2 ago 2016

Leduc un cirenáico del siglo XX / Fred Alvarez Palafox

 Leduc un cirenáico del siglo XX / Fred Alvarez Palafox
A 30 años de su partida...
 “Cuánto tiempo esperé contra la esquina
de mi perplejidad un grande amor;
cuánto tiempo esperé y cuando llegó
apenas pude caminar tras él..“ Leduc.

Poeta, escritor, periodista y sobretodo bohemio, él ultimo, según Carlos Monsiváis..
Originario del pueblo de Tlalpan, pero avecindado en su infancia y buena parte de su adolescencia en el norte de la Ciudad de México: La Villa de Guadalupe; Leduc nació en la parte de arriba donde hoy es una cantina La Jalisciense; su fe de bautizo dice que fue un 16 de noviembre de 1895 -y no en 1987 como él decía- ; hijo del periodista y poeta Alberto Leduc y de Amalia López, tuvo cuatro hermanos - Manuel, Enrique, Dolores y Armando- y cinco más del matrimonio de su padre con Enedina Montaño.
Su abuelo era francés se llamaba Lui Phillippe Albert y había llegado con las tropas del mariscal Francisco Aquiles Bazaine en la Segunda Intervención Francesa en México. Bazaine y casó con Manuela Cárdenas originaria de San Luis Potosí.
Renato se casó formalmente tres veces; la primera en los años veinte, con Altagracia Gómez con quien tuvo tres hijo: Renato, Alicia y Héctor; después concretó un matrimonio “convenido” con la pintora surrealista Leonora Carrington que sólo duro unos meses  y en 1948  lo hizo por última vez con Amalia Romero, mucho menor que él, a la  que le decía de cariño “Mona“, de esa relación nació Patricia.
Hay muchos descendientes de Leduc, hijos, nietos, sobrinos.
Hubo un matrimonio que pudo haberse concretado, pero Renato desdeñó a la “novia“, que era la mismísima María Félix, de la que fue su gran amigo: se ha dicho que doña le propuso matrimonio, y él le contestó: “No María, yo no seré tu padrote”.
Leduc fue una persona que vivió prácticamente todos los grandes cambios del siglo XX; de entrada algunos episodios de la Revolución Mexicana, durante la cual trabajó como telegrafista, oficio que aprendió de adolescente, para sobrevivir y apoyar a su madre y hermanos ya que de muy joven perdió a padre. Don Alberto se murió en 1908, y dejó muchos hijos en la orfandad.
Saliendo de la escuela de telegrafistas lo mandaron a trabajar con el jefe de la División del Norte, el general Pancho Villa. Gracias a ello conoció al periodista, activista, y poeta comunista John Reed, célebre por su testimonio de la Revolución Rusa Diez días que estremecieron el mundo y autor de México Insurgente. El gringo Reed era entonces el corresponsal del  Metropolitan Magazine.
Al termino de la Revolución pudo estudiar la preparatoria e inscribirse en la carrera de leyes en la antigua Escuela Nacional de Jurisprudencia de la UNAM. En ese lugar tuvo de compañeros a personas que más adelante tendría grandes puestos públicos, entre ellos, dos serían presidente de México: Miguel Alemán Valdez y Adolfo López Mateos, otros serían pintores, escritores y novios como Alejandro Gómez Arias, y Frida Khalo.
Y es justo es en ese tiempo de los años 20 y 30s que escribe gran parte de su obra poética; El Aula, etc., y Breve glosa al libro de buen amor se publicaron en 1929, y en 1939, respectivamente. Algunos poemas deliberadamente románticos se publicaron en 1933, y los escribió para una mujer de nombre, Amalia Fernández Castillón.
Algunos de sus 100 poemas los hizo como un acto de rebeldía.
Y por andar de bohemio dejo la escuela de derecho.
Leduc tuvo la fortuna que uno de sus amigos a quien conoció en las corridas de toros, funcionario de la oficina de Hacienda lo mandara becado a París. Le dijo Roberto López, “sé que usted le tiene sin cuidado la carrera de abogado. Pero usted es un bohemio y le servirá mucho un viejecito a París”.
