México
y la UE: hacia una cooperación estratégica en el control de las drogas ilícitas
y el crimen organizado/ Erika Rodríguez Pinzón, coordinadora del Panel de América Latina OPEX en la Fundacion Alternativas
Real
Instituto Elcano | 28 de julio de 2014;
Tema:
¿Qué papel ocupa en la relación estratégica entre México y la UE la seguridad,
la lucha contra el crimen organizado o la violencia?
¿Afecta la situación de la
seguridad en México sus relaciones con la UE?
¿Cómo debe reflejarse el tema de
las drogas ilícitas y del narcotráfico en la relación estratégica entre México
y la UE?
Resumen:
México es un país paradójico: marcha por una buena senda de desarrollo
económico y social a la vez que se enfrenta a una compleja amenaza creada por
el enraizamiento del crimen organizado en su territorio. Esta situación hace
que su relación con otras regiones y países sea compleja; de hecho, a la par
que crece la inversión mexicana en Europa y el intercambio comercial bilateral,
21 de los 28 miembros de la UE alertan a sus ciudadanos sobre los riegos de
viajar a este país.
En
el caso de la UE, México es considerado un socio estratégico y para consolidar
esta distinción se ha desarrollado un acuerdo de Asociación y Plan de Acción
Bilateral. Sin embargo, el acuerdo abarca todas las facetas de la relación
bilateral, haciendo difícil determinar los aspectos que la hacen estratégica o
por lo menos los que la diferencian de otros tipos de relaciones. A pesar de
ello, la Asociación Estratégica es un buen marco para la cooperación en materia
de drogas ilícitas y lucha contra el crimen organizado.
Este
Análisis se centra en las principales líneas, tanto de la política
euro-latinoamericana, como de la euro-mexicana en los temas de seguridad y
drogas ilícitas. Su objetivo es buscar los elementos más favorables para
fortalecer la relación y profundizar el impacto positivo que ésta pueda tener
para ayudar a cumplir con la corresponsabilidad europea en materia de drogas y
aportar en la construcción de oportunidades para mejorar la compleja situación
mexicana.
Análisis
Narcotráfico
y crimen organizado en México
El
análisis de la relación entre México y la UE en temas de cooperación y lucha
contra el narcotráfico, debe iniciarse preguntándose por qué el narcotráfico y
el crimen organizado que lo controla se han arraigado tan fuertemente en este
país.
El
poder del narco parece elevarse de forma inusitada en México, contraviniendo la
idea de que son los países más débiles, pobres o inestables los que fomentan
este tipo de actividades. Tal como lo haría cualquier empresa legal, el crimen
organizado se ha aprovechado de las ventajas comparativas que le ofrece México.
La
primera ventaja es evidentemente la cercanía a EEUU. La enorme frontera entre
los dos países sigue siendo, a pesar de los controles, la vía por excelencia
del tráfico de migrantes y de drogas hacia el norte, mientras que las armas
fluyen hacia el sur. Los cárteles también aprovechan la cercanía de países
menos desarrollados en Centroamérica y el Caribe para establecer rutas y
centros de almacenamiento.
Por
otro lado, los cárteles no sólo trafican la cocaína producida en los Andes.
México es además el primer productor de marihuana para EEUU. Los cultivos de
adormidera mexicanos para la fabricación de opiáceos han desterrado a los
colombianos y se han sumado a la elaboración de metanfetaminas, las drogas
sintéticas más consumidas en EEUU.
Otro
factor es la oportunidad social para lo ilícito. El narco altera profundamente
las relaciones sociales allí donde opera, como un regulador de las mismas. En
el caso de México, según una investigación de 2008, es el quinto mayor
empleador del país. La capacidad del narco para permear las sociedades y
conseguir operar de forma “normalizada” en ellas denota su capacidad para
aprovechar vacíos del modelo económico y social tales como el desempleo o los
incentivos aspiracionales (cuando el consumo se convierte en una forma de
ascenso social). Evidentemente, la oportunidad social se alimenta de corrupción
e impunidad, un coctel que permite crear espacios favorables a la actividad
ilícita, además de facilitadores institucionales.
Sin
embargo, no puede ni debe considerarse a México como un Estado fallido. Esta
categorización tiende a reducir el problema a la incapacidad gubernamental de
controlar el territorio en ciertas zonas y no comprende la complejidad de las
relaciones económicas y sociales sobre las que se construye el crimen
organizado. México es una democracia legítima en la que existe un sistema
institucional complejo y completo, ineficiente e injusto en muchos sentidos,
pero no por ello inexistente.
En
la lucha por consolidar sus estructuras territoriales, los cárteles mexicanos
se han fragmentado (pasando de seis en 2006 a 12 en 2010). Al contrario de lo
ocurrido en Colombia, esta fragmentación no responde esencialmente al
debilitamiento de las estructuras mafiosas, sino a la emergencia de un nuevo
modelo de red criminal: un sistema de filiales que lo hace más eficiente y que
en el caso del cártel de Sinaloa le ha permitido imponerse a otros rivales.
La
violencia asociada al crimen organizado en México se origina en un conjunto de
causas. En primer lugar, un efecto colateral de la “guerra contra las drogas”
en Colombia respaldada por EEUU, a través del Plan Colombia. El éxito parcial
de este programa hizo que las principales redes de tráfico de drogas mexicanas
aprovecharan el vacío dejado por los atomizados carteles colombianos. Bruce
Bagley ha denominado esta reacción como “efecto cucaracha”: en lugar de
terminar con el problema, éste se traslada y difumina hacia otras zonas en las
que encuentra condiciones propicias.
El
fortalecimiento de la represión militar del narcotráfico también alteró el
equilibrio entre las estructuras criminales y sirvió de desencadenante de la
guerra entre éstas. A la vez, iniciaba el enfrentamiento abierto con las
fuerzas de seguridad. Según el PNUD, antes de romperse este equilibrio, en la
ciudad de Monterrey se contabilizaba un promedio de siete ejecuciones
mensuales. Pues bien, tras la ruptura el número ascendió a un promedio de 77,
llegando a alcanzar las 180 en 2012.
A
través de la violencia y la intimidación controlan territorios, imponen
tributos y amplían mercados. La violencia no se limita a los miembros de
cárteles rivales, pues también se ejerce en contra de aquellos que dificultan
su actividad –policías, jueces, periodistas o la sociedad civil organizada–.
Política
antinarcóticos de la UE y la cooperación
internacional
México
no es un proveedor directo de drogas hacia el viejo continente. Según sugieren
los datos proporcionados por la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga
y el Crimen (UNODC), los cárteles mexicanos se concentran en el tráfico hacia
EEUU. De hecho, la cocaína destinada a Europa proviene de Perú y se envía a
través de Venezuela, la República Dominicana y el Caribe y cada vez más a
través de África Occidental (el 30% según UNODC). Sin embargo, la evidencia
policial e investigaciones periodísticas como la de Roberto Saviano sugieren
fuertes nexos entre las mafias mexicanas y europeas.
A
pesar de no constituirse en una amenaza directa para Europa, en la actual
situación de violencia en México convergen tres problemáticas que pueden y
deben trabajarse de forma conjunta con la UE. En primer lugar, al igual que
muchos países de América Latina, México es cada vez más un país consumidor, y
como tal necesita desarrollar sistemas de atención a la drogodependencia, al
consumo problemático y sistemas de reducción del daño. La experiencia europea
en esta materia es indispensable.
En
segundo lugar, como ya se señaló, México es uno de los mejores ejemplos de la
poca efectividad y los perversos efectos colaterales de la política de drogas.
Es preciso abrir un debate formal para discutir un cambio internacional.
Finalmente, México es víctima de las deficiencias internacionales en el control
del tráfico de armas, de personas y del lavado de activos cuyo combate requiere
una estrecha cooperación internacional.
En
lo que respecta a la UE, la política de drogas ilícitas se define a través de
la “Estrategia Europea en Materia de Lucha contra la Droga 2013-2020”, y el
Plan de Acción 2013-2017. Además de los esfuerzos por reducir el consumo de
drogas, entre los objetivos de la estrategia están: contribuir a la
desorganización del mercado de las drogas ilegales y a una reducción
cuantificable de su disponibilidad; fomentar la coordinación a nivel
internacional y comunitario; continuar reforzando el diálogo y la cooperación
internacional y multilateral; y contribuir a una comprensión de todos los
aspectos del fenómeno de la droga y del impacto de las intervenciones.
Como
tema transversal se contempla la cooperación internacional, destacándose su
interés por mejorar la coherencia de las políticas de lucha de la UE contra las
drogas, las respuestas frente a terceros países y el aumento del compromiso y
coordinación del discurso internacional.
Para
implementarla cuenta con la participación de diferentes instituciones
comunitarias, entre otras Europol y Eurojust. A su vez, la cooperación se
efectúa en tres niveles: las estrategias globales, en el contexto de la ONU y
otros foros multilaterales; las regionales, especialmente en los Andes; y las
bilaterales, a través de los acuerdos de cooperación o de asociación que ha
firmado la UE con algunos países y sus dos asociaciones estratégicas (Brasil y
México).
La
UE ha asumido su papel en materia de corresponsabilidad como una propuesta
regional para América Latina, ampliada en el caso de México como “socio
estratégico”. Las dos regiones coinciden en su interés por un tratamiento más
social del consumo de drogas y en su interés por reducir de forma paralela la
oferta y la demanda. También trabajan de forma conjunta en otros problemas
relacionados con el crimen organizado. En la Declaración de la Primera Cumbre
CELAC–UE, en 2013, se hizo un llamamiento para que en el seno de la ONU se
impulse un control más estricto sobre el comercio de armas. Asimismo, se acordó
fortalecer el mecanismo de coordinación sobre drogas entre la CELAC y la UE,
comprometiéndose a un diálogo y cooperación continuados con miras a establecer
metas medibles para reducir el impacto del problema mundial de drogas. Estas
propuestas se han ampliado en las reuniones de la Asamblea de Parlamentarios
Euro-Latinoamericanos EUROLAT, que en 2013 recomendó la apertura de un debate
sobre la posibilidad de estudiar la legalización del consumo de determinadas
drogas y sus consecuencias. Igualmente, se emitió una resolución pidiendo una
mejora en la coordinación de las políticas nacionales, se defendió un enfoque
preventivo y se insistió en que “las acciones represivas” se dirijan a las
organizaciones del crimen, no contra los drogodependientes. Finalmente, se
pidió revisar la clasificación de sustancias ilícitas en la ONU formulada hace
50 años, “equilibrando los niveles de fiscalización con los de daño, basándose
en datos científicos”.
En
cuanto a la materialización de los acuerdos birregionales, la estrategia
europea de cooperación más reciente se ha desarrollado a través de COPOLAD
(Programa de Cooperación entre América Latina y la Unión Europea en materia de
Políticas sobre Drogas). En el marco de este programa se ha potenciado la
transmisión de buenas prácticas, y el fortalecimiento de los observatorios
nacionales y regionales de drogas, entre otras acciones. Este programa entró en
funcionamiento en 2010 y está a punto de aprobarse una segunda fase. Se espera
que la segunda fase (COPOLAD II) estreche la coordinación con programas de
cooperación en la lucha contra el crimen organizado, como Ameripol-UE, un
programa conjunto entre la Comunidad de Policías de América y Europol, con el
fin de fortalecer la cooperación birregional de policías, fiscalías y
autoridades judiciales.
