- Otra vez, el presidente omnímodo/JENARO VILLAMIL
Revista
Proceso
No. 1897, 10 de marzo de 2013
Constitucionalmente
el titular del Ejecutivo federal reúne en su persona dos jefaturas: la del
gobierno y la del Estado. Pero la ambición política de Enrique Peña Nieto se
desborda, así que tras la XXI Asamblea Nacional del PRI detentará asimismo el
control de ese instituto político. Según la exdirigente nacional priista Dulce
María Sauri, el mensaje es claro. “El partido del presidente –dice– está unido
y listo para apoyarlo en sus iniciativas”.
A
partir de la XXI Asamblea Nacional del PRI, el domingo 3, el presidente Enrique
Peña Nieto tiene el control del partido y además “su conducción plena”, lo que
“reforzará ante la sociedad la imagen de un trato privilegiado” hacia el
tricolor y “discriminatorio hacia otros partidos”, advierte Dulce María Sauri
Riancho, exdirigente nacional priista y exgobernadora de Yucatán.
Pronostica
que la presencia presidencial en las deliberaciones del partido gobernante
“acabará por sofocar la escasa costumbre de debate abierto sobre asuntos de
interés colectivo en los órganos de dirección partidista”.
Excluida
de los trabajos previos a la XXI asamblea, a pesar de ser consejera nacional
del PRI, Sauri Riancho observó desde su natal Mérida lo ocurrido en el cónclave
tricolor. Sin abandonar su militancia ni su análisis crítico, en entrevista por
escrito con Proceso la exsenadora y exdiputada federal hace un balance de los
principales cambios en los documentos básicos de su partido y aborda temas
espinosos, como la reforma energética o la aplicación del IVA a medicinas y
alimentos.
–¿Cuál
es el balance político que haría tras esta asamblea? ¿La considera una
restauración del viejo modelo?
–Fue
el reencuentro del PRI con su condición de partido en el gobierno. El hilo de
la continuidad con el modelo político que rigió al país más de 70 años está en
el intento de poner las bases para la reconstrucción del poder presidencial en
el PRI. No es el programa de gobierno el que se adecua a los documentos básicos
partidistas, sino que son éstos los que cambian presuntamente para alinearse
con él.
“En
pocas palabras, el presidente Peña Nieto ya tenía el control del PRI. A partir
de la XXI asamblea tiene además su conducción plena. ¿Para qué le sirve en el
corto plazo? Muy probablemente para garantizar el voto de los priistas en las
más controvertidas reformas en el Congreso.”
–La
incorporación de Peña Nieto a los órganos colegiados de dirección priista ha
generado polémica. ¿Es violatoria de la Constitución? ¿Se puede ser jefe de
Estado, jefe de gobierno y también jefe de partido en un sistema como el
mexicano?
–El
régimen político de México es presidencial y la política mexicana sigue siendo
presidencialista. La determinación asumida por la XXI asamblea en cuanto a que
el presidente Peña Nieto encabece su Comisión Política Permanente y su Consejo
Nacional tiene que ser evaluada en una doble dimensión: hacia la sociedad y las
otras fuerzas políticas y hacia el interior del partido.
“En
la figura presidencial concurren la jefatura de gobierno y la jefatura del
Estado mexicano: no se pueden disociar. El primero, el jefe de gobierno, lo
puede ser también de su partido, como en un sistema parlamentario. Pero el jefe
de Estado lo es de todos los ciudadanos. Ante la sociedad se reforzará la
imagen de un trato privilegiado hacia el PRI por parte del Ejecutivo federal y,
en consecuencia, discriminatorio hacia otros partidos.
“En
el partido la presencia presidencial acabará de sofocar la escasa costumbre del
debate abierto sobre asuntos de interés colectivo en los órganos colegiados de
dirección partidista. Los cinco sentidos priistas, cultivados para detectar ‘la
línea’, ni siquiera tendrían que esforzarse. No creo que esta determinación
haya sido asumida como parte de un juego de ‘fuera máscaras’ o de fin a la
simulación de una neutralidad que se le exigió hasta el cansancio a los gobernantes
priistas en el pasado. Me pregunto cuáles son los elementos de la realidad
política que aconsejaron adoptar una medida de esta naturaleza. Como diría el
clásico: ¡¿Pero qué necesidad?!”
Candidaturas
de “fácil venta”
–En
los estatutos se quitaron los candados a candidatos de elección popular y se
aprobó la cuota de género de 40%, entre otros cambios. ¿Cómo valora esas
modificaciones?