Y esa “beca” que era originalmente por seis meses se prolongó durante ocho años. 
Todo ese tiempo – ¡sabia virtud!- Renato lo aprovechó para vivir la vida como quiso. Vivió intensamente, y aprovechó para perfeccionar su estilo literario, entablando amistad con varios escritores y pintores surrealistas como Benjamín Péret, André Bretón, Paul Éluard, Joan Miró, Pablo Picasso, Salvador Dalí y Marcel Duchamp, entre otros.
A través de Picasso conoce a  Carrington y convienen un matrimonio para salvarle la vida. Juntos viajan a Nueva York; de ahí a la ciudad de México de los años cuarenta, pocos meses después se divorcian y siempre mantienen una buena amistad.
Antes de morir, la pintora dijo, quizás en broma, en una entrevista con la revista Proceso que el gran amor de su vida había sido Renato.  En otra parte, confiesa: “No tuve ningún amor más que él.”
Empero, fue un matrimonio convenido que sirvió para ayudarla a salir de Europa.
Dijo una vez en broma: “me casé con Leonora en Lisboa y me divorcié en Iztapalapa, un año después, porque resultó que era una delicia como amiga, pero ya como mujer me resultó una Churchill con faldas…” 
Y agrega que el día que se divorció le hicieron un fiestón en “El Taquito”, “porque estaban creyendo que me despedía yo de soltero; les dije: ¡no cabrones, es de casado!”
A trabajar!
De regreso a México Leduc nadie de sus viejos amigos le ofreció trabajo, lo invitaban a beber y a comer,  o quizá  él no quiso ser burocráta. Cuenta Ramón Pimentel Aguilar (Así Hablaba Renato Leduc, EDAMEX, 1990) en una charla con Renato que le dijo “A casi todos mis cuates de la Escuela de Leyes los encontré aquí de oficiales mayores, de gerentes de banco, y no hubo un cabrón que me dijera vente a trabajar aquí... Eso sí... me invitaban a comer, y agasajos de aquí y por allá". Y agregó que las invitaciones eran muchas hasta tres veces en el mismo día, a lo que él decía: “¡No sean cabrones....Siquiera pónganmelas en fila no me las acumulen!“
Uno de los trabajo que le ofrecieron fue como supervisor cinematográfico en la Secretaría de Gobernación, obviamente no aguantó la de ser censor. SE dio tiempo para participar en política; en 1964 fue candidato al Senado de la República, junto a David Alfaro Siqueiros, por el Frente Electoral del Pueblo, que encabezaba Ramón Danzós Palomino.
¡Sin embargo, su principal oficio fue el de periodista! “El periodista político es el historiador de lo inmediato“, decía.
El periodismo fue el oficio que le dio de comer, así trabajó en casi todos los medios de la época con muy variadas columnas, entre las que destacan: Tics, en Excélsior (1943-1945); En cinco minutos, en Esto (1946-1960); Banqueta, primero en el vespertino Últimas Noticias (1955 –1965) y después en Excélsior (1981-1984); Semana inglesa, en la revista Siempre! (1951-1985); Capicúa, en Ovaciones (1980-1986).
También escribió crónicas taurinas: En los toros, Toros ayer y hoy, Sustos y revolcones, Dominguitos cornudos, Puntadas taurinas y El redondel, éstas últimas en El Sol de México.
También se dio tiempo para colaborar gratis en el órgano del Partido Comunista Mexicano.
El periodismo le llevó a ser presidente de la Asociación –después Unión- de Periodistas Democráticos (1975-1977), la cual le otorgó el premio Francisco Martínez de la Vega en el año 1976.  En 1977 recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Leduc se llevaba muy bien con un gran grupo de jóvenes- periodistas  de izquierda como Jorge Meléndez, Humberto Mussachio, Granados Chapa et al.
 Así era Leduc, de lenguaje directo y florido.
Además de los toros, el alcohol y las mujeres, las letras fueron sus principal pasión. 
Fue pulcro en su escritura, aunque hablaba y escribía con malas palabras.. Quizá aprendió ese lenguaje por juntarse y convivir con “clásicos y con los telegrafistas, los soldados y los carniceros”. Decía que en “la vida uno debe hacer lo que le venga en gana, porque toda frase que comienza con hubiera habido, vale para una chingada…”.
Empero, Leduc en el fondo quería reivindicar el lenguaje popular. Su riqueza, su constante movimiento, decía, “le quita rigidez, solemnidad al lenguaje… Los idiomas sólo se renuevan si están moviéndose constantemente.” Cuando uno escribe con un lenguaje fino y rígido, estaba seguro, “nadie lo lee”.
Pero el uso de las malas palabras tenían en el tlalpense un significado adicional según Carlos Monsiváis: “Crear los anticuerpos para devastar su odio predilecto: la cursilería”.
 Quizás por eso escribió en El Aula, etc.:
“El maestro de griego nos decía: las palabras
macularon su antigua pureza. Las palabras
fueron antes más bellas… Las palabras…“
Pero más que periodista Leduc fue en el fondo un poeta y excelente un prosista, que no ha sido reivindicado, aún, y alguna vez soñó con ser novelista quizá la bohemia y el arduo trabajo periodístico de lo impidieron.
Debemos decir que casi toda la obra poética de Leduc fue escrita entre los años 20 y 40. Y nadie duda que su obra proviene de manera directa y trasparente del modernismo, quizá por la influencia de su padre don Alberto quien fue un escritor modernista que colaboraba en la "Revista Moderna". Cuando nació Renato don Alberto era cuentista consolidado, murió cuando Renato era un adolescente. Renato conoció de niño el poeta Juan de Dios Peza y al nayarita Amado Nervo, muy amigo de su padre, y quizá charlaron muchas veces.
También leyó la obra de López Velarde y del nicaragüense  Rubén Darío. Fue gran admirado de Marcel Proust.
Dice el narrador Enrique Serna que a juzgar por el título y el contenido de su primer poemario Leduc, quizás, empezó a escribir poesía en el salón de clases, en un acto de rebeldía contra la rutina escolar.
De hecho él mismo Renato no se tomaba en serio ni creía tener facultades de poeta..
Desde esa edad se autonombró "turiferario de la santísima trivialidad" y declaró que la poesía no era para él "madre ni amante sino tía".
Así por accidente e de forma improvisada escribió muchos poemas pero se hizo famoso –ya grande- por su soneto del tiempo –publicado en 1939- que afirmaba haber escrito en la preparatoria cuando alguien le retó a hacer un soneto usando como pie versal la palabra tiempo, palabra que no tiene consonante. Este poema Aquí se habla del tiempo perdido que, como dice el dicho, los santos lo lloran fue musicalizado por Rubén Fuentes, con un arreglo de Eduardo Magallanes y grabado a dúo con las voces únicas de Marco Antonio Muñiz y José José:
“Sabia virtud de conocer el tiempo;
a tiempo amar y desatarse a tiempo;
como dice el refrán: dar tiempo al tiempo...
que de amor y dolor alivia el tiempo.
La poesía de Leduc hoy en pleno siglo XXI ha sido poco estudiada, quizá por tratarse, a decir de Octavio Paz en una carta al entonces director del Fondo de Cultura Económica en México, Arnaldo Orfila, firmada el 3 de mayo de 1966, de “…un poeta que todos admiramos pero que tampoco forma parte del movimiento contemporáneo“.. Leduc no fue adscrito por la crítica a ningún grupo, lo que ha propiciado su aislamiento en el panorama de las letras mexicanas.
Ese es un pendiente que tenemos con Renato.
La doctora Edith Negrín (Renato Leduc, Obra literaria... FCE, 2000) y a otros  más han rescatado poco a poco la obra literaria del tlalpense. En la obra del Fondo se incluye todas las obras literarias que el escritor publicó en libro y que también se incluyen los poemas aparecidos en los años finales del escritor, o después de su muerte, así como algunos artículos . El prólogo de la edición está a cargo Carlos Monsiváis.
En 2013 un grupo de amigos hicimos hace pocos años un libro colectivo como homenaje a al  hombre que pasó por su tiempo con la sabia virtud de conocerlo, y fuimos a presentarlo a la cantina La Jalisciense, donde muchas veces disertó sobre su pasión. Y de paso fuimos a bebernos un mezcal en su honor y a leer su poesía. Llegaron poetas, periodistas y amigos de Leduc, apenas cabíamos en el lugar; Abel Alcántara llevó botellas de Madre Cuishe obsequio de maestros del mezcal de Oaxaca.
El libro se hizo de amigos y para los amigos, escriben vates y periodistas como Roberto López Moreno, José Falconí, Humberto Musacchio, Jorge Meléndez, Gonzalo Martré,  Oralba Castillo Nájera, Raúl Casamadrid, Leopoldo González, etcétera.. Hay una entrevista con Patricia, su hija, y una de Pancho Liguori, amigos entrañables.
Por cierto, Martré y Roberto fueron quienes convencieron al entonces delegado de Tlalpan, Alberto Ríos Zertuche –presente en el homenaje- de ponerle un busto y ponerle su nombre a una calle de la demarcación.
Desde hace unos meses hay una nueva plaza que con su nombre, en Insurgentes y Gómez Farías, en la colonia San Rafael en la delegación Cuauhtémoc.
Fred Alberto hizo este vídeo que está para todos en la red:
El libros se hizo con amor, está ilustrada con fotografías del Archivo Tomás Montero, y la portada es un retrato de Renato Leduc pintado por Fernando Leal en 1930, Oleo / tela 89.5 x 58.5 cm. Pertenece a la colección Blastein de la UNAM.
En ese retrato vemos a Leduc -seguidor de Arístipo de Cirene- ,en un café, a los 35 años “un libro y una taza de café, elementos con una perspectiva que recuerda a las naturalezas muertas de Cézanne“.
Estos días he leído dos textos sobre el tlalpense, donde he aprendido más del poeta y periodista, el de Juan Leyva Renato Leduc: las huellas de la leyenda y Poeta a deshoras de Juan Domingo Arguelles (Milenio, 30 de julio de 2016).
Dice Juan Domingo Arguelles que recientemente le preguntó a Patricia Leduc, si consideraba que se ha dado una revaloración de su padre  y la respuesta fue que además de la obra de Edit Negrín del FCE y otros los libros que conocemos hay dos tesis –que confieso no las conozco- , una de licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la facultad de filosofía y letras de la UNAM, titulada El humor en la poesía de Renato Leduc o como peinarle el cuello a la jirafa (2003),  de Ximena Sánchez Echenique, y otra de Doctorado en Literatura Hispánica, en el Colegio de México, titulada  Espacio, emoción y poesía. Ritmo urbano y diversificación en la Ciudad de México 1888-1945 (2009)  del poeta Juan Leyva Cruz.
Una reivindicación de la obra del tlalpense la hicieron los maestros Carlos Mata Lucio, Elva Sánchez Rolón y Lilia Solórzano Esqueda, profesores del Departamento de Letras Hispánicas de la Universidad de Guanajuato, en la presentación del libro colectivo en abril de 2014 en el patio de la sede Belem dentro del marco del 56 Feria del libro, Guanajuato. Curiosaente esa feria se dedicó a la conmemoración de los centenarios de Octavio Paz, Julio Cortázar, José Revueltas, y Efraín Huerta, algunos amigos de Leduc.. 
No existe hasta donde sé algún texto, sólo el video que compartimos aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=ADgxxFyZZzk
“No haremos obra perdurable. No
tenemos de la mosca la voluntad tenaz.
Mientras haya vigor
pasaremos revista
a cuanta niña vista
y calce regular…“
“El mar
Inmensidad azul. Inmensidad
patria del tiburón y el calamar;
por el temblor rumbero de tus ondas
vienes a ser el precursor del jazz...
Síntesis colosal
de mariscos, espumas “and steamers”
Profundo aquel filósofo que dijo:
“Cuánta agua tiene el mar”...
¿Fue Vasconcelos?
¿Fue Bergson?
¿Fue Kant?. . “
Dice Patricia Leduc, en una entrevista publicado en “Soy un hombre de Pluma.., que la herencia que deja su padre es que fue un excelente periodista y que siempre se dedicó a defender a los que no tenían nada. “Tengo muchísimas cartas de gente que le escribía, sobre todo campesinos, aunque también hay de obreros y maestros, pero sobre todo campesinos que le pedían su intervención por los despojos, arbitrariedades y humillaciones cometidas por los gobernantes o los caciques locales. Y mi papá siempre les dio voz, fue el conducto para hacer las denuncias, entonces aunque algunos ya lo han dicho creo que es muy importante destacar este punto.“
Además de que siempre su corazón latió a izquierda, y nunca perteneció a ningún partido político..
Y subraya Patricia que su herencia son sus principios, su gusto por la vida. Consciente de que uno no puede estar deseando lo que no puede tener.
Decía Leduc que “en la vida uno debe hacer lo que le venga en gana, porque toda frase que comienza con "Hubiera habido", vale para una chingada...“
Así era Renato, me beberé un mezcal a su memoria, la del último bohemio.
En los margenes. Leduc- el Jefe pluma blanca por su porte Sioux-, vivió los grandes cambios del siglo XX. La vida lo llevó a vivir e Europa en donde entabló amistad con varios escritores y pintores surrealistas; Bretón, Miró, Picasso, Dalí y (Leonora) Carrington: Fue lo que quiso ser: poeta y periodista, pero sobre todo el gran bohemio de México, el último, según Carlos Monsiváis. (Leduc, le contestó no la chingues Carlos, soy de barril, no de Bohemia).
Borges decía que los libros son extensión de la imaginación y la memoria. Ricardo Garibay veía en ellos una forma de felicidad. En “Soy un hombre de pluma…” se destaca el hecho de que Renato Leduc vivió su larga y productiva vida en el centro de este triángulo virtuoso: imaginación, memoria y felicidad. Amén de periodista, nuestro personaje fue poeta de versos clásicos y francamente albureros como podrá apreciarse en este libro. Esta  mezcla que pareciera tan extravagante, no lo es tanto: tiene antecedentes en clásicos como Quevedo o Lope —en nuestro idioma— o en autores de lengua francesa como Rabelais, autor desparpajado al que Leduc tanto le debe. Nuestro recordado tlalpense escribía y hablaba con “malas palabras” porque era un hombre culto y conocía el idioma.” (Cuarta de forros).
Poema que describe muy bien a Leduc:
 “Entonces llegó ella, exactamente ella
luciendo un estruendoso vestido carmesí.
Lujo asiático —dije— pero está usted muy bella...
y ella, naturalmente, me contestó que sí.
Si usted me permitiera, yo le daría mi nombre;
soy un hombre de pluma y me llamo Renato,
lo de la pluma es subsidiario en el hombre
mas tengo un porvenir color permanganato.
Ella me dijo entonces una frase inefable
que por razones obvias no quiero recordar;
permita usted, por tanto, que de esto no le hable.
Pero hay otras cuestiones acerca de las cuales
sin desdoro ninguno podemos divagar:
La Vida… el Comunismo… las partes genitales... Renato Leduc. (Breve glosa al Libro de Buen Amor, 1939).
Sus obras.
Muchas, entre ellas  El Aula, etc. (1929) -; Unos cuantos sonetos(1932); Los banquetes (1932); Algunos poemas deliberadamente románticos y un prólogo en cierto modo innecesario (1933); Poemas de Mar Caribe (1933); Prometeo (1933); Prometeo mal encadenado (1934); Breve glosa del Libro de Buen Amor (1939); Versos y poemas -están todos los libros anteriores más unos 14 poemas inéditos- (1940); El corsario beige (novela de 1940); Poemas de París (1942); Fabulillas de animales, niños y espantos (1957); Banqueta (1961); Catorce poemas burocráticos y un corrido reaccionario, para solaz y esparcimiento de las clases económicamente débiles (1962 ó 63): obra satírica en la que Leduc se mofa de conocidos políticos; Prometeo sifilítico, la Odisea Euclidiana (de 1934, 1940 y 1968, respectivamente). El famoso Prometeo sifilítico  se copió a máquina y en mimeógrafo por décadas.

Leduc llegó a contar un centenar de ediciones clandestinas y sólo hasta 1979 conoció una edición “normal”.

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