La
PGR de Calderón: torturas y acusados por consigna/
ARTURO
RODRÍGUEZ GARCÍA
REVISTA Proceso # 1945, 8 de febrero de 2014;
El
11 de marzo de 2012, el subprocurador Cuitláhuac Salinas presentó triunfalmente
el descubrimiento de una red de corrupción que implicaba a funcionarios y
mandos militares y policiacos de Coahuila. La PGR de Marisela Morales integró
acusaciones basadas casi exclusivamente en declaraciones de testigos
colaboradores. Pero los expedientes no resistieron la prueba de los tribunales
y los testigos denunciaron que hicieron esas incriminaciones bajo tortura;
sobre todo, revelaron que con ese montaje se pretendía obtener puntos
electorales para el PAN en la elección de 2012.
Integrados
al programa de testigos protegidos de la Procuraduría General de la República
(PGR) o acusados de incurrir en diferentes delitos, presuntos integrantes del
cártel de Los Zetas declararon durante meses ante fiscales especializados sobre
supuestas redes de protección operadas por funcionarios y mandos policiacos,
tanto federales como locales de Coahuila y Nuevo León.
Con
las declaraciones de esos testigos, identificados como Sagitario, Escorpión y
Sérpico, la administración de Marisela Morales en la PGR armó un expediente en
el que se acusó de delincuencia organizada a jefes policiacos, como el teniente
coronel en retiro Manuel de Jesús Cícero, a Humberto Torres y a su hermano el
entonces procurador del estado, Jesús Torres Charles, así como a mandos y
oficiales de la Sexta Zona Militar.
Además,
incriminaron a la estructura de mando de la Policía Federal en Nuevo León y
también en Coahuila, entidad donde supuestamente Los Zetas también infiltraron
a la Agencia Federal de Investigación (AFI) y a la delegación de la PGR.
Sin
embargo, la averiguación previa 041/2012, integrada con las declaraciones de
los expedientes acumulados 101/2011 y 197/2011, no resistió las diligencias
judiciales en un juzgado constitucional:
Primero,
el Ministerio Público (MP) incurrió en errores de procedimiento al intentar pasar
como válidas las declaraciones y testimoniales de los expedientes acumulados en
la averiguación 041/2012, cuando debió practicar las diligencias exclusivas de
esa causa. Por si fuera poco, las documentales exhibidas por la PGR en el
proceso penal habían sido mutiladas o registraban tachaduras para que varios
párrafos fueran ilegibles.
Aún
más grave fue que las documentales improcedentes que intentó incorporar la PGR,
es decir, las declaraciones de los testigos colaboradores para otras causas
penales, eran el único medio de prueba para acreditar la responsabilidad penal
de los mandos policiacos inculpados.
Aun
cuando el MP realizó diligencias y peritajes para robustecer el expediente,
éstas sólo demostraban obviedades, por ejemplo, que un restaurante mencionado
por los testigos protegidos existía, o que los inculpados trabajaban en una
instancia gubernamental. Fuera de eso, no probaban conducta ilícita alguna,
según las consideraciones del juez de Amparo Raúl Valerio.
Durante
las diligencias de la causa penal, el testigo protegido Sagitario y el
procesado Luis Jesús Saravia desconocieron sus declaraciones y acusaron al
fiscal Roberto Tovar Cuatle, colaborador de la entonces jefa de la Unidad
Especializada en Investigación de Delitos contra la Salud (UEIDS), Guillermina
Cabrera, de obligarlos a firmar esos documentos bajo tortura y de infligirles
tratos crueles durante los meses que estuvieron detenidos en las instalaciones
de la PGR.
Desestimadas
las órdenes de aprehensión y los encausamientos judiciales contra Humberto
Torres Charles, el teniente coronel Manuel de Jesús Cícero Salazar y el
comandante de la Policía Ministerial de Coahuila, Sergio Tobías Salas, las
denuncias hechas por los testigos colaboradores deben ser valoradas por la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), instancia que debió ser
notificada tras la audiencia.
Averiguación
dudosa
El
12 de marzo de 2011 fueron detenidos Gerardo Hernández Sánchez, El Gerry, y
Pedro Toga Lara, El Guacho, dos presuntos mandos de Los Zetas a quienes pronto
se les concedió el estatus de testigos colaboradores. A Hernández se le asignó
la clave Sagitario y a Toga Lara la de Escorpión.
A
sus testimonios se agregaron las diligencias en que participó el acusado Luis
Jesús Saravia Ramón, Pepito Saravia, y la del testigo con la clave Sérpico.
Detenidos
en marzo de 2011, señalados por numerosos crímenes e identificados como mandos
medios de Los Zetas, en unas cuantas semanas se habían convertido en testigos
colaboradores y sus primeras declaraciones formales se fecharon el 18 de julio
de 2011.
