Revista
Proceso
#2078, a 28 de agosto de 2016..
Doble
rasero de la Sedena para los atletas/RAÚL OCHOA
El
Ejército y la Marina han presumido que cuatro de los cinco medallistas
mexicanos en Río 2016 salieron de sus filas. Pero el hecho tiene aristas harto
criticables: la Sedena sólo contrata a consagrados –lo que beneficia al atleta,
pero no al deporte en sí–; el programa es “inexistente” según el Estado Mayor
Presidencial; la entrega de rangos discrimina a los soldados de carrera y, tal
vez lo más importante, el Ejército discrimina y se ha ensañado con atletas que
efectivamente se formaron en esa institución. Al marchista Éder Sánchez, por
ejemplo, le destrozó su carrera por atreverse a criticar.
Las
secretarías de la Defensa Nacional (Sedena) y de Marina (Semar) han presumido a
los medallistas olímpicos como de su propia hechura, pero en realidad se
limitan a contratar a deportistas de alto rendimiento y darles las prestaciones
que marca la ley.
A
cambio, los atletas militares y marinos se comprometen a hablar bien de las
Fuerzas Armadas de México (FAM), portar con orgullo el uniforme, mencionar que
forman parte de estas instituciones y presentarse a los actos públicos en que
sean requeridos, sin importar que carezcan de formación militar.
En
contraparte, el Ejército marginó y persiguió a por lo menos dos atletas de alto
rendimiento forjados en sus propias filas.
A
Éder Sánchez Terán , marchista de sobrada experiencia, primero lo dio de baja
de la selección de atletismo del Ejército, luego lo forzó a renunciar, lo llevó
a un Consejo de Honor y después le denegó su baja.
Ahora,
Sánchez Terán está considerado un desertor, y el panorama no le pinta nada bien,
pues no puede acercarse a ninguna instalación de las FAM desde el 27 de enero
de 2015 –cuando fue catalogado como desleal al Ejército– ante el riesgo de ser
aprehendido. “Es el peligro que corro”, admite en entrevista.
Sánchez
sirvió a las FAM durante 10 años y cuatro meses. Al momento de su deserción
ostentaba el grado de sargento segundo de transmisiones. Proviene de una
familia de vocación militar: su padre, Víctor Sánchez –ya fallecido y quien fue
su entrenador– también estuvo en el Ejército, al igual que sus tíos, entre
ellos Joel Sánchez, medallista de bronce en 20 kilómetros de caminata en los
Juegos Olímpicos de Sídney 2000.
El
marchista ingresó a la institución el 1 de septiembre de 2004 como soldado raso
y su comandante lo autorizó a entrenarse.
El
andarín estuvo en el top ten del ranking mundial y fue seleccionado por la
Subdirección de Educación Física y Deportes de la Sedena, donde estuvo adscrito
los últimos nueve años como atleta de alto rendimiento. “Mi trabajo consistía
en cumplir como deportista y dar resultados”.
A
principios de 2015, sus críticas sobre el mal trabajo del equipo de metodólogos
de la Comisión Nacional de Culturas Física y Deporte (Conade) arrojaron sus
consecuencias: Éder Sánchez fue citado por el director de Alto Rendimiento de
la Conade, Coriolan Traian Lalu. En esos tiempo la comisión era dirigida por
Jesús Mena.
Lalu
le exigió al marchista prescindir de su entrenadora. Nada menos que su propia
madre, Graciela Terán. A cambio de ello, asegura Éder, conservaría su beca de
30 mil pesos mensuales. Tras su negativa –acusa el andarín– el funcionario le
redujo la subvención. Pasó a percibir 8 mil pesos y fue catalogado como un
atleta rebelde.
Sánchez
se había ganado su beca tras obtener el bronce en el Campeonato Mundial de Atletismo
Berlín 2009, en 20 kilómetros, pero se quedó con la presea de plata por la
descalificación del ruso Valeri Borchin.
De
acuerdo con el andarín, la Conade le informó a la Sedena de su supuesta
rebeldía. El caso es que el 23 de enero de 2015, el general de brigada
diplomado del Estado Mayor Jaime López Reyes le turnó el siguiente oficio:
“Por
acuerdo del C. general secretario de la Defensa Nacional, se comunica a usted
que con fecha 23 de enero de 2015, por exigencias del servicio, causa baja de
la selección de atletismo representativa del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos,
debiendo presentarse desde luego en la Dirección General de Transmisiones (DGT)
para su control administrativo.”
Al
día siguiente, Éder respondió por la misma vía al general de brigada. En ella
expuso que ese día un abogado militar lo había buscado y –ante la mayor Martha
Leticia Yáñez, responsable de la Subdirección de Educación Física y Deportes de
la Sedena– le advirtió que disponía de dos opciones: una, solicitar su baja inmediata,
“que el abogado militar ya llevaba elaborada”, o incorporarse a la DGT para su
control administrativo. El deportista optó por la segunda alternativa.
“Al
día de hoy desconozco el motivo de mi situación, ya que no he cometido ninguna
falta administrativa o algún delito que manche a la institución. Por lo tanto,
solicito que me permita continuar con mis actividades de entrenamiento en la
Malintzi, Tlaxcala, ya que busco el pase a los Panamericanos Toronto 2015 y a
los Olímpicos Río 2016”, pidió Eder a Salvador Cienfuegos, titular de la
Sedena.
El
26 de enero, el general de brigada José Sotero Gutiérrez Bautista le denegó la
autorización para entrenarse en Tlaxcala.
Pero
lo peor fue que la Sedena lo llevó a “un pequeño” Consejo de Honor. “Nadie del
personal presente me pudo precisar los motivos de mi despido, ¿Qué les hice o
qué les molestó? Si así lo disponen, puedo pedir una disculpa pública. Todos
guardaron silencio, excepto el abogado militar: ‘Estás dado de baja de las
Fuerzas Armadas de México por orden del secretario. Firma tu baja’,” le dijo,
según relata en entrevista.
Aunque
al principio Éder se rehusó (“no he cometido ningún delito”), con el
transcurrir de los días, y “al ver que ya no podía entrenar, me vi acorralado y
decidí salir por la puerta grande: ingresé mi baja, que me rebotaron al otro
día, pero ya no regresé al pase de lista y se dio la deserción.
“La
Policía Judicial Militar fue a detenerme a la Subdirección de Educación Física
y Deportes. Sin embargo, ya me había marchado… me siento tranquilo porque les
di grandes resultados y siempre estaré agradecido con las Fuerzas Armadas de
México, aunque no me dieron la oportunidad de entrevistarme con el secretario
de la Sedena”, a quien intentó enviarle documentos solicitándole que le permitiera
concluir su carrera militar con la baja honrosa.
Sánchez
desaprueba la política de la Sedena de contratar a deportistas de alto
rendimiento sin formación militar: “No está bien. Hay soldados que llevan más
de 17 años esperando una cinta de cabo. He estado adentro y también he visto a
cabos con 20 o 25 años de servicio que no pueden ascender porque no hay cintas
de sargento. No intento polemizar con mis compañeros atletas, a quienes se les
reconoce su esfuerzo, pero de igual forma se debe reconocer a los soldados que
pasan lista a las seis de la mañana, al mediodía y a las cuatro de la tarde”.
Después
de su deserción, Éder ganó el Circuito Internacional de Marcha en 20
kilómetros, el 7 de marzo de 2015 en Chihuahua, luego de dos años de ausencia
en las competencias por una lesión. Con ello aseguró su pase a los
Panamericanos Toronto 2015.
El
pasado 4 de junio, el sitio estadomayor.mx/54321, “el blog de información
militar y seguridad nacional”, tituló una nota: “Medalla de oro o prisión
militar”, en relación con el caso de Sánchez.
El
sitio web indicó que la deserción del marchista “fue producto de las presiones
y de la necesidad de estar sin ataduras, sin limitaciones, en una institución
que le dio todo, que le permitió seguir con su carrera deportiva, pero que
también al final le relegó ‘por malos entendidos, por chismes’” y por los malos
resultados.
Un
caso más
No
ha sido el único caso: en plena preparación rumbo a los Panamericanos Toronto
2015, el remero Leopoldo Tejada fue condicionado por la Sedena a reincorporarse
a sus servicios como cabo de infantería o darse de baja y retirarse de las FAM.
En
la Sedena “me jugaron chueco”, acusa Tejada, en entrevista. Todo empezó con la
querella que el entrenador Daniel Jurado promovió a finales de 2011 contra la
Federación Mexicana de Remo por despido injustificado. El agraviado demandó al
presidente (Pedro Cuervo), al vicepresidente Maximino Gildardo García y a
miembros del consejo directivo: los remeros Leopoldo Tejada y Analicia Ramírez,
ambos vocales y seleccionados nacionales.
“La
federación no atendió la demanda laboral en la Junta Local de Conciliación y
Arbitraje, y cayó en un problema de falta de notificaciones y ausencia de
testigos, por lo que resultamos afectados Analicia y yo, ya que en la sentencia
dictada nos hicimos acreedores al pago de una indemnización por un millón y
medio de pesos”, recuerda Leopoldo.
“Llevaba
siete años en el servicio activo del Ejército, y a causa de la demanda contra
la federación, la Sedena ordenó mi destitución inmediata o mi reintegración a
las labores. Ya no podía gozar de mi comisión deportiva.”
Leopoldo
afirma que no podía abandonar la práctica del remo, en puertas ya los
Panamericanos de 2015 y el Campeonato Mundial, clasificatorio para Río 2016,
por lo que decidió causar baja del Ejército el 26 de enero de 2015. “Alguien de
arriba dio la orden”.
A
decir de Tejada, nunca recibió un mal trato en la Sedena, “pero apenas se
enteraron que estaba inmiscuido en el problema legal de la federación, no me
dieron el derecho de réplica. Me fui con todas las prestaciones y con mi
liquidación”.
“Imagínate
la urgencia que tenían por darme de baja”, cuenta Leopoldo: “la baja se ingresó
el sábado 25 de enero y se firmó el domingo 26. Sólo requirió un día el trámite
que a veces le lleva hasta un mes”.
Para
Tejada, la intención de la Sedena por reclutar atletas de alto rendimiento sin
experiencia es “cambiar las noticias malas de los temas de narcotraficantes,
manifestaciones y todos los problemas en los que se ha visto inmiscuido el
Ejército. Tratan de quitar ese tache por una palomita”.
–¿La
presencia de un atleta de alto rendimiento en las Fuerzas Armadas de México
ayuda a limpiar la maltrecha imagen de la institución? –se le pregunta.
–Uno:
no limpia el nombre, y dos: al deporte mexicano no le sirve. Beneficia a los
atletas y eso es excelente, pero no apoyan para desarrollar una disciplina
deportiva, sino que agarran a atletas consolidados.
Tiempo
de presumir
El
miércoles 24, al son del mariachi, cuatro de los cinco medallistas olímpicos en
Río 2016 (María del Rosario Espinoza, Germán Sánchez, Guadalupe González e
Ismael Hernández; sólo faltó el pugilista Misael Rodríguez) pasaron revista en
el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Al acto organizado por sus
benefactores, Sedena y la Secretaría de Marina, acudieron soldados y marinos.
De
los 125 deportistas que participaron en Río 2016, 21 de ellos están en la
Sedena y 10 en la Semar. Todos han sido contratados con acceso a los siguientes
beneficios: seguro médico para el atleta y sus familiares, créditos
hipotecarios del Banco Nacional del Ejército Fuerza Aérea y Armada, S. N. C.
(Banjercito) con bajos intereses y ascensos sujetos a sus resultados deportivos
y jubilación. Esas prestaciones no las da la Conade, el Comité Olímpico
Mexicano COM, y menos de sus respectivas federaciones deportivas.
María
del Rosario Espinoza, triple medallista olímpica en taekwondo, es cabo auxiliar
de educación física y deportes de la Sedena, cargo que también ostentan sus
compañeros Itzel Manjarrez Bastidas, Saúl Gutiérrez, el clavadista Germán
Sánchez (doble medallista olímpico), su compañero Iván García, mientras Rommel
Pacheco tiene el grado de sargento segundo de educación física y deportes.
La
arquera Alejandra Valencia, quien se quedó cerca de la presea en Río, es
soldado auxiliar de educación física y deportes, mientras el pentatleta Ismael
Marcelo Hernández (medalla de bronce) es cabo auxiliar de educación física y
deportes.
Y
el batallón de atletas-militares sigue: Tamara Vega (pentatlón moderno), Elías
Eliseo Emigdio y Juan Pablo Romero (ambos en boxeo) ostentan el grado de cabo
auxiliar; Nuria Diosdado, Karem Faride Achach (las dos, en nado sincronizado,
tienen el grado de soldado auxiliar), mientras que en atletismo aparecen
Horacio Nava, José Leyver Ojeda, Marisol Guadalupe Ojeda, Ricardo Ramos,
Margarita Hernández, Ever Jair Palma. Pedro Daniel Gómez y Julio César Salazar,
con sus respectivos rangos.
La
marchista Guadalupe González es la única de los cinco ganadores de medallas
olímpicas que representa a la Secretaría de Marina. La institución contrató a
la subcampeona olímpica en mayo pasado, es decir, cuando la mexiquense ya había
logrado su clasificación a los Olímpicos. Ahora, la Semar apunta al pugilista
de bronce en Río, Misael Rodríguez, el único que ha permanecido al margen de
estas instituciones.
No
existen
Desde
abril pasado y a través de Infomex (folio 0210000015016), Proceso solicitó a la
oficina de la Presidencia de la República que respondiera cuándo se instauró el
programa de captación de deportistas en el Estado Mayor Presidencial (EMP), los
nombres de los atletas y el deporte que practican, por qué fueron
seleccionados, cuáles son los beneficios que reciben, por qué se creó este
programa, cuáles son las obligaciones que adquieren, qué motiva la baja
temporal o definitiva de algunos de estos deportistas, nombres y número de
atletas que han sido dados de baja y por qué, y cuánto dinero recibe cada
deportista mensualmente, entre otras cuestiones.
Dicha
solicitud fue turnada al EMP, que el 28 de marzo determinó que no se encontraron
registros de la información solicitada, “por lo que se declara su
inexistencia”.
En
el caso de la Semar, los deportistas son contratados en condición de militares
de acuerdo con su grado de escolaridad. Para ejemplificar, al atleta con
licenciatura se le otorga el grado de oficial teniente de corbeta. “Se brinca
todos los grados: de marinero, cabo, tercer maestre, segundo maestre y primer
maestre”, detalla el capitán Arturo Hernández, subjefe de Deportes y Servicios
Educativos de la Semar.
El
atleta naval está obligado a prepararse en su disciplina y deberá reportar sus
actividades a la institución. (Con información de Beatriz Pereyra).
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