El drama de una iglesia dividida/Juan Arias.
El
problema para el nuevo Papa es que las ideas de los fieles sobre la doctrina
varían mucho de un continente a otro
El País, 9 FEB 2014;
Algo
extraño está ocurriendo entre los católicos del mundo que mientras aprueban y
aplauden casi a la unanimidad al papa Francisco, rechazan buena parte de la
doctrina de su Iglesia.
Ello
crea una gran responsabilidad al nuevo papado recién instaurado. Si el Vaticano
tomara como plausibles los resultados de esta encuesta, ¿cómo debería
comportarse el papa Francisco con esas imposiciones actuales de la Iglesia en
las que ya no creen sus fieles, sobre todo los más jóvenes?
Entre
los temas como aborto, uso del condón, celibato obligatorio, matrimonio de
homosexuales, sacramentos a los divorciados o sacerdocio femenino, algunos
resultados no dejan de ser sorprendentes.
Las
iglesias católicas "nuevas", las alejadas de Europa, son las que
tienen más contradicciones
Por
ejemplo, el hecho de que la Iglesia del futuro, es decir la de los jóvenes
católicos de hoy, estará formada por los más críticos a esas enseñanzas de la
Iglesia en materia de sexualidad y costumbres. En la medida en que los
católicos suben de edad, sus posiciones parecen más conservadoras. Y esa es la
Iglesia que menos contará en el futuro.
Hay
más. Si para este Papa, llegado de la periferia del mundo, la Iglesia que más
parece interesarle es justamente la de los suburbios del planeta, son estas iglesias
llamadas “nuevas” en contraposición a la vieja iglesia europea, las que
presentan mayores contradicciones.
Por
ejemplo, las iglesias de África y Asia aparecen a las antípodas de las europeas
y americanas presentándose rotundamente más conservadoras. Sorprende, por
ejemplo, la mayoría aplastante de católicos que en África se dicen contrarios a
la abolición del celibato sacerdotal o del sacerdocio de la mujer.
Ello
llevaría a pensar medidas diferentes para iglesias también diferentes sin
pretender legislar para la Iglesia universal. Recuerdo que durante el Concilio
Vaticano II entrevisté al único cardenal negro entonces, Mons. Rugambwa. Le
pregunté cuales eran los problemas más graves de la Iglesia en aquel momento y
me respondió con una punta de ironía: “¿En qué tribu de mi diócesis?”. Fue toda
una lección que nunca olvidé, porque me comentó después: “Ese es el problema de
vosotros los europeos que queréis legislar para la Iglesia Universal cuando
hasta en mi diócesis los problemas pueden ser diferentes en cada etnia".
Otro
dato que deberá ser analizado es que los católicos que más van a la Iglesia, es
decir, los más practicantes son también los más conservadores. ¿A quienes
escuchará el Papa? ¿A esos fieles más devotos o a las ovejas más alejadas que
aparecen al mismo tiempo más sintonizadas con los tiempos actuales? Los que
menos frecuentan son los más abiertos y por tanto los más cercanos a los
jóvenes.
Los
católicos que viven en regiones secularizadas como Europa o Estados Unidos son
los que más rechazan la doctrina tradicional de la Iglesia en materia de sexo.
Son, al revés, los católicos de países menos secularizados, para quienes la
religión supone aún un factor importante en la sociedad, los que mejor aceptan
ciertos preceptos conservadores.
Choca,
sin embargo, cómo la Iglesia está dividida en varios planos. Mientras la
mayoría rechaza la condena del aborto, quizás el tema al que la Iglesia jamás
renunciará porque choca con el principio fundamental del derecho a la vida,
está a favor de otros temas a los que la Iglesia podría renunciar como el
celibato obligatorio que no es ningún dogma y que el papa podría abolir de un
plumazo. O incluso el rechazo de que la mujer pueda acceder al sacerdocio que
se advierte en las Iglesias de América Latina, África y Ásia, mientras sería
admitido en Europa.
Al
contrario, la unión estable entre personas del mismo sexo es rechazado casi
masivamente en la secularizada Europa y con un porcentaje menor, por ejemplo,
en América Latina.
No
lo sería fácil al papa Francisco, con estos resultados en la mano, tomar
decisiones para todas las Iglesias, sobre todo porque se advierte también en
materia de doctrina tradicional la influencia de los diferentes episcopados en
las decisiones de los católicos. Dos ejemplos clásicos son México y Brasil.
Mientras el primero aparece muy tradicional en temas como la aceptación de
curas casados (65% en contra) y hasta el más crítico con la figura del nuevo
papa, o el 61% se opone al matrimonio gay, Brasil, aparece mucho más liberal en
todo. Ello depende en parte a que Brasil tuvo en el pasado un episcopado que se
destacó por su apertura social y su acercamiento a los problemas reales de la
gente con figuras conocidas mundialmente como Helder Camara, Evaristo Arns,
Aloisio Lorsheider o Mons. Pedro Casaldaliga, que actuaron desafiando tantas
veces las directrices conservadoras llegadas desde El Vaticano.
Queda
claro que la Iglesia Católica no es unánime en su pensamiento, a veces aparece
hasta contradictoria y con diferencias profundas dentro de un mismo continente
como, por ejemplo, en América Latina. Ello dificultará, sin duda las decisiones
del nuevo papa Francisco.
Aplaudido
personalmente por unanimidad planetaria por los católicos que rechazan en
cambio varios puntos de la doctrina de la Iglesia, ello podría significar que
los católicos confían en que este Papa estará a favor de abrir nuevos caminos de
diálogo, que dejará arrinconadas nuevos anatemas y que caminará por los
senderos evangélicos de la comprensión y de la misericordia.
Es,
en efecto, el primer papa que ha admitido públicamente: “Yo también peco”.
Paradójicamente con él pueden identificarse hoy sea los aún conservadores que
los que desean abrir caminos nuevos.
Ahí
reside la responsabilidad de Francisco de haber recibido un sobresaliente tanto
por parte de unos como de otros. Ahora su desafío será cómo, en las materias
controvertidas, podrá contentar a todos a la vez.
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