Dinero
sucio en el “Monexgate”/Reportaje de Jesusa Cervantes
Revista Proceso # 1945, 8 de enero de 2014;
Los
días posteriores a la jornada electoral federal del 1 de julio de 2012 se
destapó el escándalo del Monexgate, el uso de monederos electrónicos repartidos
al por mayor para inducir el voto en favor del candidato priista. Pero ya desde
antes la Unidad de Fiscalización del IFE había detectado “movimientos
inusuales” en las tarjetas Monex y había pedido a la Secretaría de Hacienda su
manual contra el lavado de dinero. La PGR intervino –sospechaba el uso de
recursos del narcotráfico– y empezó a investigar; incluso congeló cuentas y
aseguró efectivo de algunas personas físicas y empresas coludidas en el
Monexgate… Sin embargo, todo se diluyó tersamente hasta desaparecer una vez que
Enrique Peña Nieto fue declarado presidente electo.
Cuando
aún no estaba formalizado el triunfo del priista Enrique Peña Nieto en las
elecciones presidenciales de 2012, la Unidad de Fiscalización del Instituto
Federal Electoral (IFE) detectó movimientos “inusuales” en los monederos
electrónicos utilizados por el PRI e hizo la denuncia correspondiente ante la
Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda.
Las
operaciones que llamaron la atención de la Unidad de Fiscalización implicaban
el uso irregular de cuando menos 40 millones de pesos –en ellas participaba el
Grupo Comercial Inizzio, S.A. de C.V., empresa denunciada el 5 de julio de 2012
por Andrés Manuel López Obrador como parte de la trama de triangulación de
recursos en favor del candidato priista– y el uso de dinero “en otros países”.
Una
semana antes de la denuncia de López Obrador, Alfredo Cristalinas, jefe de la
Unidad de Fiscalización del IFE, ya tenía conocimiento de la intervención de
Inizzio y les había pedido a las autoridades hacendarias su Manual de
prevención de lavado de dinero, pues la empresa no aclaraba el origen de 70
millones 815 mil 534 pesos.
La
Unidad Especializada en Investigación de Operaciones con Recursos de
Procedencia Ilícita y Falsificación o Alteración de Moneda y la Subprocuraduría
de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), de la
Procuraduría General de la República (PGR), ordenaron asegurar cuentas
bancarias de diversas personas morales y físicas por su probable participación
en “una organización criminal dedicada a operar con recursos de procedencia
ilícita… como el narcotráfico”, y de quienes meses después se sabría que
intervinieron en la triangulación de recursos que hizo el PRI, entre ellos Raúl
Álvarez Longoria.
Lo
anterior se desprende de decenas de oficios que Alfredo Cristalinas, jefe de la
Unidad de Fiscalización del IFE, envió durante julio de 2012 a la Comisión
Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y a la UIF, así como de amparos
promovidos ante la justicia federal por Álvarez Longoria, Alberto Grande
Vidaurre y Edicom, S.A. de C.V., acusados de formar parte de “una organización
criminal dedicada a operar con recursos de procedencia ilícita”.
Para
el 2 de agosto de 2012 la acusación penal contra algunos de quienes
participaron en el entramado financiero del PRI para la campaña presidencial se
diluyó a “delitos fiscales”; para esa fecha el reconocimiento legal de Enrique
Peña Nieto como triunfador de la elección presidencial estaba en manos del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, cuyos magistrados
declaraban que “nada se hará en lo oscurito” y rechazaban apremiar al IFE en la
solución del llamado caso Monexgate.
Oficios
cristalinos
El
5 de julio de 2012, Ricardo Monreal Ávila, coordinador de campaña de López
Obrador, denunció públicamente que el PRI, a través del banco Monex, utilizaba
monederos electrónicos distribuidos por las firmas Inizzio y Efra. Con facturas
y contratos entre ambas empresas y la banca, el petista sostuvo que mediante
Inizzio se distribuyeron 68 millones 316 mil 158 pesos y con Efra, 91 millones
212 mil 30 pesos.
Una
semana antes, el 26 de junio, Cristalinas preguntó a la CNBV de quién eran y
cómo se habían fondeado dos tarjetas que esa misma mañana había detectado y
denunciado públicamente Roberto Gil Zuarth, coordinador de la campaña de la
candidata panista, Josefina Vázquez Mota.
El
27 de junio Cristalinas entregó un informe a los consejeros electorales,
quienes dijeron saber de la existencia de 9 mil 924 tarjetas de prepago por un
monto de 70 millones 815 mil pesos, aunque hasta entonces no se había revelado
la participación de Inizzio; ese mismo día el fiscalizador del IFE ya había
pedido a la CNBV la entrega de información sobre todas las cuentas bancarias de
la empresa.
El
5 de julio, según el oficio UF-DRN-77 18/12 dirigido a Guillermo Babatz Torres,
entonces presidente de la CNBV, Cristalinas le solicitó nuevamente “evidencia,
depósito o transferencia respecto del origen de 70 millones 815 mil 534 pesos”
de Inizzio, todos los detalles de las 9 mil 924 tarjetas y algo más: “domicilio
del promotor del Grupo Monex, responsable de la cuenta de Grupo Comercial
Inizzio, S.A. de C.V… Manual de lavado de dinero y expediente de Inizzio”.
El
titular de la Unidad de Fiscalización no explica las razones por las cuales
pide detalles de cómo opera el lavado de recursos, pero en un segundo oficio,
el UF-DRN-7740/12, fechado el mismo 5 de julio, solicita el total de los
recursos dispersados por Inizzio, forma en que se pueden usar las tarjetas, los
contratos celebrados y… “expediente de la persona que contrató las tarjetas
derivado del Manual de Prevención de Lavado de Dinero; promotor responsable de
la cuenta”.
Un
día después Cristalinas pidió a la CNBV –mediante oficio UF-DRN-7794/12– otros
datos de Inizzio y de nueva cuenta la petición: “Expediente de la persona que
contrató las tarjetas, derivado del Manual de Prevención de Lavado de dinero”.
Después
de 20 días de revisar el manual, los saldos, propietarios, cómo, dónde y cuándo
se utilizaron las casi 10 mil tarjetas o monederos electrónicos Monex que
entregó la empresa Inizzio, Cristalinas encontró lo que en el argot bancario se
llama operaciones “sospechosas” o “inusuales”: al menos 685 tarjetas rebasaban
las mil 500 udis (7 mil 390 pesos), tope fijado para detectar lavado de dinero
y envió un peculiar oficio a la CNBV –el UF-DRN-8777/12– el 18 de julio de
2012.
El
oficio dice: “Respecto de los siguientes hechos, esta Unidad de Fiscalización
detectó información y datos que resultan trascendentes e importantes hacerlos
de su conocimiento para que en el ámbito de sus atribuciones determine si
constituyen infracciones a algún ordenamiento legal en la materia: conforme a
la documentación que obra en el expediente citado al rubro se desprende que los
recursos que se asignaron a 685 tarjetas de las 9 mil 924 tarjetas adquiridas
por la empresa Grupo Comercial Inizzio, S.A. de C.V., rebasaron el saldo de mil
500 udis por un importe total de 39 millones 685 mil 964 pesos con 94
centavos”.
Y
más, detectó que 20 tarjetas se usaron en diversos países, los cuales no
enumera. “De la documentación que obra en el expediente se advierte que 20
monederos fueron utilizados en otros países dispersando recursos que ascienden
a una cantidad de 725 mil 716 pesos”.
El
20 de julio de 2012 Cristalinas envió el mismo reporte al encargado de la UIF,
José Alberto Balbuena Balbuena.
En
total, el fiscalizador del IFE informó a la UIF de 46 expedientes con
operaciones “inusuales o sospechosas”.
Investigación
por lavado
El
2 de julio de 2012 la UIF emitió el oficio 110/H/787/2012, donde se documenta
el entramado financiero de empresas lidereadas por Edicom (Edificaciones,
Ingeniería, Construcciones y Materiales), y las personas físicas Raúl Álvarez
Longoria y Alberto Grande Vidaurre, así como la participación de Ricardo Mauro
Calzada Cisneros, quienes facturan a nombre de otras para ayudar a evadir al
fisco.
El
23 de enero de 2013 la Unidad de Fiscalización identificó a Álvarez Longoria y
a Calzada Cisneros, entre otros, como participantes en la trama financiera
Monexgate, pero no los relacionó públicamente con la investigación de lavado de
dinero que realizaban la PGR y la UIF.
Proceso
indagó en los amparos –algunos otorgados y otros rechazados– promovidos por
Álvarez Longoria, Edicom y Grande Vidaurre para exigir que se les liberaran
cuentas abiertas en los bancos Santander o HSBC y que por orden judicial de la
Unidad Especializada en Investigaciones de Operaciones con Recursos de
Procedencia Ilícita y de Falsificación o Alteración de Moneda (UEIORPIFAM) y la
SIEDO, se les congelaron el 5 de julio de 2012.