En
su edición 1843, Proceso publicó partes sustanciales de las declaraciones de
esos testigos, que implicaban como colaboradores de la organización criminal a
oficiales y soldados del 69 Batallón de Infantería, así como al general Juan
Manuel Vallejo Malibrán.
Además
señalaron al capitán Jorge Luis Valbuena Flores, quien estuvo al mando de la
Policía Federal en Coahuila y Nuevo León, así como a los mandos y policías de
la AFI, a la subdelegada de la PGR Claudia González López y a las agentes del
MP federal Blanca Isabel Dueñas y Gladis Felicita Leyva.
También
dijeron conocer, por haberlos tenido en la nómina de Los Zetas, a Humberto
Torres Charles, al exdirector de la Policía Preventiva estatal Manuel de Jesús
Cícero; a los agentes del MP Everardo Rosales y Juan Fermín Medina, así como al
comandante Sergio Tobías y al policía César Esquivel Ruiz.
Los
testigos colaboradores fueron prolijos en los montos de los supuestos sobornos,
así como en la identificación de lugares donde supuestamente se los entregaban.
Con
base en esos testimonios, la aún llamada Subprocuraduría de Investigación
Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) integró las acusaciones por el
delito de delincuencia organizada.
Las
declaraciones de los testigos protegidos tenían inconsistencias. Por ejemplo,
describieron la apariencia de los acusados y sus cargos, pero sobre los hechos
denunciados cayeron en contradicciones de modo, tiempo y lugar.
Para
robustecer su acusación, la PGR integró documentos sobre las condiciones
laborales de los policías y servidores públicos acusados por sus testigos y
realizó distintas inspecciones periciales. Incluso, al hacer la revisión del
caso durante el juicio de amparo 840/2012-II, el juez observó que las
diligencias integradas a la causa penal sólo podían establecer las condiciones
laborales de los acusados y que los lugares mencionados existían.
Consideraciones
similares determinaron también los juicios 1318/2012-VIII y 1320/2012-II,
resueltos en el Juzgado Quinto de Distrito en Materias de Amparo y Juicios
Civiles Federales del Estado de México, con sede en Toluca, cuyo titular es
Raúl Valerio Ramírez.
En
julio pasado, dicho juez declaró improcedente la acusación contra Manuel de
Jesús Cícero y Sergio Tobías Salas, quienes estuvieron detenidos en el penal
del Altiplano. Asimismo se canceló la orden de captura contra Humberto Torres
Charles, a quien hasta entonces se consideraba prófugo, y se sobreseyeron los casos
contra Everardo Rosales y Juan Fermín Medina. El reportero no pudo localizar al
resto de los inculpados.
Torturas
Instalado
en un centro de arraigo de la PGR, a Sagitario se le atribuyeron numerosas
declaraciones, pero en una diligencia del 12 de agosto de 2013 afirmó que se le
negó el derecho a una defensa, se le forzó a ser testigo colaborador y,
encerrado, fue sometido a tortura y tratos inhumanos para declarar cómo lo
hizo.
Identificado
como mando operativo de Los Zetas, Gerardo Hernández declaró en la misma
diligencia que en abril de 2011 fue llevado al centro de arraigo y que cada
noche era llevado a las celdas del sótano de la SIEDO, donde lo hacían declarar
para luego devolverlo a su encierro.
Agregó
que desde el 1 de mayo hasta el 14 de septiembre del mismo año lo mantuvieron
en las celdas de la SIEDO, donde a diario lo forzaban a declarar para
incriminar “a un funcionario del gobierno de Coahuila que andaba en campaña en
la Ciudad de México”.
Hernández
aseguró que en septiembre les pidió que lo mandaran a un penal o se suicidaría
en la celda, pero se negaron a hacerlo por su estatus de testigo colaborador.
Según él, querían mandarlo a la prisión del Campo Militar Número Uno.
En
la diligencia mencionada se le pidió que dijera si había informado de su
situación a su abogado defensor. Sagitario contestó:
“¿Cuál
defensor? Los defensores públicos de la SIEDO no intervienen porque están a
favor de los ministerios públicos. Los defensores se asomaron a la ventanilla y
me decían ‘fírmale porque ya está el acuerdo, ya eres testigo colaborador’.”
Hernández
insistió en que no podía quejarse, pues le estaban atribuyendo testimonios y
forzando a falsear declaraciones; pero sólo podía quejarse ante las mismas
autoridades que lo manipularon durante los siete meses que permaneció en el
sótano de la SIEDO.