–La
decisión sobre la eliminación del requisito de haber tenido un cargo de
elección popular previamente a la postulación como candidato o candidata a la
Presidencia (o a la gubernatura de un estado) es un intento de restituirle a la
figura presidencial una facultad metalegal de la que había sido privada en
1996. Sólo así se puede comprender.
“El
PRI está en el gobierno tras 12 años en la oposición. Sus cuadros más
destacados cumplen el requisito de haber tenido un cargo de elección popular,
aunque haya sido por otro partido político. Abrir los candados huele a una
ominosa posibilidad futura: Que a la antigua usanza, en 2018 nos encontremos
con una candidatura priista creada como un producto de consumo electoral, de
fácil venta.
“El
requisito derogado ha sido insuficiente protección frente a la improvisación y
el invento de personajes programados exclusivamente para ganar elecciones, pero
no para gobernar. Sin él, el riesgo será aún mayor para el PRI y para los
priistas que legítimamente se esfuerzan para ser considerados en las
postulaciones.
“En
cuanto a las cuotas de género, celebro que el PRI haya tomado la determinación
de ‘alinear’ sus documentos básicos a la resolución 12624 del TEPJF.”
–En
el Programa de Acción el PRI modifica su rechazo al IVA a alimentos y
medicinas. ¿No fue ésta la causa de la pérdida priista en el 97 de la mayoría
en el Congreso? ¿Es necesaria esta medida en el contexto actual?
–Reforma
energética y reforma fiscal van juntas y de la mano. Si el gobierno de Enrique
Peña Nieto quiere reformar Pemex tendrá que hacer lo correspondiente en la
parte de ingresos públicos. Sabemos lo difícil que es plantear una reforma
fiscal que afecte los intereses de los grandes grupos económicos y de los 15
supermillonarios mexicanos de la lista de Forbes. Por eso siempre ha sido menos
complicado políticamente introducir el IVA, porque aparentemente la sociedad no
tiene medios efectivos de defensa y reacción frente a estas reformas.
“Los
estrategas gubernamentales tendrán que pesar y medir cuidadosamente. ‘Por si se
ofrece’, el primer obstáculo para presentar una iniciativa que grave alimentos
y medicinas fue removido con la reforma al Programa de Acción del PRI. Pero eso
no implica necesariamente que el gobierno se decida a ejecutar el ‘paso de la
muerte’, porque a eso equivaldría una reforma a la Ley del IVA para extensos
sectores de la sociedad mexicana. Es cierto que el PRI es mayoría en el
Congreso, pero para aprobar la ley necesitaría de otros partidos políticos.
¿Cuál sería? ¿A cambio de qué?
–El
tema energético y la apertura de Pemex al capital privado fueron otros dos
asuntos importantes. ¿Cómo valora estas medidas de los delegados priistas? ¿Se
trata de “temas tabú” o son “línea presidencial”?
–Hay
participación privada en actividades petroleras desde hace un buen número de
años. La disyuntiva no está entre capital privado o público, sino entre una
empresa pública fuerte, capaz de representar en forma efectiva la rectoría del
Estado en materia energética o una paraestatal debilitada al máximo por la
exacción fiscal. Abrir la distribución, la petroquímica básica a la inversión
privada en las actuales condiciones de Pemex implicaría la acelerada
extranjerización y la consiguiente pérdida de control nacional sobre los
hidrocarburos.
“Esta
misma situación se vivió con el sistema bancario a finales de los noventa.
Bastaron tres años para que la mayoría de los bancos quedasen como propiedad de
extranjeros. Tengo la impresión de que en la asamblea del PRI se aprobaron
reformas para flexibilizar la letra, sin tener claridad del rumbo que
finalmente tome el gobierno sobre estos temas. El Plan Nacional de Desarrollo
todavía se encuentra en elaboración.”
Las
viejas formas
–Es
clara la centralización y la restauración de las decisiones políticas del PRI
en función de la figura presidencial. El problema es que en 2012 se ganaron las
elecciones presidenciales con menos de 40% de los votos. ¿Es compatible esta
tendencia con lo prometido en el Pacto por México?
–Considero
pertinente distinguir entre “figura” y “agenda” presidencial. El PRI tomó la
determinación en la XXI asamblea de reconstruir la relación con el presidente a
partir del restablecimiento de los atributos que tuvo la figura presidencial en
el pasado: El más importante, el ejercicio de su libre albedrío respecto a la
candidatura presidencial.
“En
este mismo sentido también era importante afinar la maquinaria partidista, al
menos hacia el exterior, presentando una imagen de unidad monolítica sobre
ciertos temas, como el energético y las telecomunicaciones, en especial.
Restablecer las formas no significa que dejen de contar políticamente otros
actores, que se deben a su partido pero que también juegan un importante papel
en lo externo, ante otras fuerzas políticas y la misma sociedad.
“Me
refiero a los coordinadores parlamentarios y a los mismos gobernadores
priistas. Ellos vienen de 12 años de lucha; probaron la autonomía en la toma de
decisiones. Regresar a las antiguas prácticas puede ser difícil porque el
ambiente del exterior se ha modificado profundamente.
“No
obstante su experiencia política les impedirá cometer acto de suicidio, que eso
significaría enfrentarse al presidente. Pero pueden atemperar y matizar algunas
decisiones presidenciales, sobre todo si las perciben costosas para su imagen
personal, cuidadosamente labrada a lo largo de los años.
“Para
desarrollar su agenda el presidente Peña Nieto tendrá que considerar que seis
de cada 10 mexicanos no votaron por el PRI en 2012. Puede convencer y lograr
apoyos de quienes sufragaron por sus opositores, pero ello dependerá de las
medidas que adopte como cabeza del Poder Ejecutivo federal, de la eficacia de
su gobierno para cumplir los compromisos ‘bandera’ que la sociedad espera y
exige, como los relativos a la seguridad y al mejoramiento de la condición
económica de la mayoría.
–Como
protagonista de estos años, ¿cuál es su reflexión sobre este proceso: Entre
1997 y 2003 (elecciones intermedias) se dieron los cambios más acelerados en el
modelo de transición a la mexicana (IFE autónomo, Congreso sin mayoría
unipartidista, triunfo opositor en el DF, Jalisco, el triunfo de Fox)? ¿Qué lecciones
le dejó a usted este periodo como dirigente nacional del PRI y luego como
senadora?
–Recordemos
las fechas y a los actores. En septiembre de 1996 se llevó a cabo la XVII
asamblea del PRI donde se establecieron los “candados” a la postulación del candidato
presidencial. Estaba en pleno proceso la reforma política, comprometida por
Ernesto Zedillo desde el inicio de su gobierno. Ese mismo año, en octubre, se
aprobaron las reformas para dotar de plena autonomía al IFE, ciudadanizarlo y
conformar su consejo general. Fue entonces cuando el Tribunal Electoral quedó
incorporado al Poder Judicial y se estableció el financiamiento público para
los partidos políticos.
“En
perspectiva, la derrota priista fue magnificada por ser la primera vez que el
partido no alcanzaba la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. La cifra de
238 sólo fue superada en la reciente elección. Pero la formación del G-4 fue el
inicio de profundos cambios en las relaciones dentro del Legislativo y de los
diputados con el presidente. Entre 1995 –la crisis económica y el IVA– y la
derrota electoral de 2000 hay un continuum en el que 1997 fue determinante. Es
la principal lección de ese periodo.
“En
2003 los vientos parecían soplar a favor del PRI. Había resistido la
alternancia, comenzaba a ganar elecciones estatales, tenía nueva dirigencia
nacional. Los problemas comenzaron desde la postulación de las candidaturas, en
particular entre el presidente y la secretaria general del CEN (Roberto Madrazo
y Elba Esther Gordillo).
“El
PRI ganó la mayoría y junto con su aliado, el PVEM, conformaron un bloque
legislativo. Otra vez una asamblea del PRI, en este caso la XIX, fue escenario
de decisiones que impactaron el proceso electoral presidencial. Madrazo decidió
permanecer al frente del partido y de alguna manera secuestrar virtualmente la
postulación del candidato a la Presidencia de la República.
“El
enfrentamiento abierto entre el presidente y la secretaria general acabó de dar
al traste con cualquier posibilidad de ganar en 2006. Por esa razón fueron
cuidadosos los pasos para construir la candidatura de Enrique Peña Nieto. Sin
la figura presidencial no había camino más que la negociación interna. El
avasallamiento y la imposición le resultaron muy caros al partido en 2006.
“En
2018 viene un nuevo reto para el PRI: Postular a su candidato a la Presidencia
de la República en una nueva realidad política y desde el gobierno federal.
Será en 2015 cuando comiencen a perfilarse las condiciones y los actores que
participarán en la determinación, que se tomará sin candados para el
presidente.”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario