03/10/2014
Xuereb:
«Les cuento la broma del Papa durante nuestro primer encuentro»
ANDREA
TORNIELLI para Vatican Insider,
Una
«broma de Papa». Es lo que hizo Francisco a monseñor Alfred Xuereb poco después
de la elección de hace un año, cuando lo recibió como su secretario, aludiendo
a una carta en la que alguien no le había hablado bien de él. La carta era de
Benedicto XVI, y en ella el Papa emérito hablaba de las cualidades del prelado
maltés. Lo cuenta el mismo Xuereb, desde hace pocos días nuevo secretario del
dicasterio económico de la Santa Sede, a los micrófonos de Radio Vaticana.
«Desde
el 28 de febrero –cuenta Xuereb–, último día del Pontificado de Papa Benedicto,
cuando dejamos para siempre el Palacio Apostólico, hasta el 15 de marzo, es
decir hasta dos días después de la elección del nuevo Papa, yo me quedé con el
Papa emérito en Castel Gandolfo, para hacerle compañía y también para ayudarlo
en su trabajo de secretaría. El momento del alejamiento de Papa Benedicto fue
para mí un momento muy duro, porque tuve la fortuna de vivir durante cinco años
y medio con él y dejarlo, alejarme de él fue un momento muy difícil. Las cosas
habían precipitado, yo no sabía que justamente ese día habría tenido que hacer
las maletas y dejar Castel Gandolfo y también al Papa Benedicto. Pero me pedían
desde el Vaticano que me apurara, que hiciera las maletas y fuera a la Casa
Santa Marta, porque el Papa Francisco estaba incluso abriendo personalmente la
correspondencia, pues no tenía ningún secretario que lo ayudara. Esa mañana
pasé varias veces a la capilla para iluminarme, porque estaba un poco confundido.
Pero estaba seguro, tenía la clara sensación de que me estaban guiando desde lo
Alto».
«Después
entré al estudio del Papa Benedicto llorando –cuenta el prelado maltés en la
entrevista– y, con un nudo en la garganta, traté de decirle lo triste que
estaba y lo difícil que era para mí alejarme de él. Le agradecí por su
benevolente paternidad. Le aseguré que todas las experiencias vividas en el
Palacio Apostólico con él me habían ayudado mucho a ver mejor “las cosas de
allá arriba”. Después me arrodillé para besarle el anillo, que ya no era el del
Pescador; y él, con una mirada paternal, de ternura, como él solo sabe, se
levantó y me bendijo».
Después
Xuereb narra su primer encuentro con Papa Francisco. «Me hizo entrar en su
estudio, me recibió con su conocida cordialidad, y, debo decir que me hizo una
broma; una broma, si se puede decir, ¡de Papa! Tenía una carta en la mano y,
con tono serio, me dijo: “Ah, pero aquí tenemos algunos problemas, ¡alguien me
ha hablado no muy bien de ti!”. Yo me quedé mudo, pero después entendí que se
trataba de la carta que Papa Benedicto le había enviado para informarle que él
me había dejado libre y que podía llamarme a su servicio. En esa carta Papa
Benedicto tuvo la bondad de indicar mis cualidades. Después Papa Francisco me
invitó a sentarme en el sillón y él se sentó a mi lado en una silla. Me pidió
(con mucha fraternidad) que le ayudara en su grave tarea. Al final quiso que le
dijera cuál era mi relación con los superiores y con otras personas de cierta
responsabilidad. Le respondí que tenía una buena relación con todos, por lo
menos de mi parte».
Xuereb
se dice sorprendido por la «determinación» de Papa Bergoglio. «Una convicción
que, estoy seguro, le viene desde lo Alto, porque es un hombre profundamente
espiritual que busca en la oración la inspiración de Dios. Por ejemplo, él
decidió la visita a Lampedusa porque después de algunas veces de haber entrado
a la capilla, le regresaba esta idea a la mente: ir en persona a encontrar a
estos náufragos y llorar sus muertes. Y, cuando entendió por qué pensaba tanto
en ello, comprendió que era la voluntad de Dios. E hizo el viaje, aunque no
hubiera mucho tiempo para prepararlo. Usa el mismo método para elegir a las
personas que llama para que colaboren con él de cerca».
«Yo
veo en Francisco –añade el nuevo secretario para la Economía vaticano– al
misionero que está llamando hacia sí a la multitud, esa multitud que, tal vez,
se siente extraviada, con la intención de volver a llevarla al corazón del
Evangelio. Se ha convertido, por decirlo así, en el párroco del mundo, y está
animando a todos los que se sienten alejados de la Iglesia a volver con la
certeza de que encontrarán su lugar en la Iglesia. Él ve en el eclericalismo y
en la casuística dos fuertes obstáculos para que todos se puedan sentir amados
por la Iglesia, acompañados por ella. En cambio, los párrocos y los sacerdotes
nos dicen casi cotidianamente que muchas personas han vuelto a la confesión y a
la práctica de la fe porque Papa Francisco las anima cuando, simplemente,
recuerda que Dios no se cansa nunca de perdonarnos».
Cuereb
subraya que el Papa tiene una «atención especial por los enfermos, y esto
porque ve en ellos el cuerpo del Cristo que sufre. Y se olvida por completo de
sus malestares. Por ejemplo –contó Xuereb–, en los primeros meses de su
Pontificado, tenía fuertes dolores de cabeza debido a la ciática que se había
manifestado de nuevo. Los médicos le habían aconsejado que dejara de agacharse,
pero él, al encontrarse con enfermos o niños enfermos en sus carriolas, se
agacha para hacer les sentir su cercanía. Lo mismo sucedió durante la
celebración eucarística en Casal del Marmo, el Jueves santo por la tarde
durante el lavatorio de los pies. A pesar del dolor que habrá sentido, se
arrodilló ante cada uno de los doce jóvenes detenidos para besarles los pies».
Xuereb,
al final, habla de los ritmos de trabajo de Francisco. «¡No deja pasar ni un
minuto! Trabaja infatigablemente. Y cuando siente la necesidad de tomarse un
momento de pausa, no cierra los ojos y se queda sin hacer nada: se siente y
reza el Rosario. Creo que reza por lo menos tres al día. Y me ha dicho: “Esto
me ayuda a relajarme”. Después retoma el trabajo. Recibe visitas tras visitas,
y los porteros de Santa Marta son testigos. Escucha con atención y se acuerda
con extraordinaria capacidad de lo que ve y escucha. Se dedica a la meditación
temprano en la mañana, para preparar la homilía de la Misa en Santa Marta.
Después escribe cartas, habla por teléfono, saluda al personal que se encuentra
y se informa sobre sus familias».
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