Revista
Proceso
#2078, a 28 de agosto de 2016..
AMLO: Amnistía a
corruptos/HÉCTOR TAJONAR
La
decisión de Andrés Manuel López Obrador de declarar una “amnistía anticipada” a
quienes hayan cometido delitos de corrupción es desconcertante e insostenible.
“López Obrador, cómplice de la corrupción” se tituló la columna publicada en el
portal de Proceso el 15 de agosto, cuatro días después de la declaración
incluida en la ponencia “Cambio y porvenir de México. Una visión hacia 2018”
dictada por el líder de Morena en Acapulco. La nota tenía dos subtítulos:
“Inaceptable su amnistía anticipada” y “Ni perdón ni olvido: justicia”.
Agregaba que AMLO “garantiza la completa impunidad y aun incita al saqueo”. En
la edición impresa de la revista se incluyeron entrevistas sobre el tema con
Lorenzo Meyer y Octavio Rodríguez Araujo (Álvaro Delgado, “‘Amnistía anticipada’,
una acción de política pragmática”, Proceso 2077).
La
importancia del asunto exige un análisis del razonamiento lopezobradorista. Lo
primero que llama la atención es el contraste entre la severidad de su
diagnóstico sobre la corrupción política y la suavidad que ofrece a los
responsables de practicarla: “La crisis de México no podrá enfrentarse sin
cortar de tajo con la corrupción y la impunidad… Nada ha dañado más a México
que la corrupción política… En forma categórica expreso que cuando triunfe nuestro
movimiento no habrá impunidad”.
De
la enérgica condena, López Obrador pasa al tono melifluo: “A pesar del gran
daño que le han causado al país y a la nación, no les guardamos ningún rencor y
les aseguramos que, ante su posible derrota en 2018, no habrá represalias o
persecución para nadie. Declaramos esta amnistía anticipada porque lo que se
necesita es justicia, no venganza. No odiamos a nadie”.
La
incongruencia es evidente y la claudicación, lamentable. Más grave todavía es
la confusión y la falta de rigor en el uso del lenguaje. La justicia es la
aplicación de la ley. Aplicarla no es “venganza” ni odio, tampoco “rencor”,
“represalias” o “persecución”. No hacerlo, evadir la ley, tiene un nombre:
impunidad. Es indispensable erradicarla, no fomentarla mediante una complicidad
disfrazada de indulgencia plenaria.
El
binomio corrupción-impunidad persiste, sobre todo, por la discrecionalidad del
presidente en turno para decidir a quién se le aplica la ley y a quién no.
Salir de esa nefasta combinación es lo que exige la ciudadanía a quien pretenda
gobernar al país a partir de 2018. De ahí el absurdo en el que incurre el
precandidato de Morena al ofrecer acabar con la corrupción y la impunidad y, al
mismo tiempo, proponer la continuación del ejercicio arbitrario del poder
presidencial para evitar que los corruptos sean juzgados conforme a derecho.
¿Cómo
explicar que López Obrador incurra en una contradicción tan burda? Meyer y
Rodríguez Araujo coinciden en que lo hizo para conciliarse con quienes piensan
que es “un peligro para México”. Se trata de un “borrón y cuenta nueva”, aunque
ello no significa impunidad ni “patente de corso”, dicen. Meyer señala que la
propuesta se enmarca “en la escuela realista del poder”. Califica la medida de
tibia – “está siendo la mar de tibio” – y como “una falla moral”, pero la
justifica: “Este es el momento de transigir en aras de algo que sí vale la
pena…”
Rodríguez
Araujo revela un aspecto distintivo del discurso lopezobradorista: “Él es
cristiano, no sé de qué religión, y de ahí viene su discurso de poner la otra
mejilla, todos somos hermanos, hijos de Dios, y amamos al prójimo”.
Los
conceptos religiosos abundan en la nueva oratoria del precandidato presidencial
de Morena, quien promete la felicidad en la “república amorosa”. La supuesta
religiosidad del político de Macuspana es un recurso retórico que introduce ambigüedad
a sus postulados, al tiempo de permitirle ubicarse como una suerte de salvador
capaz de ofrecer la absolución a los “pecados” de corrupción.
El
vocablo amnistía proviene del griego amnesis, que significa sin memoria,
olvido. La amnistía implica el olvido de un hecho delictivo, así como la
supresión de la acción penal y el cese de la condena. El artículo 73, fracción
XXII, de la Constitución otorga al Congreso la facultad “Para conceder
amnistías por delitos cuyo conocimiento pertenezca a los Tribunales de la
Federación”. En tanto que la fracción XIV del artículo 89 constitucional
faculta al Presidente a conceder indultos a los reos sentenciados por delitos
de competencia de los tribunales federales.
La
amnistía es una facultad del Congreso se otorga a un conjunto de personas que
han sido juzgadas por haber cometido un delito, generalmente de carácter
político; en tanto que el indulto es la facultad presidencial mediante la cual
cesan los efectos de una sentencia condenatoria impuesta a un solo individuo.
Menciono
tres ejemplos recientes de amnistía decretada por el Congreso de la Unión: a)
La otorgada en beneficio de las personas contra las que se ejerció la acción
penal por los delitos de sedición e invitación a la rebelión durante el
conflicto estudiantil de 1968. Dicho Decreto del Congreso fue expedido el 17 de
mayo de 1976 por Luis Echeverría, en cumplimiento de la fracción I del artículo
89 constitucional. b) La amnistía en favor de los presos políticos decretada
por el Congreso, expedida el 27 de septiembre de 1978 por José López Portillo.
c) La Ley de amnistía decretada por el Congreso en provecho de quienes
participaron en el levantamiento zapatista en Chiapas entre el 1 y el 20 de
enero de 1994, expedida por Carlos
Salinas de Gortari. Por su parte, el 29 de octubre de 2013, Enrique Peña Nieto
concedió el indulto a Alberto Patishtán, tras 13 años de prisión, el cual fue
aprobado por el Congreso.
El
desplante del precandidato de Morena a la presidencia de ofrecer una “amnistía
anticipada” no es sino un exceso retórico sin sustento jurídico que lastima a
la ciudadanía indignada por la corrupción, además de contradecir su propósito
de acabar con la impunidad. Es inadmisible que López Obrador ofrezca una
versión morena de la impunidad institucionalizada prevaleciente, en la cual el
encubrimiento de la corrupción pasada permite y fomenta el ejercicio de la
corrupción presente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario