ESTRICTAMENTE
PERSONAL/Raymundo Riva Palacio
Ejecentral, 11 de marzo de 2014
Una
muerte anunciada
La
segunda muerte de Nazario Moreno, quien bajo el sobrenombre de “el más loco”,
fundó y encabezó La Familia Michoacana y su transformación –para eliminar los
negativos del nombre- en Los Caballeros Templarios, encierra dos misterios:
¿por qué el presidente Felipe Calderón autorizó el anuncio que lo habían
abatido sin tener la confirmación? Y, ¿hubo un acuerdo no escrito en el
gobierno del presidente Enrique Peña Nieto para que sus lugartenientes lo
entregaran? Las respuestas no vendrán fácilmente, si acaso existen, pero hay
suficiente información circunstancial que permite aproximarse a la verdad.
La
historia comienza el 9 de diciembre de 2010 en Apatzingán, donde La Familia
Michoacana vivía el microcosmos de su violencia. Una unidad de inteligencia de
la Policía Federal detectó un convoy que salía de esa ciudad en la zona de
Tierra Caliente en Michoacán, donde presumían iba el jefe del cártel, también
conocido como “El Chayo” Moreno. Mientras lo seguían pidieron refuerzos y al
atardecer, comenzó el enfrentamiento en la sierra. Soldados y marinos acudieron
en apoyo, mientras que desde la ciudad de México, a través de un puente aéreo
de la Policía Federal, se abastecía a las fuerzas federales con tres toneladas
de pertrechos para la batalla que duró casi 24 horas.
Al
día siguiente, el entonces vocero del gobierno, Alejandro Poiré, informó desde
Los Pinos que Moreno había muerto. Poiré hizo el anuncio flanqueado por los
voceros militares y pocos notaron en ese entonces que el secretario de
Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, que siguió el combate en tiempo
real a través de los sistemas de Plataforma México, nunca avaló lo dicho por
Poiré. La información que se le entregó a Calderón eran imágenes de “El Chayo”
cargado por sus escoltas, transmitidas por satélites estadounidenses, sin
saberse si estaba herido o muerto. Comunicaciones de radio interceptadas al
cártel sugerían que sí había sido abatido, pero no se recuperó el cuerpo.
La
falta del cuerpo impidió una certeza al 100% en el gobierno de Calderón que
Moreno estuviera muerto, pero fue una victoria que apresuradamente se quiso
colgar el ex Presidente dentro de suestrategia de propaganda impulsada,
apuntalada e irreversiblemente exigida por él. Lo que hoy se ha convertido en
una pesadilla de opinión pública para su gobierno, no se corrigió en los
últimos días de su gobierno, cuando surgieron dudas sobre su muerte. El 27 de noviembre de 2012 el Ejército
encontró documentos en el rancho “Los Caballos”, cerca de Apatzingán, una de
las propiedades de Los Caballeros Templarios –como se rebautizaron-, que
sugerían que estaba vivo.
Calderón,
Poiré y varios miembros de su gobierno estaban convencidos que “El Chayo” había
muerto, lo que se inscribía en lo que llamaron “la narrativa” de la lucha
contra la delincuencia organizada. En la primavera del año pasado, todo se les
empezó a colapsar. Fuentes del más alto nivel aseguraron que Moreno no había
muerto y estaba al frente de los Templarios.
Los
primeros indicios sólidos en el gobierno de Peña Nieto surgieron en mayo de
2013, cuandoinformes de inteligencia revelaron que se había celebrado una
reunión en Apatzingán donde “El Chayo” convocó a líderes políticos y
empresariales de la región para hablar con ellos. Nadie de quienes se presume
acudieron confirmó esa reunión, pero una alta fuente del gobierno federal
ratificó que quien había dicho Poiré que estaba muerto, “está vivo.”
En
octubre del año pasado hubo otra información que trascendió de los mandos del
Ejército. Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, uno de los jefes de Los
Caballeros Templarios, transmitió un mensaje de que estaba dispuesto a
entregarse. Semanas después difundió un video en YouTube donde ofrecía una
negociación al gobierno. En secreto, en los mandos castrenses se evaluó la
forma como abrir esa puerta de salida de la organización para “La Tuta”, pero
también tenían claro que con Moreno no habría posibilidad de ningún acuerdo,
por lo que habría que enfrentarlo hasta “sus últimas consecuencias”.
Este
domingo, el gobierno de Peña Nieto confirmó que el fin de semana había sido
abatido “el más loco” en un enfrentamiento con la Marina. Lo enfrentaron, en
efecto, hasta las últimas consecuencias, con lo cual se cerró el capítulo de
Moreno, pero deja pendiente el futuro de “La Tuta”, uno de los dos jefes
actuales del cártel michoacano –el otro es Enrique Plancarte-, que es el más
mediático de todos los templarios, y sobre quien el destino, tras la muerte de
su jefe, parece sellado.
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