Argentina;
Te Deum con Cristina
Los
últimos siete años no asistieron los Kirchner, pero el próximo 25 de mayo se
celebrará en la catedral de Buenos Aires con la presencia de la presidente y
del gobierno
Vatican Insider, ALVER
METALLI, 24 de febrero de 2014
BUENOS
AIRES, Argentina.
Lo
que no logró Bergoglio, ha sido posible con su sucesor, el arzobispo Mario
Aurelio Poli, que precisamente acaba de recibir en Roma la púrpura
cardenalicia. El tradicional Te Deum del 25 de mayo, fecha patria, se celebrará
nuevamente en la catedral de Buenos Aires con la presencia de la presidente y
del gobierno. La noticia de que Cristina Fernández de Kirchner participará en
la próxima celebración fue publicada ayer por el diario ultrakirchnerista
Tiempo Argentino y sin duda deberá quedar registrada en los anuales nacionales
como el gran retorno.
En
realidad el Te laudamus como tal nunca se ausentó de la capital argentina desde
1810, cuando se llevó a cabo el primero, cinco días después de la Revolución de
Mayo. En aquella oportunidad lo cantó el obispo Benito de Lué y Riega,
invocando la sabiduría de Dios para superar “la agitación de este pueblo” y
evitar situaciones de violencia extrema contra los súbditos de Fernando VII, de
quien los habitantes de esas tierras habían tomado distancia por esas fechas.
Las crónicas de la época recuerdan que en el acto cívico-religioso participó
también el depuesto virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros y de la Torre.
Fair
play de otros tiempos.
Pero
lo cierto es que “el milagro” del retorno presidencial al Te Deum que celebrará
el cardenal Poli se debe atribuir al Papa argentino y sus atenciones para con
la presidente Cristina Fernández de Kirchner; las llamadas telefónicas y los
mensajes entre ambos –se dice en el entorno del gobierno, sin que haya
desmentidas en el ámbito eclesial- son mucho más seguidos de lo que se sabe
públicamente. Y tales atenciones del Papa Francisco son correspondidas por la
presidente. La viuda del más férreo adversario de Bergoglio desde el mismo día
en que fue elegido presidente, cuando volvió de su viaje a Roma para la misa
inaugural transmitió a todo el gobierno la orden de una pacificación
colaboradora con el Papa, y en consecuencia con la plana mayor de la Iglesia
argentina. Esa línea también fue adoptada al pie de la letra por los que, en el
entorno presidencial, ya habían lanzado algunos golpes contra el nuevo
pontífice y estaban recargando las armas con proyectiles de mayor calibre. El
cambio resultó repentino e incluso cómico por su esquematismo.
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