Entrevista
–¿En qué momento el PRD dejó de ser el partido representativo de la izquierda?
–Me parece que del Pacto (por México) para acá sí hay claramente un cambio cualitativo en las posiciones de la dirigencia del partido. Y estamos en una posición prácticamente de militancia con el gobierno federal.
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Una
sombra con siglas de partido/Rosalía Vergara
Proceso # 1933, 16 de noviembre de 2013
El
terrible diagnóstico que hace sobre el PRD uno de los aspirantes a encabezarlo
parece tener mucho mayor peso que su propio optimismo para rescatarlo. Si bien
la claridad de Marcelo Ebrard acerca de la crisis interna y de legitimidad del
perredismo es meridiana, no acierta a proponer fórmulas convincentes para
salvarlo de la involución autodestructiva. En entrevista con Proceso en
vísperas del inminente Congreso Nacional perredista, el exjefe del gobierno
capitalino advierte: la cercanía excesiva del PRD con Enrique Peña Nieto
llevará a este partido al desastre, o de plano a convertirlo en “partido
satélite”.
A
24 años de su fundación, el 5 de mayo de 1989, el Partido de la Revolución
Democrática apenas “es la sombra de lo que quería ser”, asegura Marcelo Ebrard,
aspirante a dirigir este dividido instituto político.
En
entrevista con Proceso, el exjefe de Gobierno del Distrito Federal añade que el
PRD vive “el peor momento” de su historia después de que en 2006 “estuvo con un
pie en Palacio Nacional”, aunque el panismo y los poderes fácticos “hicieron
tranza y media para impedirlo”.
Una
semana antes del Congreso Nacional perredista, que se celebrará del 21 al 24 de
este mes en Oaxtepec, Morelos, acepta que el PRD está en vías de convertirse en
un “partido satélite cada vez más cerrado a la sociedad, porque una parte de la
izquierda se siente gobierno de coalición”.
Ahora
presidente de la Red Global de Ciudades Seguras de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), Ebrard señala que los legisladores del PRD han perdido
todas sus propuestas de reformas estructurales, aunque falta la energética,
respecto de la cual, dice, sería el colmo si algún diputado o senador
perredista vota a favor de la iniciativa priista.
Explica:
“Creo que el PRD trae una confusión estratégica importante. Me refiero a la
dirección actual. Están actuando como si fueran un gobierno de coalición,
preocupándose por quitarse la imagen de que el PRD se ha opuesto a la mayoría
de las iniciativas del gobierno en turno. Se pasaron al otro extremo: O sea, de
la línea de no aprobemos nada –porque cualquier cosa que provenga del gobierno
es espantoso, pecaminoso, sin importar su contenido– al hay que acordar todo a
cualquier precio”.
Esta
crítica alude a la participación del dirigente nacional del PRD, Jesús
Zambrano, y de otros miembros de su corriente, Nueva Izquierda, en el Pacto por
México, firmado con el PRI, el PAN y el gobierno federal sin el aval de otras
expresiones internas del perredismo.
Ebrard
considera que el PRD debe empeñarse en recuperar su papel opositor, lo que,
aclara, no significa que se vuelva vociferante o no pueda lograr acuerdos con
el poder político.
“Ser
oposición quiere decir que estás preparándote para la alternancia en el poder,
que tú eres la opción para la mayoría. Eso es”, puntualiza.
–¿En
qué momento el PRD dejó de ser el partido representativo de la izquierda?
–Me
parece que del Pacto (por México) para acá sí hay claramente un cambio
cualitativo en las posiciones de la dirigencia del partido. Y estamos en una
posición prácticamente de militancia con el gobierno federal.
Las
opciones, las reformas internas
Desde
2007, cuando Alejandro Encinas, ahora senador, y Jesús Ortega, hoy miembro del
pacto, se disputaron la dirigencia nacional, militantes como el primero
advirtieron que su partido se estaba “desdibujando”. Incluso Rosa Albina
Garavito, quien contribuyó a la fundación del PRD, renunció a éste en 2008
argumentando la debacle ideológica del perredismo.
