14 jul 2013

Robles Garnica responde a Mario Rivera Ortíz.

Respuesta a Mario Rivera Ortíz, a su ponencia en la presentación de mi libro "La Guerrilla Olvidada".
Héctor Guillermo Robles Garnica
La segunda edición editada por La Otra Cuba, fue la más criticada, se imprimieron 9,000 ejemplares, de los cuales se terminaron de vender hace años, se encuentra agotada en las librerías.


Mi testimonio tiene como fuente de información a los autores materiales de la ejecución de Carlos Ramírez (
Ládewig), no son elucubraciones ni supuestos basados en generalidades, sin señalar los nombres de los otros responsables miembros de la FEG, como afirma Mario (Rivera Ortiz).
(Y para qué perder el tiempo en analizar las actividades de unos grupitos de ignorantes pequeñoburgueses; por lo tanto, si se van a estudiar es por algo, o en la conciencia de Mario se esconde una contradicción) Porque termina diciendo que mi libro es un material valioso...
El autor.    
Observaciones de Lourdes Uranga.
Mario descalifica a Guillermo diciéndole que es un escritor no profesional de extracción estudiantil cuando ya no es estudiante. No tiene carrera de escritor, pero quiere contar su verdad y lo hace con apego a fuentes y hechos.
Aunque Mario, habla de que la infalibilidad solo le pertenece al Papa él habla pontificando como si su palabra fuera de profeta, no conoce la situación real de las relaciones mexicano cubanas ni con el resto de Latinoamérica. Más allá del apoyo que en algún momento se dio a los compañeros de dominicana, no sabemos de otro que haya sido definitivo para un triunfo revolucionario: Con Chile y con Venezuela el apoyo y la relación ha sido con los gobiernos surgidos de un proceso en cada uno de estos países como puede ser el ejemplo de otros.  No entendemos porque enfrenta la verdad histórica con la verdad de clase. No sabemos que quiera decir con esto y a final de cuentas no lo queremos saber. Pero para su conocimiento, la revolución cubana no fue marxista leninista sino hasta que así se decidió en una reunión con Carlos Rafael Rodríguez. Los guerrilleros mexicanos efectivamente no éramos proletarios puros..
Comentario a La Guerrilla Olvidada.
El Juglar 14 de Junio de 2013, México DF.
Desde que apareció la primera edición de La Guerrilla Olvidada y empezó a leerse causó un estremecimieno filisteo en amplios sectores de la izquierda progresista mexicana. Su contenido crítico hacia ciertos sectores políticos nacionales  y extranjeros, antes vírgenes a la crítica de izquierda militante, se consideró excesivo e inmediatamente después de su presentación hubo una respuesta desproporcionada que se manifestó en descalificaciones directas e indirectas, el silencio y el boicot.
Robles Garnica forma parte de un grupo de escritores, no profesionales, de extracción estudiantil que decidió tomar la pluma y hablar por si mismo sobre las razones de su causa y la historia de sus luchas para enfrentar los silencios y los dichos de quienes gustan defender no la verdad histórica, sino la “verdad” de clase.
La aparición de esta generación de actores-escritores a fines del siglo XX en México, no es un hecho totalmente nuevo, porque siempre ha habido narradores entre los actores políticos de todos los procesos sociales, pero sí configura un vigoroso fenómeno cultural de suma importancia que nos hace recordar la aparición del sastre Wilhelm Weitling, a quien Marx definió como el primer escritor socialista de extracción proletaria, durante la primera mitad del siglo XIX en Alemania.
La primera edición del testimonio autobiográfico de Robles Garnica, realizada en el año de 1996, fue sólo de 250 ejemplares de 144 páginas cada uno, mientras que la tercera edición que ahora estamos presentando es de 1000 ejemplares y consta de siete partes, subdivididas cada una en varios capítulos, con un total de 335 páginas.
En cuanto a la forma literaria del testimonio, comparando las dos ediciones, se aprecia en la última una sensible mejoría en la técnica y el estilo narativo del autor aunque hay que aceptar que el ingeniero Robles Garnica no ha logado aún la perfección de los grandes narradores, no obstante su prosa es bienvenida ahora porque mueve la inteligencia de las masas no a masticar el maloliente esnobismo y las tribialidades rutinarias de la literatura mercantil, sino a la meditación sobre problemas políticos muy serios y por supuesto, a blindar la memoria de las clases sociales oprimidas en lucha.
