- El periodismo, acosado/JUAN ALBERTO CEDILLO
Revista
Proceso
No. 1897, 10 de marzo de 2013
Sus
voces han sido acalladas por sicarios que arremeten contra periodistas y medios
que informan acerca de las atrocidades en que incurre el narco. Con todo,
informadores de Tamaulipas, Chihuahua, Nuevo León y la Comarca Lagunera luchan
por que se conozca el clima de terror en el que sobreviven. Directivos,
editores, fotorreporteros, reporteros y organizaciones internacionales
defensoras de los derechos humanos denuncian: las autoridades poco o nada hacen
para detener a las bandas criminales y dar garantías de seguridad a los
periodistas.
SALTILLO,
COAH.– Las agresiones de los últimos meses a periodistas y los recurrentes ataques
a medios de comunicación como El Siglo de Torreón y El Norte de Monterrey
“permanecen en la más absoluta impunidad”, aseguran directivos de medios,
defensores de los derechos humanos y representantes de organizaciones
internacionales.
Según
ellos, los discursos oficiales y las leyes de protección a los periodistas
resultan demagógicos, ineficaces para capturar a los agresores, como sucede en
el caso del reportero Jaime Guadalupe Domínguez, asesinado en Chihuahua el
domingo 3. Ante la falta de justicia, los delincuentes siguen hostigando al
gremio periodístico, dicen.
En
Monterrey, los directivos de El Norte y sus reporteros llevan meses en espera
de justicia, luego de que las instalaciones del periódico fueron el blanco de
artefactos explosivos. En Nuevo Laredo, El Mañana optó por cambiar su línea
editorial y omitir las noticias relacionadas con los cárteles de la droga para
evitar confrontarse con los sicarios que operan en esa ciudad fronteriza.
Hoy,
los medios tamaulipecos no informan nada relacionado con el narcotráfico.
Tomaron esa decisión ante la falta de respuesta de las autoridades estatales y
federales, sobre todo a partir de que las bandas criminales pusieron precio –a
finales del mes pasado– a la cabeza de los administradores de la página de
Facebook Valor por Tamaulipas, dedicada a alertar a la ciudadanía sobre las
situaciones de riesgo.
La
semana antepasada, las instalaciones del Siglo de Torreón sufrieron varios
ataques en los que dos policías federales resultaron heridos y un civil murió.
El Ejército y las policías estatal y federal instalaron tres filtros de
seguridad para proteger el diario.
Días
antes, el 7 de febrero, cinco trabajadores de ese periódico fueron secuestrados
durante 10 horas. Sus captores los golpearon y amenazaron de muerte durante ese
lapso.
En
esa ocasión, El Siglo de Torreón publicó un editorial en el que subrayó: “Lo
ocurrido la noche del jueves resulta alarmante porque abre un nuevo frente en
la vulnerabilidad de los medios de comunicación, pues los trabajadores
secuestrados no pertenecen al área de redacción”.
En
agosto de 2009, el periódico sufrió el primer ataque, cuando unos desconocidos
lanzaron explosivos contra sus instalaciones y dispararon contra la fachada.
Dos años después, en noviembre de 2011, El Siglo fue atacado de nueva cuenta.
Una
persona cercana al periódico, que pide al reportero omitir su nombre, cuenta:
“En esa época ninguna autoridad se nos acercó para investigar los atentados.
Hasta ahora las investigaciones sobre esos atentados permanecen congeladas”.
Dice
que, en esta ocasión, las autoridades estatales y federales sí contactaron a
los directivos del periódico para saber los motivos que, sostiene, son
“intentos intimidatorios” por coberturas periodísticas recientes. No obstante,
agrega, ningún funcionario del “Mecanismo para Protección de Personas
Defensoras de Derechos Humanos y Protección a Periodistas” les ha ofrecido
respaldo.
Hasta
ahora, el crimen organizado actúa con total impunidad, pues las leyes que
protegen al gremio resultan inútiles para frenar la violencia contra los
medios.
En
la región lagunera los secuestros de reporteros se iniciaron el 26 de julio de
2010, durante la cobertura noticiosa de un motín de reos en el Centro de
Reinserción Social (Cereso) No. 2, con sede en Gómez Palacio.
Ese
día un grupo armado secuestró a Javier Canales, de Multimedios Laguna;
Alejandro Hernández, camarógrafo de Televisa Torreón; Héctor Gordoa Márquez,
enviado de Televisa México, y Héctor “N”, de El Vespertino. Los tres primeros
fueron liberados días después; Héctor nunca apareció.
Previamente,
el 25 de mayo de 2009, Eliseo Barrón Hernández, reportero policiaco de La
Opinión Milenio, fue ejecutado por presuntos sicarios de Los Zetas comandados
por Lucio Fernández, El Lucifer, quien ordenó su muerte para “dar un
escarmiento” a los comunicadores de La Laguna.
Voces
acalladas
Alejandro
Junco de la Vega, directivo de El Norte, cuenta que el periódico regiomontano
ha sufrido varios atentados.
El
más reciente ocurrió el 29 de junio de 2012, cuando hombres armados incendiaron
una de sus subsidiarias en el municipio de San Pedro. En menos de un mes,
fueron arrojadas granadas contra dos instalaciones de sus ediciones suburbanas.
Las autoridades no han informado sobre las investigaciones ni se han acercado
para conocer las recientes amenazas que han recibido, dice.
Asimismo,
declaró a la cadena televisiva CNN: “Tras los seis ataques, hasta ahora no
conocemos de ninguna indagatoria. Nos da la impresión de que las autoridades no
toman en serio las amenazas ni los atentados”. Según él, los ataques tienen que
ver con “la atención que le ponemos a las acciones del crimen organizado”.
El
Mañana de Nuevo Laredo, cuya redacción fue atacada con gas y explosivos,
también se queja de la falta de apoyo oficial.
Ante
la impunidad, los crímenes continúan en Tamaulipas y otras entidades, como
Chihuahua, donde el domingo 3 por la mañana fue asesinado el periodista Jaime
Guadalupe Domínguez, director del portal Ojinaga Noticias. Tres días después,
hombres armados atacaron el Canal 44 y el Diario de Ciudad Juárez.
A
esos atentados se suman las amenazas contra medios alternos, como la recompensa
de 600 mil pesos que ofreció el mes pasado un grupo por la cabeza del
administrador de la página web Valor por Tamaulipas.
El
mes pasado Christina Hernández, de la oficina de Derechos Humanos del
Departamento de Estado de Estados Unidos, visitó la región norte para platicar
con reporteros y conocer su opinión sobre las leyes y medidas de protección a
periodistas recién decretadas por el gobierno mexicano.
Según
las autoridades, existe un fondo de 42 millones de pesos que se maneja a través
de un organismo denominado “Mecanismo para Protección de Personas Defensoras de
Derechos Humanos y Protección a Periodistas”, cuyos integrantes ofrecen
chalecos antibalas, escoltas y, en ciertos casos, vehículos blindados para
sacar a los periodistas de las zonas de riesgo.
Hernández
se reunió con funcionarios del mecanismo y con activistas de Artículo 19,
organización especializada en la defensa de la libertad de expresión, acceso a
la información y la protección de comunicadores, fundada en Inglaterra.
Tras
ese encuentro, Ricardo González, directivo de Artículo 19, contó a Proceso que
“el Departamento de Estado les entregará 200 mil dólares los próximos tres años
para capacitar a periodistas ciudadanos que utilizan las redes sociales”.
“La
defensa de activistas que atienden temas sobre derechos humanos y la protección
a periodistas es un tema que les preocupa y se han comprometido a apoyarnos con
fondos”, precisó.
González
y su organización intentarán ayudar a los integrantes de la página web Valor
por Tamaulipas con el propósito, dice, de proteger y garantizar la privacidad
de sus datos; también pretende capacitar a los usuarios de redes sociales y
periodistas para que desarrollen las herramientas que les permitan proteger su
identidad.
“Además
–insiste–, se tiene que trabajar en ese mismo sentido en la telefonía móvil, ya
que también se ha convertido en un instrumento para el trabajo periodístico y
sistema de alerta.”
Y
sobre los acosos al Siglo de Torreón, el representante de Artículo 19 sostiene
que los criminales ya no sólo atacan a los reporteros, sino a cualquier
trabajador del periódico y a las empresas distribuidoras. Es el caso, dice, de
una empresa de Monterrey, incendiada por distribuir Proceso.
Los
delincuentes han llegado a comprar todos los ejemplares de la revista cuando se
tocan temas de Tamaulipas, comenta.
Varios
periodistas del noreste se reunieron con la representante del Departamento de
Estado para presentarle casos de colegas tamaulipecos amenazados por el crimen
organizado. Le contaron que ellos no pueden denunciar o exigir protección pues
las corporaciones policiacas están infiltradas por los sicarios del Cártel del
Golfo y Los Zetas.
Según
ellos, prefieren irse a Estados Unidos en lugar de apelar al mecanismo que se
aprobó a partir de la Ley de Protección a Defensores de Derechos Humanos y
Periodistas; desconfían de la eficacia de ese organismo del Estado.
Petición
empantanada
Proceso
presentó al organismo el caso de Valor por Tamaulipas para conocer la forma en
que funciona y tiempos de respuesta en caso de amenazas contra algún reportero
u organización periodística que, según la ley, deben ser de tres horas.
La
petición se hizo el lunes 4 a las nueve de la mañana en la oficina de Juan
Carlos Gutiérrez, titular de la Unidad de Derechos Humanos de la Secretaría de
Gobernación y coordinador ejecutivo nacional del Mecanismo para Protección de
Personas Defensoras de Derechos Humanos y Protección a Periodistas. Hasta el
viernes 8 por la noche aún no había respuesta.
Proceso
llamó en varias ocasiones a la dirección de Implementación de Medidas de
Protección, encabezada por Juan Pablo Alemán. Al principio su asistente
respondió que él no estaba en la oficina; luego contestó que estaba en una
junta, para decir finalmente que Alemán no atendía casos de ese tipo.
La
denuncia se presentó también ante la Dirección Adjunta de Protección a
Periodistas, dirigida por Perseo Quiroz Rendón. La dependencia respondió que el
titular “está en su espacio de retiro y no se le puede interrumpir”.
Ante
la insistencia de que se trataba de una amenaza contra un medio de
comunicación, la secretaria particular de Juan Carlos Gutiérrez intentó, sin
éxito, transferir la llamada a otra extensión. Tras otro intento respondió
Silvia Vázquez, quien aseguró que no sabía nada de protección a periodistas,
pues sólo tenía dos días en la Secretaría de Gobernación.
Silvia
se limitó a llenar un formulario para entregarlo a la Junta del Mecanismo; si
no se responde, no puede procesarse, arguyó. Incluso exigió el domicilio del
administrador de Valor por Tamaulipas, pero cuando se le explicó que era
anónimo para evitar que lo localizara la delincuencia organizada, respondió:
“Si no pone su domicilio, no se puede atender el caso”.
Insistió
en que ese dato era importante para que Gobernación se coordinara con el
gobierno estatal a fin de dar una protección adecuada al activista. Cuando se
le explicó que las amenazas a reporteros también provienen de la procuraduría y
de la Secretaría de Seguridad Pública estatal, Silvia respondió que intentaría
pasar el reporte sin ese dato. Quedó de entregar una respuesta en las tres
horas que marca la ley.
Quince
minutos antes de que se venciera el plazo, se comunicó el director de
Implementación de Medidas de Protección, Juan Pablo Alemán, para decir:
“Desafortunadamente no contamos con su dirección ni sabemos dónde está. Son
requisitos que tenemos que cumplir, según el artículo 1 de la ley”.
Y
agregó: “Nos atoramos un poco en datos sobre su identificación” y así no
podemos proceder. Mencionó que difícilmente podrían atender ese tipo de casos,
pero que haría el intento de presentarlo a la Junta.
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