17 nov 2013

Edil propone...Y narcos disponen

Nota de hace caso 7 años..
Edil propone...Y narcos disponen
Por: Pablo César Carrillo / Enviado
Nuevo Excelsior, 03/01/2007
 TURICATO, Michoacán.— El presidente municipal de Turicato, José Vázquez Piedra, un profesor metido a la política, estaba en su oficina el último día de septiembre, cuando sonó el teléfono. Contestó y reconoció esa voz. Era el presunto narcotraficante Ramiro Castañeda, quien es señalado como lugarteniente del cártel del Milenio y jefe de la mafia en la región.
 —Si no puedes pagar el "peaje" hijo de la chingada, renuncia. Y vete de aquí —le dijo, a bocajarro.
 —Yo de plano no puedo. No puedo darles todo el presupuesto —contestó el edil, titubeante.
 —Bueno, vas a entender o te partimos la madre cabrón —advirtió Castañeda.
 —Yo estoy tratando de jalar, pero no puedo. No tenemos ni para la nómina...
 Los narcotraficantes habían comenzado a cobrar "peaje" a los funcionarios de primer nivel del municipio para enfrentar una crisis de dólares. A cada uno le quitaban 10 mil pesos de su sueldo desde principios de año y ahora les exigían 2 millones de pesos de un jalón.