Más allá de los aspectos de forma, en la tercera edición encontamos importantes ampliaciones en relación con los tres temas principales que viene desplegando el autor desde la primera edición: la denuncia del genocidio impune del 68 y el 71,  la historia de la resistencia estudiantil contra tal política y la crítica abierta y directa a varios gobiernos de los Estados socialistas por algunas de sus acciones y omisiones frente al movimiento armado mexicano de esa época.   
En esta oportunidad no voy a insistir sobre los dos primeros temas, aunque ciertamente hay algunas afirmaciones de Robles Garnica que requieren aclaraciones, como es el punto que  se refier al asesinato de Carlos Ramíerez Ládewig en Guadalajara, que el escritor endosa a las FRAP y que fue consumado en realidad por sicarios del gobierno federal según se ha comprobado fehacientemente.
Ahora solo dispongo de tiempo limitado que apenas me permiuten decir algo en relación a la crítica a los Estados socialistas –Cuba, Unión Soviética, Hungría, Albania y Alemania.
Este asunto se expone a lo largo de la quinta parte de la tercera edición bajo el subtítulo “Exiliados” y corresponde al capítulo 2 de la primera (segunda) edición, llamado “Presos en la isla de la libertad”.
En la parte mencionada se narran hechos diversos, derivados de la negativa del Estado cubano a la solicitud que hicieran algunos grupos guerrilleros mexicanos al comandante Manuel Piñeiro para recibir entrenamiento militar directo en Cuba. Entremos en materia:
Cuando el gobierno de Fidel acogió en su territorio a varios grupos guerrilleros mexicanos por razones de “humanidad y solidaridad”, les brindó atenciones de cuya calidez hace mención el propio autor. No obstante, a diferencia de otros grupos armados, los mexicanos nunca fueron reconocidos como fuerzas beligerantes y les impuso limitaciones y prohibiciones excepcionales. Sobre este particular Robles Garnica se queja no solo de la negativa del comandante Piñeiro, sino también de arraigamientos temporales en casas de seguridad, interferencia de  correspondencia, negación del acceso a diversos sitios y actos públicos y espionaje político de los servicios de seguridad cubanos. Incluso, en algunos párrafos de su texto el autor habla de guetos en el Hotel Regis.
Independientemente de conocer las explicaciones cubanas sobre los hechos mencionados, además de las que ya expuso personalmente, en su momento, el comandante Piñeiro a los invitados mexicanos, nuestro propósito en este punto es ir al fondo del asunto y tratar de comprender las causas y razones de la política cubana en este punto, teniendo en cuenta todos los factores involucrados.
Porque las diferencias de que habla Robles Garnica entre las autoridades cubanas y los guerrilleros mexicanos no constituye caso único ni primero en la historia de América Latina y el mundo. Son conocidas las discrepancias que ha habido entre la Guerrilla del Che Guevara y el Partido Comunista de Bolivia, ente las FARC-EP y el gobierno cubano, etc. Debe haber, pues, explicaciones políticas generales y otras relativas a situaciones particulares.   
A nuestro juicio tales diferencias se explican fundamentalmente, de un lado, porque no hay que olvidar que durante la etapa de transición del capitalismo a la sociedad comunista se vive un largo proceso de lucha de clases que no termina sino hasta la misma desaparición de todas ellas. Por lo consiguiente, los “errores” nacionalistas, geopolíticos y oportunistas de parte de los Estados socialistas pueden ser inducidos por los elementos no proletarios actuantes dentro de sus instituciones e, inclusive, pueden ser consumados por los elementos más lúcidos y consecuentes de la jefatura revolucionaria, pues la infalibilidad sólo es propiedad privada y exclusiva del Papa. Ejemplos de ello existen muchos en la historia del socialismo. Son en el fondo consustanciales a la naturaleza pluriclasista del proceso revolucionario, aun bajo la dictadura del proletariado.
De otra la parte, se explican también, por la composición pluriclasista de los agrupamientos guerrilleros mexicanos y porque su movimiento nunca llegó a ser realmente un proceso nacional, ya que siempre se desplegó dentro de marcos locales o regionales. El hecho que algunos guerrilleros se hayan definido a sí mismos como marxista-leninistas y que algunos grupos armados proclamaran en sus programas el socialismo como meta final de sus luchas, tampoco lograba disipar dudas sobre su verdadera identidad política, sus objetivos finales y su orientación teórica. Fundamentaban esas dudas, por ejemplo, el erróneo secuestro de don José Guadalupe Zuno Hernández y algunas proclamas que no rebasaban los marcos de la Revolución Mexicana de 1910 y el moralismo liberal.
Por añadidura, la historia de ese entonces transcurría en un momento que la mayoría de la clase obrera mexicana yacía en el lecho de las corporaciones oficiales y el partido obrero marxista-leninista,  que así se llamaba, cada vez más se definía, en la práctica, como un simple agrupamiento reformista-democrático, bajo la presión de una intelligentsia renovadora antimarxista.
En este escenario, el movimiento armado mexicano aunque moralmente justificado y digno de simpatía por parte de los comunistas, planteaba, sin embargo, al rebasar los marcos de la contra-violencia, serias incógnitas en torno a su justificación política. En este contexto caben las siguientes preguntas: ¿Los comunistas cubanos tenía o no la obligación de preparar militarmente, de manera directa, a un movimiento armado que no era proletario ni en su forma ni en su contenido? ¿Tenían o no la obligación de salvaguardar los intereses generales del movimiento socialista? ¿No era también su obligación salvaguardar el futuro de su movimiento socialista y la soberanía de su país ya clasificado como terrosita por los poderosos Estados imperialistas?
Indudablemente frente a un movimiento radical, focalizado y mayoritariamente pequeñoburgués como lo era el movimiento guerrillero mexicano, los comunistas de cualquier parte del mundo no estaban obligados a sumarse a él y brindarle su apoyo incondicional. En tales condiciones un partido o un militante comunista en lo individual pueden abstenerse razonablemente de toda participación. Por lo demás, en los setenta el foquismo una variante del blanquismo, ya estaba muy desacreditado en América Latina. Pero el movimiento guerrillero fue derrotado no sólo por sus errores o por la bestialidad de las fuerzas represivas y, mucho menos por la falta de un “líder genial” como señalan algunos cuentistas, sino porque las condiciones económico-sociales -que son las que finalmente generan el movimiento y a sus dirigentes- no habían madurado y por lo tanto, la hora de la insurrección general aún    no había sonado.  
Algunos compañeros se preguntan: y ¿entonces porqué el gobierno de la República Democrática Popular de Corea del Norte preparó militarmente a esos mismos  guerrilleros mexicanos? En este punto la situación de Cuba y Corea no eran iguales: el gobierno revolucionario de Cuba mantenía buenas relaciones diplomáticas con el gobierno mexicano y sus principales dirigentes sabían mucho sobre México, (lo que ignoraron los cubanos es el acuerdo que tuvieron los gobiernos de México y USA, para mantener esas bunas relaciones Diplomáticas con Cuba, para usar la Embajada de México en La Habana, como una fuente de espionaje fiable, como fue comprobado en su momento; que no porque esas “buenas relaciones” fueran reales) en cambio el gobierno coreano respondía a la hostilidad demostrada por el Estado mexicano que recién se había involucrado, a través de la ONU, en una guerra criminal contra su pueblo en los primeros cincuenta.
Por todo ello nosotros no aceptamos el criterio de la izquierda oportunista mexicana que trata de explicar las mencionadas contradicciones en dos vertientes: por un lado descalificando a los gobiernos socialistas, tildándolos de “autoritarios”, “dictatoriales”, “estalinistas”, etc., y por el otro soslayando la crítica justa a los errores reales de esos  gobiernos, con la fórmula mágica e incognoscible de la “razón de Estado”.
Por lo tanto yo pienso que es necesario continuar el análisis concreto de la experiencia guerrillera mexicana y las reacciones que provocó en su entrono, a fin de acercarnos a conclusiones útiles al movimiento obrero mundial. Aprovecho pues la oportunidad para proponer a todas las fuerzas interesadas organizar un foro internacional para que se analice y se discuta lo relativo a tal experiencia, aprovechando materiales tan valiosos como La Guerrilla Olvidada.
