EE
UU da por cerrada la crisis del espionaje
La
reputación de Obama puede haber quedado dañada en Europa pero no en su país
donde preocupa más la seguridad
ANTONIO
CAÑO Washington en EL País, 3 NOV 2013;
Con
la comparecencia ante el Congreso de los responsables del espionaje y las
explicaciones ofrecidas en Europa por el secretario de Estado, John Kerry,
Estados Unidos da por terminada la crisis desatada por las revelaciones de
Edward Snowden. Quizá eso no sea suficiente por ahora para calmar la furia
entre los europeos ni las sospechas entre algunos norteamericanos, pero es todo
lo que cabe esperarse de un asunto en el que las opciones de Barack Obama son
muy pocas y el daño a su presidencia, más bien escaso.
La
reputación de Obama puede haber quedado arruinada para siempre entre la opinión
pública europea. Pero no ha sido así en EE UU, donde las quejas por los ataques
a la privacidad, apreciables sobre todo en los dos extremos ideológicos, se ven
compensadas ampliamente por la preocupación de la mayoría por su seguridad.
Obama se juega su presidencia en la marcha de la reforma sanitaria y en la
consecución de un acuerdo presupuestario, no en el escándalo del espionaje.
Hay
una comisión en marcha que investiga las denuncias presentadas contra la NSA y
que propondrá a finales de año algunas sugerencias sobre qué reformas se pueden
aplicar. Pero, cualesquiera que sean las conclusiones, no es muy probable que,
al margen de algunas concesiones retóricas, se traduzcan en un cambio
significativo de las actualidades prioridades de espionaje, incluido a los
países amigos y aliados.
Los
límites al espionaje, para ser convincentes, se imponen de forma bilateral y
discreta, como hicieron EE UU, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda
después de la Segunda Guerra Mundial, y como está tratando de hacer ahora
Alemania con EE UU. Cualquier otra forma es poco viable.
Obama
podría proponer una ley o impartir una orden que prohibiera el espionaje a los
aliados. Pero, ¿por qué habría de hacerlo? ¿Existe alguna orden en los países
europeos que les prohíbe espiar a EE UU o espiarse entre sí? Además, cualquier
iniciativa de cierta audacia por parte de la Casa Blanca enfrentaría al
presidente con sus servicios secretos, cuyos jefes ya han advertido que una
reducción de las capacidades de espionaje representaría un peligro para la
seguridad nacional.
Probablemente
eso es una exageración. Es poca la información relevante para la seguridad que
puede obtenerse de la escucha secreta a un líder aliado, con quien se comparte abiertamente
los datos fundamentales. De hecho, si es verosímil que Obama no conociese el
seguimiento que se hacía del móvil de Angela Merkel es porque, seguramente,
nunca surgió de esas escuchas una información que mereciera ser mencionada en
el resumen diario de inteligencia que se le presenta cada mañana al presidente
después del desayuno.
El
espionaje a los aliados tiene más que ver con lucha por la supremacía económica
y tecnológica en un mundo que se hace cada día más competitivo. Renunciar a ese
instrumento sin plenas garantías de que todos los demás países lo hacen
también, parece inconcebible. No está, desde luego, en los planes de los
actuales responsables de los servicios secretos norteamericanos.
Como
dijo esta semana en su testimonio ante la Cámara de Representantes, el director
de la Inteligencia Nacional, James Clapper, “durante los 50 años que llevo en
el negocio de la inteligencia, siempre ha sido un principio básico la
recolección y análisis de las intenciones de los líderes (de otras naciones),
en cualquier forma en que se expresen”.
Esa
realidad choca, sin duda, con el sueño de una sociedad abierta y colaboradora.
Una de las grandes frustraciones de esta crisis ha sido la de comprobar que el
gran progreso de Internet, que tan útil ha resultado para comunicar a pueblos y
personas distantes, ha sido al mismo tiempo un arma para incrementar la
vigilancia. Pero no es fácil disfrutar de un avance tecnológico, cualquiera que
sea, sin asumir los riesgos que comporta.
Aparecerán,
quizá, más papeles de Snowden, y los embajadores norteamericanos de medio mundo
seguirán desfilando por las respectivas cancillerías para dar explicaciones.
Pero éstas no variarán mucho de las ofrecidas hasta ahora: necesitamos hacerlo
y ustedes también lo hace.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario