Revista Semana, 24
febrero 2014
¿Es
el 'Chapo' Guzmán el Pablo Escobar del siglo XXI?
Las
coincidencias de dos elusivos capos. Uno, marcó final del siglo XX. El otro, el
comienzo del actual.
Fugas
inverosímiles, inclusión en la lista de los más ricos de la revista Forbes, un
halo de leyenda por ser los criminales más buscados, que una y otra vez
parecían eludir a las autoridades...
Joaquín
'El Chapo' Guzmán y Pablo Escobar parecen tener mucho en común. Uno marcó a sangre
y fuego la historia de su país en las décadas finales del siglo XX. El otro se
convirtió en el narcotraficante más buscado de inicios del XXI.
Por
azares del destino y el periodismo, me ha tocado estar -con más de dos décadas
de diferencia- en los países y momentos donde ambos capos fueron capturados: en
Colombia en julio de 1992 (y diciembre de 1993) y ahora en México, en febrero
de 2014.
Y
es como si la historia girara sobre sí misma. Tanto en la entrega y -año medio
después- en la muerte de Pablo Escobar, como ahora en la detención de Joaquín
'El Chapo' Guzmán se repite la marejada de adrenalina, la carrera por confirmar
la noticia, la búsqueda de la foto -o ahora el video- que le diera la impronta
de verdad definitiva al hecho.
Los
vítores de los gobernantes, las felicitaciones de Estados Unidos...
Pero
también la sensación de que la historia no termina de girar aquí. Que en algún
momento, en otro lugar, volveré a vivirla.
Vidas
paralelas
Las
similitudes entre Pablo Escobar y 'el Chapo' Guzmán son muchas. Ambos se
convirtieron en líderes de enormes organizaciones delictivas gracias a su
inteligencia, ambición y crueldad desmedidas.
Pero
también fueron herederos, parte de una cadena.
En
su libro, 'La parábola de Pablo', el periodista colombiano Alonso Salazar
relata cómo, en los años 70, un joven Pablo Escobar se convirtió en el
guardaespaldas de Alfredo González, un contrabandista antioqueño a gran escala,
a quien se conocía como "El Padrino". Así conoció las rutas de
contrabando y los intríngulis del bajo mundo, que le serían indispensables
después.
Igualmente,
'El Chapo' Guzmán aprendió su oficio en los años '80 al lado de Miguel Ángel
Félix Gallardo, el 'Jefe de Jefes', líder del cartel de Guadalajara y quien en
esa década llegó a controlar casi todo el contrabando de drogas desde México
hacia Estados Unidos.
Gallardo
Félix fue detenido en 1989 por el asesinato del agente de la DEA Enrique 'Kiki'
Camarena. Según cuenta el periodista mexicano Ricardo Ravelo en su libro
"Los capos, las narco-rutas de México", ese mismo año, desde prisión,
el Jefe de Jefes decidió dividir su imperio: rutas, territorios, todo fue
repartido.
En
el libro se consigna que "El Chapo" recibió Mexicali -en Baja California-
y San Luis Río Colorado, en Sonora.
Otra
coincidencia es que ambos condujeron sangrientas guerras contra carteles
rivales, que en algún momento fueron aliados de conveniencia.
Cuando
estuvieron en prisión -Escobar en La Catedral en 1992; 'Chapo' Guzmán en Puente
Grande- lo hicieron en medio de lujos y controlando sus organizaciones.
Escobar, incluso, hizo llevar al penal a algunos de sus rivales y ordenó que
los asesinaran allí mismo.
Ambos
escaparon cuando lo juzgaron necesario y sin mayores problemas. Escobar el 21
de julio de 1992, pues iba a ser trasladado a otra prisión. 'El Chapo' el 19 de
enero de 2001, porque -según dice Anabel Hernández en su libro 'Los señores del
narco'- temía ser extraditado a Estados Unidos.
Los
dos sentían un fuerte arraigo por las regiones de donde era originarios
-Antioquia y Sinaloa- y fue finalmente allí donde se les atrapó.
El
destino, quizás, les reservaba una última e irónica coincidencia: como se sabe,
Pablo Escobar fue rastreado y dado de baja el primero de diciembre de 1993, en
un barrio de clase media de Medellín, debido a una llamada que le hizo a su
hijo a través de un celular.
Este
domingo, medios mexicanos publicaron que Guzmán Loera fue ubicado en un
edificio no muy lujoso de Mazatlán por una llamada que hizo con un teléfono
satelital.
Diferencias
Pero
las diferencias también son grandes.
Al
contrario de Pablo Escobar, que incluso fue representante suplente a la Cámara,
'El Chapo' Guzmán nunca ha intervenido directamente en política.
Escobar,
en algún momento -según supe por distintos medios- incluso llegó a alimentar
brevemente el descabellado sueño de lograr que el departamento de Antioquia se
independizara de Colombia, pues así no podría ser extraditado a Estados Unidos.
Al
'Chapo' Guzmán no se le conocen -como a Escobar- esfuerzos por crear una base
social de apoyo, con la construcción de barrios o de canchas de fútbol.
Esa
ansia de convertirse en una figura pública fue la que finalmente hizo que el
líder del cartel de Medellín fuera escudriñado por los medios de comunicación
-en especial el diario El Espectador, a cuyo director, Guillermo Cano, ordenó
asesinar- y expuesto como un narcotraficante.
Además
de mantener un perfil más bajo, Guzmán Loera no ha desatado una confrontación
directa contra el Estado, como la que desplegó Pablo Escobar, que entre finales
de los 80 y principios de los 90 puso contra la pared al gobierno y logró que
la extradición fuera específicamente prohibida en la asamblea constituyente de
1991.
Hasta
el final, Pablo Escobar fue el jefe indiscutido del cartel del Medellín, el
cual se desintegró luego de su desaparición.
El
cartel de Sinaloa, me dicen expertos mexicanos, es más una
"federación" de organizaciones y 'el Chapo', aunque la cara más
conocida del cartel, es sólo uno de los jefes. Igual de poderoso es quien ahora
es visto como su sucesor, Ismael 'El Mayo' Zambada. También importante es Juan
José Esparragosa Moreno, alias El Azul.
De
hecho, lo que en los últimos meses se decía en los medios periodísticos y de
seguridad es que Guzmán Loera se estaba convirtiendo en una figura cada vez más
periférica en la organización. Era el que atraía la atención, pero las riendas
las llevaban otros.
Además
de ser una federación, el Cartel de Sinaloa opera como una enorme compañía
multinacional, con múltiples intereses (como las metanfetaminas) y con
tentáculos que se extienden por varios continentes. Ha llegado hasta donde el
cartel de Medellín sólo pudo soñar con hacerlo.
¿Quién
será el próximo?
De
la entrega de Pablo Escobar sólo pude ver el helicóptero que lo llevaba, desde
una casa secreta del barrio El Poblado de Medellín -donde lo recogieron-, hasta
la cárcel de La Catedral, situada en la cima de una montaña, en cuyas
estribaciones yo, y decenas más de periodistas, hacíamos guardia.
De
su muerte me enteré cuando la sala de redacción del periódico donde trabajaba
estalló en aplausos. Después fue la adrenalina, las carreras, la búsqueda de la
foto eficaz.
Veinte
años más tarde, la alerta de la posible captura de Joaquín 'El Chapo' Guzmán me
llega por Twitter, en mi apartamento del D. F. Es el siglo XXI.
Pero
muchas cosas siguen atrancadas en el siglo XX: aunque el cartel de Medellín se
desintegró, el tráfico de drogas sigue ahí. Varios grupos ocuparon su lugar y
los nuevos capos aprendieron la lección: no atraer demasiado la atención.
Nadie
ha dicho que el cartel de Sinaloa vaya a desaparecer por la captura de su
figura más visible. Al contrario: todo indica que ya hay un sucesor en el
trono.
En
algún tiempo, seguramente, otro narcotraficante empezará a subir escalafones en
la lista de los más ricos de Forbes.
Dejo
de teclear y me pregunto: ¿en qué otro país, cuándo, me tocará asistir a la
captura o muerte del próximo capo más buscado del mundo?
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