Nota de Arturo
Sierra
Reforma, Cd.
de México (28 agosto 2016).- Por violar a un menor hace más de 20 años, esta
semana el sacerdote Carlos López Valdez fue detenido por ese delito e ingresado
a un reclusorio.
Policías
lo arrestaron en Jiutepec, Morelos, como parte de la orden de aprehensión
librada por el juez 55 Penal, con sede en el Reclusorio Preventivo Varonil
Oriente.
Según
la denuncia, el sacerdote abusó sexualmente del menor durante cuatro años -de
1994 a 1998- hasta que la víctima decidió denunciarlo por estos hechos, en
agosto de 2007.
Al
conocer el ilícito, el Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis Primada de
México solicitó que se iniciara el juicio canónico contra Carlos.
La
sentencia definitiva, en 2010, separó a Carlos de su cargo como sacerdote y le
prohibió predicar y desempeñar algún oficio directivo en el ámbito pastoral o
administrativo parroquial.
Hora de publicación: 15:34 hrs.
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http://fredalvarez.blogspot.mx/2015/03/pederastia-encubierta-por-norberto.html
De
Hugo Valdemar Romero
Desde que Carlos López recibió la suspensión
en marzo de 2007, se le prohibió celebrar cualquier sacramento. Si él continuó
haciéndolo, fue en abierta rebeldía ante el cardenal Rivera, y si ha continuado
celebrando hasta ahora, lo hace desafiando la autoridad del Papa Francisco,
pues está suspendido de forma irrevocable.
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Acerca
de Pederastia encubierta por Norberto Rivera y solapada por la PGJDF
Proceso
No. 2005, 4 de abril de 2015
Señor
director:
Me
refiero al artículo titulado Pederastia encubierta por Norberto Rivera y
solapada por la PGJDF, el cual se publicó en Proceso 2004 el 29 de marzo bajo
la firma del reportero Rodrigo Vera. Se trata de una nota llena de
contradicciones y de medias verdades que es imprescindible aclarar.
No
es posible afirmar que el arzobispo de México, cardenal Norberto Rivera, haya
encubierto al exsacerdote Carlos López, cuando en el mismo epígrafe del texto
se reconoce que una vez que la víctima, Jesús Romero Colín, “lo denunció ante
la Procuraduría del DF y el Tribunal Eclesiástico, este órgano lo declaró
culpable y el Vaticano lo inhabilitó para seguir oficiando”.
Efectivamente,
tan pronto el entonces sacerdote Carlos López fue denunciado ante el obispo
auxiliar Jonás Guerrero por la señora Esperanza Colín, el 22 de marzo de 2007,
se inició una investigación canónica, el acusado fue retirado de su oficio de
párroco, y en septiembre del mismo año se le suspendió de su ministerio
sacerdotal, en espera de que, luego de ser enviada la documentación a Roma,
llegara la sentencia definitiva, lo cual aconteció en 2011.
El Papa Francisco, en julio de 2013, envió una
carta a la víctima, Jesús Romero Colín, en la que pidió perdón por el abuso del
que fue objeto. Lo mismo hizo el cardenal Rivera, quien el pasado 19 de febrero
recibió a Jesús Romero con dos de sus abogados, le pidió perdón por los abusos
sufridos, y se mostró dispuesto a coadyuvar con la autoridad civil a fin de que
se haga justicia.
Como usted puede ver, el cardenal Norberto
Rivera no fue omiso en el caso de este doloroso abuso, pues hizo todo lo que en
sus manos estaba por hacer, a saber: suspendió al delincuente, promovió su
juicio en Roma, notificó la sentencia que lo expulsaba de manera definitiva del
estado sacerdotal, y manifestó a Jesús Romero Colín que está dispuesto a
colaborar con la autoridad civil.
Asimismo, cabe aclarar que la actuación de los
entonces obispos auxiliares Jonás Guerrero y Marcelino Hernández ayudaron a que
el proceso de expulsión del estado sacerdotal de Carlos López se llevara con
celeridad, siguiendo las indicaciones precisas del cardenal Rivera de “cero
tolerancia” con los clérigos abusadores de menores.
Lamentamos que no se haya tomado en cuenta la
opinión de la Arquidiócesis de México a fin de dar nuestra versión de estos
lamentables hechos, lo que inevitablemente hace que el artículo publicado
provoque la duda y la confusión en los lectores del semanario Proceso.
Atentamente
Hugo Valdemar Romero
Director de Comunicación Social
del
Arzobispado de México
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Respuesta
del reportero
Señor director:
El
vocero Hugo Valdemar señala que al sacerdote pederasta Carlos López se le abrió
juicio canónico en 2007 y se le inhabilitó formalmente cuatro años después, en
2011. Con este hecho –dice– quedó demostrada la “cero tolerancia” del cardenal
Rivera y de sus entonces obispos auxiliares Jonás Guerrero y Marcelino
Hernández.
Es
muy distinta la versión de la víctima, Jesús Romero Colín, quien en su
entrevista con Proceso asegura que esa inhabilitación quedó en el puro papel y
esconde un acto de encubrimiento, pues Carlos López continuó oficiando misas en
la arquidiócesis durante todo su proceso, y ahora lo sigue haciendo en el
estado de Morelos.
Asevera
igualmente que desde tres años antes de la denuncia contra el sacerdote ante el
Tribunal Eclesiástico, el obispo Jonás Guerreo ya sabía de los actos delictivos
del pederasta y prefirió encubrirlo, tal vez con el consentimiento del propio
cardenal Rivera, cosa que deben aclarar los tribunales civiles.
Actualmente,
destaca la víctima, el cardenal se niega a colaborar en el proceso que se le
sigue a su exsacerdote en la Procuraduría General de Justicia del Distrito
Federal (PGJDF). Percibe un contubernio entre las autoridades eclesiásticas y
civiles, lo cual ha provocado que el pederasta siga libre y quizá abusando de
menores de edad. Los detalles están publicados en el reportaje.
En
efecto, este reportero no buscó al cardenal Rivera para una entrevista, porque
de antemano sabía que le sería negada, como ha ocurrido en otras ocasiones.
Atentamente
Rodrigo
Vera
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