Irán:
aprovechar la oportunidad/
Leopoldo Stampa (España), Richard Dalton (Reino Unido), Christofer Gyllenstierna (Suecia), Paul Von Maltzahn (Alemania), Gillaume Metten (Bélgica), François Nicoulaud (Francia), Roberto Toscano (Italia), exembajadores en Irán.
Publicado en ABC
| 2 de noviembre de 2013
Todos
nosotros hemos compartido la experiencia de haber vivido en Irán y de haber
representado a nuestros respectivos países a lo largo de varios años. Hemos
seguido de cerca la gestión del dossier nuclear y sus efectos, tanto sobre la
política iraní como sobre su población. La elección del presidente Rohani
aporta nuevos elementos. Las negociaciones entre Teherán y los cinco miembros
permanentes del Consejo de Seguridad, más Alemania, estaban atascadas desde
hacía varios años y se relanzaron el pasado octubre en Ginebra. Fue una primera
toma de contacto en la que los iraníes expresaron su posición de una forma
nueva. Una segunda sesión tendrá lugar en breve, el 6 y 7 de noviembre. Ahí es
donde empieza la negociación en serio. Según el giro que estas conversaciones
tomen, Irán se orientará, o hacia una degradación de su situación y a una
rigidez de su postura , o hacia una mejora de l as condiciones de vida de su
población, tanto en el plano económico como en el ámbito de las libertades
civiles y derechos humanos.
Pero
el embrollo creado sobre el dossier nuclear al cabo de los años ha terminado
por convertirse en un obstáculo en el camino de una solución. Una especie de
nudo gordiano. Sin embargo los últimos encuentros en Ginebra han evidenciado
que todos eran conscientes de esa situación. Igualmente todos manifestaron su
buena voluntad y su deseo de salir del atasco. Pero lo más duro está por hacer.
Es cierto que el pasado ha ido creando entre las dos partes un profundo foso de
desconfianza mutua. Pero hay que admitir que la confianza rara vez es el punto
de partida de una negociación. La confianza se genera como consecuencia de
acuerdos claros, verificables y fielmente respetados. Si ambas partes concluyen
acuerdos satisfactorios, vigilan escrupulosamente su aplicación y abordan las
demás diferencias que les separan con espíritu de solucionarlas, entonces la
confianza podrá renacer.
Un
buen acuerdo está siempre basado en un compromiso. Pero debe también preservar
lo esencial. Para la comunidad internacional lo esencial es construir una
barrera infranqueable a la proliferación de armas nucleares. Para Irán, que se
le reconozca el derecho que le asiste a desarrollar la tecnología de un
programa nuclear civil de entidad. Estos dos objetivos son igualmente
legítimos. Si los negociadores no son capaces de alcanzar y aplicar un acuerdo
sobre estas bases, estarán poniendo en tela de juicio el futuro del Organismo
Internacional de la Energía Atómica y el Tratado de No Proliferación Nuclear.
Estas dos herramientas de paz, esenciales, ofrecen las claves para solucionar
la crisis nuclear iraní. Para ser fieles aquellos que los crearon y
desarrollaron durante años, los negociadores tienen la obligación de
conseguirlo.
Y
hay que darse prisa; al menos por tres razones. Para empezar porque es
razonable no prolongar por más tiempo e inútilmente el castigo infligido al
pueblo iraní con las sanciones internacionales y unilaterales. Sería igualmente
bienvenido un acuerdo que disipase cuanto antes las inquietudes genuinas
sufridas por las poblaciones próximas, como la de Israel y las de varios países
árabes, frente al desarrollo sin un control del programa nuclear iraní. Y por
último sería una táctica aconsejable, adelantarse a aquellos que, por motivos
dispares pero convergentes, han comenzado a movilizarse para hacer fracasar
cualquier tipo de acuerdo con Irán.
Por
ello nos dirigimos a los europeos que han estado trabajando en este dossier
desde hace más de diez años, a los americanos que por fin han decidido utilizar
la diplomacia, y a los iraníes que se comprometen ahora con seriedad en la vía
de la negociación, para que abandonen de una vez por todas los falsos regateos
y las posiciones que tanto tiempo han hecho perder. Negociad sinceramente,
concretamente, con la firme voluntad de llegar a acuerdos. Los pueblos de la
región, y de más allá, esperan eso de vosotros. No podéis decepcionarlos.
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