Al
respecto, Ebrard comenta: “No digo que ya se acabó el partido, porque sería
injusto. Lo que estoy diciendo es que la línea política que se está siguiendo
ahorita va a llevar al partido a la marginalidad. ¿Por qué? Porque es muy
distinto que tú digas: ‘nosotros vamos a encabezar a la oposición y vamos a
preparar la alternancia en 2018’ –cosa que no ha sido permitida en México–, a
decir: ‘vamos a ser parte del sistema y somos amiguitos del PRI’. Eso es el
gobierno de coalición que sólo existe en tu mente”.
Plantea
que al PRD le quedan dos vías: La continuidad, es decir, privilegiar la visión
pragmática de mantener “la unidad a toda costa”, de no hacer nada que divida
(así sean elecciones, congresos, consultas populares, etcétera), postura que
–cuestiona– mantienen militantes como Graco Ramírez, actual gobernador de
Morelos, junto con Zambrano y Ortega, en fin, los “ideólogos” del partido.
La
otra idea, apunta, es reconocer que no se obtuvieron buenos resultados en las
elecciones de julio pasado, ante lo cual resulta necesario cambiar la línea
política del partido para luchar por las libertades y derechos ciudadanos, y
para reducir la desigualdad en el país.
“Tenemos
varias señales de que nos está yendo mal como partido político”, insiste. Ante
ello, Ebrard propone abrir el PRD a los simpatizantes para consultarlos acerca
de cuál es el rumbo a seguir y quién debe dirigir los destinos partidistas.
Pero esto, dice, “no es compatible con una alianza preferencial con el gobierno
federal”.
Hace
unos días se entregó a los perredistas la propuesta de reforma estatutaria,
cuya copia tiene Proceso, elaborada por Nueva Izquierda (NI), la corriente en
la presidencia; Alianza Democrática Nacional (ADN), formada sobre todo por
perredistas mexiquenses, y Foro Nuevo Sol (FNS), fundado por la exgobernadora
de Zacatecas Amalia García.
En
la propuesta “se anula el requisito de que los representantes populares o que
ocupen un cargo en el gobierno no puedan ser parte del CEN (Comité Ejecutivo
Nacional), pero no devengarán salario del partido”. No podrán ser parte de una
secretaría del CEN pero sí de la presidencia o de la secretaría general,
precisa el documento.
Además,
del estatuto actual se eliminaría el inciso b del apartado tres del artículo 45
sobre la elección de presidente nacional y secretario general que impedía a los
dos miembros de la dirigencia pertenecer a la misma corriente.
NI,
ADN y FNS pretenden que el presidente nacional sea electo por mayoría absoluta
del Consejo Nacional con 50% más uno de los votos de los consejeros presentes y
mediante el sistema de dos vueltas. El secretario general se elegiría de la
misma manera pero en urna distinta.
También
plantean la reelección del presidente nacional. Aunque en las filas perredistas
corre la versión de que dicha propuesta tiene la finalidad de que Cuauhtémoc
Cárdenas, fundador y “líder moral” del PRD, vuelva a encabezar el partido,
Ebrard lo niega, pues, dice, no se ha impulsado un acuerdo de unidad para votar
el asunto en el Congreso Nacional de Oaxtepec.
Por
el contrario, militantes que prefieren mantener su identidad en el anonimato
por temor a Los Chuchos consideran que esta reforma beneficiará a Nueva
Izquierda, porque le permitiría a Zambrano seguir en el cargo o ser sustituido
por Jesús Ortega, presidente nacional de 2007 a 2010.
–¿Qué
es lo que haría si se presenta este escenario?
–Creo
francamente que eso ya sería el colmo. No creo que siquiera lo pudieran aprobar
en el Congreso Nacional. Se hablaba de quitar el candado de la reelección para
abrirle el paso al ingeniero Cárdenas, pero el tema es que tendríamos ya que
estar todos en un acuerdo para decir: “Sale, que sea el ingeniero quien
dirija”, y (entonces sí) ya buscar la reforma del estatuto; pero como está
ahorita (la situación) de “ya reformemos y luego vemos”, ¡n’ombre! ¡Es un
peligrazo! ¡No, no, no! Yo diría que cuidadito con eso.
Ebrard
insiste en la necesidad de cambiar la línea política del PRD porque, apunta,
ahí radica el origen de la crisis del perredismo.
“No
creo que el problema esté en la ideología del partido político. El problema
está en la línea política que está operando la dirigencia del partido”, indica,
y considera una “ingenuidad estratégica” hacer política partiendo de la base de
que se puede tener una influencia suficiente en el gobierno de Enrique Peña
Nieto para aprobar reformas que beneficien a la sociedad.
–¿Qué
y quiénes llevaron al PRD a su crisis actual?
–Pues
creo que fueron muchas cosas: formas de operar, mucho dinero, en fin… sería muy
difícil hacer un diagnóstico. Lo que importa es cómo salir de ahí. Yo sí creo
que tiene salida, pero hay que hacer cosas importantes.
En
cuanto a la política de alianzas electorales con el PAN emprendida dese 2006,
Ebrard considera que son necesarias en las entidades donde el PRD carece de
representatividad.
“Hay
que hacerlas, siempre y cuando tengas un programa. Ahora, yo no digo que
siempre te tengas que aliar con el PAN, porque diría: ‘¿qué onda, qué queremos
ser…?’”, señala.
Se
le pregunta al exjefe del gobierno capitalino qué hará en relación con el Pacto
por México en caso de convertirse en dirigente de su partido. Responde: ese
acuerdo “está muerto, sólo que no le quieren dar su acta de defunción”.
Más
aún, señala que esa nueva forma política de operar, acordando reformas sólo
para que el Legislativo las apruebe, es “el mundo ideal” del partido en el
poder. En resumen, ironiza, “es una comidita de cinco”.
–Visto
así, ¿podría decirse que la política que hace el PRD en la actualidad puede ser
sinónimo de corrupción?
–No,
no diría tanto así, pero sí diría que desde luego en el partido hay que hacer
un esfuerzo muy grande de transparencia. Combatir las cosas que dijimos que
combatiríamos. Hay mucho familismo, mucho patrimonialismo, pero eso se puede
cambiar. Se debería cambiar.
–¿La
docilidad de los dirigentes es un indicativo de corrupción?
–Pues
no necesariamente porque sería como decir que quien no piensa como tú lo vas a
acusar de ser corrupto. Yo diría que hoy día la posición en que está el partido
no es congruente. Hay una disonancia entre lo que la dirigencia dice y hace y
lo que el conjunto del electorado quiere. ¿Eso a dónde te va a llevar? A perder
electores…
En
respuesta al cuestionamiento de que las decisiones de la dirigencia no se
debaten en los órganos de dirección del PRD, expone: “Nada funciona. Todo es
informalón. De hecho, los órganos del partido nunca aceptaron que suscribieran
el pacto, por ejemplo, y ahí están…”
Y
sobre la idea que permea en algunos sectores perredistas acerca de la
derechización de su instituto político, arguye que no podría catalogar de esa
manera a los actuales dirigentes, aunque sí considera necesario quitarle poder
a la burocracia interna, y “en la medida en que la presidencia y su dirigencia
deban su legitimidad a sus simpatizantes, menos peso tendrán los grupos de
interés. Viceversa: a menor legitimidad de los simpatizantes, mayor peso de los
grupos de interés. Eso pasa en todos los sistemas políticos”.
–¿Cree
que el PRD está gobernando en realidad en el país? Porque ningún gobernador es
perredista…
–Bueno,
sí está gobernando. Tiene varios gobiernos estatales y una representación en el
Congreso. ¿De ideología? Pues si la dirigencia del partido está en esta línea…
–¿Considera
que el PRD está en riesgo de perder el Distrito Federal?
–Creo
que no hay que ver la capital como un patrimonio. Depende qué se haga.
–¿Morena
podría sustituir al PRD?
–Pues
depende de qué haga Morena y de qué haga el PRD. Hoy por hoy es el primer
escenario que tenemos cuando la izquierda está tan dividida. Eso nos debe preocupar.
–¿Cómo
percibe al PRI, al PAN y a Morena?
–El
PRI, feliz… es su mundo soñado. ¿Por qué? Tienes dirigencias del PRD y del PAN
débiles; por eso te necesitan mucho. Tan cuestionadas además. Entonces los dos
partidos más importantes de oposición juegan contigo de un modo u otro. Ahora
lo vamos a ver con la reforma energética.
“Entonces,
el PRI está fascinado con este escenario. ¿Quién es la opción al PRI? La
izquierda ideológicamente hablando, porque el PAN acaba de gobernar 12 años con
los resultados que la gente valoró de la manera como lo valoró. Por lógica, en
2018 quien tendría que representar una opción es la izquierda. Bueno, por un
lado el principal partido de izquierda casi se siente gobierno de coalición. Es
como para psiquiátrico, ¿no?”
Refiere
que a lo anterior se suma un hecho: desde hace más de 20 años la izquierda está
tratando de resolver sus problemas de “unidad”, lo que representa una
complejidad para quienes, como él, piensan que aquella puede organizarse de
manera unitaria, contender y derrotar al PRI.
Reforma
energética: por la consulta
Marcelo
Ebrard recuerda que después de que Enrique Peña Nieto reveló a medios
extranjeros su intención de reformar la Constitución para abrir el sector
petrolero a la inversión extranjera, él pidió un debate público que el priista
rechazó. Ahora, dice, está a favor de la consulta ciudadana en la materia,
cuyos promotores entregaron, el jueves 14 de noviembre, 1 millón 12 mil 761
firmas en el Senado.
Dice
coincidir con Cuauhtémoc Cárdenas en cuanto a la importancia de este ejercicio
ciudadano, que es además un derecho avalado por la ley y que puede ejercerse
antes incluso de su discusión en el Congreso.
“Hay
gente que piensa que la consulta sólo es una encuesta. No, no, no. Es un
derecho y es vinculatorio. Es la primera vez que se haría en la historia de
México y creo que vale la pena. Entonces, mi postura es que se haga la
consulta, que los senadores no estén participando en la reforma política ni en
nada si no garantizamos que la consulta sea antes de la discusión sobre la
reforma energética, porque va a dividir al país esa reforma.”
–¿Haría
un llamado a Cuauhtémoc Cárdenas y a Andrés Manuel López Obrador a sentarse
para unir fuerzas contra la reforma energética?
–Ya
se sentaron y están en una misma línea estratégica. No hay diferencia. O bueno,
yo no la percibo.
–Morena
quiere movilizarse y el partido no. Cárdenas está con el PRD…
–A
ver, el ingeniero está proponiendo una consulta abierta que tiene un efecto
constitucional y legal, y creo que tiene razón. Yo lo que diría es que tenemos
que buscar algo que dé resultados, no que dé testimonio de que estamos en
contra, porque si vamos a cercar (el Congreso), pues van a mover de lugar a los
legisladores…
“Cada
quien tiene una posición distinta. El ingeniero está en el PRD, no en Morena,
pero eso no quiere decir que no te puedas poner de acuerdo para que la
estrategia sobre el petróleo no sea común. ¿Cuál debería de ser? Pues juntemos
las firmas antes de que ellos quieran pasar su reforma, ¿no?”
–¿Si
usted gana la presidencia del PRD, qué hará ante Morena, el PT y Movimiento
Ciudadano, ante sindicatos y organizaciones de las que su partido se ha
alejado?
–Sentarlos,
sentarlos a establecer un espacio de diálogo y de acción común. Es la prioridad
número uno. Si no tienes unidad en las izquierdas, nos van a aplastar. Yo les
diría a los compañeros y compañeras: el problema no es hoy, es lo que sigue.
Entonces, un PRD de continuidad y de cercanía excesiva con el gobierno, como lo
he venido diciendo, nos llevará al desastre sin duda.
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