Continuó:
“Estuve enfermo y me dejaban sin comer desde los jueves hasta los lunes, y como
ellos trabajan de lunes a viernes, yo permanecía sin comer, sólo tomaba agua
del inodoro (…) Le dije a la maestra Guillermina (Cabrera) y al fiscal Néstor
Fiallo Samayoa, que siguieran obligándome a firmar declaraciones de ellos y sus
testigos que tenían ahí en su momento, porque cuando yo llegara a un penal no
le mentiría al juez. Todo esto no lo declaré antes porque he tenido más de 150
declaraciones y, como lo he dicho antes, no todas son ciertas. Todavía tengo
muchos nombres, pero no quise decirlo porque tengo mucho miedo, porque fui
torturado”.
A
su vez, Luis Jesús Saravia –a quien se le atribuyen numerosos hechos de sangre
y ha sido calificado como uno de los jefes de plaza más violentos de Los Zetas–
también desconoció las declaraciones que le atribuyó la PGR, y cuando se le
preguntó por qué lo hacía, afirmó que era una buena persona y ni siquiera tenía
multas de tránsito.
“Fui
torturado en un gimnasio abandonado de la propia SIEDO, específicamente en el
sótano, cuando me llevaron agentes de la Marina a instalaciones de la SIEDO me
hicieron varias preguntas y me leyeron declaraciones, que dizque de testigos
protegidos”, expresó.
En
otra parte de esa declaración, Saravia soltó: “Recuerdo bien el nombre del
fiscal que dijo que si yo no quería hablar, él haría que yo hablara, que sólo
necesitaría la autorización de su jefa. El nombre del fiscal es Roberto Tovar
Cuatle, el cual recuerdo haberlo visto en el gafete, y el nombre de su jefa,
Guillermina”.
Según
Saravia, el fiscal Tovar Cuatle falsificó su firma, pero él no quiso
denunciarlo en ese momento porque lo estaban torturando, tenía lesionado un
brazo y lo amenazaron con no dejarlo ver a su familia.
Consigna
con fondo electoral
Desde
el principio el caso quedó marcado por las irregularidades de la PGR. El 11 de
marzo de 2012 Cuitláhuac Salinas, titular de la SIEDO, dio a conocer en
conferencia de prensa el descubrimiento de una red de corrupción que implicaba
a funcionarios de Coahuila.
Ahí
anunció una recompensa de 3 millones de pesos a quien aportara información
sobre Torres Charles, quien, afirmó, estaba plenamente identificado… y entonces
mostró una fotografía que no era del inculpado.
Salinas
renunció al cargo a mediados de noviembre de 2012 –la SIEDO ya era SEIDO– y su
dimisión causó extrañeza porque la administración estaba a punto de concluir.
En tanto, la fiscal Guillermina Cabrera, jefa de la UEIDS, fue acusada por otro
testigo colaborador, Guillermo Ortega Maya, de tener vínculos con el Cártel de
Sinaloa, hasta que el propio testigo dijo que la incriminó por órdenes del
coronel Avigaí Vargas Tirado.
La
pifia en que derivó el supuesto desmantelamiento de una red de corrupción en
Coahuila se suma a otros casos de fabricación de delitos mediante torturas y
manipulación de testigos colaboradores por la PGR durante la gestión de Marisela
Morales, durante el sexenio de Felipe Calderón.
Destaca,
por las similitudes con este caso, la acusación y encarcelamiento del general
Tomás Ángeles Dauahare y otros mandos militares (Proceso 1891).
Aquellas
acusaciones se basaron igualmente en declaraciones de los testigos protegidos
Sergio Villarreal Barragán y Ortega Maya, que a la postre denunció la
manipulación de Avigaí Vargas también en este caso.
Juan
Carlos de la Barrera Vite fue titular de la UEIDS antes que Guillermina
Cabrera, cuando Marisela Morales estuvo al frente de la SIEDO. Hoy está preso
en el penal de Matamoros, acusado por Villarreal Barragán (en su calidad de
testigo colaborador) de vender información confidencial al Cártel de Sinaloa.
En
entrevista con Patricia Dávila, en junio de 2013 De la Barrera dijo que en
realidad está preso por negarse a fabricar culpables e identificó a quienes
Marisela Morales pretendía incriminar:
Luis
Ángel Cabeza de Vaca, exsecretario de Seguridad de Morelos; los generales
Ricardo Escorcia Vargas, Tomás Ángeles y Roberto Dawe; Zeferino Torreblanca y
Manuel Añorve Baños, ambos exgobernadores de Guerrero; Andrés Manuel López
Obrador y su chofer Nicolás Mollinedo; los priistas Jorge Hank Rhon, Manlio
Fabio Beltrones, Mariano Herrán Salvatti, Tomás Yarrington, Manuel Cavazos
Lerma, Eugenio Hernández, Humberto y Rubén Moreira, Fidel Herrera y Enrique
Peña Nieto (Proceso 1918).
El
propósito, dijo, era prepararse por si el PAN bajaba en las encuestas rumbo a
la elección presidencial de 2012.
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