Adicionalmente,
hay dos programas que operan a través del Instrumento para la Estabilidad
(IFS), creado para actuar en situaciones de crisis. Uno es el proyecto regional
PRELAC, para prevenir el tráfico de precursores químicos; el segundo es la
participación de la UE en el Programa plurianual de la Ruta de la Cocaína
(2009-2012), enfocado en reforzar la cooperación judicial para combatir las
redes criminales.
El
narcotráfico y la violencia en el marco de la Asociación Estratégica México-UE
Estrechar
la relación de Europa con las potencias regionales en América Latina es una
estrategia acertada. Ahora bien, para optimizar este tipo de asociaciones
bilaterales, es necesario definir áreas potenciales de trabajo común y, sobre
todo, crear incentivos efectivos a la cooperación entre las dos regiones.
Como
se señaló en la primera parte, en el caso de México y la actual situación de
violencia relacionada con el narcotráfico es un fenómeno complejo. En él se
conjugan problemas de diferentes escala que deben tratarse desde una
perspectiva ampliada, privilegiando todo lo que mejore la seguridad personal de
los ciudadanos. También se debe operar con una visión de largo plazo, que evite
la traslación del problema de una región o país a otro.
El
acuerdo global y la asociación estratégica entre México y la UE es un escenario
necesario útil para avanzar en la concreción de los acuerdos en esta materia,
aunque su implementación aún es muy limitada y es difícil decir cuál ha sido la
contribución efectiva y sostenible de sus estrategias operativas.
El
Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación se estableció
en 2000. En 2009 evolucionó hacia una Asociación Estratégica, y en 2010 se
adoptó un Plan Ejecutivo Conjunto con el fin de hacerla funcional. Esta
asociación supone una mayor coordinación sobre temas tanto globales como
regionales y bilaterales, basándose en intereses comunes. En materia de drogas
ilícitas busca ampliar los espacios de coordinación entre la UE y México a
través de la cooperación con la Comisión de Estupefacientes de la ONU. Además,
se han comprometido a buscar los consensos necesarios para el establecimiento
de un mecanismo de evaluación de la aplicación de la Convención de Palermo
contra la delincuencia organizada transnacional y a impulsar conjuntamente el
compromiso político de la comunidad internacional en el cumplimiento de los
tres Protocolos complementarios contra el tráfico ilícito de migrantes, la
trata de seres humanos y la fabricación ilícita y tráfico de armas de fuego.
En
materia de cooperación policial, México y la UE han acordado seguir trabajando
en la definición de un proyecto de cooperación sobre cuestiones de seguridad,
impulsar acciones conjuntas y establecer formalmente un diálogo sectorial sobre
seguridad y orden público.
Dada
la amplitud del acuerdo de asociación cabe preguntarse qué es lo realmente
“estratégico” y en qué forma impacta en la situación de seguridad en México. En
materia de cooperación al desarrollo el futuro de la relación se ve determinado
por los cambios en la política europea de desarrollo en el cual los países como
México, de renta media, tienen menos presencia. En ese caso se podría esperar
una disminución de la transferencia de Ayuda Oficial al Desarrollo europea
hacia México. Pero también pueden abrirse ventanas de oportunidad favorables.
Los dos países ya han colaborado en sistemas de cooperación triangular con
Haití y Centro América. Esta estrategia es muy relevante de cara a tratar los
facilitadores socio-institucionales de la penetración de las mafias mexicanas
en Centroamérica y, de esta forma, también México podría obtener beneficios en
el control regional del crimen organizado y no verse solo en dicha tarea.
Es
evidente que hay grandes obstáculos que dificultan abrir el debate
internacional sobre las drogas, y conseguir un cambio en la política global. A
pesar de ello se deben resaltar los avances en la formulación de una postura
conjunta en América Latina. Estos se han materializado, en buena parte, en el
informe sobre el Problema de las Drogas en América Latina encomendado a la OEA
por los presidentes latinoamericanos. México, de hecho, ha sido desde 1993 un
país muy activo en promover la apertura del debate. Más recientemente, en la
Asamblea General de la OEA en 2013, la delegación mexicana insistió en la
necesidad de prevenir el delito y el consumo y de no criminalizar a los consumidores
“en algunos casos” y formó parte del grupo de países que propuso la realización
de una Asamblea Extraordinaria en 2014 para continuar el diálogo sobre el
problema y cómo afrontarlo.
Desde
luego, el impacto político de la solicitud birregional de un cambio en la
política de drogas es importante, más aún si se suman las muestras de simpatía
hacia esta posibilidad que ha realizado el presidente Obama. Sin embargo,
esperar un acuerdo global al respecto es ingenuo. Por este motivo, la
estrategia además de la concertación de propuestas y apoyos mutuos en los foros
globales en los que participan la UE y México, especialmente el G20, debe
también intentar reforzar la coherencia de las políticas internas y
birregionales. Un debate global ha de reconocer que nada puede hacerse si los
Estados no afrontan la existencia del narcotráfico como resultado de sus
propias carencias, incluso de los europeos por cuyos puertos entra el tráfico
ilícito y en cuyos bancos se blanquean activos. Asimismo, se echa de menos que
los distintos países empiecen a dar pasos unilateralmente adaptando sus propias
legislaciones.
Conclusiones:
La UE y México tienen una relación de mutuo interés que se ha estrechado al ser
México un país emergente y una potencia subregional. Sin embargo, la amplitud
de la definición de la estrategia bilateral no permite definir con claridad
cuáles son los puntos más fuertes de la relación y diferenciarla de las
relaciones generales con la región latinoamericana.
México
no es una amenaza directa para Europa, pero el poder del crimen organizado
establecido en su territorio no puede pasar desapercibido para la UE. Es un
desestabilizador regional, está profundamente ligado a la mafia internacional y
de una forma u otra impacta en las relaciones comerciales. Más allá de lo
comercial, la Asociación Estratégica representa una oportunidad para que México
y Europa afiancen su cooperación en aspectos policiales, de regulación y de
transmisión de buenas prácticas.
La
estructura de acuerdos y herramientas creadas en el seno de la UE para la
cooperación en esta materia es sólida y coherente pero aún dista de desarrollar
plenamente su potencial y buena parte se queda en declaraciones de intenciones.
En
el marco de la reelaboración de la Asociación Estratégica propuesta para 2015
el tema de las drogas y el crimen organizado debería ser uno de los ejes de la
relación. Existen fuertes incentivos para avanzar en este tema tanto para
México como para la UE, por lo cual deberían abordarse con un plan de acción
que tenga tres impactos específicos.
En
primer lugar, superar la discusión sobre la posibilidad de abrir un debate
global para proponer acciones que preparen el terreno para una nueva política
global de drogas. En este sentido, es indispensable trabajar bajo la
experiencia europea en los enfoques de reducción del daño y actuar
políticamente en concordancia creando las estructuras normativas e
institucionales nacionales que lo permitan.
En
segundo lugar, aprovechar los espacios multilaterales donde coinciden la UE y
México, tales como el G20, para presentar posturas conjuntas y aunar apoyos
para forzar cambios en la legislación internacional. De hecho, hay que ir más
allá, desarrollando acciones conjuntas para recabar más apoyos activamente, y
tanto México como la UE deben aprovechar sus entornos regionales inmediatos.
Finalmente,
hay que continuar fortaleciendo todas las formas de cooperación efectiva en la
lucha contra el crimen a través de acciones policiales conjuntas, estableciendo
acuerdos de transparencia financiera y colaborando en la reducción y control
del comercio de armas. Es necesario superar el enfoque de cooperación para
pasar a un diálogo de iguales en el que tanto la UE como México se comprometan
a aportar recursos y voluntad para conseguir resultados. También es necesario
establecer medidas de los resultados y sistemas de evaluación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario