El
Chayo, Peña y el Estado fuerte/Jorge Alejandro Medellin
Publicado en La Silla Rota, 10 de marzo de 2014;
1.-
La reciente captura de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo Guzmán, otrora líder del
cartel de Sinaloa, y la muerte de Nazario Moreno González, El Chayo Moreno o El
Más Loco, a manos de la Marina, fueron atribuidas por el Comandante Supremo de
las fuerzas armadas mexicanas, al fortalecimiento que el Estado ha vivido desde
el regreso al poder de un PRI.
2.-
Si Enrique Peña Nieto quiso referirse al Estado autoritario, monolítico y
oscuro que se forjó con las décadas del priismo en el poder, está en lo cierto.
Si
intentó colocar a las instituciones del Estado en una franca mejoría y en tal
situación que su accionar sea capaz de superar en unos cuantos meses los
brutales diagnósticos de inoperancia, corrupción, atraso e impunidad que le han
caracterizado durante años, miente.
3.-
A Guzmán Loera se le detuvo por diversos factores –entre ellos una posible
traición gestada entre los líderes históricos del cartel de Sinaloa– en los que
destacan el papel preponderante de la DEA y de otras instancias de inteligencia
del gobierno de los Estados Unidos en esa y en muchas otras operaciones
relevantes.
4.-
Los reacomodos y personalidades en una organización tan compleja como el cartel
de Sinaloa son por sí solos factores determinantes que difícilmente llegaremos
a conocer a detalle en el corto o mediano plazos.
5.-
La muerte de Nazario Moreno en un enfrentamiento con marinos y militares es más
creíble a partir de las versiones de los jefes de las autodefensas, José Manuel
Mireles e Hipólito Mora.
Ambos
aseguran -en medio de su propia tormenta perfecta- que la localización y el
cerco a El Chayo Moreno fue obra de su gente y que los federales solo apoyaron
o en todo caso remataron la obra emprendida desde la dinámica de un conflicto
armado a nivel local, una guerrilla de posiciones en la que los comunitarios,
armados convenientemente, cazaron a un líder disminuido, escasamente protegido
y en constante fuga.
6.-
No, la caída de El Chapo y la muerte de Nazario no son de ninguna manera obra
de un Estado fuerte como sostiene Peña Nieto; son el resultado de traiciones,
denuncias, trabajo de gabinete en materia de seguridad, apoyo fundamental y
decisivo de contrapartes norteamericanas (DEA, CIA, NSA, ICE), utilización
correcta y oportuna de tecnologías de punta, cooperación y dinámica de fuerzas
locales que son, al final, quienes conocen mejor que nadie el terreno, los
nexos, componendas y la forma en que se mueven los líderes de grupos como el de
los Caballeros Templarios.
7.-
La propaganda oficial intenta elevar la calidad y trascendencia de los
resultados antinarco, pero lo hace desde la perspectiva engañosa y equivocada
del logro de un Estado que ni es fuerte ni está cerca de serlo, porque sigue
teniendo frente a sí el reto del fenómeno delictivo mutante, en constante
cambio y fortalecimiento.
La
inseguridad es una de muchas agendas sin resolver, atendida con poca claridad y
mucho efectismo.
8.-
La del Estado fuerte no es sino otra de las falacias construidas por el
gobierno en turno a partir de una buena dosis de efectismo y manipulación
mediáticas, apoyada en éxitos operativos pero no en soluciones de fondo, en
políticas y estrategias de largo aliento.
9.-
Hace una semana, la organización internacional World Justice Project dio a
conocer su más reciente estudio global sobre la efectividad de los sistemas de
justicia. El estudio analiza 99 sistemas judiciales en los que México aparece
siempre en los últimos sitios.
Nuestro
país figura en el sitio 79 entre 99 países estudiados globalmente. El promedio
de las calificaciones del sistema judicial mexicano es de 0.45, en donde 1 es
la escala más alta. A nivel regional ocupamos el lugar 12 entre 16 naciones de
Latinoamérica.
El
estudio se centra en 8 categorías; Restricciones en los Poderes del Gobierno,
Ausencia de Corrupción, Apertura del Gobierno, Derechos Fundamentales, Orden y
Seguridad, Aplicación de las Leyes, Justicia y Justicia Criminal.
10.-
El condensado de los resultados del estudio revela que tenemos las más bajas
calificaciones en cuanto corrupción policiaca y militar, con un 0.31, en donde
1 es la calificación más alta.
El
desarrollo de los procesos judiciales se encuentra en el mismo rango, con 0.3
de calificación; en Efectividad de las investigaciones tenemos un 0.15 de
calificación; en Leyes Accesibles alcanzamos un 0.49; en Sistemas
Correccionales efectivos, obtuvimos un 0.16 de calificación, mientras que en
Trato no Discriminatorio logramos un 0.43, y en No Corrupción, tenemos una
calificación de 0.29.
¿Estado
fuerte?
@JorgeMedellin95
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