El siguiente paso: un
acuerdo transatlántico de libre comercio/ Javier Solana was Foreign Minister of Spain, Secretary-General of NATO, and EU High
Representative for Foreign and Security Policy. He is currently President of
the ESADE Center for Global Economy and Geopolitics and Distinguished Senior
Fellow at the Brookings Institution.
Project Syndicate | 28 de diciembre de 2012
De acuerdo con el informe Global Trends 2030 del Consejo
Nacional de Inteligencia de EEUU, de continuar las actuales tendencias, Asia
puede sobrepasar a América del Norte y a Europa en poder global en no mucho
tiempo. Tendrá más Producto Interior Bruto, más población, más gasto militar y
más inversión en tecnología. En este contexto geopolítico, Europa y Estados
Unidos se necesitan mutuamente y la cooperación entre ambos lados del Atlántico
es clave.
Esa parece ser la apuesta que lanzó Hillary Clinton en el
oportuno discurso que ofreció en la Brookings Institution sobre las relaciones
de Estados Unidos con Europa. Consciente del trasvase de poder mundial y
gracias a las nuevas perspectivas que ofrece la posible autosuficiencia
energética, consecuencia de la explotación de hidrocarburos no convencionales;
EEUU trata de adaptar su política exterior al nuevo orden multipolar y global.
Aunque su prioridad estratégica es ahora Asia, los europeos siguen siendo los
socios con los que más valores comparten los americanos en el mundo.
Clinton señaló que la reorientación estratégica hacia el
Pacífico no significa dejar a Europa atrás. Todo lo contrario, dijo: “quiero
ser clara, nuestra reorientación hacia Asia no es una retirada de Europa”.
Clinton espera que Europa siga a EEUU en su camino hacia Asia, de manera que no
solo se vea como un mercado sino como un foco de acción estratégica común.
Para asegurar el rol mundial del viejo y el nuevo
continente, la cooperación entre Estados Unidos y Europa es hoy más crucial que
nunca. Por eso, es el momento de lanzar un acuerdo de libre comercio entre
Estados Unidos y la Unión Europea. Hillary Clinton ya dio alguna pista en este
sentido. Mencionó que se está contemplando la posibilidad de negociar un
acuerdo completo que incremente el comercio y estimule el crecimiento a ambas
orillas del Atlántico. Incluso David Ignatius se atrevió a darle nombre en un
reciente artículo en The Washington Post: TAFTA (Trans-Atlantic Free Trade
Agreement). Edward Luce, por su parte, apuesta por Transatlantic Partnership en
Financial Times.
Estados Unidos y la Unión Europea mantienen la mayor
relación comercial del mundo. La inversión de Estados Unidos en Europa es tres
veces más alta que la de cifra que mantiene en Asia. La inversión europea en
Estados Unidos es ocho veces la inversión europea en China e India juntas. La
relación comercial entre ambos lados del Atlántico es clave para ambas
economías y para la creación de puestos de trabajo. Se estima, de hecho, que un
tercio de todo el comercio bilateral Estados Unidos-Unión Europea son
transferencias internas de las propias compañías con presencia a ambos lados.
Todos estos datos dan buena cuenta de la enorme importancia que tiene la
relación comercial entre los dos gigantes. Dos gigantes que, recordemos,
representan las dos mayores economías del mundo (si tomamos a la UE en su
conjunto) y suelen figurar, uno u otro, como mayores socios comerciales de los
grandes Estados del mundo.
Aunque los aranceles sobre bienes manufacturados
comercializados ya son bajos (como media, se mantienen por debajo del 3%), un
Acuerdo de Libre Comercio sería enormemente beneficioso como promotor del
comercio, del crecimiento económico y, por tanto, como generador de puestos de
trabajo. Crear unas reglas comunes de juego podría suponer millones de euros de
ahorro. Dicho Acuerdo podría incluir el comercio de bienes, servicios,
inversiones y agricultura; y exigiría aumentar la compatibilidad de las
regulaciones y estándares en las legislaciones europeas y americanas.
Este acuerdo, además, no solo afectaría a los dos gigantes
económicos: tanto Estados Unidos como la Unión Europea tienen ya firmados
varios Tratados de Libre Comercio con diferentes países de América Latina. Se
crearía de esta manera una enorme extensión geográfica de libre comercio que
favorecería la triangulación y la capacidad de respuesta frente a la crisis
económica.
Los acuerdos regionales de libre comercio están cobrando un
nuevo impulso. Un ejemplo significativo es el Trans-Pacific Partnership (TPP),
un acuerdo de libre comercio liderado por Estados Unidos que se está llamado a
ser un auténtico game-changer en el Pacífico. 2013 parece el año en el que se
avanzará decididamente hacia la firma, prevista en 2015. Los posibles firmantes
serían Estados Unidos, Australia, Malasia, Vietnam, Singapur, Nueva Zelanda,
Chile, Perú, Brunei, Canadá, México y quizá Japón y Corea del Sur. El resultado
será la liberalización del comercio en un área que produce el 40% del PIB
mundial. ¿No es momento también de plantear lo mismo para Europa?
El Viejo Continente, que ahora afronta una oleada de
populismo y euroescepticismo, podría apostar de esta manera por más cooperación
y coordinación a través de la Comisión Europea en un asunto tan concreto,
tangible y beneficioso como es el comercio. Ha funcionado antes para cohesionar
Europa y puede volverlo a hacer. El bien más preciado hoy es la confianza, y el
mero hecho de lanzar las negociaciones significa generar confianza interna y
externa.
La salida de la crisis no debe entenderse como una vuelta al
proteccionismo. Todo lo contrario. La firma de este Tratado de Libre Comercio
se sitúa en el marco de la apuesta decidida por el multilateralismo y la
apertura comercial. En este sentido es importante recalcar la labor de la
Organización Mundial de Comercio, el mejor foro multilateral que tenemos para
resolver las disputas comerciales. La firma del Tratado que aquí se propone
sería la prueba fehaciente que podría convencer a otros de los beneficios que
conlleva la apertura comercial.
La única manera de lograrlo es un compromiso claro de los
líderes políticos a ambos lados de Atlántico. Requiere también involucrar al
sector privado, fundamental para sostener el crecimiento económico que tanto
necesitamos. Pero no esperemos más. Contra el anunciado declive relativo de
Occidente apostemos por más unión, más cooperación y más prosperidad. Y eso
pasa hoy por un acuerdo transatlántico de libre comercio.
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