de jóvenes del grupo Voces Oaxaqueñas Construyendo Autonomía y Libertad (VOCAL) concentrados en la contraesquina de la catedral de Oaxaca comenzaron a gritarle: “¡Fuera, fuera!”, mientras el candidato se subía a las bocinas para saludar a los poco más de 10 mil asistentes a la concentración. Y aunque el mexiquense ignoró las protestas, los medios locales consignaron al otro día la protesta.
En esa gira, Peña Nieto se comprometió a “consolidar la red hospitalaria de Oaxaca” para brindar mejores servicios de salud, uno de los rubros más sensibles en la entidad, sobre todo por los escándalos de corrupción en los que estuvo implicado Ulises Ruiz durante su administración, que aún hoy es investigada por Gabino Cué.
Al exmandatario se le abrió un expediente por dejar inconclusas 102 obras de hospitales y por un presunto desvío de recursos en obras públicas y servicios de salud que rebasan los 4 mil millones de pesos.
Las inconformidades y fracturas al interior del priismo de Morelos también afectan la campaña de Peña Nieto, lo que prendió los focos rojos en el CEN priista.
Las disputas entre los simpatizantes del candidato a la gubernatura Amado Orihuela Torres y Manuel Martínez Garrigós, quien perdió la contienda interna y hoy está al frente de la lista de diputados plurinominales, hizo que Peña Nieto cancelara su primera visita a la Plaza de Armas de Cuernavaca el 10 de abril, fecha del aniversario luctuoso de Emiliano Zapata.
“El aplazamiento no se debe a conflictos internos, que existen en cualquier partido vivo”, justificó Jorge Meade Ocaranza, coordinador de la campaña presidencial en el estado.
Peña Nieto visitó Morelos dos semanas. Se dirigió al Centro de Convenciones de Xochitepec, donde en medio de estrictas medidas de seguridad y en un evento cerrado tomó protesta a Orihuela. No obstante, alrededor de 200 simpatizantes de César Cruz Ortiz, aspirante derrotado a la alcaldía de Temixco, protestaron contra Martínez Garrigós durante el acto, azuzados por el propio Orihuela.
Dos semanas antes, en el mismo sitio, fueron detenidos 15 jóvenes que protestaban por “las imposiciones” del PRI en las candidaturas. Llevaban 20 granadas.
Estructura paralela
El 11 de enero Enrique Peña Nieto anunció la conformación de su equipo de campaña. A Luis Videgaray se le designó encargado de vinculación con sectores empresariales, de evaluación, coordinadores de circunscripción y de comunicación social.
En ese grupo formal incluyó a políticos cercanos a Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes y al defenestrado Humberto Moreira. Sin embargo, la verdadera conducción de la campaña es la “estructura paralela” que trae el candidato del PRI.
Su gente de confianza es la que dispone la forma en que debe distribuirse el dinero, quién recolecta apoyos entre gobernadores, qué lineamientos de defensa se esgrimen ante el IFE y quién evalúa verdaderamente la campaña.
Militantes del PRI consultados por los reporteros a condición de que se omitan sus nombres dicen que los verdaderos asesores de Peña Nieto son el exgobernador Alfredo del Mazo, quien además es su tío, y Juan Antonio González Fernández, exdirigente priista y secretario del Trabajo durante el sexenio de Ernesto Zedillo.
“A ellos es a los que escucha”, dice uno de los priistas. Y añade: “Fueron ellos quienes dijeron en una reunión que había sido un error convocar a una mesa en Tlalnepantla para enfrentar la campaña negra del PAN sobre los compromisos de Peña Nieto. (Del Mazo y González Fernández) dijeron que fue un riesgo innecesario mandar tanto al equipo formal como al informal”.
Y en el equipo compacto participan “tres luises”: Luis Videgaray, coordinador general de la campaña; Luis Miranda Nava, encargado de la recolección de fondos y de la elaboración de las listas de los candidatos al Congreso, y Luis Vega Aguilar, quien aparece formalmente como secretario de administración del CEN del PRI pero en realidad se encarga de la distribución de los recursos. También está Estefan Chidiac, el tesorero formal del PRI, quien sólo se dedica a cuadrar los gastos ante el IFE.
