Estados Unidos necesita un presidente de verdad/Rafael
Barberá
ABC, 31 de octubre de 2016
estados-unidos-necesita-un-presidente-de-verdadEstamos
en las postrimerías de una carrera presidencial con dos de los candidatos más
quebrantados e inconsistentes que han concurrido en las últimas décadas. Nos
llegan mensajes de sus respectivos pasados que nada tienen que ver con la
política y muy poco se nos dice de cuáles son sus proyectos para un país que
los necesita. Las infraestructuras, el gasto militar, la geoestrategia, la
economía, la sanidad, las cuestiones raciales o la educación, por ejemplo, son
asuntos que están desenfocados mientras que el primer plano lo ocupan sus
devaneos sexuales, propios o no, y sus mutuas acusaciones oportunistas.
El
problema de Trump es Clinton. Si el partido demócrata hubiese elegido como
candidato a alguien sólido, creíble y sin turbiedades, no se estaría hablando
tanto del supuesto daño que puede causar Trump al mundo. Resulta llamativo que
nos preocupe tanto a los europeos, en general, y a los españoles, en
particular, que pueda ser él quien el próximo 20 de enero comience a hacerse
cargo de los Estados Unidos. Nosotros no votamos y quienes sí lo hacen han
permitido que haya ganado a dieciséis rivales, con perfiles y atributos
diferentes, sin demasiada dificultad.
A
Trump le mantiene en la superficie Hillary Clinton. Su errática gestión al
frente de la Secretaría de Estado, el caso de los emails del que cada día
conocemos algo nuevo que no presagia precisamente una conducta honesta de la candidata
si llega a gobernar, las dudas sobre los donantes y su fundación, unido a su
matrimonio con Bill Clinton y a su carácter seco y duro que intenta limar pero
sin conseguirlo, hacen que sea una candidata frágil para una nación tan
potente.
Sin
embargo, las encuestas la sitúan en la Casa Blanca. Los principales medios le
dan varios puntos de ventaja. «Real Clear Politics» elabora una media de todos
ellos y son alrededor de siete puntos lo que le distancian de Trump. Ni
siquiera en los swing states (aquellos estados que no tienen un candidato que a
priori sea considerado como ganador) sale beneficiado el republicano. De
Colorado, Florida, Michigan, Nevada, New Hampshire, Carolina del Norte,
Pensilvania, Virginia, Wisconsin, Iowa y Ohio, solo en estos dos últimos parece
contar con más apoyos. Los cientos de millones de dólares recaudados por Trump
no le servirán para lograr el objetivo, si estos sondeos aciertan.
Desde
que fue nominado como candidato Trump se subió al tren de la calamidad y ha
decidido no bajarse en ninguna estación. Lleva una campaña atestada de errores
primarios en la que han quedado licuados términos como «patria», «bandera» o
«triunfo», que sedujeron a muchos estadounidenses blancos y mayores antes de la
convención republicana. A Hillary, estar agazapada y hablar lo necesario para
que las cancillerías estén tranquilas puede resultarle suficiente.
Si
no gana Trump las elecciones solo podrá exhibir que ha sido capaz de colarse
por la rendija de un partido republicano que, todo apunta, deberá encontrar su
identidad a partir de ahora. El Tea Party, algunos medios de comunicación y la
ausencia de ideas han roto las costuras de una formación que recuerda con
nostalgia el referente de Reagan.
Estados
Unidos necesita un partido republicano unido en las personas, firme en las
convicciones y que mire a las minorías. No es tarea sencilla pero si no se
ponen a ello pronto seguirán llegando outsiders para instalarse y ocupar su
lugar. Deben regresar a sus principios, sin miedos y sin complejos, para seguir
creando marcos de referencia a los que muchos ciudadanos puedan volver para
quedarse. Enfrente tienen a un partido demócrata que, también sin ideas ni
liderazgo, se aprovecha del momento y ocupa espacios más por incomparecencia
del adversario que por aciertos propios. Un escenario el estadounidense que,
por ahora, está lleno de vacíos políticos.
Obama,
por fin, deja la Casa Blanca. Se va sin haber entendido qué significa ser
presidente de la primera potencia del mundo. Muchos creyeron hace ocho años que
aparecía un líder que dejaría un legado a la humanidad. Y se marcha sin
resolver problemas de futuro y con un país igual de polarizado que el que se
encontró entonces. Quien llegue, para bien de todos, debería hacer pedagogía y
explicar, con argumentos y hechos, que Estados Unidos es la Marca de
referencia, con mayúsculas. Pero no sé si los candidatos que compiten van a
saber hacerlo. De ahí que la pregunta de si no había otro mejor tenga todo el
sentido.
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