 —Acuérdate nomás que tienes familia cabrón. Tienes hermanas, Chivo —le gritó Castañeda.
 El presidente municipal trató de ser rudo y le contestó en el mismo tono:
 —Tú también acuérdate que tu hermana trabaja en el municipio. Acuérdate que la metimos a trabajar porque tú lo pediste, y aquí está con nosotros.
 El presunto narcotraficante se mostró enfadado.
 —¡Me vale madres, cabrón! Tienes que pagar el "peaje". Y si no puedes, renuncia ya. O mañana no amaneces. Mañana no amaneces.
 Le colgó el teléfono.
 El otro poder
 Los narcotraficantes controlan el municipio de Turicato desde hace 15 años.
 De hecho, cuando José Vázquez Piedra ganó la candidatura en el PRD, tuvo que ir con ellos a pedirles el aval para ser presidente municipal. Todos los candidatos deben ir con ellos, sean del PRI, del PAN o del PRD, aseguró José. Los narcos palomean a los aspirantes.
 "En el 2004 fui con Ramiro y le dije: ‘gané la interna en el PRD y quiero ser presidente municipal’. Y me dijo: ‘está muy bien, échale ganas’. Yo sabía que ellos me podían decir: ‘ábrete, va otro, ¿O quieres tener broncas’. Pero sí me dieron el aval", recordó. Así funciona la política en los municipios dominados por el narco. José Vázquez afirmó que así es en Aguililla, en Churumuco, en Tepalcatepec, en Apatzingán y en Turicato, sólo que las autoridades estatales y federales no lo quieren reconocer. Pero es una realidad que ya no se debe esconder, dijo. "Los candidatos deben pedir el aval del narco, casi de la misma forma en que se pide el aval del partido".
 José Vázquez hizo su campaña y ganó la elección constitucional. El PRD arrasó en los comicios y desde el primer día inició la presión de los narcos. Antes de la toma de posesión, el 1 de enero del 2005, Ramiro Castañeda fue con José Vázquez y le dijo que él nombraría al jefe de la Policía y al director de Obras Públicas. Le dio los nombres de funcionarios que debían estar en la alcaldía. "No te preguntan. Te ordenan. Te dicen: ‘nombra a fulano y mete a zutano’. Y ya", recordó el presidente municipal. "Si no lo haces, te matan y ya".
 Desde el principio, José Vázquez perdió el control de la policía. Los Castañeda pusieron a un director y contrataron a 50 elementos que estaban a sus órdenes. Hacían sus rondines por órdenes de ellos, y protegían cargamentos de mariguana. "Yo ni sabía dónde andaban. Ni me pedían permiso", platicó el presidente. "Nomás me venían a decir que habían sacado un camión de mariguana o que estaban cuidando una pista. No duerme uno ni tranquilo".
 José Vázquez, apodado El Chivo, se sentía secuestrado. No podía tomar decisiones y ellos hacían lo que querían. Lo mismo le había pasado al anterior alcalde, Salvador Barrera Medrano, y a sus tres antecesores. Los narcos tenían cinco administraciones dominando el gobierno, afirmó.
 Al principio fue sólo Policía y Obras Públicas, pero después "ya querían todo". Querían sacar dinero de los programas y le quitaban recursos a las obras. La situación se agravó el año pasado, cuando los narcos sufrieron una crisis de ingresos. En Estados Unidos ya no pagan igual la mariguana y dejaron de enviar las pacas de dólares, así que los traficantes comenzaron a buscar dinero aquí, en Michoacán. "Nos empezaron a cobrar ‘peaje’, y también a los empresarios", explicó José Vázquez. La Coca Cola tenía que dar cuota para distribuir sus productos, igual la Bimbo, Sabritas y Ricolino. Y nadie se atrevía a decirles que no.
 El presidente municipal quedó acorralado. Los tenía adentro y no podía sacarlos. Le exigían dinero y no podía cumplirles. Le pedían colaborar y no entendían razones. Pensó que podía defenderse, pero ellos tenían el control de la policía.
 "El gobierno quedó rebasado", dijo José Vázquez, con gesto de asombro. Los narcos son: el otro poder.
 Más vale "aquí corrió..."
 Por lo mismo, el día que Castañeda lo amenazó por teléfono, José Vázquez mejor se fue del pueblo. Abandonó su cargo de presidente municipal y se escondió en una zona segura: Morelia, una ciudad dominada por el cártel del Golfo, la competencia, un territorio donde aquellos nunca se meterían. Pidió una cita con el gobernador Lázaro Cárdenas Batel y, en la Casa de Gobierno, le platicó su historia.
 Le dijo que ellos mandan en el municipio, que tienen tomado el edificio de la tenencia de Puruarán, que tienen infiltrados en el ayuntamiento, que tienen a todos los policías a sus órdenes, que los agentes cuidan los camiones que salen cargados de mariguana, que los policías vigilan también una pista clandestina de aterrizaje, que el director de Obras era el supervisor interno... que no podía con ellos. "Le expliqué todo al gobernador", recordó Vázquez. "Y él me dijo: ‘pide una licencia’". El 2 de octubre, José Vázquez pidió una licencia al ayuntamiento por 15 días con el argumento de que estaba enfermo. Cuando se vencieron los 15 días, pidió otra por un mes. En esos días, tres de sus colaboradores cercanos fueron "levantados" por los narcos. El 18 de octubre, un vehículo con torreta interceptó al secretario del Ayuntamiento, Marcos Segundo, y al tesorero, Gabriel Manrique. Se los llevaron por caminos de tierra y los encerraron en una casa, con los ojos vendados y los pies atados.
 Después los sacaron en la madrugada y los llevaron por unas brechas. Los bajaron de una camioneta y los tiraron en el campo. Ahí, un hombre les puso una metralleta en la cabeza y les dijo: "No los queremos ver en Turicato. Lárguense si no quieren ser ejecutados".
 Antes de soltarlos, el hombre les advirtió: "la próxima vez, se mueren". Al ser liberados, los funcionarios dejaron el estado y se escondieron en la Ciudad de México durante 15 días, sin intenciones de volver. Después se dieron cuenta que el síndico del PRD, Héctor Chávez Calvillo, también fue "levantado". Sólo que, al parecer, él no tuvo la misma suerte. Hasta el momento, no lo han encontrado.
 Con el miedo en el bolsillo
 El 16 de noviembre, el alcalde José Vázquez entró otra vez al municipio, protegido por unos 30 agentes del Grupo de Operaciones Especiales del estado. Días después, llegó el Ejército Mexicano.
 Los narcos salieron corriendo. Ramiro e Ignacio Castañeda escaparon; los policías se fueron con todo y armas; el director de Obras ya no se presentó a trabajar; y Flavio fue capturado.
 José regresó a su oficina y asumió por fin el control del municipio. El problema fue que el Ejército llegó dos días y se fue, dejando sólo a 15 policías estatales. Los funcionarios de hecho temen que los narcos vuelvan de un momento a otro.
 "Esta es la oportunidad de recuperar los municipios de Michoacán", dijo el presidente municipal. "Tenemos que reconocer que ellos los tenían. Y el Ejército debe quedarse para que no regresen los narcos". El edil decidió concluir su mandato el 31 de diciembre de 2007, pase lo que pase. "A mí me puso el pueblo y no un solo hombre", les dijo a sus empleados hace dos semanas, durante la comida de Fin de Año.
 Aunque en realidad, gobierna con miedo. José Vázquez trabaja rodeado de policías. Si tiene que salir de la presidencia, lo siguen los agentes. Si va a su casa, lo cuidan. Si está en el despacho, ellos están afuera. Si sale, ellos salen. Y en la bolsa del pantalón carga una pistola Beretta calibre 25, cargada, lista para ser disparada.
 "Aquí la traigo, por si acaso", dijo, acariciando su pistola negra reluciente. "Ya no les tengo miedo. Si me quieren matar, la voy a tener que usar".
 Cuna de los Castañeda
 Junto con los municipios de Aguililla, Churumuco, Tepalcatepec y Apatzingán, Turicato forma parte de la zona con mayor influencia del narcotráfico en Michoacán:
 El municipio de Turicato está ubicado en una zona montañosa en Tierra Caliente, al sur de Michoacán. Es un pueblo de casas blancas y tejas coloradas de 36 mil habitantes que vive primordialmente de las remesas de los migrantes y de la producción de azúcar.
 Ahí creció la Gavilla de los 30, un grupo de sicarios y narcotraficantes que operó en la región durante años y que es el antecedente de Los Castañeda.
 Los hermanos Ramiro, Ignacio y Ramón Castañeda se presentan como aguacateros, pero operan una organización de traficantes, pistoleros y sicarios. Trabajan para el cártel del Milenio, aunque también han estado con el cártel del Golfo.
 Uno de los hermanos, Ramón, fue ejecutado hace un par de meses en el penal de Mil Cumbres, en Morelia. El otro, Ramiro, controla la región desde los años 90.
 Los Castañeda son intermediarios del narcotráfico. Se dedican a comprar mariguana a todos los productores de la droga y la mandan a Estados Unidos. Ellos no siembran, sino que compran y la transportan hasta la frontera.
 Los Castañeda comenzaron en el crimen organizado bajo las órdenes del narco Alfredo Méndez, un hombre que desapareció del mapa. Nunca se supo si Méndez fue levantado, o si murió, o si huyó.
 Los Castañeda siempre han metido mano en el ayuntamiento. Su representante en esta administración era el director de Obras Públicas, Leopoldo Torres.
 Él daba órdenes a todos los funcionarios y les pedía firmar cheques. Su frase favorita es: “Si no te alineas, te voy a pasar el rodillo”, contó el alcalde José Vázquez.
 “De inmediato lo reportaba y los narcos te llamaban para amenazarte. Nadie se atrevía a contradecirlos”, relata. “Se metían armados a mi oficina sin permiso. Les decían a los demás: ‘sálganse, déjenme hablar con este cabrón".

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