En
el amparo 134 promovido por Edicom ante el Juzgado Decimocuarto de Distrito
Penal –donde pide la liberación de sus cuentas bancarias– se refiere que el
caso tiene como origen las averiguaciones previas UIFPGR/53/2012 y la
UEIORPIFAM/AP/167/2012.
En
el caso de Edicom se pidió que se aseguraran las cuentas 920015633119 de
Santander y la 4044942373 de HSBC, pues de ellas tenía conocimiento la
UEIORPIFAM. Santander informó que el 9 de julio de 2012 encontró tres cuentas
con diferentes saldos: 8 mil 507, 10 mil 31 pesos y 37 millones 427 mil 286
pesos, las cuales aseguró.
El
10 de julio HSBC aseguró una cuenta con saldo de 734 mil 681 pesos y dos más
sin dinero alguno.
Según
la averiguación previa 167/2012, “las razones para decretar tal medida
(congelamiento de cuentas), según afirmó la institución ministerial, fue debido
a que las pruebas relacionadas, examinadas y valoradas en su conjunto, en forma
lógica, natural y jurídica, como lo establece el artículo 286 del Código
Federal de Procedimientos Penales, permite presumir de manera indiciaria la
existencia de conductas posiblemente constitutivas de delitos, en las que de manera
probable intervinieron los indiciados y sus cómplices (quejosa y otros), pues
de lo expuesto se aprecia la existencia de indicios y que probablemente
colaboraron con diversos miembros en una organización criminal dedicada a
operar recursos de procedencia ilícita, contribuyendo a que dicha sociedad
delictiva continúe con sus actividades, todo lo cual conduce a establecer que
esas personas participan activamente en una asociación ‘perfectamente’
establecida”.
También
se indica que “a las catorce horas con cuarenta minutos” del 4 de julio de 2012
se realizó un cateo en la empresa Edicom, asegurándose cerca de 4 millones de
pesos, algunos euros y 8 mil 250 dólares.
Y
justifica: “Dinero que se aseguró por el referido órgano especializado en
delincuencia organizada, dado que, según afirmó, de los elementos de prueba se
tienen indicios suficientes y fundados de la existencia de un grupo de
personas, entre las que se encuentran los indiciados, los que han operado en el
sistema financiero mexicano millones de pesos, presumiblemente producto de
actividades ilícitas, pues algunos de ellos no tienen actividades que avalen
sus ingresos a través de actividades laborales productivas y lícitas, por ende,
la presunción fundada de que dichos recursos monetarios pueden ser producto de
actividades ilícitas, lo que denota un modus operandi perfectamente definido y
estructurado, llevando a cabo diversas conductas delictivas que bien pudieran
estar vinculadas con la comisión del delito de operaciones con recursos de
procedencia ilícita, al realizar múltiples operaciones en el sistema financiero
mexicano con depósitos y retiros en diversos bancos, pero principalmente en
Santander México y HSBC, lo cual se tiene acreditado de indicios fundados”.
De
manera coincidente, en su indagatoria sobre el Monexgate la Unidad de
Fiscalización del IFE pidió a la CNBV datos sobre las cuentas que Inizzio abrió
en Santander y HSBC, según consta en los oficios UF-DRN-13584/12 y
UF-DRN-131585/12.
Avanzada
ya la investigación y pese a todos los elementos de convicción que se tenían
por el delito de “operaciones con recursos de procedencia ilícita”, el 2 de
agosto de 2012 –cuando el triunfo de Peña Nieto ya se daba por hecho– se cambia
el delito a “defraudación fiscal”. “Se acordó la incompetencia por razón de
especialidad” y se pasó la averiguación previa a la Unidad Especializada en
Investigaciones de Delitos Fiscales y Financieros.
Sin
explicación a detalle, la parte acusadora, la Unidad Especializada en Recursos
de Procedencia Ilícita, la cual sostenía tener todas las pruebas indiciarias,
se desistió de sus señalamientos: “No se desprende elemento de convicción
alguno respecto de la configuración de un tipo penal materia de esta unidad. El
7 de agosto de 2012 se abrió la AP por defraudación fiscal”.
Pero
no sólo se diluyó la gravedad del delito, sino que se consideró “una adecuada
aplicación de normas que regulan el aseguramiento” de las cuentas de Edicom,
por lo que se le otorgó el amparo y se le liberaron. Esto a su vez dio como
consecuencia que Álvarez Longoria se amparara en materia administrativa contra
actos de la CNBV. Éste no se le otorgó.
En
el amparo se da cuenta también de que todo derivó de una denuncia anónima que
se presentó por escrito el 28 de junio de 2012, dos días después de que Gil
Zuarth denunció el uso de la banca por parte del PRI para dispersar recursos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario