La
omnipotencia de la NSA
‘The
New York Times’ analiza el ‘modus operandi’ de la agencia estadounidense y el
alcance de su espionaje, a partir de documentos facilitados por Edward Snowden
El reportaje en ingles:
Nota de EVA
SAIZ Washington en El País, 3 NOV 2013;
Desde
el teléfono móvil de la canciller alemana Angela Merkel hasta el documento con
el resumen de los puntos principales que el secretario general de Naciones
Unidas, Ban Ki-moon, iba a tratar en una reunión con el presidente de EE UU,
Barack Obama, pasando por las comunicaciones del líder supremo de Irán, el
ayatolá Ali Jameneí, las llamadas de miembros de la guerrilla colombiana de las
FARC, los mensajes de Hezbolá o los correos electrónicos del ministro de
Economía venezolano, los tentáculos del espionaje de la Agencia Nacional de
Seguridad estadounidense (NSA) se antojan infinitos, tal y como demuestra un
extenso reportaje publicado este sábado por The New York Times, en el que se
revisa la evolución de las prácticas de vigilancia de la institución desde su
creación, el 4 de noviembre de 1952, y su alcance. El artículo, realizado a partir
de los miles de documentos filtrados al diario por Edward Snowden, muestra a la
NSA como un “omnívoro informático” con una capacidad ilimitada para interceptar
datos.
La
información obtenida por los servicios de vigilancia no solamente se utiliza
para fines antiterroristas sino también para obtener “ventaja diplomática con
países aliados como Alemania o Francia” y "económica con Japón o Brasil”
El
espionaje de la NSA se cierne sobre los cables de fibra óptica, las líneas
telefónicas y los nodos de Internet y sus prácticas contemplan el robo de
información de ordenadores personales y la introducción en los mismos de
software de vigilancia, bajo el amparo de la operación Acceso a Medida, el
establecimiento de micrófonos ocultos en teléfonos móviles o la vigilancia de
transacciones bancarias. La amplitud de las técnicas evidencia que la
información obtenida por los servicios de vigilancia no solamente se utiliza
para fines antiterroristas sino también para obtener “ventaja diplomática con
países aliados como Alemania o Francia” y "económica con Japón o Brasil”,
concluye el Times.
Esa
extensión, sumada a la aparente aquiescencia por parte de instancias superiores
y la ausencia de limites y controles eficaces de los tribunales, demuestran que
la NSA recopila información de manera indiscriminada, simplemente porque puede
y tiene la capacidad técnica y de almacenamiento de datos para hacerlo. El
director Nacional de Inteligencia, James Clapper, ha reconocido en varias
ocasiones, la última vez esta semana ante el Congreso, que todos los países
hacen lo mismo y que EE UU “tiene la capacidad de espiar probablemente a todo
el mundo”. Una afirmación que la Casa Blanca ha tratado de matizar asegurando
que no porque se pueda, es necesario poner en práctica toda la magnitud de los
programas de vigilancia masiva.
Lucha
antiterrorista
La
interceptación de datos de la NSA, como defienden muchos legisladores en EE UU,
sí ha servido, de acuerdo con los ejemplos que ofrece el artículo, para evitar
atentados terroristas y otra serie de delitos contra los derechos humanos. Una
de las estaciones de espionaje de la agencia en Texas tuvo acceso a 478 emails
que permitieron abortar un atentado contra un artista sueco que había dibujado
caricaturas de Mahoma; los sistemas de escucha de la agencia instalados en
varios aviones del Departamento de Defensa que sobrevolaban Colombia
permitieron localizar y estar al tanto de los planes de varios miembros de las
FARC.
Los
esfuerzos de espionaje masivo de la NSA, en muchas ocasiones, no ofrecen
grandes resultados, de acuerdo con la información ofrecida por Snowden a The
New York Times. Los problemas de conexión –al parecer, la todopoderosa agencia
también se queda sin cobertura- o la falta de especialistas para traducir
determinadas lenguas, han impedido la frustración de atentados terroristas,
como en el caso de la interceptación de varios mensajes de grupo terrorista
paquistaní Haqqani en los que se hablaba sobre un futuro ataque al hotel
Intercontinental en Kabul. Recopilaron todas las llamadas pero no pudieron
impedirlo.
Ineficacia
diplomática
La
omnipotencia del espionaje estadounidense sobre los líderes mundiales también
se ha tornado, en ocasiones, inoperante en clave diplomática. La NSA grabó las
conversaciones entre dos funcionarios del ministro de Asuntos Exteriores de
Afganistán con responsables iraníes en los que les aseguraban que la relación
con EE UU “no amenazaría los intereses de Irán” en ese país. En este caso, como
en el de las escuchas a otros líderes sirios, EE UU no parece haber sido capaz
de sacar parido de esa información.
La
misión de la agencia era, según el Times, “impedir que Venezuela desarrollara
políticas en la región que afectaran negativamente a los intereses
estadounidenses”
Tampoco
en el caso de Venezuela, uno de los “seis objetivos imperecederos” de la NSA en
2007, junto con China, Corea del Norte, Irak, Irán y Rusia. La intención de EE
UU era ganar influencia en América Latina a costa de mermar la preponderancia
del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez. La misión de la agencia era,
según el Times, “impedir que Venezuela desarrollara políticas en la región que
afectaran negativamente a los intereses estadounidenses”. Para ello la NSA
rastreó miles de millones de dólares en concepto de préstamos entre Caracas y
China, Rusia e Irán. También interceptó los correos personales de su ministro
de Finanzas y Planificación y los de varios de sus funcionarios y otros
burócratas venezolanos.
Las
revelaciones sobre la amplitud y el alcance del espionaje han cogido por
sorpresa hasta al propio secretario de Estado estadounidense, John Kerry, que
esta semana reconocía que la vigilancia, en el caso de los líderes mundiales,
había ido “demasiado lejos”. Sin embargo, Kerry defendió la importancia de los
programas de la NSA para la lucha antiterrorista. Sin negar el derecho a la
seguridad, la preocupación de varios políticos estadounidenses y de la
comunidad internacional se centra en la aparente falta de control y supervisión
de las prácticas de la NSA.
La
Casa Blanca ya ha anunciado que ha comenzado a supervisar todos los programas
de vigilancia para garantizar la protección de la privacidad –aunque parece
centrarse sólo en la de los ciudadanos estadounidenses, frente al reclamo de
otros países para que también cumpla la legislación internacional la respecto-.
El artículo del Times, no obstante, indica que la intensidad del espionaje de
la NSA obedece a la voracidad y las demandas de otras agencias como el
Pentágono, FBI, CIA, el Departamento de Estado, el de Energía, el de Seguridad
Nacional y el de Comercio. “Más de la mitad de la información relativa a
inteligencia se incluye en el informe diario que recibe cada mañana el
presidente”, señala el diario.
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