En la parte política operan el dirigente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, y Miguel Ángel Osorio Chong, quien ocupa la Secretaría de Organización. Los conflictos entre el exgobernador de Hidalgo y Videgaray se han agudizado por las ambiciones adelantadas de ambos.
Benito Neme es el que ordena cómo, cuándo y de qué manera debe defender al partido y a su candidato ante el IFE en materia electoral. Felipe Solís Acero, experto en temas electorales y allegado del senador Manlio Fabio Beltrones, opera “lo que Neme ordena”; lo mismo hace Sebastián Lerdo de Tejada, representante oficial del PRI ante el IFE.
Para la evaluación y seguimiento de la campaña, Peña Nieto nombró a la diputada María Esther Sherman, quien no realiza las tareas propias de este cargo, aun cuando tiene asignado un equipo. En los hechos, el verdadero evaluador es Alejandro Nieto Enríquez, un experimentado político del Estado de México que fue compañero de Arturo Montiel, José Antonio González Fernández y Manuel Cavazos Lerma en la LV Legislatura federal. Además, Nieto, el hombre de mayor confianza de Videgaray, ocupa formalmente el cargo de secretario técnico de la coordinación general de campaña.
Otro ejemplo de estructura paralela es Jorge Carlos Ramírez Marín, gente de Beatriz Paredes que oficialmente es vicecoordinador general de la campaña y se encarga del área de comunicación social. Sin embargo, quien pone en marcha toda la estrategia es el joven Aurelio Nuño, egresado de la Universidad Iberoamericana.
Una de las posiciones importantes en ese equipo es la que ocupa el diputado por Nuevo León Ildefonso Guajardo, encargado de vinculación empresarial, aunque es el mexiquense Enrique Jacob Rocha, quien fungió como secretario de Desarrollo Económico durante la administración de Peña Nieto, el que realiza esa labor.
Al interior del PRI se asegura que Osorio Chong tiene un gran apoyo de Peña Nieto. Quien fuera su secretaria de Finanzas en el gobierno de Hidalgo, Nubia Mayorga Delgado, por ejemplo, acompaña a Luis Miranda cuando éste viaja en busca del respaldo económico de los gobernadores del PRI; además, su esposa, Laura Vargas, le lleva parte de la agenda a la actriz Angélica Rivera y se maneja como su “secretaria particular”.
El dinero
Luis Vega Aguilar, secretario de administración del PRI, se encarga de controlar los recursos del partido. Priistas entrevistados sobre la forma en que Peña Nieto pretende “darle la vuelta” a los gastos de campaña en el IFE detallan que Vega Aguilar diseñó una estrategia consistente en que parte de los recursos programados para las campañas al Congreso se desvíen a la de Peña Nieto, aunque certificados “como si hubiesen sido para diputados y senadores”.
En lo que respecta al hecho de que a los candidatos a diputados federales sólo se les entregarán 600 mil pesos del millón 120 mil que les corresponden para sus campañas, uno de los priistas entrevistados explica: “si multiplicas los 520 mil pesos (restantes) por los 300 candidatos a diputados, tienes un remanente de 156 millones para la campaña del candidato presidencial. Por eso se ven tantos anuncios y dicen en la dirigencia que no se rebasarán los topes de campaña. Lo que no aclaran es que están redistribuyendo el mismo dinero restándole a los diputados casi 50% de lo que les corresponde”.
La fuente comenta que en el caso de los 128 aspirantes al Senado sucede lo mismo, pero indica que como el IFE fijó un tope a partir del número de votantes por entidad, ahí no se puede sacar una media del dinero que se desviará hacia la campaña de Peña Nieto.
Heliodoro Díaz Escárraga, coordinador de la campaña en Oaxaca, admite que no les llegan recursos suficientes y aclara que toda la propaganda, aun la pinta de bardas, debe ser autorizada por el equipo de Peña Nieto. Sostiene asimismo que el asunto del financiamiento se da entre el voto duro del PRI, “que está muy acostumbrado a recibir sus apoyitos”. Y añade: “Nosotros vamos dejando claro que ese no es el tema; el tema ahora es la participación”. (Con información de los corresponsales Regina Martínez, Pedro Matías y Armando Guzmán.)
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