Diez
días de caza
Columna Estrictamente
personal/ Raymundo Riva Palacio
Eje Central. 24/02/2014
El
último capítulo de la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán empezó al 13 de
febrero en Culiacán, pero la historia de su caída se empezó a tejer hace poco
más de un mes, cuando pistas que se seguían tomaron un camino definitivo. Se
debió paradójicamente, de acuerdo con una reconstrucción de su cacería, con una
filtración no autorizada en la prensa. En medio de los operativos en Michoacán
se publicaron fotografías de la esposa y nuera de Guzmán en Cancún, junto con
detalles parciales de su vigilancia.
Las
fotografías no eran un producto de una investigación reciente, sino de una
vieja línea de seguimiento a Guzmán, y parte de los expedientes abiertos en las
áreas de Seguridad Pública Federal desde hace casi dos años. Su divulgación
provocó reacciones y temores de que la publicación boicoteara la investigación.
Fuentes estadounidenses dijeron que tras la publicación de las fotografías hubo
varios asesinatos en el entorno de Guzmán, aparentemente para romper con el
eslabón que conducía a su familia. Sin embargo, esos asesinatos, por toda la
información acumulada a nivel internacional en estos años, abrieron de manera
inesperada nuevas puertas para llegar a “El Chapo”.
Una
de esas líneas de investigación era precisamente con la esposa de Guzmán, Emma
Coronel, quien dio a luz a gemelas en un hospital de Los Angeles en agosto de
2011. Ciudadana estadounidense, no tiene ninguna deuda con la ley, por lo que
se mueve libremente. Pero la DEA y el Servicio de Inmigración y Aduanas tenían
un seguimiento estrecho de ella. Parte de los datos de esa vigilancia llevaron
a la captura en mayo pasado del suegro de “El Chapo”, Inés Coronel, que aportó
más información sobre “El Chapo”, que vivía a salto de mata en la sierra de
Durango, a no más de 100 kilómetros de Culiacán, en zonas de muy difícil
acceso, con una cocinera y un equipo de seguridad de no más de cuatro personas.
En
paralelo, la oficina de Alguaciles de Estados Unidos, la principal agencia en
la investigación de prófugos de la justicia, trabajaba con la PGR y la DEA. No
se sabe si Vicente Zambada, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada, el jefe del
Cártel del Pacífico, preso en Estados Unidos, proporcionó información sobre la
red de la organización. Pero, coincidente o no, después de las filtraciones de
enero y cómo se movieron las ultratumbas del narcotráfico en Sinaloa, comenzó
la cacería final sobre “El Chapo”.
El
procurador general Jesús Murillo Karam dijo el sábado que los “momentos
definitivos” para su captura fueron entre el 13 y el 17 de febrero. Para el
jueves 13 ya habían comenzado los operativos de la Marina en Sinaloa con
información de inteligencia propia y de las tres agencias estadounidenses. El
fin de semana antepasado, en el gobierno federal sabían que la captura de “El
Chapo” era, literalmente, cuestión de días. Tenían localizado en dónde se
encontraba y se había establecido un cerco para evitar que se escapara.
En
los operativos de ese fin de semana detuvieron a Joel Enrique Sandoval Romero,
jefe de escoltas de “El Mayo” Zambada en Culiacán. Guzmán estaba escondido en
una de las siete casas de seguridad del cártel en Culiacán conectadas por un
elaborado sistema de túneles que utilizaban las cañerías como rutas de escape.
La Marina y los agentes de la PGR llegaron a esas casas, una de ellas de la
primera esposa de Guzmán, Griselda López. En su apresurada fuga, Guzmán se
comunicó al teléfono de una de las escoltas de Zambada, quien por más de una
década lo protegió y financió.
No
está claro si Guzmán sabía de la detención de Sandoval Romero, que se dio a
conocer el lunes, pero el número al que marcó, ya lo tenía interceptado la PGR,
porque se encontraba entre los contactos del jefe de escoltas del cártel. La
geolocalización de la llamada los llevó a una de las casas de seguridad, pero
por los sistemas de seguridad y blindaje de los túneles, “El Chapo” se les
escapó el jueves. Los escondites se le habían acabado. Huyó a un torre de
condominios en el malecón de Mazatlán, pero ya no fuera del radar federal, sino
perseguido por ellos. En el departamento 401 de la Torre Miramar, lo detuvieron
mientras dormía, a las 6:30 aproximadamente, de la mañana del sábado.
La
Marina forzó la puerta y lo capturó en la cama. En una maleta rosa con negro
había ropa de hombre, mujer y de una menor. Había provisiones para menos de una
semana en bolsas de plástico del supermercado. Agentes de la DEA, Alguaciles,
Inmigración y Aduanas presentes en la captura, contribuyeron con inteligencia
táctica y a cerrar el cerco sobre “El Chapo”. La DEA tomó la fotografía de
Guzmán y la distribuyó a la prensa, como una prueba de vida, como hicieron
cuando se detuvo a Édgar Valdés, “La Barbie”, detenido en 2010. Trece años de
prófugo, habían terminado.
rrivapalacio@ejecentral.com-mx
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@rivapa
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