 ¡Felicidad y salud para el compañero Guillermo Robles Garnica!
 Mario Héctor Rivera Ortiz
**
Comunidad Politécnica.
Leí su interesante mensaje mensaje, está bien documentado, les agradecería una explicación sobre dos omisiones importantes sobre las represiones que ha sufrido la comunidad estudiantil:
Primero el intento de clausurar el Comedor del Internado, provocando el enfrentamiento entre los mismos estudiantes, por un grupo manipulado por el sacerdote Lambert; quien fungía como entrenador de un equipo de Fútbol Americano, de las provocaciones pasaron a las amenazas y finalmente la expulsión del Comité de Huelga, encabezado por Roberto Robles Garnica (Se adjunta la fotografía del grupo) La huelga logró el cumplimiento del Pliego Petitorio, entre ellos la construcción del Internado con todas las comodidades, cabe señalar que esa huelga ha sido una de las pocas que han triunfado en el País a través de décadas. Por esto es importante señalarlo.
Segundo el desmantelamiento total del Internado, el cual se hizo sin mediar ningún diálogo entre la Dirección y las sociedades de alumnos. Con el agravante de ejecutarlo expulsando a los internos por el Ejército, policías en presencia del Director, Ing. Alejo Peralta. 
Los estudiantes fueron tratados como vulgares delincuentes, los arrojaron a la calle, sin poder recoger sus escasas pertenencias. Lo grave de este acontecimiento es que marcó un punto de inflexión en la conducta de Las Fuerzas Armadas, realizar actividades propias de la policía.
Estos asuntos no deben pasar desapercibidos por la Comunidad Politécnica. Están debidamente documentados en mi libro: "La Guerrilla Olvidada" III Edición, de venta en el Centro Cultural El Juglar.
Reciban todas y todos un cordial saludo.
Ing. Héctor Guillermo Robles Garnica.
Elche (Alicante).
03203 España.
@#

Comentario a los comentarios

                                                                                   Mario Héctor Rivera Ortiz
                                                                                  México DF, a 14 de julio de 2013
Con gran placer leo los comentarios del compañero Héctor Guillermo Robles Garnica y de la compañera Lourdes Uranga,  ya que justifican la propuesta que hice al final de mi comentario en El Juglar el día 14 de junio de 2013, acerca de la organización de un foro amplio de científicos sociales y actores para analizar y discutir las experiencias guerrilleras mexicanas de los años 70-80 del siglo pasado. Las opiniones de los compañeros así lo corroboran. 
Ocupémonos de las opiniones de HGRG, primero de la más importante, en relación con el asesinato de Carlos Ramírez Ladewig.
No, mi estimado Guillermo, no creo que se trate de elucubraciones ni supuestos basados en generalidades lo que yo he expresado en torno a este punto, en todo caso se trata de que una información diferente y nada más. 
Tu sostienes que la ejecución de Carlos Ramírez fue obra de las las FRAP, mientras que según la información de que dispongo se trató de un crimen perpetrado en realidad por sicarios del gobierno federal. Aclarar este punto es importante para ti y para mí. Mira, yo publiqué un libro que tu conoces El estudiantado, una nueva clase social  en cuya Tercera Parte encontrarás varios capítulos –con hartos nombres y apodos- que informan sobre dicho crimen y su entorno social: “Un par de atentados”, “La cooptación del hampa”, “Carlos Morales, El Pelacuas”, etc. No obstante  estoy lejos de pretender que mi información sea la única que deba tenerse en cuenta, pero creo que he aportado documentos y datos dignos de consideración, como por ejemplo las revelaciones del subdirector de la DFS, Miguel Nazar Haro, según las cuales David López Valenzuela (bajo tortura) había señalado a las FRAP como responsables de ese crimen[1]  y el mismo Nazar, unos meses después, ratificaba esa acusación, informando a la prensa que Ramón Campaña López y María Trinidad Cuevas, miembros de las FRAP habían “confesado” que su grupo era el autor del atentado. 
Hasta aquí parece que los datos mencionados corroboran tus afirmaciones, lo admito, pero resulta que 28 años después el mismo Ramón Campaña Lopez, supuesto responsable “confeso”, excarcelado en 1982 y radicado en Guerrero en el año de 2003, hizo una declaración pública en la que deslindaba a las FRAP de toda responsabilidad en relación con la muerte de Carlos Ramírez Ladewig y categóricamennte acusaba a la policía política que operaba en la Universidad de Guadalajara como autora del asesinato.[2] 
Mucho antes conocíamos las investigaciones policíacas privadas que patrocinó la Familia Ramírez Ladewig y que dieron como resultado la inculpación directa y clara de agentes especiales de la XV Zona Militar dirigidos por el general Federico Anaya Rodríguez y nada sobre las FRAP ni sobre los “Zuno”, que también sobre la familia de don José Guadalupe Zuno Hernández cayó la intriga policíaca. Recuerda que tal investigación trajo como consecuencia la desdoctoración del Luis Echeverría Álvarez por votación unánime del Consejo General Universitario de la U de G el ocho de septiembre de 1979. De todo este affaire se informa ampliamente cuando menos en dos libros, uno el de Álvaro Ramírez Ladewig, hermano del difunto Carlos,[3] y el otro de mi autoría, ya citado.
Entonces mi estimado ingeniero, ¿es o no razonable solicitar un esclarecimiento de un asunto como  la muerte de Carlos, en torno al cual existen contradicciones claras y explícitas? No creo que haya ningún dolo en esa solicitud, es totalmente lógica o ¿nos quedamos con las afirmaciones de cualquiera de los dos partes e incluso con la insana sospecha de que las FRAP podrían haber sido infiltradas por la DFS y sus miembros y actuar con esa cobertura? Por mi parte estoy abierto a recibir  y aceptar las pruebas de tus afirmaciones publicadas.
Y en relación con el segundo párrafo hay que decir que está redactado con frases incompletas e inconexas, probablemente por la prisa, pero hay algunas palabras de las cuales me deslindo definitivamente, como aquello de “los grupitos de ignorantes pequeñoburgueses”, yo nunca he encasillado allí a ningún grupo guerrillero. Otra cosa es que insinúe su composición plural y clasista y sus naturales contradicciones internas, teóricas y prácticas. Y en relación con la supuesta “contradicción escondida” de Mario, ¡por favor!, trata de explicarla Guillermo aunque le hagas un poco a la sicología! He hablado claramente muchas veces de mi respeto y admiración hacia el movimiento guerrillero, pero ello no implica  su sacralización. 
Pasando a otra cosa, hay un párrafo en mi texto que viene subrayado en amarillo por ti que evidentemente es un comentario tuyo y que versa sobre las “buenas relaciones diplomáticas” entre los gobiernos de Cuba y México, con el cual estoy en desacuerdo salvo con la palabra “diplomáticas”, palabra en la que quizá no reflexionaste lo suficiente y que en otra ocasión podemos discutir. Es preferible colocar estas notas amarillas al margen, señalando explícitamente que son de la responsabilidad del comentarista, para que al pasar el tiempo no se confundan los historiadores. 
Y por lo que toca a las opiniones de la compañera Lourdes Uranga, quien en uno de los párrafos de mi texto encuentra  dos objeciones, hay que aclarar lo siguiente:
Primero, he aquí mi frase: Robles Garnica forma parte de un grupo de escritores, no profesionales, de extracción estudiantil que decidió tomar la pluma y hablar por sí mismo sobre las razones de su causa y la historia de sus luchas para enfrentar los silencios y los dichos de quienes gustan defender no la verdad histórica, sino la “verdad” de clase.”
¡Nada más eso me faltaba! Pero si casi todos los escritores de México no somos profesionales de la literatura, salvo un puñado de consagrados, sencillamente porque escribir no fue el quehacer más importante de nuestras vidas. Guillermo, Mario y  X ó Z escriben por una necesidad política a fin de tratar de contrarrestar las mentiras, el  silencio y el boicot de los enemigos  de clase, mucho menos por la paga o por la fama. ¿No es cierto Memo?... Y tampoco es exacto que en mi intervención del día escrito yo haya enfrentado en mi escrito la verdad histórica con la verdad de clase ¡No faltaba más!  En el texto transcrito confronto la verdad histórica con la “verdad” (ojo con las comillas) de la clase burguesa según puede colegirse fácilmente del contexto, o sea la “verdad” de la que escriben los historiadores burgueses y no los historiadores proletarios. ¡Claro, lo comprendo! Probablemente el malentendido deriva de que el lenguaje que utilizo está en desuso en ciertos círculos democráticos y academias de “las izquierdas”, por ello es incompresible para algunas personas. Lo explico, aunque la compañera Uranga dice que no lo quiere saber.
Luego, no podía faltar la gustada cuchufleta esa,[4] propia de los afiliados literarios del partido: “Mario habla pontificando como si su palabra fuera de profeta”, estribillo que suele servir de relleno en los huecos retóricos de los demagogos progress y que es mejor no comentar ahora por irrelevante.   
De ahí, la comentarista pasa a reprobarme, sin examen previo, en la materia de relaciones exteriores, capítulos México-Cuba y del resto del mundo. ¡Vaya, vaya, siquiera!...  
Pero en el párrafo siguiente la redacción se torna ambigua y nebulosa al desaparecer el sujeto de la oración, no oobstante suponemos que está refiriéndose a la Revolución Cubana a la que acusa entre líneas de no haber brindado apoyo “definitivo para un triunfo revolucionario” a ningún país, excepto, dice, el “apoyo que en algún momento se dio a los compañeros de (la) Dominicana”. Duele constatar que nadie haya informado a la compañera Uranga de la batalla de Cuito Canaval (Angola) a fines de 1987 y otras cosas públicas sobre este tenor. ¿Qué hubieron errores y cosas no suficientemente explicadas o incomprendidas? Es muy posible, pero eso no cambia el cuadro general. Por lo demás, ¿acaso se requiere el “triunfo definitivo” de una revolución para calificar o descalificar las acciones solidarias internacionalistas de un partido obrero cualquiera que éste sea? ¿Acaso es tarea de los cubanos obtener el “triunfo definitivo” de la revolución en otros países? ¡Claro que no! Cuba ha hecho más de lo que puede en el cumplimiento de sus deberes internacionalistas, por ello es ejemplo de solidaridad proletaria.  
Y también difiero de la compañera Lourdes Uranga en lo que parece sugerir sobre la supuesta conversión marxista-leninista de la Revolución Cubana, la que según ella ocurrió “hasta que así se decidió después de una reunión con Carlos Rafael Rodríguez”. 
Yo no pongo en duda la importancia de la participación de los comunistas cubanos en el desarrollo de la revolución y el papel destacado que desempeñó en ello el respetado camarada Carlos Rafael Rodríguez, pero no me gusta la historiografía de los anécdotas. La Revolución Cubana se orientó por el socialismo hasta que los más distinguidos jefes revolucionarios, encabezados por Fidel Castro, estudiaron y compredieron el marxismo-leninismo; hasta que ocurrió la derrota del ala más peligrosa de la contrarrevolución interna, con la destitución del gobierno liberal pequeñoburgués de Manuel Urrutia, José Miró Cardona y  Pedro Luis Díaz Lanz mediante una poderosa huelga general ocurrida en julio de 1959; hasta que la coalición reaccionaria de gobiernos capitalistas encabezada por los EEUU fue destripada en Playa Girón, en abril de 1961 y, finalmente, hasta que se fundaron las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI, diciembre de 1961), el Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS, 1962) y el Partido Comunista Cubano (PCC, 1965). La Revolución socialista cubana lo fue desde que socializó el poder político por medio de las armas, la tierra, la habitación, la salud, la educación y en general todos los medios de producción fundamentales.   
Y aquí concluyo este texto invitando a todos mis críticos a poner su atención en el libro de Héctor Guillermo Robles Garnica y centrar en él sus observaciones para, cuando menos, respetar la regla de la vieja academia de no hacer comentario de los comentarios.  



[1] Miguel Nazar Haro, Informe del subdirectir de la DFS, seis de enero de 1976.
[2] Mural, periódico de Acapulco, Guerrero, 12.09.2003.
[3] Álvaro Ramírez Ladewig. La Historia de una Traición. Apocalíptica S.A. Guadalajara Jalisco.
[4] Cuchufleta, voz popular en Jalisco y otras regiones de México para burlarse o cotorrear al prójimo.

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